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Época previa al exilio
ОглавлениеSan Miguel de Tucumán, 9 de julio de 1935
EN EL Hospital Santillán, en el noroeste de Argentina, Ema del Carmen Girón, de 24 años de edad, acaba de dar a luz. Son las siete de la mañana. Su hija recién nacida está durmiendo a salvo en sus brazos. La bebé anunció su ingreso en el mundo con un importante chillido que pudo escucharse en todo el ala de maternidad. Lo que nadie sabía es que una de las mejores voces de la historia acababa de emitir su primer sonido. Ema está agradecida por esta nueva y preciosa vida que sostiene entre sus brazos, y por un momento olvida todos los problemas financieros que traerá la crianza de una hija. Ema tiene trabajo como lavandera y su esposo, Ernesto Quiterio Sosa, trabaja en la industria azucarera cosechando caña de azúcar y paleando carbón en el horno de un molino en Tucumán.
A través de una ventana a medio abrir, Ema puede escuchar el saludo del cañón en la distancia. Los cuenta: 21. El 9 de julio es el Día de la Independencia Argentina. El instinto de Ema le dice que no es coincidencia que su hija haya nacido ese día. Hace una confidencia a la partera, que acaba de entrar a la habitación: “Esta niña va a ser alguien muy influyente un día. Su nacimiento es bienvenido con 21 salvas”.2 Mantuvo esta convicción en su corazón desde ese momento en adelante.
EMA Y su esposo, Ernesto, habitualmente están de acuerdo en todo, pero cuando tuvieron que dar a su hija recién nacida un nombre, se metieron en problemas. Ema quería llamarla Marta, mientras que Ernesto prefería Mercedes, por su madre, y Haydeé, por una muy querida prima. Finalmente tuvo el nombre de Haydeé Mercedes Sosa, pero por el resto de su vida su madre obstinadamente la llamó Marta.3
Mercedes creció en Tucumán, que también es llamado El Jardín de la República. Una región agrícola semitropical con incontables campos de caña de azúcar, flores y árboles frutales, la provincia más pequeña de Argentina. Es en este oasis en la esquina noroeste de Argentina que Mercedes creció con su hermana mayor, Clara Rosa —también llamada Cocha— y sus dos hermanos, Fernando y Orlando. La familia vive en una zona pobre, de clase trabajadora. La pintura rosada de las paredes exteriores de su pequeña casa de una planta en la calle San Roque 344 se está poniendo negra por el hollín y el humo de las fábricas de las cercanías, y en algunos lugares la pintura se está descascarando. La única luz que entra en la casa lo hace por dos pequeñas ventanas con barrotes de hierro que dan a la angosta calle donde los niños suelen jugar, inventando sus propios juegos, pues jamás tienen juguetes. Afortunadamente, viven cerca del parque local, que también tiene lazos con la fecha de la Independencia argentina, pues se llama Parque 9 de Julio. Se vuelve un segundo hogar para ellos.
Al crecer, Mercedes disfrutó de jugar en el parque con sus hermanos y otros niños de su modesto vecindario.4 Siempre está alegre y se conecta con los demás con facilidad. Pero a veces prefiere estar sola y se retira a su árbol favorito. Le gusta sentarse recostada contra la corteza mientras mira a los insectos zumbando a su alrededor. Es una niña robusta en muchos sentidos, pero también tiene un lado sensible, reflexivo, que la hace preguntarse por qué algunas personas son ricas mientras que otras son pobres. A muy temprana edad desarrolló un sentido de lo bueno y lo malo. Es una sensibilidad causada directamente por ver a sus padres trabajar muy duro para alejar el hambre de su puerta. Incluso haciendo todo lo posible, a menudo no pueden permitirse comprar alimentos para sus hijos. Para distraerlos del hambre, los llevan al parque para que jueguen todas las tardes a la hora de la comida.3 Para Mercedes, los sábados son el mejor día, porque es cuando su padre recibe su paga y la familia puede disfrutar una comida de tallarines con manteca, la única comida caliente que tienen cada semana. A menudo el hambre la mantiene despierta durante horas por la noche.4
Aun así, más adelante Mercedes llegará a decir que tuvo una infancia feliz. “No quiero lamentarme como alguien que ha vivido con hambre, pobreza y frío. Viví mi infancia en una casa pobre, la cual, sin embargo, estaba abrigada con los sentimientos necesarios. Mis hermanos y yo siempre tuvimos lo esencial, porque jamás nos faltó amor. En este aspecto, éramos millonarios. Nuestros padres no sólo sacrificaron sus vidas, también han sido sabios. Jamás nos agobiaron hablándonos de sus sacrificios. Nos dieron todo lo que pudieron, sin revelarnos lo que tenían que hacer para conseguirlo”.5
Mercedes jamás dejó atrás la mentalidad de pobreza en la que creció, y eso formó su conciencia social y su compasión por los pobres, lo cual, junto con el amor de sus padres, forma su ideología y le proporciona los sólidos fundamentos que siempre ha mantenido. Como adulta, llega a la conclusión: “La pobreza siempre nos persiguió, pero jamás nos venció. Sólo nos ayudó a ser libres y elegir nuestra forma de pensar”.6
Mercedes tuvo una relación muy cercana con sus abuelos. Su abuelo por el lado materno es medio francés, mientras que sus abuelos por el lado materno son amerindios con raíces quechuas, descendientes del imperio Inca. Mercedes no es consciente de sus orígenes indígenas hasta que su abuela está muriendo y, en su delirio, comienza a hablar en quechua, pero este descubrimiento le inspira un amor por los pueblos originarios y su cultura, un afecto que quedará con ella durante toda su vida.7
Cuando Mercedes comienza a ir a la escuela, rápidamente aprende a leer. Le encanta leer, y siempre que en casa es hora de cocinar, Ema echa de la cocina a Mercedes y la envía a su habitación, donde puede hacerlo.8 Es importante para Ema que Mercedes obtenga todo el conocimiento que pueda, y Mercedes jamás se resiste. Es curiosa, ávida de saber, y absorbe las palabras de un libro tras otro como una esponja. Expande sus horizontes y le da una comprensión de la historia, la cultura y la gente de diferentes orígenes que el suyo. Mercedes también canta y baila durante su infancia. Para ella, es como caminar y hablar. Pero sigue siendo tímida y no le gusta actuar para otros.
Entonces, un día de octubre de 1950, cuando tiene 15 años, la maestra de música de su escuela, Josefina Pesce de Médici, descubre su capacidad para cantar. Para alentar el talento de Mercedes, le pide que dirija al coro de la escuela para cantar el Himno Nacional en una celebración escolar. Mercedes intenta esconderse en el fondo, pero Médici le dice que avance frente a todas las maestras, a sus compañeros y los padres, y que cante en voz alta y clara. Está nerviosa, aterrorizada, pero lo hace tan bien que su maestra y algunos de sus amigos deciden, sin decírselo, inscribirla en un certamen en la estación de radio local. “Recuerdo cantar desde el principio de mi vida. Sin embargo, no es lo mismo cantar en casa que para el mundo. Hay una fecha para esto. Tenía 15 años de edad y un día la escuela terminó dos horas antes. Hubo un certamen en la estación de radio de la ciudad, LV12. Me presenté más como un juego que para cantar”.9 Mercedes escogió cantar “Triste estoy”, una zamba de Margarita Palacios bajo el seudónimo de Gladys Osorio. Ganó el certamen y el premio era un contrato de dos meses con la estación de radio. Este fue el primer hito de su larga carrera. Mercedes ya sabía que quería pasar el resto de su vida cantando. Había nacido una estrella.
Su madre sabía sobre el certamen, pero no Ernesto, su padre, quien sabían que no lo aprobaría. Lo descubrió eventualmente, al reconocer la voz de su hija en la radio, y se molestó mucho. Cuando Mercedes regresó a casa, la abofeteó, algo que jamás había hecho antes. No quería que su hija se convirtiera en cantante, pues pensaba que eso la alejaría de la familia y la llevaría a un estilo de vida alocado y libertino. No creía que hubiese ningún futuro en ser un cantante y quería que sus hijos tuviesen una educación para que pudiesen lograr más en la vida de lo que había logrado él. Pero para tener el contrato de dos meses con la estación de radio, Mercedes, una menor de edad, necesitaba la firma de sus padres, y Ema no quería firmar a espaldas de su esposo. Es una mujer inteligente que sabe cómo influenciar a su esposo. Luego de algo de persuasión, finalmente él se rindió y firmó el contrato bajo la condición de que Mercedes tuviera una educación. Para complacerlo, ella decidió convertirse en profesora de danza y estudió danzas tradicionales latinoamericanas como chacarera, milonga y zamba.
La zona en la que creció, con la influencia de la cultura indígena de la cercana Bolivia, la inspiró para convertirse en una cantante folclórica, si bien podría fácilmente haber hecho en cambio una carrera en la ópera, cosa que incluso contempló durante un tiempo. Su elección de estudios resultó ser una ventaja para su carrera artística. Pero no podía dejar de cantar y seguía recibiendo invitaciones para actuar en eventos públicos. Sus padres no tuvieron otra opción que acostumbrarse a la idea, y poco a poco lo hicieron. Pronto, toda la familia está siguiéndola a donde fuera que vaya.10
Por mucho que le encante cantar y por muy seguido que lo haga ante el público, para Mercedes sigue siendo un desafío enorme cada vez que se planta ante ellos. Sigue siendo tímida y, a pesar de las apariencias, padece un severo pánico escénico. Es un miedo que sabe que debe superar si quiere alguna vez hacer realidad su sueño.
EMA Y Ernesto están interesados en la política. No pertenecen a ningún partido pero apoyan a Juan Domingo Perón, e incluso más a su esposa, Evita, a quien admiran por su belleza exterior y su influencia. Como ellos, Evita proviene de una región pobre del país; a diferencia de ellos (pero quizás como su hija), ella se abrió paso para salir de la pobreza como actriz. Ahora, con su esposo en el sillón de Rivadavia, es responsable del Ministerio de Trabajo, así como del Ministerio de Salud. Se ha enfocado en hacer reformas para ayudar a los más pobres de la población y fundó una organización de caridad, la Fundación Eva Perón, responsable de construir casas, escuelas, hospitales y hogares para niños. Evita también está detrás de la legislación que dio a las mujeres el derecho a votar por primera vez. Es una heroína a los ojos de la clase trabajadora y es amada por millones de argentinos, aunque la derecha de la sociedad se opone a ella vehementemente.
A los 17 años, Mercedes adora a Evita y la ve como una verdadera revolucionaria. Es una enorme tristeza para ella cuando, el 26 de julio de 1952, Evita muere a causa de un cáncer cervical, con sólo 33 años de edad.2
EN 1957 Mercedes conoce a Manuel Oscar Matus, un compositor y guitarrista apasionado por la música latinoamericana, igual que Mercedes. Se enamoró perdidamente de él y sus canciones a pesar del hecho de que ya estaba comprometida con otro. “Estaba por casarme con un hombre rico, pero me casé con un hombre pobre, y jamás lo lamenté. Ese hombre pobre fue el autor de las canciones más hermosas que he cantado. Si no me hubiera casado con él, hubiese sido un gran error”.3
Oscar también es bien parecido y encantador, con sólidos ideales de izquierda. Se casan el 5 de julio de 1957. Mercedes no quiere irse de Tucumán, donde ha vivido toda su vida, pero Oscar la convence de mudarse a Mendoza, en el centro oeste del país. La ciudad es un punto de encuentro cultural para artistas, donde muchas amistades beneficiosas se forjan. Pronto Mercedes queda embarazada y el 20 de diciembre de 1958 da a luz a un hijo, Fabián. Ganarse la vida con la música es un desafío tremendo; la nueva familia lucha financieramente y vive en condiciones de pobreza que recuerdan a Mercedes su infancia. Aunque les hubiese encantado permanecer en Mendoza, las circunstancias amenazantes los fuerzan a mudarse a Buenos Aires, dejando atrás a amigos y familiares para comenzar un viaje hacia una vida mejor y más estable.8
Pero en la capital pronto descubren que no pueden vivir sólo de la música, por lo que aceptan empleos de limpieza y trabajan por la noche como botones en hoteles. Mercedes, como sus padres antes que ella, sufre por el peso de no ser capaz de alimentar a su familia. Cuando va al mercado, compra los descartes de costillas sin carne en ellas; esos huesos darán algo de sabor a la sopa que cocina. Por primera vez en su vida se siente desalentada y deprimida. Ésta no es la vida que había imaginado, ni para ella ni para su hijo.
Artísticamente, Oscar Matus es una tremenda inspiración para Mercedes, pues le resulta una gran alegría cantar sus canciones. Él la alienta a dedicarse aún más a las tradiciones musicales originales latinoamericanas y a revivir la música folclórica, un género que está a punto de caer en el olvido debido al incesante avance de la música contemporánea. Él es el productor de sus primeros dos álbumes, La voz de la zafra y Canciones con fundamento. A menudo dan conciertos para estudiantes en el campus de la Universidad de Buenos Aires, donde Mercedes tiene una gran aceptación entre los estudiantes, que están impresionados por su voz y su personalidad cautivante. Ella siempre tiene tiempo para hablar con ellos y escuchar sus ideas. Pero, al mismo tiempo, a medida que crece su popularidad surge una envidia artística en Oscar que pesa sobre su matrimonio. La presión financiera, aún presente a pesar de los recientes logros de Mercedes, afecta su matrimonio aún más. Independientemente de su afecto por la música de Oscar, para ella la duración de su matrimonio es algo incierto. Pareciera que sólo su pasión por la música es lo que los mantiene juntos.
COMENZANDO EN Chile bajo la influencia de Violeta Parra y Víctor Jara, el Movimiento Nueva Canción se difundió en los ’60 y ’70 por toda América Latina. Está asociado con la música revolucionaria porque sus músicos apuntaban a unirse con sus oyentes exigiendo democracia y justicia social, esperando lograr un cambio social y político a través de la música. Las letras ponían problemas como la pobreza, el imperialismo, la democracia, los derechos humanos y la libertad religiosa en el candelero y se relacionaban con el pueblo marginado poniendo en palabras sus luchas y sus esperanzas. La canción “Plegaria de un labrador”, de Víctor Jara, por ejemplo, habla de la necesidad de una reforma agraria, dando a los granjeros el derecho a poseer la tierra que cultivan.
Líbranos de aquel que nos domina en la miseria
Tráenos tu reino de justicia e igualdad
Sopla como el viento la flor de la quebrada
Limpia como el fuego el cañón de mi fusil
Hágase por fin tu voluntad aquí en la tierra
Danos tu fuerza y tu valor al combatir
Sopla como el viento la flor de la quebrada
Limpia como el fuego el cañón de mi fusil
Estas baladas, cargadas de mensajes políticos envueltos en metáforas evocadoras y poéticas, son percibidas como amenazas por parte de gobiernos opresores. Una de las canciones favoritas de Mercedes, que de muchas maneras se convirtió en el equivalente de su propia lucha y resistencia, es “Como la Cigarra”, de la poetisa argentina y escritora de libros infantiles María Elena Walsh.
Tantas veces me mataron,
Tantas veces me morí,
Sin embargo estoy aquí
Resucitando.
Gracias doy a la desgracia
Y a la mano con puñal
Porque me mató tan mal,
Y seguí cantando.
Cantando al sol como la cigarra
Después de un año bajo la tierra,
Igual que el sobreviviente
Que vuelve de la guerra.
Mercedes Sosa y Oscar Matus son las figuras clave del Nuevo Movimiento de la Canción en Argentina. Con la intención de intercambiar ideas con artistas y movimientos de toda Latinoamérica, se encontraron con otros 11 artistas y poetas en Mendoza el 11 de febrero de 1963 para firmar el Manifiesto fundacional del Nuevo Cancionero. El movimiento enfatiza la historia indígena del continente y las raíces culturales nativas, utilizando instrumentos folclóricos como la flauta andina, la quena, la flauta de pan y el charango de 10 cuerdas.9
En Argentina, Mercedes y Oscar trabajaron muy cerca de Armando Tejada Gómez, un poeta argentino que vivía en Mendoza. Gómez escribe las canciones, Matus compone la música y Mercedes Sosa provee la voz que conecta a las otras dos. Mercedes jamás escribe sus propias canciones; su fortaleza yace en interpretar las canciones de otros y hacerlas suyas. “Me enamoro de una canción como una se enamora de un hombre. Amo lo que canto”3, dijo. Muchas de sus canciones son de Víctor Jara y Violeta Parra, de Chile. “Gracias a la vida”, de esta última, se convierte en una de las canciones más conocidas del movimiento a nivel mundial, gracias a la interpretación de Mercedes, que es notablemente persuasiva y personal, al punto de que la canción se convierte definitivamente en su marca registrada. En Estados Unidos es cantada por Joan Baez, quien también usa su popularidad como vehículo para la protesta social, expresando una visión antiimperialista como resultado de la guerra de Vietnam.
OSCAR MATUS es un comunista ferviente y apoya los métodos activistas. Mercedes se une a él en el Partido, pero no puede aceptar su enfoque activista, por lo que renuncia poco después. A pesar de la brevedad de su membresía en el Partido Comunista, será encasillada por el resto de su vida como uno de sus miembros, estigmatizada por los políticos de derecha como comunista y una amenaza. Mientras tanto, los comunistas aprovechan la aparición de su nombre en sus listas de miembros, y al mismo tiempo la culpan de no ser una comunista “real” porque no rompe con la Iglesia Católica. Sin embargo, Mercedes no permite que nadie la encasille. Ella es lo que canta en la canción “Como un pájaro libre”, un pájaro libre que sigue su corazón y sus convicciones en todo lo que hace.
Su intervención en el Movimiento del Nuevo Cancionero es una plataforma ideal desde la que puede combinar su arte y su preocupación por los problemas humanos. Es una mujer con una ideología de izquierda, pero no se ve a sí misma como una líder política ni quiere ser etiquetada como cantante de protesta tampoco.10 “¿Son canciones de protesta? Jamás me gustó esa etiqueta. Son canciones honestas sobre cómo son las cosas en realidad. Soy una mujer que canta, que intenta cantar lo mejor posible con las mejores canciones disponibles. Me fue impuesto este papel como gran protestante, pero no es así en absoluto. Sólo soy una artista que piensa. La política siempre ha sido una cosa ideal para mí. Soy una mujer de izquierda, pero no pertenezco a ningún partido y los artistas pensantes deberían permanecer independientes de todos los partidos políticos. Creo en los Derechos Humanos. La injusticia me duele, y quiero ver paz verdadera”11, dijo.
Por insistir en que es una artista, se gana algunos enemigos en la izquierda, mientras que su ideología de izquierda la hace enemiga de la derecha. Es un dilema, pero eso no impide que tome una posición con su música. “A veces una canción necesita tener contenido social. Pero el problema primordial es la honestidad de uno. En América Latina, el mero acto de una artista siendo honesta es en sí mismo político”12, dijo, y propugnó que los artistas tienen el mismo derecho a tener una ideología que cualquier otro.
NO SON sólo dilemas políticos los que Mercedes debe superar. También enfrenta un dilema moral: ha quedado embarazada por segunda vez. Mercedes ama a los niños y quiere más, pero siente que es una irresponsabilidad de su parte8. Su carrera consume casi todo su tiempo y energía y está viviendo una vida turbulenta, a menudo cambiante, que carece de un entorno seguro necesario para criar un hijo. Ya está luchando por ser la madre que quiere ser para Fabián y es un enorme desafío para ella reconciliar sus altas expectativas para sí como madre con sus ambiciones como artista. Está abrumada por la idea de tener un segundo hijo y, cuando enferma durante su embarazo, decide hacerse un aborto, una decisión difícil para ella, que la hace sentir que no es capaz de vivir según sus ideales.8
Esta experiencia le da una nueva perspectiva de las jóvenes que quedan embarazadas contra su voluntad. No está en contra de la Iglesia Católica, pero ve como un problema que la Iglesia esté en contra de enseñar a los jóvenes adultos sobre sexualidad y que no se ocupe del problema de los niños abusados por sacerdotes. Demasiadas adolescentes mueren por acudir a médicos incompetentes que no saben cómo hacer el procedimiento de manera segura y adecuada. Cree que las niñas promedio de 15 años de edad no son capaces de cuidar un hijo y que dichas niñas necesitan que alguien hable por ellas.8 Como resultado, se embarca en un viaje de por vida, convirtiéndose en vocera de los derechos de la mujer y, en 1995, es distinguida por su trabajo al recibir el Premio UNIFEM de las Naciones Unidas.13
Mercedes jamás se arrepiente de su decisión de hacerse un aborto, pero sin embargo con frecuencia se siente culpable al respecto.
LA PRESIÓN financiera, su estilo de vida impredecible, criar un hijo, sus desacuerdos en política y los celos de Oscar —que causan que él la maltrate— la fuerzan a preguntarse si puede mantener sus votos y conservar su matrimonio4. Está desesperada por escapar, pero está atrapada por su voto. Siempre ha sido una “buena chica”. No ha tenido sexo con nadie antes de casarse y jamás le ha sido infiel a su esposo. De acuerdo con las normas de la época y los valores tradicionales de su región, creció creyendo que las buenas chicas no se divorcian. Aun así, está evaluando tomar otra difícil decisión que va contra sus valores y su personalidad leal. Pero mientras lo está considerando, se entera de que Oscar le ha sido infiel y quiere dejarla por otra mujer. Él toma la decisión por ella, aliviando su conciencia. De todas maneras, ella se siente humillada y encuentra difícil aceptar que él la ha abandonado. El odio no es un sentimiento que la posea normalmente, pero Mercedes siente odio hacia la otra mujer durante el resto de su vida. “No rompí mi matrimonio. Él me abandonó. Una chica tucumana se casa de por vida. Eso me destruyó”4.
Mercedes y Oscar estuvieron casados durante ocho años cuando Mercedes, a los 30 años de edad, finalmente aceptó que el matrimonio había muerto y aceptó separarse.
Luego del divorcio se sentía desconsolada y sola. Ni siquiera tenía un lugar de residencia permanente e iba de una pequeña pensión a otra con Fabián, que ya tiene siete. Eventualmente decide enviar a Fabián a vivir con sus padres en Tucumán. Sus ingresos provienen de cantar en clubes nocturnos en Buenos Aires, pero no gana lo suficiente y tiene que pedir prestado a sus amigos para poder sobrevivir. Llegado el momento de devolver a sus amigos y al preguntar cuánto debe, todos le responden con variaciones de la réplica: “¿Qué dinero?”. Queda profundamente conmovida por el sentido de solidaridad mostrado por sus amigos, que son artistas luchando por llegar a fin de mes también.
En 1965, Mercedes da un paso significativo hacia adelante en su carrera. Gracias al apoyo de un cantante argentino muy popular, Jorge Cafrune, quien la invita a cantar en el Festival Nacional de Folclore de Cosquín, donde tiene un gran éxito. Al inicio, el comité del festival no quiere que cante pues la considera una comunista, pero Jorge Cafrune insiste. Parada en el escenario con su brazo rodeando a Fabián, a quien lleva con ella siempre que puede, agradece a Jorge Cafrune y al comité la oportunidad de cantar. La canción que le da su mayor espaldarazo es casi profética, su letra apuntando ominosamente lo que ella está a punto de enfrentar.
Viene a mí la noche en medio de la tarde,
Pero no quiero convertirme en sombras,
Quiero ser luz y quedarme.
EN 1967 una nueva vida va tomando forma. Profesionalmente, Mercedes está siendo presentada en los grandes escenarios internacionales. Realiza conciertos en Miami, Roma, Varsovia, Lisboa, Leningrado y muchas otras ciudades. Se compromete con Francisco “Pocho” Mazzitelli, su representante, con quien había establecido una amistad estando aún casada con Oscar. Al principio era simplemente un muy buen amigo y compañero, pero la amistad se convirtió en amor. Se hizo imprescindible para la manera en que Mercedes se desarrollaba como música, pues le gustaban muchos géneros diferentes y la introdujo en la música clásica y el jazz. Su relación ayudó a Mercedes a evitar que se volviese aún más depresiva y solitaria luego de su divorcio. Francisco, o Pocho, como ella lo llama, la sacó de la oscuridad y Mercedes se dio cuenta de que debía aferrarse a él para mantenerse en la luz.4 Decidieron casarse en 1968. Pocho es un par de años mayor que Mercedes y le da la estabilidad y la paz que jamás experimentó en su matrimonio con Oscar. Terminó siendo el amor de su vida, su verdadero compañero y un padre sustituto para Fabián. También está allí para apoyarla en su duelo cuando su padre muere repentinamente de un ataque al corazón en junio de 1972, a la edad de 62.8
AL CRECER la popularidad del Movimiento Nueva Canción entre la clase trabajadora, se convierte en una amenaza para los dictadores gobernantes de todo el continente. Pronto, muchos de sus artistas enfrentan opresión política —censura, persecución, intimidación— y algunos son forzados a exiliarse. Uno de los líderes del movimiento en Chile, el buen amigo de Mercedes, Víctor Jara, públicamente apoya a Salvador Allende para presidente. En 1970, Allende asume como primer jefe de estado socialista en un país latinoamericano elegido democráticamente. Cuando se para frente a las masas por primera vez para ser aclamado, hay una pancarta colgando tras él que dice: “No es posible hacer una revolución sin cantar”.
Víctor Jara participa de todas las reuniones políticas de Allende. Da conciertos gratuitos en apoyo del gobierno y giras por todo el mundo, resaltando para el público el estilo de socialismo pacífico de Chile. Sin embargo, luego de un sangriento golpe el 11 de septiembre de 1973, los militares, liderados por el Comandante en Jefe Augusto Pinochet, derrocan a Allende, quien muere por causas desconocidas durante el ataque al Palacio de la Moneda.
Al mismo tiempo, Jara está en la Universidad Tecnológica de Santiago, donde es profesor. La universidad está ubicada a sólo unos cientos de metros del palacio presidencial y está rodeada por los militares, por lo que nadie puede salir. Víctor llama a su esposa inglesa, Joan, desde la Universidad, y le dice que se quede dentro de su casa con sus dos hijas hasta que los combates terminen. Le dice que pasará la noche en la Universidad con otros profesores y estudiantes y que regresará por la mañana. Se declaran mutuamente su amor antes de cortar la comunicación. Es la última vez que ella escucha su voz. Por la mañana, los estudiantes y profesores son atacados por los militares y, junto con miles de otros chilenos pro-Allende, son llevados al Estadio Nacional de Fútbol. Allí, Jara es torturado. Primero lo obligan a cantar y tocar la guitarra. Luego, cortan sus manos con un hacha antes de matarlo con cuarenta y cuatro disparos en la cabeza, pecho, brazos y piernas. Unos días más tarde, Joan encuentra su cuerpo en una zanja en las afueras de Santiago.14
Lo hicieron por miedo. Como dijo un oficial, “Víctor Jara puede hacer más daño con sus canciones que 100 ametralladoras”. La declaración del oficial sirve como ejemplo de lo poderoso que se había vuelto el Movimiento Nueva Canción y por qué la junta militar bajo el mando de Pinochet prohibió el nombre y la música de Jara en todo Chile. Afortunadamente su viuda, Joan, logró llevar de contrabando fuera del país la mayoría de la música original de su esposo, permitiendo que sea copiada y difundida por todo el planeta. Su trágica muerte lo convirtió en un mártir, un símbolo de la lucha contra el fascismo y la injusticia social en América Latina y en el resto del mundo.