Читать книгу Pensar el feminismo y vindicar el humanismo - Amelia Valcárcel Bernaldo de Quirós - Страница 7

Nota de la editora

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Esta selección de textos de Amelia Valcárcel quiere dar cuenta de algunos rasgos de su obra que obedecen a los ejes fundamentales que la caracterizan: una filosofía política y una ética, una vindicación del feminismo, un análisis político e histórico de las mujeres y una vindicación del Humanismo.

Delante de una obra ensayística tan amplia y con tantos matices, convenía centrarse en aquellos textos que mostraran lo más característico de la autora, aunque sin una exhaustividad difícil, si no imposible, de conseguir en una «selección».

Así pues, en la elección se ha optado por textos que resumen su pensamiento, como «Vindicación del humanismo», sin menoscabo de contar también con textos de sus inicios, como «El derecho al mal», que dan cuenta de un pensamiento aún en ciernes, pero que ya contiene toda la energía y lucidez de análisis que posteriormente desarrollará.

El primero de los textos seleccionados, «El derecho al mal», fue originalmente una ponencia que presentó en el Congreso de Filósofos Jóvenes. Luego se publicó en la revista El Viejo Topo. Era 1981 y, posteriormente, su autora lo incorporó al libro Sexo y filosofía. Sobre «mujer» y «poder», como apéndice, por entender que, siendo de difícil adquisición era una manera de poder leerlo para quienes no hubieran podido hacerlo en su momento. Creo que aún contiene un plus de rebeldía.

Amelia nos advierte de que ese carácter rebelde del escrito no es el único motivo para su reedición; otro motivo, quizá más importante, es que se trata de un escrito capaz de crear polémica. Pero entiende, y así lo precisa en la nota a pie de página, que no se trata de una «conclusión» al libro Sexo y filosofía. Diez años después, podemos observar que Amelia Valcárcel ha incorporado, ya en el libro, suficiente bagaje analítico y crítico como para reconvertir las energías reivindicativas en pensamiento feminista crítico; para plantearse la genealogía del feminismo; introducirse en las complejas relaciones de las mujeres con el poder; cuestionarse el tema de la legitimidad; defender un nominalismo que sin abandonar el individualismo optara por un «del vosotras al yo» que pusiera lo político en el centro de atención para las mujeres. No es de extrañar, pues, que ello la llevara a reflexionar sobre la cuestión de si el feminismo era, o no, una teoría política.

Es por ello por lo que el segundo de los textos seleccionados corresponde a los capítulos II y III de Sexo y filosofía, donde se hace esa pregunta: «¿Es el feminismo una teoría política?». La respuesta conlleva una exhaustiva referencia a la historia del feminismo, pero en unos términos que ponen de relieve las problemáticas y las polémicas teóricas que este ha ido generando. Desde los orígenes de la desigualdad de las mujeres hasta los debates, por otra parte recurrentes, entre igualdad y diferencia. En todo caso, se trata de un texto muy significativo para entender la postura de Valcárcel respecto a la necesidad de trazar un nivel ético en el feminismo. La necesidad de que no quede únicamente como una teoría política sustentadora de la igualdad, aunque también, sino que vaya más allá analizando los problemas éticos que el poder comporta.

De ahí la relevancia que adquiere también el escrito que corresponde al tercer texto seleccionado: «Democracia y feminismo». Este texto corresponde al capítulo V del libro La política de las mujeres, que es desde que se publicó uno de los libros más citados de la autora. La selección de este capítulo obedece a que quiero dar cuenta de cómo Valcárcel llama la atención sobre un fenómeno que se estaba produciendo en los años noventa en España y que podríamos resumir con sus palabras: «Yo pienso que la teoría feminista no acaba de encontrar el fácil puente, quizás porque ese fácil puente no existe, entre el discurso inmediato de la acción y el discurso teórico explicativo» (p. 104).

Se trataba de dar cuenta de una desconexión entre la teoría y la práctica feminista, cuando por otra parte el feminismo estaba siendo uno de los movimientos vindicativos que más y mejor había interrelacionado esos dos niveles. Entiende que lo que se estaba produciendo era un problema de desajuste «o un discurso demasiado amplio que luego no tiene inserción, o un discurso complejo que no es capaz de llamar a la acción». Creo que toda la reflexión sobre ese problema aporta una novedad crítica en el feminismo de fin de siglo en España digna de tener en cuenta. Entiendo que, aunque aparentemente sea un texto menor, en realidad aporta una novedad en ese sentido importante. Esta es la razón de introducirlo en esta selección de textos de la autora.

El cuarto texto seleccionado, que lleva el título de «Vindicación del humanismo», es por el contrario un escrito que no necesita justificación para insertarlo en una selección de textos de Amelia Valcárcel. Se trata de los escritos que produjo para las Conferencias Aranguren, a las que fue invitada en el año 2007 y que posteriormente se publicó en la revista Isegoría en su número 36.

Comienza la autora una serie de reflexiones que tienen como eje la imagen de un «mundo global». Ese cambio que se produce en el siglo XXI desde la crisis de los estadosnación estaba siendo una base recurrente en algunos de sus libros, como Ética para un mundo global y Feminismo en un mundo global. Entiendo que estas dos obras tienen su origen en la idea de repensar el humanismo en el nuevo siglo XXI.

Se trata de un recorrido sobre los avatares del humanismo y sus crisis, desde los diferentes momentos históricos, Renacimiento, Ilustración, siglo XX, con las diferentes temáticas y oposiciones entre mundo clerical y secularización; oposición entre las dos culturas, ciencias-letras; el corte entre progreso científico-técnico y la mejora moral de la especie, etc. Las crisis del humanismo en los cruciales debates de mitad del siglo XX entre Sartre y Heidegger o existencialismo y estructuralismo. Todo ello va conformando una reflexión que conduce a la autora a la idea de la necesaria vinculación del humanismo con una base sólida en el universalismo. Una vinculación apoyada sobre la idea que Valcárcel expresa así: «Para el mundo humano, que es una intrincada red de mundos grupales y particulares, además de institucionales y trascendentales, solo para este tejido, existe la conciencia de sí y la pregunta por el sentido» (p. 14).

Ese «tejido del mundo» es objeto de reflexión desde la perspectiva que el nuevo tiempo del siglo XXI nos depara. Una perspectiva que se adentra en los cambios en la democracia y la ciudadanía en un planeta hipercomunicado en el que las grandes decisiones escapan, cree, al estado-nación, y no se acaba de autorizar a nadie fuera de este para tomarlas. Todo ello presenta un panorama poco alentador, aunque, al mismo tiempo, introduce un horizonte universalista con un contenido humanista. Todo un horizonte de valor para salvaguardar principios básicos: libertad, igualdad, fraternidad. Valores y prácticas constitutivos de la democracia y expresados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. El universalismo y la compasión de la Ilustración están en su base, pero esta declaración introduce claramente un contenido de mínimos.

El humanismo hoy es un humanismo autorreferente, lo que quiere decir que es la humanidad misma la que se toma como un todo cuyo horizonte es su propio fin. Amelia Valcárcel es muy consciente de los límites de la propuesta humanista. Límites que ya el propio Hegel expresó: la fijación del marco dentro de una estructura moral pasajera, que puede claramente resultar escasa en sí misma. Pero, aunque el «humanismo no sea ninguna ganga, es lo que hay». Esa rotundidad en la afirmación nos muestra que la defensa del humanismo va más allá de sus límites epistémicos. Se trata de un humanismo que ya no es ni geocéntrico ni antropocéntrico, ni la tierra ni el hombre son el centro, pero sí lo son los valores. Valores con pretensión de seguridad en un mundo que ha cambiado sus seguridades, en un mundo que nos coloca en consensos de valor, en fines compartidos. Se trata de un resurgir del humanismo como internacionalismo y, sobre todo, con un sentido moral de la democracia. Por ello se insiste en el texto en vindicar no solo la tabla de derechos de la Declaración del 48, sino el sentido moral, la justicia, el cuidado, la caridad. En definitiva, «una ética global para una ciudadanía global».

Desde este planteamiento vindicativo del humanismo, las conferencias Aranguren finalizan con una vindicación del feminismo al entender que «el feminismo es un humanismo pero informado», y dedica las últimas páginas a dar cuenta de esa identidad entre humanismo y feminismo.

Para finalizar la selección, he entresacado el capítulo «La violencia inevitable» de uno de sus últimos libros: Ensayos sobre el bien y el mal (2018). Se trata de un libro de ensayos muy representativos de la forma de reflexión que ha caracterizado la obra de Amelia Valcárcel: claridad en la expresión y profundidad en las reflexiones. Ensayos eruditos, pero sin pedantería. En este libro se atreve con lo que llama «los temas peligrosos de la ética». Temas como la violencia, capítulo que hemos seleccionado, pero también la envidia, la mentira, la obscenidad, etc. Temas que se refieren al mal, que queremos evitar, pero que, sin embargo, nos fascina.

El capítulo seleccionado da cuenta del tema de la violencia, al que considera quizás «el mayor de los que nuestro pensamiento tiene en agenda». Da cuenta de las perplejidades de este nuestro nuevo mundo, postmoderno, postcolonial, global, a la búsqueda de sentido, y se pregunta si estaremos, o no, ante «un nuevo siglo ilustrado» delante de la constatación de que ya no es una cuestión de si la violencia es o no legítima, de definirla de una u otra manera, sino de afirmar que «ya no la queremos en nuestro horizonte» y, sin embargo, como otros signos dispares de nuestro presente, «constantemente la vemos, la sentimos, la usamos». La vindicación del feminismo y la vindicación del humanismo son, sin duda, antídotos contra ella.

NEUS CAMPILLO

Pensar el feminismo y vindicar el humanismo

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