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Primera carta de Ariadna: la teoría de los virus y los anticuerpos
ОглавлениеEn su primera carta Ariadna le escribía esto a Víctor:
La patología o la salud de los miembros del equipo directivo es la que determina la patología o la salud de una empresa, su desarrollo crítico o saludable tanto en sus procesos como en sus resultados. Cuando estamos ante el desarrollo crítico, la empresa se ve afectada en las personas que trabajan en ella, en su mercado y entorno, y en el estado de sus cuentas.
Innova es un organismo enfermo en fase terminal que necesita curarse y, para seguir viviendo, requiere algún tipo de tratamiento de choque que vaya directamente a la raíz de la epidemia.
Cuando un organismo enferma, aparecen virus o bacterias y, al mismo tiempo, bajan las defensas, conocidas como anticuerpos. Lo mismo sucede en una organización. En un determinado momento de su vida pueden aparecer uno o varios directivos virus. Son individuos con un perfil psicológico determinado, que actúan de forma patológica y provocan que la empresa enferme.
En las empresas gobernadas por directivos virus se trata a las personas como objetos y no como sujetos. Esto ocurre porque las personalidades patológicas de dichos directivos se caracterizan por su egocentrismo: no son capaces de generar empatía, muestran una clara ausencia de responsabilidad y de sentimiento de culpa, y una cierta ineptitud para mostrar sentimientos sinceros. Con el fin de obtener resultados vistosos en breves periodos de tiempo, son capaces de quemar todos los recursos a su alcance, sean humanos, financieros o naturales. Dado que carecen de la capacidad de proyectar las consecuencias de sus actos en el futuro, destruyen poco a poco cualquier posibilidad de subsistencia de la organización que los acoge.
En los ambientes hostiles se desencadena el temor, se inhibe la creatividad, la espontaneidad y el intercambio honesto y sincero. Los directivos virus actúan generando miedos, creando ambientes adversos y estresantes en los que las personas desarrollan la parte patológica de su personalidad. Estos miedos generan un enorme despilfarro de recursos, porque parten de que hay que defenderse frente al ataque de supuestos enemigos visibles e invisibles. De esta manera, tarde o temprano aparecen síntomas como el pasotismo, la burocracia sin sentido, el negocio oculto y la puñalada por la espalda.
Afortunadamente, en el polo opuesto al directivo virus se encuentra el directivo anticuerpo, que se lleva a la gente de calle y se preocupa realmente por conocer, comprender, cuidar y hacer crecer a las personas de su entorno. Los anticuerpos saben que hay que codearse con los compañeros para amarlos y que la base de un buen negocio es la confianza. Sin confianza no hay compromiso y sin este no se puede construir la calidad, que es la garantía del beneficio.
En definitiva, los virus…
postergan;
fomentan la discordia;
buscan culpables;
manipulan;
promueven el conflicto y la competición destructiva;
actúan mediante acoso moral;
juegan con el sentimiento de culpa de los demás;
dicen “no me cuentes tu vida”;
desconfían;
persiguen, y de todo ello se vanaglorian.
Los anticuerpos…
actúan aquí y ahora;
buscan el acuerdo;
se saben responsables;
no necesitan manipular;
administran adecuadamente el reconocimiento al otro;
no juegan con los sentimientos;
no ponen el foco en el esfuerzo, sino en el logro;
promueven la competencia basada en la mejora continua de uno mismo;
buscan el beneficio común a todos los niveles, y no se vanaglorian de todo ello porque se saben parte de un todo.
La teoría de los virus y los anticuerpos le pareció a Víctor un hallazgo y una propuesta muy interesante. Él siempre había creído que podía mejorar la interrelación de los equipos y hacer confluir todos y cada uno de los esfuerzos en el bien común. No obstante, en Innova tenía la sensación de haberse estrellado contra un muro. Por todo ello, en su respuesta le pidió a Ariadna que fuera lo más concreta posible en sus consejos y le dijera qué pasos debía emprender.