El cerebro y el lenguaje
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Benjamin Bergen. El cerebro y el lenguaje
Índice
PRÓLOGO
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EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS
BIBLIOGRAFÍA
CRÉDITOS DE LAS ILUSTRACIONES
Notas
Отрывок из книги
Dedicatoria
Prólogo por George Lakoff
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En todos estos casos, consciente e inconscientemente nos sacamos simulaciones de la manga. Es la llamada «imaginería mental». La idea de simulación es algo mucho más profundo, La simulación es un iceberg. Mediante la reflexión consciente, tal como hemos acabado de hacer, podemos ver la punta, la imaginería intencional y consciente. Pero muchos de los mismos procesos mentales se desarrollan, de forma invisible y sin que lo sepamos, por debajo de la superficie durante la mayor parte de los momentos de vigilia y de sueño. La simulación es la creación de experiencias mentales de percepción y acción sin que se produzca su manifestación exterior. Es decir, es tener la experiencia de ver sin que las vistas estén realmente ahí, o tener la experiencia de actuar sin realmente moverse. Cuando somos conscientes de ellas, estas experiencias de simulación parecen cualitativamente iguales que la percepción real; los colores aparecen como cuando se perciben directamente, y las acciones se ven como cuando las realizamos de verdad. La teoría postula que la simulación encarnada utiliza las mismas partes del cerebro que se emplean para interactuar directamente con el mundo. Cuando simulamos ver, usamos las partes del cerebro que nos permiten ver el mundo; cuando simulamos realizar una acción, se activan las partes del cerebro que dirigen la actuación física. La idea es que la simulación genera en el cerebro ecos de experiencias previas, resonancias atenuadas de patrones cerebrales que estuvieron activos durante experiencias perceptivas y motoras anteriores. Utilizamos el cerebro para simular percepciones y acciones sin realmente percibir ni actuar.
Fuera del ámbito del estudio del lenguaje, las personas utilizamos la simulación cuando realizamos muchas diferentes tareas, desde recordar hechos hasta enumerar propiedades de los objetos o coreografiar una danza. Estas conductas aciertan al emplear la simulación encarnada. Es más fácil acordarse de dónde dejamos las llaves si imaginamos el último lugar en que las vimos. Es más fácil determinar en qué lado del coche está el depósito si imaginamos que estamos repostando. Es más fácil crear una nueva serie de movimientos si antes imaginamos que nosotros mismos los realizamos. El uso de la simulación encarnada para ensayar incluso nos ayuda a mejorar tareas repetitivas, por ejemplo los tiros libres en baloncesto o los lanzamientos de los bolos. Las personas simulamos constantemente.
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