Años de juventud del doctor Angélico
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Armando Palacio Valdés. Años de juventud del doctor Angélico
Años de juventud del doctor Angélico
Índice
ADVERTENCIA DEL EDITOR
PRIMERA PARTE
I. MI VIAJE Y MI INSTALACIÓN EN LA CORTE DE ESPAÑA
II. BREVE NOTICIA DE MIS COMPAÑEROS DE HOSPEDAJE
III. LA CASA DE MI MENTOR
IV. CORRO PELIGRO DE CAER EN RIDÍCULO Y AÚN PRESUMO QUE HE CAÍDO
V. MI AMIGO PÉREZ DE VARGAS, GEÓLOGO
VI. LA GLÁNDULA DEL ATEÍSMO
VII. MI AMIGO JÁUREGUI, ESPIRITISTA
VIII. LOS ÁNGELES DE LA BUHARDILLA
IX. LOS AMORES DE MI AMIGO PASARÓN, BIBLIÓFILO
X. EN QUÉ PARÓ EL IDILIO CLÁSICO DE MI AMIGO PASARÓN
XI. CÓMO LOS ESPÍRITUS JUGARON UNA MALA PARTIDA A MI AMIGO JÁUREGUI
XII. PROSIGUE EL IDILIO ROMÁNTICO DE MI AMIGO SIXTO MORO
XIII. FIN DESASTROSO DEL IDILIO ROMÁNTICO DE MI AMIGO SIXTO MORO
SEGUNDA PARTE
I. EL MUNDO DE LOS SUEÑOS
II. LOS PERÍODOS INTERGLACIALES DEL CAPITÁN PÉREZ DE VARGAS
III. MÁS TRAVESURAS DE MI AMIGO PÉREZ DE VARGAS
IV. UN HOMBRE DEMASIADO FELIZ
V. CÓMO SE REGENERÓ MI AMIGO PÉREZ DE VARGAS
VI. ÚLTIMAS OPINIONES DE UN SABIO
VII. UN AMIGO QUE SE VA Y UN ENEMIGO QUE APARECE
VIII. TRISTES NOTICIAS
IX. LA DELINCUENTE HONRADA
X. EN QUE SE DECLARA EL JUICIO DE LOS HOMBRES
XI. EL CORO DE LAS EUMÉNIDES
XII. ISLA DE REPOSO
Отрывок из книги
Armando Palacio Valdés
Publicado por Good Press, 2019
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Había sido uno de los caudillos afortunados de la revolución de Septiembre. Durante algunos años fué un temible conspirador, amigo íntimo del general Prim y de los demás militares que aspiraban a derrocar el régimen imperante, hombre valeroso y estimado de sus compañeros. Hizo la campaña de Africa donde se señaló mucho, y cuando no había cumplido aún los treinta y cinco años, alcanzó el empleo de coronel. En aquella época se hizo sospechoso al Gobierno, se le quitó el mando del regimiento y se le envió desterrado a mi pueblo natal. Allí permaneció más de un año, y en este tiempo trabó amistad estrechísima con mi padre.
El lazo de unión entre estos dos hombres de profesiones tan diferentes fué la pesca. Cañas, redes, anzuelos, impermeables, botas de agua; yo no veía otra cosa en mi niñez atestando los rincones de mi casa. Poseía mi padre una pequeña lancha con la cual se lanzaba a la mar la mayoría de las veces solo. Esto era causa de zozobras sin cuento para mi pobre madre. Nadie sabía mejor que él guisar una caldereta a la orilla misma del mar con el pescado que acababa de extraer del agua. Era peritísimo para adivinar y predecir las mudanzas del tiempo. Cuando nuestros amigos y vecinos proyectaban cualquier excursión campestre se le venía a consultar, y si él no daba su beneplácito nadie se movía de casa.
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