Читать книгу Cuentos para leer en el siglo XXI - Andrés González Novoa - Страница 8

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Ella parecía una niña diferente. Silenciosa en clase y solitaria en el recreo, en ocasiones leyendo bajo el laurel del patio y otras veces de cuclillas, dibujando insectos, ocultando sus misteriosos ojos tras los gruesos cristales de sus gafas de pasta.

Invisible para todos menos para él. Saúl no se explicaba el porqué. No juega al fútbol, ni le gustan las consolas, tampoco hace bromas en clase ni ruidos en la biblioteca. Se porta bien y no molesta a nadie. ¡Ni si quiera es guapa! ¿Qué le estaba sucediendo? No podía dejar de pensar en ella ni en el cuarto de baño.

Para colmo, cada tarde, a la misma hora, aquella niña se sentaba en un banco del parque frente a la ventana de su habitación. Saúl la observaba embobado, intentando imaginar cada palabra escrita por sus finos dedos cuando bailaban, lentamente, sobre su libreta de arandelas de color fresa.

Aquel día, por casualidad, ella levantó la mirada al cielo, pensativa, cuando sus ojos se encontraron con la ventana de Saúl que, rápidamente, se ocultó tras las cortinas sintiendo cómo su corazón se aceleraba. ¿Lo habría descubierto?, ¡qué vergüenza! Comprendía muy bien que no debería espiarla, pero ¿qué otra cosa hacer? No la conocía e ignoraba absolutamente lo que le podría gustar. ¿Qué le diría?

Decepcionado, sin saber muy bien cómo actuar encendió su consola y seleccionó el juego del pirata caribeño que lucha y navega por el mundo entero, sin tener ni la mitad de miedo que Saúl, sobretodo, cuando se acaba de topar con la mirada de Níobe.

Pulsando las teclas dirige al pirata sobre la cubierta de un viejo galeón, esquiva una espada afilada y un hacha voladora por medio pelo, rueda por el suelo y sorprende a su enemigo por la espalda, aprieta el botón de ataque mortal y no sucede nada.

–¿Qué extraño? ¿Se habrá estropeado la consola? ¡Vaya día!

El pirata se da media vuelta y le mira.

–¿Te parece bonito atacar por detrás? ¿Qué honor hay en eso?

Saúl, pálido como un fantasma, se pregunta:

–¿Me está hablando a mí?

El pirata ayudando a levantar a su enemigo responde:

–¿Y a quién si no? Tú y yo tenemos una conversación pendiente.

Y diciendo esto, el pirata alarga la mano y tira de la camiseta de Saúl arrastrándolo sobre la cubierta de un barco fantasmal con olor a sobaco tropical.

¡Rumbo al país de los esclavos imaginarios!, ordenó el capitán Espárrago, pues así lo conocían por allí, debido a su fea manía de comerse las uñas hasta que las yemas de los dedos se le convertían en pimientos morrones.

Cuentos para leer en el siglo XXI

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