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Capítulo 4

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Micah suspiró por enésima vez desde que llamó a Alicia. Hasta el momento, Tasuki había ido a ver cómo estaba la mujer lobo seis veces, Titus había echado a tres oficiales más cuando Phillip comenzó a tener problemas para mantenerlos afuera, y el guardia cautivo había empezado a mordisquearse la muñeca en un intento de liberarse de su silla.

Claro, no era exactamente culpa del guardia si estaba desesperado por escapar. Se habían aburrido y habían comenzado a provocarlo a través del intercomunicador diciéndole todo lo que Lucca le haría cuando se enteraran de que era un soplón.

—No era así como quería pasar el día —se quejó Tasuki.

—Entiendo —musitó Micah deseando que Alicia se apurara. Le había dicho que Damon no estaba con ella y eso hacía que tuviera aún más deseos de verla.

Tasuki le dio una mirada a Micah.

—Tengo curiosidad: ¿cuántos pumas y jaguares hay en esta ciudad?

—Unos cuantos cientos, por lo menos —respondió Micah—. Pero no todos se juntan con la manada. Algunos están satisfechos con su pareja y tratan de vivir una vida humana normal. Incluso conozco a varios que tratan de actuar completamente como humanos... a punto tal que su pareja no sabe que es un cambiaformas.

—¿No tienen impulsos o algo así? —preguntó Tasuki encogiendo los hombros.

Micah sonrió.

—Sí, es una de las pocas cosas en las que Hollywood no se equivocó. Al menos una vez cada tantos meses necesitamos salir de la ciudad y correr libres. Los cambiaformas que simulan ser humanos lo único que tienen que hacer es decir que van a escalar durante el fin de semana o algo así. Podemos sobrevivir con comida regular y una vida normal, pero si no seguimos nuestro instinto de cambiar y correr de vez en cuando, tendemos a ponernos un poco irritables... o algo peor.

—Me parece que hace rato que no sales a correr por el lado salvaje. —Tasuki sonrió burlonamente.

El retruque de Micah murió en sus labios cuando la puerta principal se abrió y oyó que entraban dos personas. Fue a la sala de observación y la entreabrió para ver. Parte de su entusiasmo se desvaneció al ver que Damon había decidido acompañarla.

—No te hagas muchas ilusiones de que un Dios del Sol pueda inspirar asombro: estás a punto de conocer a uno —dijo Micah con un toque de sarcasmo—. Yo todavía creo que es otro nombre para imbécil.

Tasuki alzó un ceja.

—¿Es inteligente decirle imbécil a alguien con el título de Dios?

—Si le cabe el sayo —Micah se encogió de hombros.

Damon hizo una mueca preguntándose cuánto tiempo más el policía uniformado que estaba afuera iba a seguir manteniéndose en una pierna. Es lo que se merecía el infeliz por decirle a Alicia que no podía entrar. Viendo a Titus que se acercaba dando zancadas, en silencio se preguntó cómo se vería un hombre lobo alfa caminando con sus manos mientras daba órdenes a su manada. Damon decidió que ya estaba aburrido, y suspiró.

—Alicia, qué bueno que pudiste venir —dijo Titus y saludó a Damon con un leve movimiento de la cabeza. Tuvo que contenerse para no frotarse el mentón recordando la fuerza que Damon había puesto en ese puñetazo de su primer encuentro. Volviendo su atención a Alicia, notó el bolso de cuero negro. —¿Son las cosas que le trajiste?

Alicia asintió y le dio el bolso.

—Sí, incluso puse un cepillo y un poco de maquillaje, por si acaso.

Titus sonrió.

—Estoy seguro de que, en este punto, cualquier cosa será bienvenida. La puse en la única celda con ducha que tenemos. No es una prisionera, pero cuando la rescatamos dio señales de ser salvaje, así que tuvimos que sedarla —dijo omitiendo la parte de que estaba en celo—. Con suerte, encontrar todo esto cuando se despierte la va a calmar. Déjame que le lleve esto y empezamos.

Los músculos de la mandíbula de Damon se tensaron cuando apretó los dientes. Bajó la mirada hacia la cabeza de Alicia preguntándose qué había querido decir Titus con «empezamos».

Alicia se mordió el labio cuando recordó que nunca le dijo a Damon la otra razón por la que había aceptado venir.

—¿Puedo verla? —preguntó, tratando de detener a Titus.

—No veo por qué no. —Titus se encogió de hombros.

Condujo a Alicia y su imponente compañero a través de la puerta que llevaba a las celdas. Cuando llegaron, Titus tomó las llaves y abrió la puerta de la celda. Tras colocar el bolso sobre el suelo, al lado de la cama, volvió a salir con cuidado.

—Es hermosa —susurró Alicia sintiendo pena por ella—. Parece que ha estado en forma de lobo por semanas... Eso es peligroso, ¿no?

—Sí, espero que, cuando despierte, se sienta lo suficientemente a salvo para cambiar —dijo Titus.

—Apenas ha dejado atrás la adolescencia —observó Damon rodeando a Alicia con su brazo al sentir su tristeza.

—Boris calculó que tiene unos veinte —respondió Titus.

—Pobre chica —susurró Alicia con un hilo de voz y de pronto estuvo ansiosa de poner a ese hombre bajo su control. Si era responsable de esto... Sus ojos se cerraron un poco mientras trataba de pensar un castigo adecuado para ese crimen,

Micah calculó perfectamente y salió de la sala de observación justo cuando se estaban acercando. Incluso dejó que sus ojos se abrieran con sorpresa, como si no supiera que ella había llegado hacía varios minutos.

—Ahí está mi escurridiza hermana —dijo en tono juguetón y recibió como recompensa un fuerte abrazo. Para su decepción, se apresuró a soltarlo, pero Micah supuso que Damon se pondría celoso si se abrazaban demasiado.

—¿Cómo estás? —preguntó Micah mientras le quitaba el flequillo rubio de los ojos.

—Me va bien —respondió Alicia y le dirigió una mirada traviesa a Damon con la esperanza de ponerlo de buen humor antes de lanzarle la bomba de por qué había venido—. Perdón por desaparecer, pero mi compañero tiende a hacerme prisionera voluntaria por días.

Damon sonrió ante la elección de palabras de Alicia y luego miró por sobre el hombro de Micah cuando notó que otro hombre había salido de la misma habitación. La extraña aura del hombre lo hizo fruncir el ceño ligeramente. Si bien no podía leer almas como los caídos , por lo general podía ver el aura alrededor de las personas si quería. No tenía que esforzarse para ver el aura de este sujeto... Resplandecía de un azul fluorescente que emanaba de su interior.

—Este es Tasuki, uno de nuestros detectives humanos —lo presentó Micah—. Trevor averiguó accidentalmente que Tasuki sabía sobre la existencia de lo paranormal, así que se tuvo que quedar con nosotros.

¿Humano? Damon sonrió ante su ignorancia. Ese hombre era mucho más que un simple humano.

—Tú debes ser Alicia —dijo Tasuki con una sonrisa arrolladora y luego le extendió su mano a Damon tras haber escuchado a Micah quejarse de su temperamento—. Es un placer conocerlos a ambos.

Damon se quedó mirando fijo la mano por un momento y finalmente la tomó. Este hombre no representaba ninguna amenaza para Alicia, así que lo dejaría pasar.

—Entonces, ¿dónde está el hombre lobo que querías que hechizara —preguntó Alicia—. Supongo que es uno de los hijos de su madre que secuestraron a esa chica, ¿no?

Damon otra vez bajó la mirada hacia su cabeza y la fulminó: —No dijiste nada sobre poner a un hombre lobo bajo tu hechizo.

—Tú no me diste oportunidad —acusó Alicia—. Ah, y me debes algo.

—Yo no acepté la apuesta —dijo Damon con una mueca maliciosa.

—Lo lamento —respondió Alicia con compasión y casi rio cuando vio que los ojos de Damon se cerraban sobre ella. Volvió su atención al asunto que importaba antes de que a Damon se le ocurriera algo para detenerla—. Voy a tener a ese asqueroso cantando como un pájaro si me indican el camino.

Tasuki se hizo a un lado y señaló la sala de observación.

—Tu objetivo está ahí dentro.

Alicia entró a la pequeña habitación, con Damon y Micah justo detrás de ella.

Tasuki sonrió a Titus ante su comportamiento protector antes de seguirlos.

Titus solo hizo un gesto y sacudió la cabeza. Esos dos probablemente nunca cambiarían, pero al menos era entretenido verlos.

Los cinco miraron al hombre lobo que estaba en la sala de interrogación del otro lado del espejo. El maldito idiota aún estaba tratando de escapar de la silla. Sus dos muñecas estaban atadas con correas de titanio y sus tobillos estaban esposados a las patas de la silla. Hasta el momento, había aflojado los tornillos que sujetaban la silla al piso y ahora se estaba meciendo de atrás hacia adelante tratando de tumbarla.

—Cinco dólares a que se cae y se golpea la cabeza —dijo Tasuki de la nada.

Damon sonrió con sarcasmo ante el intento de humor del «humano».

—Diez dólares a que solo se cae y va a tratar de llegar pataleando hasta la puerta —desafió Micah, y los dos se prepararon a mirar.

La sonrisa de Damon se hizo más grande, y decidió... dar una ayudita. Cuando el lobo inclinó la silla otra vez, se cayó y se golpeó la cabeza contra el piso... tan fuerte que se desvaneció.

Tasuki bufó y estiró la mano para que Micah pagara su deuda.

—Sí, sí, tuviste suerte, novato —dijo Micah de buen humor mientras abría la billetera y sacaba un billete de diez.

—Un placer hacer negocios contigo —dijo Tasuki y se guardó el dinero—. ¿Apostamos cuánto tiempo está fuera de juego?

Alicia había estado mirando al hombre lobo con calma. Pensó que, al menos, se iba a sentir un poco nerviosa, pero se sorprendió porque esa emoción nunca llegó. Sintiéndose valiente, respiró hondo sabiendo que a Damon no le iba a gustar lo que estaba por decir.

—Denme unos minutos a solas con él.

—Ni hablar —gruñó Damon para nada divertido.

—¿Cómo esperas que aprenda si siempre estás cerca para ayudarme? —Alicia hizo un mohín.

—Siempre estaré cerca para ayudarte —corrigió Damon.

—Ah, ¿de verdad? —Alicia se llevó las manos a las caderas, sabiendo que sus pestañas no le iban a conseguir lo que quería. Así que intentó con la verdad—: ¿Y si de alguna manera nos separamos y me tengo que enfrentar a algo peligroso... sola?

—No entrarás a esa habitación tú sola —insistió Damon y cruzó los brazos.

—¿Sabes qué? Sería genial que confiaran en que soy capaz de hacer algo por mí misma en lugar de tener un maldito niñero. —Le dio la espalda—. Eres peor que mis hermanos.

Damon entrecerró los ojos a espaldas de Alicia, y Micah la miró con una expresión herida.

—¿No podrías entrar con ella, y dejarla al menos probar por sí misma antes de intentar ayudarla? —preguntó Micah tratando por una vez de hacer las paces con Damon.

A Alicia le gustó la propuesta y miró a Damon por sobre su hombro.

—Realmente necesitamos cualquier pizca de información que podamos lograr de él. Sé con conocimiento de causa que las chicas que rescatamos hoy no son las únicas que necesitan nuestra ayuda. —Ofreció Titus como incentivo—. Este tipo puede llegar a saber dónde hay más escondidas.

Damon suspiró hacia dentro mientras observaba la expresión de Alicia, que se veía afectada. Se estaba volviendo demasiado blando.

—Muy bien, Alicia. Entramos los dos, pero el hombre lobo es todo tuyo.

La cara de Alicia se transformó y le sonrió antes de envolverlo en un suave y agradecido abrazo. Algunos pueden no entender a Damon, pero ella sí lo hacía... Y amaba cada milímetro de él.

Tasuki llevó a la pareja a la sala de interrogación y cerró la puerta tras ellos. Volvió rápidamente con Micah y Titus para observar. Micah tomó una silla y se sentó a horcajadas apoyando los brazos sobre el respaldo. Titus se apuró contar una pared cerca del espejo mientras que Tasuki se puso cómodo del otro lado.

—¿Qué va a hacer exactamente? —preguntó Tasuki mientras observaba a Damon tomar y enderezar la silla del hombre aunque él estaba aún ido.

—¿Viste que en las películas los vampiros hipnotizan a las personas y las hacen hacer cosas que normalmente no harían? —preguntó Micah.

Tasuki se encogió de hombros.

—Sí, pero pensé que si ella es una cambiaformas como tú, eso no aplica. Además, ya abandoné la idea de que las películas puedan ser exactas en algo.

—Generalmente, un cambiaformas no tendría ese tipo de habilidad —concordó Titus y agregó—, pero Alicia es un caso especial. Ser pareja de un Dios del Sol tiene sus ventajas.

Tasuki suspiró pesadamente.

—¿Cuándo van a decirme qué es un Dios del Sol?

—Cuando lo averigüemos —respondió Micah como si eso resolviera el hambre en el mundo.

El hombre lobo abrió sus ojos y de repente se abalanzó hacia adelante en la silla, tratando de alcanzar a Alicia mientras gruñía y rugía.

—Qué suerte la mía... Me mandaron una maldita gatita.

El énfasis en la herencia felina de Alicia hizo que Damon reaccionara y, antes de que pudieran pestañear, estaba de pie a unos centímetros del hombre lobo y con una de sus manos sujetaba su cuello. Para el asombro de todos, Alicia estaba parada entre los dos con una mirada de reprobación dirigida a Damon.

—Lo prometiste —siseó Alicia—. Y, si no me equivoco, lo más difícil sería tratar de poner bajo un hechizo a un muerto.

Soltando su cuello, Damon lo fulminó con sus ojos amatistas, que se oscurecieron.

El hombre lobo tragó cuando su silla empezó a temblar y la mesa luchaba contra los tornillos que la sujetaban al piso. Uno de los tornillos se soltó y sonó como si fuera un disparo en el silencio sepulcral.

—¡Damon! —gritó Alicia.

—Solo me estoy asegurando de que haya entendido —dijo Damon y se fue a recostar contra la pared del otro lado de la mesa.

—Si él no entendió, yo sí lo hice —susurró Tasuki aunque el intercomunicador estaba apagado.

Alicia acercó la otra silla a la mesa y se sentó para mirar fijo al hombre lobo, que ahora estaba mascullando.

—¿Qué diablos quieres? —preguntó el lobo, que había llegado a la conclusión de que iba a morir hablara o no hablara—. ¿Creen que trayendo a una chica bonita me harán hablar? —Se inclinó un poco hacia ella—: No hay nada que puedas hacer para que traicione a Lucca. Tengo una noticia para ti, muñeca. Hay un maldito harén que me espera.

Alicia le dedicó una pequeña sonrisa y se acercó más.

—Estoy segura de eso, pero antes de que te vayas, realmente quieres responder mi pregunta. Estoy buscando a una amiga mía... Desapareció y me preguntaba si la has visto.

—He visto muchas mujeres —dijo con una mueca presumida, sin darse cuenta de que ya estaba obedeciendo—. Pero no he tenido ninguna puma bajo mi amoroso cuidado desde hace un tiempo.

—No es una puma —dijo Alicia e inclinó su cabeza hacia un costado, sintiendo un poco de vértigo cuando la cabeza del lobo imitó su movimiento. No mostró ningún signo exterior de sorpresa cuando de pronto logró una extraña visión de una chica y se dio cuenta de que eran los pensamientos del lobo, no los suyos. Alicia decidió aprovechar algunos fragmentos de recuerdos que encontró dentro del ojo de su mente. —Mi amiga es humana, de cabello rubio rojizo, ojos verdes y en la parte baja de la espalda tiene un tatuaje de dos manos que sostienen una bola de cristal.

El guardia hizo un gesto de desagrado.

—Sí, tuvimos a esa ricura hace un par de semanas. Lucca se la quedó para él. Siempre se lleva las buenas.

Alicia inclinó la cabeza para el otro lado.

—¿Dónde está Lucca? preguntó con suavidad.

—No sé —contestó el lobo aturdido—. Es inteligente... No le dice todo a todos, ¿sabes? Tiene a muchos de nosotros trabajando para él en diferentes áreas... Nadie sabe dónde están las otras áreas. Así, si nos atrapan, no podemos delatar a los demás.

Alicia abrió los ojos y permitió que sus pupilas se agrandaran, para controlar más aún al hombre lobo. Sus respuestas estaban despertando su ira, pero se mantuvo en calma.

—¿Dónde encuentran a las chicas que secuestran? —inquirió.

—A veces en las discotecas o en la parte mala de la ciudad, donde las que viven en la calle son presa fácil... A nadie les importa si desaparecen.

—Los barrios bajos —musitó Micah—. Tiene sentido.

—¿Por qué? —pregunto Titus.

—Alicia tuvo problemas en esa área hace un tiempo —respondió Micah recordando a los hombres lobo que ella había drenado en un callejón. Alejó ese recuerdo. —No es una zona agradable... Muchas drogas y prostitución. También hay mucha actividad demoníaca.

—¿Y a mi amiga? ¿Dónde la encontraron? —preguntó Alicia. La ropa que la chica tenía en la visión del hombre parecía más a un vestido de fiesta de alguien con dinero.

—Ella y esa mujer lobo estaban bailando en el Night Light hace un mes o más. Parker puso droga en los tragos; ellas ni se dieron cuenta de nada.

Micah se puso de pie tan rápido que derribó la silla.

—La tuvieron en una jaula durante un mes —estalló, furioso porque hubo chicas secuestradas en su bar—. Algo sospechaba. Por eso confronté a Anthony.

Titus le hizo una seña con la mano a Micah y presionó el botón del intercomunicador:

—Alicia, ¿hay alguna forma de que puedas lavarle el cerebro a este sujeto?

—Hay muchas cosas que podría hacerle ahora —respondió sin apartar los ojos del prisionero.

—Podríamos darle bueno uso más adelante —afirmó Titus.

—Entonces, ¿quieres que le lave el cerebro para que sea bueno por el resto de su vida?

Titus arqueó una ceja.

—No es una mala idea... Convéncelo de que es parte de mi manada y que la de Lucca es la manada enemiga. Luego, si no te importa, me gustaría hacer lo mismo con los otros cuatro guardias que encontramos.

—Podrías hacerlo leal a ti y enviarlo de vuelta con Lucca como un espía —sugirió Damon sabiendo que Titus lo oía.

Titus dudó antes de presionar el intercomunicador otra vez.

—¿Podremos confiar completamente en él?

—¿Alicia? —Damon sonrió sabiendo que ella moría de ganas de hacer que este sujeto se arrancara los ojos y se tragara la lengua.

—Sí, pan comido —Alicia sonrió con descaro.

Titus sonrió con satisfacción cuando Alicia agregó algunas reglas propias, como que visitara bares de motociclistas gays en sus noches libres y que nunca más se sintiera atraído por una mujer de ninguna raza.

—¡Ay! —Micah sonreía de oreja a oreja.

—Nunca vi nada parecido a esto —susurró Tasuki.

—Bienvenido a nuestro mundo. Esto no es nada, es algo común y corriente, comparado con alguna de las cosas que suceden por aquí. — Micah bufó.

—Parece que terminó —dijo Titus y se apartó de la pared junto cuando se abría la puerta.

—¿Y qué les pareció? —preguntó Alicia con una sonrisa.

—Perfecta como siempre —alabó Micah.

—Te llevaré al precinto para que puedas trabajar con los otros —le recordó Titus, pero miró a Damon pidiendo aprobación.

Alicia se acercó y le dio otro abrazo a Micah.

—Gracias por dejarme ayudar en esto. Realmente me gusta sentir que se me necesita, así que si atrapas más malos que necesitan un ajuste, llámame. —Rápidamente se soltó de sus brazos y siguió a Titus con entusiasmo.

Micah sonrió al ver su salida, pero su expresión se desvaneció cuando notó que Damon lo miraba fijo. Con un profundo suspiro, sacudió la cabeza y giró los ojos antes de darle la espalda. Micah se apoyó cerca del espejo para mirar bien al hombre lobo y parpadeó cuando una repentina grieta apreció justo frente a su cara.

Tasuki dio un paso atrás y se alejó del puma cuando vio que un matiz dorado aparecía en sus ojos. La visión de ojos dorados aguijoneó su memoria, y la imagen del hombre con ojos dorados al que Kyoko llamaba ángel volvió para atormentarlo. Los sonidos del corredor se apagaron y Tasuki ahuyentó la visión cuando Micah abruptamente le daba un puñetazo al espejo. El cristal se quebró y sobresaltó al hombre lobo que estaba en la sala de interrogación.

—Calma —dijo Tasuki con suavidad.

Micah sacudió la cabeza.

—Mantiene a Alicia alejada de su familia y cree que todo el mundo se la va a quitar.

Tasuki salió y fue hacia la sala de descanso. Su destino: la máquina de café. Tenía el presentimiento de que, con todos los flashes que estaba teniendo, dormir probablemente sería una mala idea. Ya llevaba dos días sin dormir... uno más no le haría daño. No era que fuera a volverse loco o algo así... Para eso, tenías que estar cuerdo.

Después de unos minutos de completo silencio, Tasuki se dirigió a las celdas, pero se detuvo cuando la puerta principal se abrió y Titus ingresó haciendo una mueca.

—Parece que Damon tiene un poco de prisa, así que él está reprogramando a tres de los guardias mientas Alicia trabaja con el otro —anunció.

—Figúrate —gritó Micah con sarcasmo desde dentro de la sala de observación.

Tasuki decidió ignorar el comentario.

—¿Y qué hay del «amante de los bares de motociclistas gays»? —preguntó señalando con la cabeza la sala de interrogaciones donde el hombre lobo aún estaba amarrado a la silla.

—Lo vamos a transportar junto con los otros guardias a la cárcel más grande del otro lado de la ciudad. Lástima que van a superar al conductor y hacer su gran escape por el camino —respondió Titus con una mueca.

Tasuki frunció el ceño.

—¿Y si Lucca sospecha de ellos?

—Si dejáramos escapar solo a uno, tendrías razón... Lucca sospecharía. Por eso, los voy a dejar escapar en grupo, que peleen con la custodia policial. Lucca probablemente les dé un maldito ascenso por engañarnos —respondió Titus mientras, en silencio, le agradecía a Damon por haberle dado la idea—. Ah, ya que estamos: necesito que hagas algo por mí.

—¿Qué? —preguntó Tasuki.

Titus le mostró el rociador vacío.

—Ve a The Witch’s Brew y compra otra botella de esta cosa.

Tasuki miró el pequeño tamaño de la botella.

—¿Quieres que traiga más de una?

—No es mala idea —respondió Titus y se volteó cuando oyó gruñir a Micah. Mejor entro y le doy a Micah algo para hacer antes de que descargue sus frustraciones sobre el pobre sujeto.

Hastío De Sangre

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