Читать книгу Nefelibata de un peripatético - Augusto M. Otero - Страница 3

Оглавление

Bendito

Haciendo una tarea de lo incorregible

apretando los dientes cuando no queda nada más que morder

perdiendo la cabeza por lo que me ha sido insostenible

mirando atrás, pensando en volver.

Dejando dormir mis piernas

mientras caliento por las noches el sofá.

¿Qué me traerán para pensar las tinieblas?

¿Qué añoranza me traerá la soledad?

Por benditos, ya nos habríamos muerto,

más que alguna u otra vez,

habrá que ver quién tiene el poder de quitarme el aliento

cuando ya ni viento sopla por mi ser.

No existe telón en el teatro

de los que sueñan antes de dormir,

cuando desgarbados están los amores

las canciones, las pasiones

los “algo” por qué escribir.


Ingenuo

Apaga la luz cuando creas que ya lo has visto todo,

y te darás cuenta de lo ingenuo que fuiste.


Así funciona

Piensa, escribe, borra,

así funciona el amor no correspondido.

Escribe, borra, piensa,

así funciona el amor que no volverá a ser.

Borra, piensa, escribe,

así funciona el amor que decide seguir luchando.

Escribe, piensa, borra,

así funciona el amor que teme.


El poeta de Schrödinger

Que peligroso puede llegar a ser

pensar en la incertidumbre

en el suicidio cuántico

en la caja de los días.


Creciendo

Cuando el departamento me pareció un palacio

cuando un cuento me pareció una enciclopedia

cuando entendí la dificultad de los atajos

cuando en el cajón, no me quedaban medias.

Cuando volví a sentir tu abrazo

cuando una tarde de frío, me refugié en una cochera

cuando en la mesa empezaron a faltar vasos

cuando la comida ya no “aparecía” en la nevera.

Cuando apagaba el teléfono antes de ir a la cama

cuando escuchaba todo sin entender nada

cuando ya era tarde para decir “lo siento”

me di cuenta que estaba creciendo.


Aquellas noches

Aquellas noches, perdía mi disfraz de mujeriego

y me ocultaba en la barbarie callejera,

iba cantando sin embocar un soneto

y me giraba si alguien pasaba por mi lado,

para ver quién era.

Aquellas noches mi campera no abrigaba,

ni el nailon me ahogaba, ni mis zapatos calzaban.

Aquellas noches únicamente me dedicaba

a escabullirme entre los montones,

de una ciudad sin callejones, sin ecos.

Aquellas noches el bolsillo era refugio

de una mano que merecía protegerse

no era culpable de mi desquiciado inconsciente

por querer salir a caminar en pleno junio.

Y ahora recuerdo a Joaquín con porkpie

besando a esa mujer tan extraña

con entre rejados de telarañas

y basureros desbordados.

Que pintaba sus labios con las luces del pecado.

Que en su ligera vida, me brindó un infinito refugio.

Hoy me abrazaba entre sus brazos y sus ropas blancas.

Qué bella que es la ciudad desnuda por las noches.


Opuestos

Nunca fuimos buenos.

Nacimos opuestos.

Tu sonrisa es cóncava,

yo soy un vértice convexo.

Tu tan noviembre,

yo un febrero.

Las almas gemelas eran un cuento:

a mí me mareaban tus ideas

a ti te ahogaban mis silencios.

Nacimos opuestos.

Tú tienes labia para charlar,

yo soy más bien discreto.

No te da celos la poligamia

yo, ni conmigo puedo.

Cuando dices “silencio”,

soy el seguro de una granada suelto.

Nacimos opuestos.

A ti te gusta probar mi paladar

Ahora, paso de los besos.

Dentro de tu ética, entran los permitidos semanales,

para mí sería un disparate salirme de lo cotidiano.

Eres como un cuerpo celeste,

yo como un agujero negro.

A ti te gusta bailar milongas,

yo prefiero boleros.

Tú serás tan Norte, yo tan Sur y,

quizás, sea eso lo que nos hace covalentes.

Somos ángulos opuestos por el vértice,

somos blanco y negro,

formando matices.

Tú un cutis perfecto,

yo, cicatrices,

Somos opuestos.

Por relación, porque eres mi doble y yo tu mitad.

Por contrariedad, porque yo soy tierra y tu cielo.

Por privación, porque eres libre y yo lo sueño.

Por afirmación, porque estoy seguro que aun así te quiero.


Más de lo que puedas soportar

Para el día que me quieras

ya habré cerrado el portón,

habré vaciado las maletas,

y habré colgado el pantalón.

No existirá mi nombre

y se me cortará la última cuerda,

saldrá a luz lo que se esconde

debajo del colchón.

Para el día que me quieras

el naranjo se habrá secado

y el desayuno quedará preparado

sobre la mesa ratona.

Las rosas de aquel verano

serán en blanco y negro

y no me dará gusto vernos

ni por fotos, ni por el barrio.

No podrás reprocharme olvidos,

ni domingos aburridos,

ni pájaro sin nido

ni los inviernos sin abrigo.

Ni los “te quiero” sin amor.

Para el día que me quieras

tendré mi última sonrisa

riendo, de lo que conjugue con el verbo amar.

Para aquel día

Cupido irá deprisa

a buscar el arco y flecha para disparar.

Para entonces ya los habré robado

quemado, guardado en una cajita

y tirado en alta mar.

Para el día que me quieras

me querré más a mí mismo.

Más de lo que pueda imaginar.

Más de lo que puedas soportar.


Conexión

Siéntate conmigo un segundo,

escucha los entre-palabras que tengo para callar,

traga cada pupila mía que mira al suelo, que mira al cielo,

[que te mira, que deja de mirar.

Siéntate conmigo un segundo

escucharé tus pausas para pensar

tragaré cada pupila tuya mirando al suelo, mirando al cielo,

[que me mira o que deja de mirar.

Siéntate conmigo un segundo.

Tenemos tanto para conectar.


Ser Nefelibata

Por las veces en que me dormí en el colectivo

por las veces que canté solo

por aquellas en las que me encariñé rápido

por las que me parecieron todo.

Por la razón de ser viviente

brindo por las veces en que sentí la muerte

por las que me creció un nudo en el pecho

y en las que la felicidad me pareció lejos.

Por la razón de ser Nefelibatas

caminando por el parque

por las veces en que me recosté en el pasto

o es un colchón ¾

durante millones de horas

o un instante.

Por todas esas cosas

elijo reír cuando me toca,

llorar cuando me brota,

mojarme la boca,

tocar la última nota,

valorar la bomba,

mientras que no explota.


.


Mis miedos

Qué miedo me dan los silencios poblados de bocas:

donde las miradas intentan explicar

lo que las gargantas no pueden.

Qué miedo que me dan las bocas rodeadas de silencios:

capaces de desgarrar carne con los dientes

o dar un beso.


Qué miedo me dan las manos ocultas en los bolsillos:

amarrando un cuchillo,

un revolver de sangre fría.


Qué miedo me dan los bolsillos que ocultan manos:

impidiendo la caricia

la solvatación de nuestros calores tomados.


Qué miedo me dan los miedos entre reglones:

miedos que no tienen pudor

que se bajan los pantalones sin previo aviso.


Qué miedo me dan los reglones entre temores:

Nefelibata de un peripatético

Подняться наверх