Читать книгу Padres con carácter - Ana Hilda Cruz - Страница 5
ОглавлениеNO SOLO se le quita la vida a un niño cuando se le aborta, algunos niños1 nacen y paulatinamente se les va quitando el sentido de su vida, con la educación anti respeto, con las costumbres inútiles, con la comunicación violenta, inasertiva e indiferente, con la falta de límites y normas ecuánimes, con la falta de afecto incondicional, con la inconsistencia en el seguimiento y la supervisión en la crianza, con los sustitutos de la verdadera paternidad.
A otros, se les quita la vida con su falta de propósito, es que muchos jóvenes y adolescentes manifiestan a tan corta edad, que están cansados, abrumados, aburridos y adormecidos. Quisieran ser felices, pero sonreír no es suficiente, las drogas no son suficientes, las relaciones sexuales liberales no son suficientes, los deportes extremos no son suficientes, las aventuras nómadas no son suficientes, los inventos electrónicos no son suficientes, los grupos pares señalados no son suficientes e inclusive, a veces el suicidio tampoco es suficiente.
Desesperadamente gritan, a veces en silencio, a veces en bullicio, para que su mundo tenga algo de sentido, para que aquello que la sociedad les demanda sea algo que también les cambie a ellos su realidad. Es que lo único que han deseado y hasta pedido desde que nacieron es AMOR y sentido de vida. Vinieron del amor y esperan amor, del verdadero, del que no se transa, del que no va en picada sino en aumento, del que se tiene todo el tiempo, aunque no se esté presente. Ese amor puro e incondicional que da sentido a la vida.
El amor dado a los hijos es demasiado simple para no practicarlo y demasiado complejo para tratar de encasillarlo. Puede imaginarse un cuadro donde un padre y una madre aman a su hijo porque ellos mismos se aman, donde educan el carácter de sus hijos porque ellos mismos lo tienen educado, donde dan identidad a sus hijos, porque ellos mismos vivencian su posición, donde crean momentos felices para sus hijos, porque ellos mismos son felices, donde tienen un norte definido para sus hijos, porque la vida de ellos mismos ya tiene un sentido y un supra sentido. Este es el sueño de muchos hijos. No sueñan hechos relacionados con su futuro, sino con su presente.
Y un cuadro así, es el ideal con el que muchos padres sueñan para sus hijos. Lamentablemente, en la realidad, hay demasiados accesorios en la educación paterna y materna, hay muchas cosas secundarias que han usurpado los primeros lugares. Lo básico ha sido reemplazado por sustitutos, y lo esencial ha sido olvidado, menospreciado, subvalorado o simplemente ignorado por algunos padres.
Muchos adultos y padres se quejan de la niñez altiva, soberbia y atrevida, que mágicamente ha aparecido en las últimas décadas, otros se quejan de los adolescentes perezosos, fanáticos mediáticos, que vagan por calles o que no salen de sus aplicaciones, otros cuantos, se quejan de la sociedad cada vez más terrible en la que están viviendo.
Este es el tiempo para cambiar esto, la queja no ayuda, la acción mejora, los niños y jóvenes no van a cambiar por meramente asistir a un colegio prestigioso, la escuela no cambia, instruye en conocimientos y modela socialmente —a veces para mal—, sin embargo, ese modelado será positivo o negativo, favorable o desfavorable, influyente o solapado, dependiendo de lo que haya sido educado en casa, al interior de la familia, durante todos los días y noches de la vida de los hijos. No es la sociedad, ni las instituciones educativas las que forman valores, es papá y mamá en la casa, es el hogar, a fin de cuentas, la familia, es la escuela del amor y las virtudes.
Por eso, pregúntese: ¿qué ha hecho usted de sus hijos hasta ahora?, ¿qué ha hecho usted para sus hijos hasta ahora?, ¿es usted gobernador de su casa?, ¿administrador(a) de su hogar?, ¿formador de sus hijos?, ¿buen modelo para ellos?, ¿tiene poder y autoridad en su hogar?, ¿hay unidad con su pareja para formar a sus hijos?, ¿qué quiere que ellos hagan cuando crezcan?, ¿cómo se los imagina en cinco, diez o quince años? Las respuestas a estos interrogantes pueden hacer la diferencia entre el éxito o el fracaso al criar y educar los niños de hoy y del mañana.
Las siguientes páginas están cargadas de practicidad, no son filosóficas, e invitan a un ejercicio diario en su quehacer como padre y madre.