Читать книгу El pozo de Leteo o la triste historia de los recuerdos perdidos - Alexandra Campos Hanon - Страница 6

UNO

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Hace muchos años, en una aldea de la que no queda más que este cuento, se mandó construir un pozo. Si bien es cierto que nadie recuerda por mandato de quién, se sabe que ese pozo fue, precisamente, lo que dio nombre a la población: Villa Leteo.


Aunque los fundadores de la villa soñaban con plazas, palacios y ciudadelas, la repentina contaminación de su pozo y la cercanía con una próspera ciudad llamada Inverness, terminó por dar lugar a la paulatina pero inevitable migración de su gente.

Poco a poco la villa perdió sentido y con el tiempo, incluso los habitantes que habían nacido ahí,se cuestionaron el propósito de permanecer en ese pequeñísimo pueblo fantasma del que, sospechaban, pronto no quedaría ni el nombre.


La precariedad de sus calles, sus escasas viviendas y la falta de proyección al exterior, hicieron que plantas, arañas y árboles tomaran por completo el lugar. Cuando la vegetación sepultó la villa, solo quedó lo que la gente de Inverness conocería como el Pozo de Leteo: un pozo situado en el claro del bosque. Un bosque, decían, de senderos movedizos.



Al margen del pozo y la desaparición de Villa Leteo, Inverness creció en población y riqueza.Los comerciantes buscaban lugares de fácil acceso para establecerse, y eso, precisamente, ofrecía la nueva ciudad. Por si fuera poco, las familias encumbradas de la región apostaron por la construcción de estancias permanentes o veraniegas a orillas de su río frío y de aguas profundas.


El pozo de Leteo o la triste historia de los recuerdos perdidos

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