Читать книгу ¿Hay esperanza? Interpelar la pandemia desde la Ecología Integral - Ana María Bonet de Viola - Страница 9
Оглавление1. La pandemia como ocasión
“Como miembros de una única familia humana y habitantes de una sola casa común, un peligroso egoísmo infecta a muchos más que el COVID-19”.1
Cuando el 30 de enero de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declara la situación de emergencia mundial (WHO, 2020b) a causa de la expansión descontrolada a nivel mundial del virus ‘SARS-CoV-2’, causante de una enfermedad denominada técnicamente coronavirus disease 2019, conocida públicamente como ‘COVID-19’ (Lu et al., 2020; Martins Lana et al., 2020), atribuye la denominación de pandemia a una crisis inusitada, en principio sanitaria, pero entonces también socio-ecológica, que marca el comienzo de la tercera década del siglo XXI.
El virus había sido detectado por primera vez en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, China, y se expandió tan rápidamente que, en menos de un mes, el 9 de enero de 2020, la OMS confirmó ya su circulación (WHO, 2020a). Tal velocidad de expansión, juntamente con otros factores como la fluida dinámica de movimiento internacional y el alto grado de deterioro ambiental (Di Nella e Ibáñez, 2020, p. 419; Harvey, 2020, p. 83), han contribuido a que la pandemia se enclave en una crisis socio-ecológica insólita. Si bien los historiadores dan cuenta de pandemias anteriores –desde la peste de Justiniano, la peste negra, la gripe española hasta el HIV (cf. Hauguet Pané, 2020; Svampa, 2020, p. 2), la agilidad, la versatilidad, el alcance y la envergadura socio-sanitaria de las consecuencias del virus Covid-19 contribuyen a conformar cierto carácter inusitado, incierto e incluso algo estremecedor (Sousa Santos, 2020; GPMB, 2020, p. 2).
La pandemia COVID-19 aconteció: con todas las letras de ‘acontecimiento’: inesperada, no planificada, impensada en sus alcances y consecuencias (cf. Derrida, 2003, p. 7). Sin embargo, tal vez no pueda decirse impredecida o imprevisible puesto que, aunque haya tomado al mundo desprevenido y haya dado lugar a un gran desconcierto, pueden rastrearse estudios que venían advirtiendo acerca de la proximidad de un inminente colapso (socio-)ecológico global (Meadows et al., 1973, 1992, 2006; CMMAD, 1987; The Earth Charter, 2000; Smil, 2008). Se destacan entre ellos los que venían advirtiendo acerca de la estrecha relación de tal colapso con el modelo del desarrollo (Brandt, 1080; Sachs, 1996; Gudynas y Acosta, 2011), entre los cuales puede señalarse la Encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco (2015).
Incluso hubo advertencias puntuales acerca de “la potencial emergencia de una pandemia global”, como la que presentó en 2008, en el Informe Global Trends 2025: a Transformed World, el Consejo de Inteligencia Nacional de los Estados Unidos. El informe señalaba concretamente el riesgo de una enfermedad respiratoria nueva, virulenta y altamente transmisible, indicando incluso el virus SARS coronavirus como uno de los posibles patógenos con tal potencial. Apuntaba precisamente a las áreas de alta población y estrecha relación entre animales y humanos, como China y el Sudeste Asiático, en tanto posibles focos de emergencia pandémica, y advertía acerca de los riesgos zoonóticos de ciertas prácticas irregulares de agricultura (p. 75).
En la misma línea se pronunciaba unos pocos meses antes de que sea declarada la Pandemia por la OMS, en septiembre de 2019, una Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación, conformada en 2018 conjuntamente por la OMS y el Grupo Banco Mundial, advirtiendo acerca de la inminencia de una pandemia provocada por un patógeno respiratorio de consecuencias nefastas (GPMB, 2019, p. 4). En el tercer apartado anticipa “prepararse para lo peor: una pandemia causada por un patógeno respiratorio letal y que se propague rápidamente”, proponiendo siete medidas concretas por parte de los gobiernos para enfrentarla. Un año después, en septiembre de 2020, la misma junta vino a confirmar lo que el mundo ya estaba experimentando: que no se vienen consiguiendo avances sustanciales en lo que respecta a la adopción de esas medidas (GPMB, 2020, p. 4).
La crisis pandémica significó una contundente reivindicación de estas advertencias. Por su magnitud abrió a su vez nuevas perspectivas para su gestión. En este sentido la crisis, en cuanto tiempo de decisión (cf. Estermann, 2013, p. 1), puede ser considerada como una nueva y particular oportunidad para revisar estilos, modelos de vida y de convivencia (Papa Francisco, 2020, p. 51). Sobre todo, por la intensa interacción de factores sociales y ambientales, la crisis eco-social causada por la Pandemia COVID-19 vendría a habilitar una recuperación actualizada de la propuesta de la ecología integral esbozada por el Papa Francisco en Laudato Si´.
1 Papa Francisco, 2020, p. 10.