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See Escritos de Santa Teresa, "Libro de su vida," capitulo 31, in the Biblioteca de Autores Espanoles, Madrid, Rivadeneyra, 1861, p.

94.

L'Abbe Jean Joseph Gaume has written a work, entitled l'Eau lenite au XIXe siecle (Paris, 1866), in which he also advocates the use

of holy water to-day for similar purposes.] II

--Teneis la color quebrada; andais mustio, y sombrio; ?que os sucede? Desde el dia, que yo siempre tendre por funesto, en que llegasteis a la fuente de los Alamos en pos de la res herida, diriase que una mala bruja os ha encanijado con sus hechizos.

Ya no vais a los montes precedido de la ruidosa jauria, ni el clamor de vuestras trompas despierta sus ecos. Solo con esas cavilaciones que os persiguen, todas las mananas tomais la ballesta para enderezaros a la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche obscurece y voiveis palido y fatigado al castillo, en balde busco en la bandolera los despojos de la caza. ?Que os ocupa tan largas horas lejos de los que mas os quieren?

Mientras Inigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente astillas de su escano de ebano con el cuchillo de

monte.

Despues de un largo silencio, que solo interrumpia el chirrido de la hoja al resbalarse sobre la pulimentada madera, el joven exclamo

dirigiendose a su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de sus palabras:

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--Inigo, tu que eres viejo, tu que conoces todas las guaridas del Moncayo, que has vivido en sus faldas persiguiendo a las fieras, y en tus errantes excursiones de cazador subiste mas de una vez a su cumbre, dime, ?has encontrado por acaso una mujer que vive entre sus rocas?

--!Una mujer! exclamo el montero con asombro y mirandole de hito en hito.

--Si, dijo el joven; es una cosa extrana lo que me sucede, muy extrana.... Crei poder guardar ese secreto eternamente, pero no es ya posible; rebosa en mi corazon y asoma a mi semblante. Voy, pues, a revelartelo.... Tu me ayudaras a desvanecer el misterio que envuelve a esa criatura, que al parecer solo para mi existe, pues nadie la conoce, ni la ha visto, ni puede darme razon de ella.

El montero, sin despegar los labios, arrastro su banquillo hasta colocarlo junto al escano de su senor, del que no apartaba un punto los espantados ojos. Este, despues de coordinar sus ideas, prosiguio asi:

--Desde el dia en que a pesar de tus funestas predicciones llegue a la fuente de los Alamos, y atravesando sus aguas recobre el ciervo que vuestra supersticion hubiera dejado huir, se lleno mi alma del deseo de la soledad.

Tu no conoces aquel sitio. Mira, la fuente brota escondida en el seno de una pena, y cae resbalandose gota a gota por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna. Aquellas gotas que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reunen entre los cespedes, y susurrando, susurrando con un ruido semejante al de

las abejas que zumban en torno de las flores, se alejan por entre las arenas, y forman un cauce, y luchan con los obstaculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre si mismas, y saltan, y huyen, y corren, unas veces con risa, otras con suspires, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no se lo que he oido en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre el penasco, a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa para estancarse en una balsa profunda, cuya inmovil superficie apenas riza el viento de la tarde.

Todo es alli grande. La soledad con sus mil rumores desconocidos, vive en aquellos lugares y embriaga el espiritu en su inefable melancolia. En las plateadas hojas de los alamos, en los huecos de las penas, en las ondas del agua, parece que nos hablan los invisibles espiritus de la naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espiritu del hombre.

Cuando al despuntar la manana me veias tomar la ballesta y dirigirme al monte, no fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas ... no se que, !una locura! El dia en que salte sobre ella con mi Relampago[1] crei haber visto brillar en su fondo una cosa extrana ... muy extrana ... los ojos de una mujer.

[Footnote 1: Relampago. The name of his horse, mentioned p. 17.]

Tal vez seria un rayo de sol que serpeo fugitive entre su espuma; tal vez una de esas flores que flotan entre las algas de su seno, y cuyos calices parecen esmeraldas ... no se: yo crei ver una mirada que se clavo en la mia; una mirada que encendio en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos.

En su busca fui un dia y otro a aquel sitio:

Por ultimo, una tarde ... yo me crei juguete de un sueno ... pero no, es verdad, la[1] he hablado ya muchas veces, como te hablo a ti ahora ... una tarde encontre sentada en mi puesto, y vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer hermosa sobre toda ponderacion. Sus cabellos eran como el oro; sus pestanas brillaban como hilos de luz, y entre las pestanas volteaban inquietas unas pupilas que yo habia visto... si; porque los ojos de aquella mujer eran los ojos que yo tenia clavados en la mente; unos ojos de un color imposible; unos ojos ...

[Footnote 1: la. The Spanish Academy condemns the use of la instead of le as a feminine dative. Spanish writers, however, frequently so employ it.]

--!Verdes! exclamo Inigo con un acento de profundo terror, e incorporandose de un salto en su asiento.

Fernando le miro a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba a decir, y le pregunto con una mezcla de ansiedad y de alegria:

--?La conoces?

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--!Oh, no! dijo el montero. !Libreme Dios de conocerla! Pero mis padres, al prohibirme llegar hasta esos lugares, me dijeron mil veces que el espiritu, trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas, tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro, por lo que mas ameis en la tierra, a no volver a la fuente de los Alamos. Un dia u otro-os alcanzara su venganza, y expiareis, muriendo, el delito de haber encenagado sus ondas.

--!Por los que mas amo!... murmuro el joven con una triste sonrisa.

--!Si!, prosiguio el anciano; por vuestros padres, por vuestros deudos, por las lagrimas de la que el cielo destina para vuestra esposa,

por las de un servidor que os ha visto nacer ...

--?Sabes tu lo que mas amo en este mundo? Sabes tu por que daria yo el amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida, y todo el carino que pueden atesorar todas las mujeres de la tierra? Por una mirada, por una sola mirada de esos ojos ... !Como podre yo

dejar de buscarlos!

Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lagrima que temblaba en los parpados de Inigo se resbalo silenciosa por su me-

jilla, mientras exclamo con acento sombrio: !Cumplase la voluntad del cielo!

III

--?Quien eres tu? ?Cual es tu patria? ?En donde habitas? Yo vengo un dia y otro en tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos lugares, ni a los servidores que conducen tu litera. Rompe de una vez el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda, yo te amo, y, noble o villana, sere tuyo, tuyo siempre....

El sol habia traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban a grandes pasos, por su falda; la brisa gemia entre los alamos de la fuente, y la niebla, elevandose poco a poco de la superficie del lago, comenzaba a envolver las rocas de su margen.

Sobre una de estas rocas, sobre una que parecia proxima a desplomarse en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba temblando el primogenito de Almenar, de rodillas a los pies de su misteriosa amante, procuraba en vano arrancarle el secreto de su existencia.

Ella era hermosa, hermosa y palida, como una estatua de alabastro. Uno de sus rizos caia sobre sus hombros, deslizandose entre los pliegues del velo como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestanas rubias brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro.

Cuando el joven acabo de hablarle, sus labios se removieron como para pronunciar algunas palabras, pero solo exhalaron un suspiro, un suspiro debil, doliente, como el de la ligera onda que empuja una brisa al morir entre los juncos.

--!No me respondes! exclamo Fernando al ver burlada su esperanza; ?querras que de credito a lo que de ti me han dicho? !Oh! No.... Hablame: yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer...

--O un demonio.... ?Y si lo fuese?

El joven vacilo un instante; un sudor frio corrio por sus miembros; sus pupilas se dilataron al fijarse con mas intensidad en las de aquella mujer, y fascinado por su brillo fosforico, demente casi, exclamo en un arrebato de amor:

--Si lo fueses ... fe amaria ... te amaria como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta mas alla de esta vida, si hay algo mas alla de ella.

--Fernando, dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una musica: yo te amo mas aun que tu me amas; yo, que desciendo hasta un mortal, siendo un espiritu puro. No soy una mujer como las que existen en la tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demas hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas; incorporea como ellas, fugaz y trasparente, hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues. Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro; antes le premio con mi amor ... como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo, como a un amante capaz de comprender mi carino extrano y misterioso.

Mientras ella hablaba asi, el joven, absorto en la contemplacion de su fantastica hermosura, atraido como por una fuerza descono-

cida, se aproximaba mas y mas al borde de la roca. La mujer de los ojos verdes prosiguio asi:

--?Ves, ves el limpido fondo de ese lago, ves esas plantas de largas y verdes hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos daran un

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lecho de esmeraldas y corales ... y yo ... yo te dare una felicidad sin nombre, esa felicidad que has sonado en tus horas de delirio, y que no puede ofrecerte nadie.... Ven, la niebla del lago flota sobre nuestras frentes como un pabellon de lino ... las ondas nos llaman con sus voces incomprensibles, el viento empieza entre los alamos sus himnos de amor; ven ... ven ...

La noche comenzaba a extender sus sombras, la luna rielaba en la superficie del lago, la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y

los ojos verdes brillaban en la obscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas infectas.... Ven ... ven ... estas palabras zumbaban en los oidos de Fernando como un conjuro. Ven ... y la mujer misteriosa le llamaba al borde del abismo, donde estaba suspendida, y parecia ofrecerle un beso ... un beso ...

Fernando dio un paso hacia ella ... otro ... y sintio unos brazos delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensacion fria en

sus labios ardorosos, un beso de nieve ... y vacilo ... y perdio pie, y cayo al agua con un rumor sordo y lugubre.

Las aguas saltaron en chispas de luz, y se cerraron sobre su cuerpo, y sus circulos de plata fueron ensanchandose, ensanchandose hasta expirar[1] en las orillas.[2]

[Footnote 1: expirar. Becquer uses incorrectly the form espirar.]

[Footnote 2: "It was a maxim both in ancient India and ancient Greece not to look at one's reflection in water.... They feared that the water-spirits would drag the person's reflection or soul under water, leaving him soulless to die. This was probably the origin of the classical story of Narcissus.... The same ancient belief lingers, in a faded form, in the English superstition that whoever sees a water-fairy must pine and die.

'Alas, the moon should ever beam

To show what man should never see!-- I saw a maiden on a stream,

And fair was she!

I staid to watch, a little space,

Her parted lips if she would sing; The waters closed above her face With many a ring.

I know my life will fade away,

I know that I must vainly pine, For I am made of mortal clay. But she's divine!'"

Fraser, The Golden Bough, London, Macmillan & Co., 1900, vol. i, pp. 293-294. The object of Fernando's love was evidently an undine (see p. 43, note 1, and p. 47, note 1).]

LA CORZA BLANCA I

En un pequeno lugar[1] de Aragon,[1] y alla por los anos de mil trescientos y pico, vivia retirado en su torre senorial un famoso caballero llamado don Dionis, el cual, despues de haber servido a su rey[3] en la guerra contra infieles, descansaba a la sazon, entregado al alegre ejercicio de la caza, de las rudas fatigas de los combates.

[Footnote 1: un pequeno lugar. Veraton, a feudal town in the neighborhood of the Moncayo (see p. 8, note 1). Population (1900),

484.]

[Footnote 2: Aragon. "An ancient kingdom, now a captaincy-general of Spain, capital Saragossa, bounded by France on the north, by Catalonia on the east, by Valencia on the south, and by New Castile, Old Castile, and Navarre on the west, comprising the provinces of Huesca, Saragossa, and Teruel. It is traversed by mountains and intersected by the Ebro. During the middle ages it was one of the two chief Christian powers in the peninsula. In 1035 it became a kingdom; was united to Catalonia in 1137; rose to great influence through its acquisitions in the thirteenth and fourteenth centuries of Valencia, the Balearic Islands, Sardinia, and the Sicilies; and was united with Castile in 1479 through the marriage of Ferdinand of Aragon with Isabella of Castile." Century Dict.]

[Footnote 3: The kings who reigned in Aragon during the fourteenth century were as follows: Jaime II el Justo (1291-1327), Alfonso

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IV el Benigno (1327-1336), Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387), Juan I el Cazador (1387-1395), and Martin (1395-1410).]

Acontecio una vez a este caballero, hallandose en su favorita diversion acompanado de su hija, cuya belleza singular y extraordinaria blancura le habian granjeado el sobrenombre de la Azucena, que como se les entrase a mas andar el dia engolfados en perseguir a una res en el monte de su feudo, tuvo que acogerse, durante las horas de la siesta, a una canada por donde corria un riachuelo, saltando

de roca en roca con un ruido manso y agradable.

Haria[1] cosa de unas dos horas que don Dionis se encontraba en aquel delicioso lugar, recostado sobre la menuda grama a la som-bra de una chopera, departiendo amigablemente con sus monteros sobre las peripecias del dia, y refiriendose unos a otros las aventuras mas o menos curiosas que en su vida de cazador les habian acontecido, cuando por lo alto de la mas empinada ladera y a traves de los alternados murmullos del viento que agitaba las hojas de los arboles, comenzo a percibirse, cada vez mas cerca, el sonido de una esquililla semejante a la del guion de un rebano.

[Footnote 1: Haria = 'it must have been.' See p. 5, note 2, and p. 42, note 1.]

En efecto, era asi, pues a poco de haberse oido la esquililla, empezaron a saltar por entre las apinadas matas de cantueso y tomillo, y

a descender a la orilla opuesta del riachuelo, hasta unos cien corderos, blancos como la nieve, detras de los cuales, con su caperuza calada para libertarse la cabeza de los perpendiculares rayos del sol, y su atillo al hombro en la punta de un palo, aparecio el zagal que los conducia.

--A proposito de aventuras extraordinarias, exclamo al verle uno de los monteros de don Dionis, dirigiendose a su senor: ahi teneis

a Esteban el zagal, que de algun tiempo a esta parte anda mas tonto que lo que naturalmente lo hizo Dios, que no es poco, y el cual

puede haceros pasar un rato divertido refiriendo la causa de sus continuos sustos.

--?Pues que le acontece a ese pobre diablo? exclamo don Dionis con aire de curiosidad picada.

--!Friolera! anadio el montero en tono de zumba: es el caso, que sin haber nacido en Viernes Santo[1] ni estar senalado con la cruz,[2] ni hallarse en relaciones con el demonic, a lo que se puede colegir de sus habitos de cristiano viejo, se encuentra sin saber como ni por donde, dotado de la facultad mas maravillosa que ha poseido hombre alguno, a no ser Salomon,[3] de quien se dice que sabia hasta el lenguaje de los pajaros.

[Footnote 1: Viernes Santo = 'Good Friday,' the Friday of Holy Week, anniversary of the death of Jesus Christ. Friday has long been considered an unlucky day, and Good Friday, in spite of its name, has been regarded by popular superstition as a fatal day. One born on that day might have particular aptitude for witchcraft.]

[Footnote 2: senalado con la cruz = 'marked with the cross.' The reference here is doubtless to a birth-mark in the form of a cross, which would indicate a special aptitude for thaumaturgy or occultism. This might take the form of Christian mysticism, as in the case of St. Leo, who is said to have been "marked all over with red crosses" at birth (see Brewer, Dictionary of Miracles, Phila., 1884, p.

425), or the less orthodox form of magic, as is suggested here.]

[Footnote 3: Salomon = 'Solomon.' "A famous king of Israel, 993-953 B.C. (Duncker), son of David and Bathsheba.... The name of Solomon, who was supposed to have possessed extraordinary magical powers, plays an important part in Eastern and thence in European legends," Century Dict. "His wisdom enabled him (as legend informs us) to interpret the speech of beasts and birds, a gift shared afterwards, it was said, by his descendant Hillel (Koran, sura 37, Ewald, Gesch. Isr., iii, 407)." M'Clintock and Strong, Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature, N.Y., 1880, vol. ix, p. 871.]

--?Y a que se refiere esa facultad maravillosa?

--Se refiere, prosiguio el montero, a que, segun el afirma, y lo jura y perjura por todo lo mas sagrado del mundo, los ciervos que discurren por estos montes, se han dado de ojo para no dejarle en paz, siendo lo mas gracioso del caso, que en mas de una ocasion

les ha sorprendido concertando entre si las burlas que han de hacerle, y despues que estas burlas se han llevado a termino, ha oido las ruidosas carcajadas con que las celebran.

Mientras esto decia el montero, Constanza, que asi se llamaba la hermosa hija de don Dionis, se habia aproximado al grupo de los cazadores, y como demostrase su curiosidad por conocer la extraordinaria historia de Esteban, uno de estos se adelanto hasta el sitio en donde el zagal daba de beber a su ganado, y le condujo a presencia de su senor, que para disipar la turbacion y el visible encogimiento del pobre mozo, se apresuro a saludarle por su nombre, acompanando el saludo con una bondadosa sonrisa.

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Era Esteban un muchacho de diecinueve a veinte anos, fornido, con la cabeza pequena y hundida entre los hombros, los ojos peque-

nos y azules, la mirada incierta y torpe como la de los albinos, la nariz roma, los labios gruesos y entreabiertos, la frente calzada, la tez blanca pero ennegrecida por el sol, y el cabello que le caia en parte sobre los ojos y parte alrededor de la cara, en guedejas asperas y rojas semejantes a las crines de un rocin colorado.

Esto, sobre poco mas o menos, era Esteban en cuanto al fisico; respecto a su moral, podia asegurarse sin temor de ser desmentido ni por el ni por ninguna de las personas que le conocian, que era perfectamente simple, aunque un tanto suspicaz y malicioso como buen rustico.

Una vez el zagal repuesto de su turbacion, le dirigio de nuevo la palabra don Dionis, y con el tono mas serio del mundo, y fingiendo un extraordinario interes por conocer los detalles del suceso a que su montero se habia referido, le hizo una multitud de preguntas, a las que Esteban comenzo a contestar de una manera evasiva, como deseando evitar explicaciones sobre el asunto.

Estrechado, sin embargo, por las interrogaciones de su senor y por los ruegos de Constanza, que parecia la mas curiosa e interesada en que el pastor refiriese sus estupendas aventuras, decidiose este a hablar, mas no sin que antes dirigiese a su alrededor una mirada de desconfianza, como temiendo ser oido por otras personas que las que alli estaban presentes, y de rascarse tres o cuatro veces la cabeza tratando de reunir sus recuerdos o hilvanar su discurso, que al fin comenzo do esta manera:

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