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PANORAMA GENERAL DEL MOVIMIENTO DE MUJERES EN OCCIDENTE

El movimiento de mujeres en Occidente se divide en dos fases: la primera arranca a mediados del siglo XIX y dura hasta los años ‘20, mientras que la segunda comienza en los años ‘60. La primera etapa es conocida por los movimientos ligados al sufragio universal (el derecho al voto femenino) y los derechos políticos de las mujeres. El movimiento de mujeres ascendió paralelamente al crecimiento del capitalismo y la difusión de la ideología democrática. También en el contexto del crecimiento de otros movimientos sociales. En los Estados Unidos, el movimiento por la libertad de los esclavos negros y por organizar a las crecientes masas proletarias fueron una parte importante del fermento socio-político del siglo XIX. En las décadas de 1830 y 1840, el movimiento por la abolición de la esclavitud, incluyó algunas mujeres ilustradas que enfrentaron una fuerte oposición social a liberar a los negros. Lucrecia Mott, Elizabeth Cady Stanton, Susan Anthony, Angeline Grimke, estaban entre las mujeres activas del movimiento anti-esclavista, que después también protagonizaron la lucha por sus derechos políticos como mujeres. Pero la oposición al interior del movimiento anti-esclavista a que estuviera representado por ellas y a su liderazgo, las forzó a reflexionar sobre su propio status en la sociedad y sus propios derechos. En Estados Unidos, mujeres de distintos estados comenzaron reunirse para reclamar por el derecho a una educación común con los hombres, por el derecho a la propiedad y al divorcio. La Convención de las Cataratas de Séneca, convocada por Stanton, Anthony y otras en 1848, resultó ser un hito de esta primera fase del movimiento de mujeres en los Estados Unidos. Ellas adoptaron la Declaración de Sentimientos2, modelada como la Declaración de la Independencia, en la que reclamaban igualdad de derechos en cuanto al matrimonio, la propiedad, los salarios y el voto. Veinte años después de esta convención, se desarrollaron reuniones similares a nivel estatal, y campañas de propaganda a través de giras de lectura, panfletos y petitorios. En 1868 se agregó una enmienda a la Constitución (la Enmienda 14) garantizando el derecho a votar de los negros, pero no de las mujeres. Stanton, Anthony y otras hicieron campaña contra esta enmienda, pero no lograron cambiarla. Se formó una división entre el movimiento de mujeres y el movimiento anti-esclavista.

Mientras tanto, el movimiento obrero también creció, aunque los liderazgos sindicales de entonces no estaban interesados en organizar a las trabajadoras. Sólo la IWW (Trabajadores Industriales del Mundo) apoyó los esfuerzos por organizar a mujeres que trabajaban muchísimas horas por una paga muy baja. Miles lo hacían en la industria del vestido. Anarquistas, socialistas y marxistas, algunas de las cuales eran mujeres, trabajaron con ellas y las organizaron. Allí estaban Emma Goldman, Ela Reevs Bloor, Mother Jones, y Sojourner Thruth. En la década de 1880, las luchas militantes y la represión estaba a la orden del día. Muchas de las líderes del movimiento sufraguista no mostraron interés en la cuestión de la explotación de las trabajadoras y no ayudaron a organizarlas. Hacia finales del siglo y principios del XX, el movimiento de mujeres de la clase obrera se desarrolló rápidamente. El punto más alto fue la huelga de más de 40.000 mujeres de la industria del vestido en 1909. Las socialistas estaban muy activas en Europa y líderes comunistas como Eleanor Marx, Clara Zetkin, Alexandra Kollontay, y Vera Zasulich estaban en la primera línea de la lucha por organizar a las obreras. Miles estaban organizadas y se publicaban sus artículos y magazines. Fue en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras que Clara Zetkin, la comunista alemana y famosa líder del movimiento internacional de las mujeres, inspirada por la lucha de las obreras estadounidenses, propuso el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Para el final del siglo, la situación de las mujeres atravesó muchos cambios en los Estados Unidos. Aunque aún no tenían el derecho a votar, en los campos de la educación, derechos de propiedad y empleo, consiguieron bastantes conquistas. Por eso la demanda por el voto ganó legitimidad. El movimiento tomó un giro más conservador, separando la cuestión de ganar el derecho a votar de otras cuestiones políticas y sociales. Sus principales tácticas eran peticionar y hacer lobby sobre senadores, etc. Sin embargo, en 1914 se reactivó con la entrada de Alice Paul, que introdujo las tácticas militantes de las sufragistas británicas, como los piquetes, huelgas de hambre, sentadas, etc. Gracias a sus campañas activas y tácticas militantes, en 1920 las mujeres conquistaron el derecho al voto en Estados Unidos.

La lucha de las mujeres en Gran Bretaña comenzó más tarde que en Estados Unidos, pero tomó un giro más militante en el comienzo del siglo XX con Emmeline Pankhurst, sus hijas y sus partidarias, quienes adoptaron tácticas militantes para llamar la atención y enfrentaron el arresto en numerosas oportunidades por sostener sus demandas. Ellas habían formado el Sindicato Social y Político de Mujeres (Women’s Social and Political Union, WSPU) en 1903, cuando se desilusionaron con el estilo de trabajo de las organizaciones más viejas. La WSPU encabezó la campaña por el sufragio. Pero se comprometieron con el gobierno británico cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914. Tanto en Estados Unidos como en Inglaterra las líderes del movimiento eran mujeres blancas de clase media, y restringían las demandas a las mujeres de clase media. Eran las socialistas y las comunistas las que rechazaban las demandas por el voto limitado a aquellas mujeres propietarias, y empujaban ampliar la reivindicación del derecho al voto para todas las mujeres, incluyendo las de la clase trabajadora. Ellas organizaban movilizaciones masivas por separado, en defensa del derecho a votar de todas. El movimiento de mujeres se discontinuó durante la Depresión económica de los años ‘30, el ascenso del fascismo y la Guerra Mundial. En el período de la segunda posguerra, Estados Unidos experimentó un boom en su economía y el crecimiento de la clase media. Durante los años de la guerra, las mujeres se hicieron cargo de todo tipo de trabajos para mover la economía, pero una vez que la guerra terminó se las alentó para que dejaran esos empleos y se hicieran buenas amas de casa y madres.

Esta ola de prosperidad y contención duró hasta la década de 1960. El conflicto social con el movimiento por los derechos civiles de los negros ganó terreno y luego emergió el movimiento contra la guerra de Vietnam. Fue un período de gran agitación. La Revolución Cultural que comenzó en China también tuvo su impacto. La actividad política entre los estudiantes universitarios aumentó y es en esta atmósfera de agitación política y social que el movimiento de mujeres emerge una vez más, esta vez proviniendo inicialmente desde el estudiantado. Las mujeres se dieron cuenta de que enfrentaban la discriminación en empleos, salarios y, sobre todo, en el modo en que eran tratadas en la sociedad. La ideología consumista también vino al ataque. A pesar de que Simone de Beauvoir había escrito El Segundo Sexo en 1949, su pleno impacto fue sentido recién en esa época. Betty Friedan había escrito La Mística Femenina en 1963. El libro se hizo extremadamente popular. Ella empezó la Organización Nacional de Mujeres para pelear contra la discriminación que enfrentaban las mujeres y para luchar por la Enmienda de Derechos Iguales. Pero el movimiento autónomo de mujeres (movimiento feminista radical) emergió desde dentro de un movimiento estudiantil con inclinaciones izquierdistas. Estudiantes negros en el Consejo de Coordinación Estudiantil de la No-Violencia (Student Non-Violent Coordination Council, SNCC, el cual hizo campaña por los derechos civiles de los negros), echaron a estudiantes hombres y mujeres blancos de la Convención de Chicago en 1968, con la idea de que sólo los negros pelearían por la liberación negra. De modo similar, ganó terreno la idea de que la liberación de la mujer sería sólo una lucha de mujeres.

En este contexto, mujeres que formaban parte de Estudiantes por una Sociedad Democrática (Students for a Democratic Society, SDS) reclamaron que la liberación de la mujer fuera parte del consejo nacional en su convención de junio de 1968. Pero fueron silbadas y votadas en contra. Muchas de estas mujeres se fueron y formaron el Proyecto de Acción Radical de las Mujeres (Women’s Radical Action Proyect) en Chicago. Mujeres dentro del Congreso de la Universidad Nueva (New University Conference, NUC, un espacio a nivel nacional de estudiantes, profesores y no docentes que querían unos Estados Unidos socialistas) formaron un Comité de Mujeres. Marlene Dixon y Naomi Wisstein, de Chicago, fueron las líderes. Shulamith Firestone y Pamela Allen comenzaron una actividad similar en Nueva York, y formaron Mujeres Radicales de Nueva York (New York Radical Women). Todas ellas rechazaban la visión liberal de que los cambios en las leyes y la igualdad de derechos iban a resolver la opresión de las mujeres, y creían que la estructura entera de la sociedad debía ser transformada. Por eso se llamaban a sí mismas radicales. Vinieron a sostener la idea de que grupos y partidos mixtos (de hombres y mujeres), como el Partido Socialista, la SDS o la Nueva Izquierda no serían capaces de llevar adelante la lucha por la liberación de las mujeres y que un movimiento, autónomo de todos los partidos, era necesario. La primera acción pública de la NYRW fue la protesta contra la competencia por Miss América, que llevó el incipiente movimiento a una prominencia nacional. Un año después, la NYRW se dividió entre las Redstockings y las WITCH3 (Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell). Las Redstockings lanzaron su manifiesto en 1969 y en él su posición de un feminismo radical fue presentada por primera vez:

“Nosotros identificamos los agentes de nuestra opresión como hombres. La supremacía masculina es la más vieja, la más básica forma de dominación. Todas las otras formas de explotación y opresión (racismo, capitalismo, imperialismo, etc.) son extensiones de la supremacía masculina: hombres dominando mujeres, unos pocos dominando el resto…”

“La sororidad es poderosa” y “Lo personal es político” se transformaron en slogans que ganaron gran popularidad. Mientras tanto, SDS lanzó su posición en un artículo de Liberación de las Mujeres en diciembre de 1968 que debatido por mujeres desde distintos puntos de vista. Kathy McAfee y Myrna Wood escribieron Pan y Rosas para significar que la lucha no podía ser sólo contra la explotación capitalista (“Pan”) sino también contra la opresión psicológica y social que enfrentaban las mujeres (“Rosas”). Estos debates que se desarrollaron en las diversas revistas que editaban los grupos de mujeres que emergieron en este período fueron tomados seriamente e influenciaron el rumbo y las corrientes del movimiento de mujeres, no sólo en Estados Unidos sino también en otros países. Los grupos tomaron principalmente la forma de pequeños círculos para despertar conciencias y con una estructura no jerárquica. De este modo, emergieron dentro del movimiento de mujeres las corrientes feministas socialistas y las feministas radicales. Ellas tomaron mas cuestiones y aportaron muchos aspectos que hacían a la opresión de las mujeres. Debe notarse que todas ellas fueron siguiendo o al trotskismo o al socialismo cubano.

Durante fines de los ’60 y principios de los ’70, en los Estados Unidos y en Europa Occidental, diferentes grupos tenían diversas miradas de la revolución.

“Había feministas, negros, anarquistas, marxistas-leninistas y otras versiones de políticas revolucionarias, pero la creencia de que de una forma u otra la revolución estaba a la vuelta de la esquina atravesaba transversalmente a todas estas divisiones” (Bárbara Epstein).

Las feministas socialistas (marxistas) y las radicales compartían una visión de la revolución. Durante su primer período el feminismo estaba enganchado con la teoría marxista y conceptos clave como producción, reproducción, conciencia de clase y trabajo. Ambas, socialistas y las radicales, estaban tratando de cambiar la teoría marxista para incorporarle una concepción feminista de la posición de las mujeres. Pero, luego de 1975, hubo un cambio. Los análisis sistémicos del capitalismo y del conjunto de la estructura social fueron reemplazados o reformulados como un feminismo cultural.

El feminismo cultural comienza con el supuesto de que hombres y mujeres son básicamente diferentes. Se focaliza en las características culturales de la opresión patriarcal y principalmente puja por cambios en esta área. A diferencia del feminismo radical o socialista, rechaza firmemente cualquier crítica al capitalismo, enfatiza al patriarcado como la raíz de la opresión de la mujer, y da un giro al separatismo. Entre fines de los ’70 y principios de los ’80, el feminismo lesbiano emergió como una corriente al interior del movimiento. Al mismo tiempo, las “mujeres de color” (mujeres negras o del tercer mundo en países de capitalismo avanzado) levantaron críticas sobre el curso del movimiento feminista y empezaron a articular sus propias versiones del mismo. También comenzaron a crecer organizaciones entre las mujeres de la clase obrera por un tratamiento igualitario en el lugar de trabajo, cuidado de niños, etc. Que el movimiento feminista se había restringido a las mujeres blancas, de clase media y educadas de los países de capitalismo avanzado, se había hecho obvio. Esto dio pie al feminismo global o multicultural. En países del Tercer Mundo los grupos de mujeres también se hicieron activos, pero todas estas cuestiones no eran necesariamente ‘sólo’ de mujeres. La violencia contra las mujeres ha sido un tema fundamental, especialmente las violaciones, pero a su lado también hubo cuestiones que emergieron, como la explotación debido al colonialismo y el neo-colonialismo, pobreza y explotación por terratenientes, problemáticas campesinas, desplazamientos, apartheid y muchos otros problemas que eran importantes en nuestros propios países. En lo tempranos años ’90, el postmodernismo se hizo influyente al interior del feminismo.

En los ’80, la reacción conservadora de derecha contra el feminismo creció, focalizándose en su oposición a la lucha por el aborto legal; también lo atacaron por “destruir” la familia, subrayando el rol de la mujer en el hogar. Aun así, la perspectiva feminista se difundió ampliamente a través de incontables grupos activistas y proyectos sociales y políticos de base que crecieron y continuaron activos. Los estudios sobre las mujeres también se difundieron ampliamente. Los de salud y ambiente han sido el foco de atención de muchos de estos grupos. Muchas lideresas feministas fueron absorbidas en trabajos académicos. Al mismo tiempo, muchas de las mayores organizaciones y comités se transformaron en grandes instituciones que funcionan con su propio staff y son como cualquier otra institución burocrática establecida. El activismo declinó. En los años ’90, el movimiento feminista vino a hacerse conocido más por las actividades de estas organizaciones y los escritos de feministas en el ámbito académico. “El feminismo se ha transformado más en una idea que en un movimiento, a la que le falta la calidad visionaria que una vez tuvo”, escribió Bárbara Epstein en la Monthly Review (mayo de 2001). En la década de 1990, la brecha creciente entre las condiciones económicas de la clase obrera y las minorías oprimidas y las clases medias, la continua inequidad de género, la creciente violencia contra las mujeres, la embestida de la globalización y su impacto en los pueblos, especialmente las mujeres del Tercer Mundo, ha llevado a un renovado interés por el marxismo. Al mismo tiempo, la participación de mujeres, especialmente jóvenes, en un espectro de movimientos políticos, como es evidente en los movimientos anti-globalización y anti-guerra, muestra que las mujeres son políticamente activas.

Con esta breve vista general del desarrollo del movimiento de mujeres en Occidente, ahora analizaremos las proposiciones de las principales corrientes teóricas al interior del movimiento feminista.

2 Conocida en la actualidad como la “Declaración de Seneca Falls”.

3 Conspiración Infernal Terrorista Internacional de las Mujeres. La sigla que resulta del inglés deriva en la palabra “witch”, que significa bruja.

Las corrientes filosóficas en el movimiento feminista

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