Читать книгу Ser hoy persona humana y creyente - Antonio Nicolás Castellanos Franco - Страница 5
Оглавление1. Persona y relaciones humanas
El contenido y alcance fundamental de la persona y las relaciones humanas no se puede dar por supuesto, ni es posible omitirlo. La persona se caracteriza por las relaciones humanas libres, que tienen un fuerte contenido y constituyen en sí mismas un objetivo, una meta que ha de llegar a ser y vivirse como una experiencia elemental fuerte.
La experiencia de las relaciones humanas precede a la actividad familiar, educativa, docente, profesional, pastoral o vocacional. Verificamos, con frecuencia que no se consiguen ciertos objetivos en el campo laboral, profesional, educativo o social porque fallamos en la experiencia relacional. En mi larga experiencia he comprobado, a veces, este fenómeno.
No se puede renunciar a un aspecto esencial de la evangelización como es la promoción integral de todas las mujeres y hombres. Y muchas veces se falla porque las relaciones humanas han fallado primero o ni siquiera existen, o afloran ciertas actitudes inmaduras e infantiles.
Una persona adulta, madura, no se mueve por resentimientos o por heridas emocionales (a no ser que esté sumido en lo profundo de la espiral del ego), sino por actitudes alocéntricas, oblativas, propias de personas maduras. Y, por supuesto, mucho más si somos creyentes donde solo cuenta el amor, la gratuidad, el compartir y el servir a los pobres. Hay que empezar a tomar conciencia de que somos personas que iniciamos procesos de humanización, de personalización, de comunicación, de relación y de socialización.
Y las relaciones humanas son autónomas y, al mismo tiempo, heterónomas; nos relacionan con los demás y desde la fe pueden llegar hasta las relaciones con el absolutamente Otro para enriquecerse y completarse, no para entrar en competencia o conflictividad, en un contexto sano de humanidad.
El punto de partida de las relaciones humanas depende de la visión de la persona. Nos detendremos en estos contenidos: el perfil de la concepción de la persona, los condicionantes actuales y la dinámica de las relaciones humanas maduras.
Perfil breve de la concepción de la persona
Partimos de la antropología actual que nos ofrece algunos rasgos del ser-persona:
Es un ser abierto, como un abanico de posibilidades. No es algo estático, sino dinámico; pues no es, se está haciendo, se siente y se ve incompleto, por lo que se va haciendo día tras día a través de una historia, de una experiencia vivida conscientemente e impulsado por su necesidad básica de felicidad.
Aparece como un ser libre, optativo, con capacidad creadora, que necesita proyectarse para lograr su propia realización. A pesar de estar condicionado, no está determinado, es libre, tiene capacidad de elección y de autodecisión, en determinados momentos y situaciones siente la necesidad de optar. También se siente creador dentro de un mundo sobre el que puede influir, transformarlo o cambiarlo. La vida le ofrece elementos transformables, puede contribuir a hacer más habitable la tierra para todos.
Se trata de un ser dialéctico, es decir, una persona que dialoga, argumenta y discute con el método de razonamiento desarrollado a partir de principios. En la tradición platónica, a través de un proceso intelectual mediante el significado de las palabras puede llegar a las realidades trascendentes o ideas del mundo inteligible. Y en la tradición hegeliana dos opuestos, tesis y antítesis, se resuelven en una forma superior o síntesis. El raciocinio y sus modos de expresión se sienten asediados por las contradicciones, los principios opuestos de la vida diaria. Y son muchas las opciones que hay que tomar y a veces sacrificarse para ir por el camino del bien. El hombre por ser dialéctico se mueve entre los polos: lo concreto y lo abstracto, lo objetivo y lo subjetivo, lo racional y lo instintivo, el ser y el no ser, lo vivencial y lo teórico, lo absoluto y lo relativo, el bien y el mal, lo bello y lo feo, etc. El ser humano por ser dialéctico y dinámico corre el peligro de no llegar a ser lo que debe ser. Pero también tiene todo un mundo de posibilidades. Puede llegar a una visión integrada, integradora, de largo alcance y que alumbre una síntesis lograda, que procede del dominio y señorío de su propia historia. Puede entrar en procesos de experiencias y vivencias que le lleven a asumir un cuadro de valores; y al final de la escalera está Dios, como valor absoluto que necesitamos filosófica y teológicamente en todas las áreas de la existencia. La ciencia y la filosofía llegan hasta un límite y luego solo la trascendencia puede darnos respuestas razonablemente humanas y satisfactorias.
Es un ser en relación, la persona humana ontológicamente necesita relacionarse, comunicarse, realizarse. Esto es así, pertenece a la estructura ontológica y existencial de la persona. Constituye la base, el fundamento de esos deseos innatos y radicales de ser, de hacer y de gozar.
Hay que priorizar esos elementos de la experiencia humana y cristiana: ejercer con gratuidad y generosidad esa capacidad personal y comunitaria de humanización, sanación, curación, personalización, socialización. Nada humano resulta extraño al cristianismo. La gloria de Dios es que el hombre y la mujer vivan; en la especie humana de la vida siempre está presente el potencial de la libertad, con su capacidad de aprendizaje, de evolución y de cambio permanente. Nada es perfecto, todo tiene derecho a ser, a crecer, a vivir feliz, en tensión, en medio de dudas y armonía. «No se puede suprimir la autonomía de la creación ni su creación más excelsa, la libertad», afirma Jon Haught. Todo evoluciona en círculos concéntricos, en esperanza, hacia adelante, en devenir permanente, en un camino procesual, en donde nada está acabado.
Ante el desconcierto de tantas preguntas sin respuesta, de requerimientos sumidos en la oscuridad, me siento impotente, pequeño, incapaz, desvalido, a veces sin norte, incómodo en la «aldea global». Pero, si pruebas un truco psicológico o teológico, todo puede cambiar. El truco psicológico consiste en salir del hondón de la espiral del egocentrismo, donde el ego impone su imperio y bloquea y cierra todas las salidas hacia adelante.
Ensayas tu búsqueda sincera, abierta, desde tu propio ser y el ser de la comunidad, sin salirte de tu entorno, de la historia humana y cósmica, espiritual y utópica, siempre en evolución, entre sombras y oscuridades, flaquezas y debilidades, y también entre motivaciones y autoconfianza, que nace de actitudes oblativas, maduras, de autoestima, seguridad. Es posible superar ciertas evasiones de vida fácil, de consumo. Y la generosidad ayuda a relativizar barreras y dificultades. Sin miedo, ni tabúes, con rigor científico la persona se expresa y realiza en plenitud, como ser sexual, sexuado, erótico, abierto a la trascendencia. Hay incluso un truco teológico. La fe no suprime nada, añade, enriquece; es un plus, una luz y visión nuevas. Dios ni prescinde ni sustituye a nadie y menos al hombre o a la mujer. Dios siempre añade, multiplica, fortalece, pone gracia, se hace don, nos hace agraciados, mujeres y hombres nuevos.
Pero la fe, como la vida, es dialéctica, puedo vacilar en el camino; tan pronto estoy resuelto a seguir, como a abandonar; creo que no valgo, pero me asalta la confianza en ti. Me asaltan las dudas, pero me seduce tu camino, esa fuerza invisible de la comunión entrañable contigo y los hermanos. Llama a la puerta esa «determinada determinación».
Señor, eres mi fuerza para romper y romper, con alegría. Toda conversión exige ruptura, cambio y todo cambio se procesa en ser algo mejor, en algo hacia adelante.
El truco teológico está en poner los ojos no en ti mismo, sino en el Señor de lo posible en lo imposible. Confiar enloquecida y tercamente en el Señor de la vida y de la historia, compañero de camino. Ahí se afirma la persona, se multiplica, se dinamiza y motiva en el sentido de la vida, se intuyen horizontes posibles de felicidad, en tensión hacia la plenitud, nunca conseguida por muy proactiva que sea. La vida se define así en actitudes dinámicas, positivas, que abren horizontes a la existencia.
El largo y laborioso proceso de maduración humana se abre e integra en lo fundamental cristiano: ser para Dios, desde el ser para los hermanos, especialmente para los pobres y excluidos, «lo sobrante» en el mercado neoliberal.
En el paradigma de la identidad humana, social, cósmica, creyente y eclesial en la coyuntura actual no puede faltar una fuerza de renovación, de cohesión, de comunión, de futuro para todos, que forma parte de la entraña de ser persona humana y del discípulo de Jesús. El discernimiento, la búsqueda y el cultivo de los signos del reino de Dios, vengan de donde vengan. Ese es el desafío de una nueva catolicidad, una oportunidad de diálogo y de sueño común, que venza la tentación del totalitarismo. Esta nueva catolicidad entendida como totalidad abierta, que con la libertad y confianza de los hijos de Dios y a través del diálogo persistente y perseverante, busca la verdad y su propia identidad. Parafraseando a san Agustín diríamos que el que busca encuentra y el que encuentra busca todavía y aún encuentra más. Hace falta encontrar el punto de encuentro entre la institución, la comunidad, la comunión, la mística y la catolicidad.
Los tiempos son propicios para la comunión[1].
Condicionante actual
Existen muchos condicionantes y uno de los más significativos, en esta sociedad digitalizada, con tecnologías punta, es la incomunicación.
Vivimos en la sociedad más comunicada y nunca la persona ha estado más sola. Vivimos aislados en medio de la sociedad, incomunicados, faltos de relación, de amor. La persona, por naturaleza abierta y relacional, está sumida en el egoísmo, el egocentrismo, en la incomunicación, el aislamiento, el individualismo, el hedonismo y el consumismo. Y, en consecuencia, busca toda clase de evasiones, sucedáneos, fugas y escapismos de la realidad.
Y en ese contexto inhumano, aislado, de soledad y de incomunicación, se acentúa el vacío existencial; y las necesidades básicas de comunicación, de relación, de amistad quedan sin saciarse.
Se nos impone la necesidad de romper con el aislamiento, fruto de la incomunicación. Y disponemos de algunos recursos, hay que interiorizar y asimilar que la comunicación es uno de los valores básicos para la realización personal. Esto se logra desarrollando actitudes de comunicación con relaciones personales, personalizadas e interpersonales. Debemos provocar experiencias de comunicación que nos permitan descubrir al otro, cómo es, qué piensa, que tiene valores y merece respeto y aceptación, para que de este modo arrojemos las máscaras que impiden el auténtico encuentro personal y grupal. Que la alegría de la comunicación nos lleve a desterrar la angustia de la incomunicación.
Dinámica y contenido de las relaciones humanas
Todo grupo humano debe crecer siempre en una línea ascendente, no desde la posesión o el dominio, sino desde el ser. Ahora describiré el proceso relacional en sus pasos más significativos, pues el grupo crece en la línea de la personalización (ser), en la de la comunicación (ser-con), desde la situación histórica (ser-en-situación) y en la línea de la misión, del servicio, de la función (ser-para).
a) El grupo crece en la línea de la personalización: Ser
El grupo comienza por tomar conciencia de su ser como persona y como grupo. Primero es. Antes de comunicarse, de tomar conciencia e influir sobre la realidad exterior, antes de hacer, es. Se personaliza y personaliza a los otros, es decir, los toma en cuenta; como consecuencia, se entablan las relaciones humanas con una carga fuerte personalizadora, porque se entabla la relación de una persona a otra, desde el respeto de uno y desde el respeto de los otros; entonces las relaciones son verdaderamente humanas porque son personales, clavan su raíz en la misma persona, libre y optativa.
Desde ese contexto de ser y de ser persona, se personaliza toda actividad, todo trabajo, todo quehacer. Tiene otra dimensión la tarea educativa y pastoral, pues el contacto con los otros aparece como una llamarada que ilumina las cosas, las personas, los hechos, produce acogida, calor, aceptación, vigor...; el grupo crece, se desarrolla en medio de cierto clima y sintonía, cada persona es, quiere que los otros sean, se goza de que existan.
El primer paso hacia la personalización consiste en la manifestación de la persona al grupo. Se presenta a los demás y, cuanto más en profundidad se presente y se manifieste, más fácilmente conectará y entablará las relaciones interpersonales. Esto constituye un paso vacilante, incipiente.
El segundo paso hacia la personalización consiste en exponer al grupo sus primeras reacciones. Adelanta sus primeras impresiones. Puede ayudar la técnica empleada de temores y esperanzas o expectativas y temores.
El tercer paso hacia la personalización llega a niveles más profundos, ya que se consigue cuando se manifiesta el ser de la persona, bien sea por medio de hechos personales de vida, bien describiendo sus sentimientos, reacciones, modos de ver la vida, de actuar, de ser, su sentido del amor, de la libertad, su capacidad de reacción ante los otros, los hechos, etc.
El cuarto paso hacia la personalización supone un paso de la manifestación al conocimiento personal porque se trata de llegar a conocer a través del catálogo de problemas y el test de personalidad.
Y ya el quinto y último paso hacia la personalización requiere un intento de llegar al ser profundo de la persona, por medio de métodos proyectivos.
En conclusión estamos en el capítulo más importante de las relaciones interpersonales, que se establecen de persona a persona y no del personaje a personaje o se quedan en meras relaciones laborales o profesionales. Aquí lo que cuenta son las personas, Pedro que se comunica con la persona Juan. Suele ser una razón por la que vivir. La vida sin personas significativas, amigas carece de aliciente, parece que no tiene valor, nos desgastamos y nos falta la chispa de la vida, que solo nace del amor y de la amistad, y no de la coca cola.
b) El grupo crece en la línea de la comunicación: Ser-con
La comunicación está íntimamente ligada a la personalización, pero hay una diferencia, pues en la personalización se da la comunicación a través de la manifestación y conocimiento de las personas del grupo, mientras que la comunicación mira directamente a las relaciones interpersonales y a la dinámica del grupo. Sin embargo la comunicación siempre personaliza y hace crecer al grupo, en tanto que en la comunicación se empieza a poner en común lo más fácil, como las experiencias que se traen al grupo o los motivos por los que uno viene al grupo.
En un segundo momento, a través de los mensajes dados y recibidos, se fortalece la dinámica del grupo y se multiplican las posibilidades de comunicación interpersonal.
En un tercer momento se consiguen niveles mucho más profundos, debido a que se pretende que el grupo se interrelacione, buscando el compromiso de unos con otros. No existe comunión, sin comunicación, diálogo y escucha.
Se consigue por diversos caminos: estableciendo una interrelación de dar y recibir ayuda, con la comunicación de la vida a través de hechos de vida o revisión de vida, con el estudio de los problemas grupales (aquí pueden ser de mucha ayuda los sociodramas) y es importante profundizar en el papel de los líderes, roles, autoridad en el grupo, pues tiene una incidencia grande en el proceso de la comunicación.
c) El grupo crece desde su situación histórica y social: Ser-en-situación
«Yo soy yo y mi circunstancia». El medio ambiente nos condiciona, por eso es imprescindible conocer el contexto psicosocial donde vivimos. Se impone el conocimiento de esta sociedad en cambio, con sus valores y sus crisis de valores. Las personas son siempre actores y protagonistas de su propio destino.
d) El grupo crece en la línea del servicio misión: Ser-para
No basta con conocer la realidad, hay que pasar de la toma de conciencia a la acción, a implicarse, al compromiso, a meter las manos en la harina de la historia. No queda otra que actuar sobre esa responsabilidad y no de una manera esporádica sino de modo coordinado, con objetivos precisos y calendario de evaluación.
La concienciación es doble, por un lado temática, pues en el área personal se estudian temas fundamentales como el amor, el trabajo, la felicidad, la libertad, la responsabilidad; mientras que en el área social se estudian los temas de la realidad social. Y, por otro lado, está el compromiso de acción, ya que después de los pasos anteriores llegamos a formular una hipótesis de acción sobre la realidad que se concretiza en proyectos de trabajo.
En definitiva se busca hacer un mundo más fraterno, habitable para todos, pero por medio de acciones concretas, que aquí y ahora, donde estamos, emprendemos decididamente. Esta dinámica es lo que da hondura, solvencia y peso específico a las relaciones humanas, como objetivo y como medio para conseguir otras realidades, sean de tipo educativo, pastoral, social, familiar...[2].