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Capítulo 2

El Conflicto

El Costo de Hacer Discípulos y las Fuerzas que se Oponen al Discipulado

“Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir.””

Lucas 14:28-30

Hacer discípulos requiere más fe que cualquier otra tarea dentro de la iglesia. Ésta ha sido y es la máxima prioridad para Dios, pero también la de Satanás ha sido evitarla a toda costa. Ninguna labor del siervo de Dios crea más resistencia que la de hacer discípulos.

Por esto, las palabras de Jesús que encabezan este capítulo son el compromiso inicial para el pastor hacedor de discípulos. Más que en la mayoría de las situaciones, hay una gran tentación a renunciar antes de acabar. Jesús dice que a menos que cuente con un plan para acabar, renuncie antes de empezar. La naturaleza de Su obra requiere un ministerio a largo plazo, por lo que el enemigo golpea el talón de Aquiles del pastor: la impaciencia y el deseo de obtener resultados inmediatos. La exhortación a incluir el costo es una medicina contra el desánimo y una razón para seguir. Pero como un escorpión, tiene un aguijón en su cola. Antes de que usted empiece a hacer discípulos en la iglesia, calcule el costo; no empiece a menos que piense terminar, pues de lo contrario, experimentará el aguijón de haber hecho el ridículo. Muchos estudios muestran que el promedio de duración del pastorado está entre tres y cuatro años. Con tanto para empezar y tan poco para terminar, no debería sorprendernos que nuestro producto sea débil. El espectro de empezar y no terminar es lo que más obsesiona al hacedor de discípulos, debido a que el final puede ser medido.

Hacer discípulos se caracteriza por ser un ministerio intencionado, medible y claramente comunicado. Los beneficios sólo se tienen cuando el ministerio ha alcanzado la madurez, después de un período mínimo de cinco años. Los estudios revelan que los años más productivos del pastorado están entre los cuatro y los siete años, pero hacer discípulos toma más tiempo; los resultados son lentos y su validez requiere un trabajo a largo plazo.

Ir y hacer discípulos enfrenta muchas fuerzas que batallan en su contra. En teoría, hacer discípulos es algo popular debido a que promete un producto de calidad que honra a Dios. Sin embargo, en la práctica, esto requiere el tiempo, la dedicación y la paciencia que la mayoría de los pastores encuentran bastante difícil. Consideraré los conflictos que surgirán al poner en el corazón de la iglesia la tarea de hacer discípulos y hablaré de por qué el pastor hacedor de discípulos tiene que estar totalmente entregado a su trabajo. Ser un pastor hacedor de discípulos es el trabajo más difícil en la iglesia.

La Iglesia Liberal

“La teología liberal empezó en los seminarios y se abrió paso entre el liderazgo denominacional, luego entre los pastores y finalmente llegó a la membresía de la iglesia.”

La iglesia liberal es un producto de la teología liberal. Primero vino el rompimiento de la verdad absoluta basada en las Escrituras, quedando una base racional y humanista. La naturaleza pluralista de esta base fluctuante redefinió el evangelio como una agenda social. Este se dedicó a resolver las causas sistemáticas de la pobreza, el hambre, el racismo y así sucesivamente.

Oponiéndose abiertamente ante la clara evidencia, el liberalismo hoy continúa insistiendo en que la naturaleza del hombre es básicamente buena y que un mejor ambiente y desarrollo nos llevará a una mejor calidad de vida. El sentido común nos dice claramente que esto es totalmente falso.

La iglesia liberal quiso cambiar al mundo con la falacia de que la clave era enfocarse directamente en los temas sociales, sumergiéndose precipitadamente en la carrera armamentista, los derechos civiles y la lucha contra la pobreza y el hambre en el mundo. Aunque las necesidades eran reales y los temas válidos, ellos lo abordaron en forma equivocada, priorizando la labor externa de la iglesia sobre la agenda básica y escritural al interior de la iglesia.

En 1966, el Consejo Mundial de Iglesias adoptó como lema, “Deje que la iglesia sea la iglesia.” ¿Qué significaba este buen lema? Significaba que el consejo cambió su lema de 1986: “El mundo establece la agenda de la iglesia.” Este terrible lema representa el deterioro y el ocaso de la iglesia liberal.

La verdad es que entre más trate la iglesia de cambiar al mundo, los cambios mundiales cambian a la iglesia que ha escapado de la iglesia liberal. La iglesia es para que esté en el mundo, no para ser del mundo. La iglesia es como un bote: está hecho para estar en el agua y no el agua dentro de él. La iglesia liberal tomó demasiada agua y cuando se dieron cuenta, se estaban hundiendo y no tuvieron suficientes manos y baldes para salir del apuro.

Aprendamos de los errores de la iglesia liberal. La iglesia influencia mejor al mundo siendo la iglesia. Richard Neuhaus agrega el ingrediente necesario ignorado por los liberales: “La clave para el compromiso de la iglesia con el mundo es el compromiso de la iglesia con Dios.” El compromiso con Dios es todo lo que necesita la iglesia. La razón por la cual la iglesia no ha cambiado al mundo no es sólo debido a la guerra con el mundo, la carne y el demonio. La culpa recae sobre los buenos hombres también, pues la iglesia evangélica ha fallado en obtener un producto saludable. Mientras que la iglesia liberal ha dejado por fuera los mandatos bíblicos de hacer discípulos y evangelizar al mundo, los evangélicos han desobedecido los mandatos por negligencia, exceso de trabajo en las iglesias y la práctica de un “cristianismo barato,” prometiendo bastante y requiriendo poco.

Hacer discípulos en las iglesias liberales presenta algunos problemas especiales que no existen en las iglesias evangélicas. En estas últimas, el tema no es si la evangelización, el estudio bíblico y la misión para el mundo tienen que ser llevadas a cabo, sino qué métodos deberían ser usados para ello. La iglesia liberal batalla sobre si estas cosas deben hacerse. El pastor hacedor de discípulos que se encuentre sirviendo en una iglesia liberal, libra batallas tanto teológicas como metodológicas.

El costo en la iglesia liberal es extremadamente alto. Para una institución religiosa que ha abandonado su razón de existir, es muy difícil obedecer la Gran Comisión. Cualquier persona que se aventure en ello, debe calcular el costo cuidadosamente y seguir bajo su propio riesgo.

Concepciones Equivocadas Acerca del Discipulado

El término discipulado se ha convertido en un término evangélico de última moda. Muchos piensan acerca del discipulado como si les tocara volverse serios acerca de Cristo, pero muchos lo resisten porque entienden lo que realmente significa volverse serios. Ellos piensan en llevar una vida muy limitada a la memorización de las Escrituras, en medios días en oración, en estudios analíticos de la Biblia, en la evangelización puerta a puerta y en el abandono de los placeres de la vida, diciendo que tal estilo de vida está bien para el ministerio paraeclesial, pero no para el miembro ordinario de la iglesia.

Para corregir esta concepción equivocada, presento el perfil que la Escritura da acerca de lo que es ser un discípulo (ver Capítulo 3), el cual muestra una vida positiva y llena de creatividad. Ese perfil del discípulo comunica claramente que el cristiano debe tener ciertas bases. Una vez que estas bases se encuentren en su sitio, los dones espirituales, las circunstancias de la vida y otras particularidades referentes al discípulo empiezan a actuar. La clara afirmación de que Dios desea que cada cristiano sea un discípulo es esencial para vencer este obstáculo. Esta afirmación, junto con un perfil claro de lo que es ser un discípulo, es lo que haría falta.

Otro concepto equivocado, el cual será plenamente tratado más adelante, es que el discipulado es sólo una clase de entrenamiento, un programa de la iglesia o sólo para los jóvenes e inquietos. Ellos dicen: “Si usted quiere ser pastor, misionero o servir tiempo completo, entonces el discipulado es para usted”. Cada pastor hacedor de discípulos encuentra estos puntos de vista sostenidos por mucho tiempo como aberrantes.

Liderazgo Débil No Profesional

Aun cuando hay muchas excepciones y esperando que usted pueda decir con plena seguridad que el liderazgo de su iglesia es fuerte, en general, la iglesia evangélica se encuentra lisiada en su liderazgo. La iglesia local se debilita ante la ausencia de un buen liderazgo laico, de creyentes ordinarios que lleven fruto, de líderes que son discípulos y hacedores de discípulos, y de hombres y mujeres que sean ejemplo y se reproduzcan a sí mismos como cultivadores ansiosos dentro de sus propias esferas de influencia.

En este punto, un pastor enfrenta el obstáculo de tratar de trabajar con personas no calificadas que tienen posiciones de liderazgo. En muchos casos, líderes que no caminan con Dios aconsejan a los pastores cómo invertir su tiempo y hacer su trabajo. Esta clase de laicos no oran, no meditan ni estudian o memorizan las Escrituras. Muchos de ellos nunca han llevado a una persona a Cristo. Es un enigma cómo alguien podría liderar una organización que se propone salvar al mundo y nunca haber llevado a una persona a Cristo. Esta clase de duplicidad no existe ni siquiera en los negocios. Además, tales líderes no poseen un concepto ni experiencia en entrenamiento, reproducción y multiplicación. La posibilidad de que esta patología domine a la iglesia local es trágica. El hecho de que hombres no piadosos den órdenes a hombres piadosos es uno de los grandes pecados de la Iglesia.

El pastor hacedor de discípulos está dedicado a establecer hacedores de discípulos en el mismo corazón de la iglesia. Esto requiere tres cosas:

1 Declararlo desde el púlpito y colocarlo de primero en la lista de las cosas que Dios quiere que se hagan.

2 Publicarlo en la literatura de la iglesia y establecer metas que puedan medirse y que sirvan de evaluación de la salud de la iglesia.

3 Que el liderazgo dé el ejemplo en hacer discípulos. Esto significa enseñar y exigir a los líderes que sean discípulos hacedores de discípulos.

Esta es una orden de lo alto, especialmente para la iglesia establecida.

¿Está el liderazgo de la iglesia abierto a responsabilizarse y someterse a ser capacitado en el estudio de la Biblia, la oración, el evangelismo y así sucesivamente en otras disciplinas? La total restauración del liderazgo de la iglesia es un “sangriento campo de batalla.” El pastor hacedor de discípulos será resistido y una guerra espiritual será librada.

En algunos casos, el pastor no conoce la verdadera actitud de sus líderes ante el discipulado, porque tampoco ellos la conocen. Un pastor fue reclutado por sus teorías acerca de hacer discípulos. El consejo reconoció que la iglesia se encontraba en un estado en el que las personas necesitaban entrenamiento en el trabajo ministerial y llamó a un hombre cuya filosofía acerca del ministerio parecía engranar perfectamente con la de ellos. Sin embargo, cuando el pastor abrió su grupo de discipulado, ninguna de estas personas decidió unírsele. Ellos ya se veían a sí mismos como líderes responsables y temerosos de Dios, y, que más bien eran todos los demás los que necesitaban el discipulado. Las cosas iban relativamente bien hasta que la vieja guardia entendió que un liderazgo nuevo y espiritual estaba surgiendo desde estos ministerios de discipulado. Empezó una lucha de poderes seguida de una serie de acusaciones de favoritismo y camarillas. Se enviaron “espías” intempestivamente a los estudios bíblicos para ver qué cosas estaban fraguando estas personas en contra del liderazgo. Los líderes que no sean capaces de cambiar con las nuevas directrices en las que los discípulos empiezan a moverse en la iglesia, deberán apartarse, unirse a un grupo y empezar a crecer, o pelear.

Un pastor puede restaurar la integridad del liderazgo en la iglesia y hacerlo sin dañar a los líderes o dividir la iglesia. Nunca le diga a la iglesia que sus líderes no están calificados ni los menosprecie o hable de ellos en una forma degradante. No anuncie que reemplazará a los actuales líderes con líderes nuevos y mejor calificados. La solución es amarlos, enseñarles la Palabra de Dios y permitir que Dios haga Su trabajo.

Aquí lo importante es admitir que hay un problema que debe ser enfrentado con determinación y sabiduría. Usted puede plantar iglesias sólo con líderes calificados. Cuando planté mi iglesia, yo escogí el primer equipo pastoral (nuestro título de ancianos es para quienes lideran y supervisan), sólo cuando tuve hombres que calificaban en las habilidades y filosofía del ministerio. En una iglesia establecida, este proceso tomará muchos años. Prepárese para permanecer por un largo tiempo.

Las Iglesias No han Tomado Seriamente La Gran Comisión

¿Cuántos consejos directivos de iglesias han declinado en la Gran Comisión? ¿Cuántos aún la discuten? ¿Cuántos la entienden? ¿Pueden declararla? ¿Saben aún qué es y dónde se encuentra? ¿Qué tanto tiempo pasan los líderes de la iglesia pensando acerca de la obediencia de la iglesia y planificando cómo obedecer sus mandamientos? Yo menciono el consejo de la iglesia, ya que ellos definen la dirección y la actividad de la iglesia.

Si los equipos de liderazgo de la iglesia dedicaran mucho más tiempo y energía a pensar en la Gran Comisión y en implementarla como lo hacen con los asuntos “domésticos,” la iglesia sería más vital y efectiva. La mayoría de los consejos pasan el 95% de su tiempo en asuntos internos, muchos de los cuales no requieren que el liderazgo se involucre. Analizar los estados financieros, pensar en edificios y terrenos, memorizar los estatutos y las leyes constitucionales, planear los nombramientos y ordenamientos del próximo encuentro congregacional, son hoy los grandes temas eclesiásticos.

La ironía de esta tonta comedia es que casi todos los involucrados en tal insensatez la detestan. A ellos no les gusta asistir a las reuniones; ellos pensaban que sus vidas realmente serían tenidas en cuenta para algo cuando asumieran el liderazgo. Ahora, para su desagrado, el liderazgo se ha convertido en aburrido y de mal gusto.

El promedio del liderazgo de la iglesia no toma seriamente la Gran Comisión debido a que no ha sido instruido correctamente. Ellos han escuchado muchas veces los mandamientos de ir y predicar el evangelio, pero no se preguntan acerca de la importancia de esta misión mundial. Ellos no saben que las aplicaciones son para ellos y han volcado la Gran Comisión casi totalmente sobre la fuerza misionera de la iglesia, creyendo que al destinar fondos a proyectos misioneros, están cumpliendo correctamente la Gran Comisión.

Ellos apoyan la Gran Comisión asistiendo u organizando conferencias misioneras en las que gastan gran cantidad de dinero. Aunque estos eventos son importantes y vitales para la misión mundial, ellos no han asumido seriamente la Gran Comisión al no aplicarla a su vida y obra, a pesar de tener un programa de visitación que incluye algún entrenamiento en evangelización y de asegurarse que cada Domingo, el pastor tire la red al hacer el llamado para ver quien necesita al Salvador.

Tomar seriamente la Gran Comisión significa que los líderes de la iglesia en sí mismos son evangelistas, comparten su fe y hacen discípulos. De hecho, ellos sólo fueron considerados para el liderazgo debido a sus años de servicio como hacedores de discípulos y su ministerio principal aún es hacer discípulos. Ellos lo han colocado en el corazón de la iglesia y su labor más importante es comunicar su valor, ya que ellos son un modelo en esto.

El aspecto más importante de tomar seriamente la Gran Comisión es la intencional orientación del liderazgo de la iglesia hacia la multiplicación. Un proceso debe traer a las personas desde su conversión, a ser entrenadas como hacedores de discípulos. Esto debería ocupar una gran cantidad del tiempo y la energía creativa del liderazgo. Tomar seriamente esta Gran Comisión significa que los líderes de la iglesia enfocan la mayoría de su tiempo y esfuerzo en hacer discípulos.

Por lo general, el liderazgo de la iglesia es un comité permanente. Por lo tanto, la comprensión de su papel, su entrenamiento y su concepto de la iglesia, serán un gran desafío para el pastor hacedor de discípulos. El mandato para él es persuadir al liderazgo de la iglesia a tomar seriamente la Gran Comisión. Este será el principio de la obediencia a Cristo y el de un ministerio lleno de frutos.

Clericalismo

El pastor profesional mantiene una seria amenaza a la salud de la iglesia. Tony Walters escribe: “Una iglesia dominada por su pastor, sus ministros y sacerdotes no tiene más oportunidad de escapar que la de un niño dominado por su madre, un servicio de salud dominado por los doctores, o una economía dominada por un mercado masivo de consumidores.”

El hecho de que una congregación le pague a un pastor entrenado profesionalmente para que realice su trabajo no es peligroso. Aunque existe una diferencia legítima entre la función del pastor profesional y el laico cristiano, no hay nada malo con un ministro laico. El pastor de la iglesia, habiendo sido entrenado profesionalmente, entrena al lacio o al ministro, para realizar una tarea al servicio de Cristo. En resumen, no hay nada malo con el pastor que guía a los miembros de la iglesia al ministerio. Él ha sido entrenado para hacerlo y esa es la tarea que se le ha asignado. Esta legítima distinción siempre permanecerá.

La muy discutida diferencia entre el clero y el laicado necesita ser revisada. El clericalismo es la esperanza que el clérigo profesional tiene del ministerio. Aun cuando la enseñanza de que el pastor está para equipar a los santos para desempeñar el ministerio es bien amplia y reconocida, en la práctica es muy raro que esto se haga. Aún hay una firme expectativa de que el pastor hace tres cosas:

1 Él prepara y predica los sermones. Esta es una buena expectativa, sólidamente sustentada por las Escrituras.

2 Se espera que el pastor ejerza como gerente y sea el administrador principal de la iglesia, que mantenga la maquinaria de la iglesia en buen estado y funcionamiento. Mientras el liderazgo y la administración estén estrechamente unidos, con mucha frecuencia, la iglesia querrá de forma irreal tener tanto un ejecutivo teológico como corporativo.

3 El pastor tiene que cuidar el rebaño, lo cual significa visitar hospitales y casas, aconsejar y celebrar bodas y funerales, asistir a las reuniones del comité, realizar eventos para levantar fondos, organizar reuniones de jóvenes, y así sucesivamente. El pastor predica, administra, visita, cuida y aconseja.

En tanto que algunas de las expectativas anteriores tienen sus raíces en la Escritura, muchas aplicaciones postmodernistas no la tienen. El obstáculo aquí es que el pastor es visto como alguien capaz de atender muchos intereses diferentes. Él hace el ministerio y la lista anterior deja poco tiempo para su función principal: la preparación del pueblo de Dios para las diferentes obras del servicio. Con tantas expectativas, no hay espacio ni tiempo para el pastor hacedor de discípulos.

Existen soluciones (ver Capítulo 4), pero usted tiene que ser conciente de que los obstáculos en el camino son firmes. Mi mejor consejo es que usted defina claramente sus prioridades ante los comités de púlpito. Dígales lo que usted percibe acerca de las tareas asignadas por Dios y asegúrese de pedirles que describan en sus propias palabras lo que ellos esperan con relación a estos temas. Si usted se encuentra demasiado lejos y no hay flexibilidad entre las partes, lo mejor será mantenerse alejado.

Sistema de Gobierno en Cualquier Extremo

Cualquier sistema de organización de la iglesia que permita lo que no es espiritual y la desobediencia, está errado. Cualquier persona con sentido común estaría de acuerdo con estas palabras, pero con mucha frecuencia lo que sucede es exactamente que lo que no es espiritual y la desobediencia determinan la dirección de la iglesia, al asumir posiciones de liderazgo. Dos posiciones extremas pueden surgir en la iglesia.

Primero, que la decisión de hacer pueda descansar en las manos de unos pocos. En sí, esto no es peligroso; de hecho, la iglesia funciona mejor si unas pocas personas capaces e íntegras la lideran. El peligro surge cuando no hay supervisión sobre ellos o responsabilidad de su parte. Si esos pocos equivocados se posicionan y se convierten en un sistema de ancianos autoperpetuados, la iglesia puede ser lastimada.

En el otro extremo, mucho más común, gran cantidad de personas están involucradas en un gran número de decisiones. Esto es terreno abonado para las disputas internas en la iglesia. Cuando personas no calificadas para el liderazgo empiezan a tomar decisiones que corresponden a los líderes espirituales, muy probablemente tomarán decisiones equivocadas que no llevarán a la iglesia en la dirección que Dios quiere que vaya. Tal sistema reduce los requisitos para la participación de “un miembro en buena posición,” pero muchos de ellos son funcionalmente analfabetos, obstinados, beligerantes y tienen un espíritu de disensión. Cuando los miembros no calificados de la iglesia empiezan a tratar cosas espirituales complejas, el desastre ronda muy cerca. Adicione el amor por la democracia, las peticiones, los cambios inesperados del piso, los juegos de poder, y así sucesivamente, y tiene un sistema donde las personas pueden nombrar el “comité del piso.” Estas personas frecuentemente no calificadas, a su vez, son quienes escogen a los líderes de la iglesia. Esto, además de ser el medio más ridículo jamás inventado para escoger líderes, hace que sea casi imposible liderar la iglesia.

En tales circunstancias, hacer discípulos se dificulta al máximo; y lo peor de todo es que se convierte en un campo minado. El pastor hacedor de discípulos debe ser capaz de liderar. Aun cuando él debe ser el responsable, la congregación tiene que darle la libertad para llevar a la iglesia adelante. Cualquier sistema de gobierno que ate las manos del pastor al elegir a líderes no calificados ni espirituales, es un mal sistema. Debe existir un balance entre liderazgo y responsabilidad. La congregación tiene el deber de obedecer y sujetarse a sus líderes (Hebreos 13:17), pues a ellos se les impone la responsabilidad de liderar y cuidar la iglesia (1 Pedro 5:1-3). En el mejor de ambos mundos, los líderes dirigen con integridad y la congregación los sigue con discernimiento. El feliz resultado es una iglesia efectiva.

Muchas iglesias presentan sistemas extremos que hacen imposible su efectividad. Hacer discípulos requiere una atmósfera de apertura y libertad para los líderes. El pastor necesita el espacio para establecer su agenda e implementar el plan. Busque un sistema de gobierno balanceado que permita hacer discípulos.

Ajustándose a la Cultura

Por cultura entiendo “los sistemas de creencias de una sociedad y la concreción a través de la música, la pintura, la literatura, el cine y la televisión.” Se incluye la poderosa influencia de la tecnología, las ciencias sociales y la exaltación del poder a través del dinero, los deportes y los espectáculos. Las maneras en que la cultura se opone a la tarea de hacer discípulos son complejas y multifacéticas. Nombraré algunas:

Los Medios de Comunicación y la Mente. Después de dormir y trabajar, la actividad diaria a la que la gente dedica más tiempo es a los medios de comunicación: ocho horas en el trabajo, duermen siete horas y cerca de cinco horas son absorbidos por los medios de comunicación. La televisión se ha convertido en el alimento básico de la dieta de muchos y tienen un firme compromiso con estos medios. Los analistas sociales concuerdan ampliamente en que los medios tienen un tremendo impacto sobre nuestros valores, actitudes, conducta y formas de ver el mundo.

Si yo fuera el enemigo, desafiaría los estándares de Dios. Usaría las formas más poderosas de comunicación a mi disposición: las películas, la televisión y la internet; lo impactaría a usted intelectualmente a través de sus emociones; dramatizaría la vida y lo expondría emocionalmente, para llevarlo luego a donde yo quiera; usaría los miles de asesinatos, violaciones y escenas violentas familiares para bombardearlo hasta insensibilizarlo ante ciertas formas de maldad. Si yo fuera el enemigo, querría que usted escuchara las palabras dichas a Eva en el Jardín del Edén: “¿Es verdad que Dios les dijo…?” (Génesis 3:1). Lo confundiría y removería el velo existente entre la fantasía y la realidad.

La televisión y la internet nos están discipulando. “Todo (discípulo) el que haya completado su aprendizaje, a lo sumo llega al nivel de su maestro” (Lucas 6:40). Los medios de comunicación corroen nuestra base moral, insensibilizándonos a usted y a mí ante el mal y borrando la línea entre lo correcto y lo equivocado.

La gente que se sienta en las bancas es producto de la televisión más que de la Palabra de Dios. Sus puntos de vista acerca del mundo no se basan en las Escrituras; ellos son discípulos de su cultura. Cuando los medios de comunicación mencionan la responsabilidad, no están hablando acerca de responsabilidad moral, sino del uso de anticonceptivos; abortar (asesinar) es el derecho de la mujer; ser sexualmente activo (fornicar) está bien en la medida en que usted practique el sexo seguro; tener una aventura (adulterio), se espera que suceda en cualquier momento como algo normal, en personas desinhibidas; los extremistas (cristianos) de mente cerrada, son un peligro alrededor de los colegios y edificios públicos; usted no quisiera tener a uno como vecino.

Ellos no creen todo lo que escuchan, pero la comunidad cristiana está alejándose de los absolutos morales. Lo que el pastor declara va en contra de la corriente cultural. La Palabra de Dios es abrasiva cuando es presentada claramente en la atmósfera actual. La mente humana se ha vuelto suave y ya no piensa críticamente; por lo tanto, muchos miembros de la iglesia local tienen sus propios y contradictorios sistemas de pensamiento.

La Necesidad de Moral. El pastor predica a mentes que piensan que lo más grande es lo mejor; lo más espectacular es lo más importante; lo más importante en la vida es disfrutarla; las necesidades básicas son tener una hermosa casa, dos carros, vacaciones de tres semanas totalmente pagadas y varios fines de semana alejados de la ciudad; la vida lo ha engañado a usted a menos que vaya a un crucero por el Caribe, tenga un VCR y un traje para hacer ejercicio. La gente tiene un perverso sentido de la necesidad. Las necesidades se convierten en valores, que se adueñan de su propia moral. El lenguaje de la necesidad ha reemplazado el lenguaje de la codicia.

Conseguir un compromiso es difícil. El pastor hacedor de discípulos se enfrenta a una empinada cuesta cuando pide compromisos de largo plazo para lograr objetivos a largo plazo. El mensaje cristiano, en sí mismo, es lo suficientemente abrasivo, pero cuando se enmarca en el mandato de hacer discípulos, la fricción aumenta. La verdadera naturaleza del mensaje del pastor hacedor de discípulos requiere un compromiso a largo plazo. El deseo de tener todas las cosas ahora mismo, desde un carro hasta los muebles del jardín, milita contra una vida cristiana significativa. Por su incapacidad de mantener compromisos debido a la presión por mantener el estándar de vida de su predilección, los cristianos evidencian su inclinación al materialismo. La clave para un ministerio hacedor de discípulos es la disposición a atrasar la recompensa material. Toma cinco años establecer un discipulado fluido que dé fruto en la iglesia. Muchos pastores y asistentes a la iglesia simplemente no poseen el estómago espiritual necesario para esta clase de viaje.

Ajustarse a las Metodologías Seculares. La iglesia debería sacar ventaja de la publicidad, las ciencias sociales y la tecnología moderna, cuando estos métodos y técnicas ayudan la causa de Cristo. El uso de estudios demográficos, psicográficos (estadística que clasifica la población en grupos según variables sicológicas como sus actitudes, valores o temores), telemercadeo y mercadeo especializado, está bien. Pero cuando lo demográfico se convierte en el factor determinante de la voluntad de Dios en la ubicación de la nueva iglesia, lo demográfico ha reemplazado al Espíritu Santo. Cuando ciertas características del crecimiento de la iglesia se convierten en el “Santo Grial” simplemente por sus resultados y no por su soporte bíblico, el pragmatismo se convierte en un ídolo.

Cuando lo psicográfico determina el contenido y la conducta de mi mensaje, he doblado mi rodilla ante el baal de “oprimir el botón.” Las metodologías seculares han invadido el pensamiento de los líderes de muchas iglesias. Los evangélicos son fácilmente engañados por los últimos modelos presentados para alcanzar a las personas, ya sea el telemercadeo, los ingeniosos folletos o las extravagancias musicales. El total acercamiento pone más responsabilidad en el liderazgo para ser creativo y levantar fondos para que los miembros de la iglesia penetren sus mundos para Cristo de una forma más efectiva.

Lo queremos todo rápido y fácil: escuchamos historia tras historia de la iglesia que creció de cero a mil miembros en dieciocho meses por medio del telemercadeo y sermones analizados psicográficamente, especialmente promovidos a través de la música y el drama. Los pastores empresarios que llevan a cabo estas proezas épicas delante de pastores que “quieren ser” y que escuchan con asombro, salen inmediatamente a tratar “lo que funciona.” El actual fervor por el éxito ha causado muchas veces que un pastor abandone sus convicciones por alcanzarlo.

La desgastante labor del pastor, como la sólida predicación exegética, la oración y hacer discípulos, están fuera de moda. Nosotros determinamos que una iglesia es exitosa por cuánta gente va al espectáculo del domingo por la mañana. ¿Cuán bueno es el predicador? ¿Qué tan talentosos son los músicos? ¿Qué tan cargado está el ambiente? ¿Cuán abundantes son las ofrendas? ¿Qué tan hermosos son los edificios? Estas cosas le dan calidez a nuestro corazón. Muchos se han detenido a hacerse las preguntas correctas: ¿Para qué espectáculo se han reunido? ¿Están penetrando sus mundos para Cristo? ¿Están ellos caminando en integridad delante de Dios? ¿Están colocándolo a Él en primer lugar en sus finanzas? ¿Están comprometidos en la evangelización del mundo?

No tengo argumentos contra el uso de las metodologías seculares, pero sí contra lo que está siendo comunicado como importante. La iglesia se ha vuelto más efectiva en reunir personas, especialmente al sembrar iglesias. Pero el verdadero tema es: ¿Qué hacemos una vez que las personas se encuentran ahí? Este es el verdadero trabajo del pastor y ninguna metodología secular le ayudará a hacerlo. Eso llama al trabajo sobrenatural del Espíritu de Dios, a hacer que las personas se interesen en ser discípulos y en aprender a reproducirse y alcanzar al mundo para Cristo.

No se avergüence de la ayuda secular, pero tenga cuidado de la tentación de convertirse en un pragmático. Comprométase a sí mismo en sus convicciones bíblicas y rehúse a ceder en ellas. Cristo desea que Su iglesia esté compuesta por creyentes saludables, que se reproduzcan y penetren el mundo para Cristo.

Cristianismo Superficial. En una entrevista de 1979, el decano de los escritores cristianos, D. Elton Trueblood, se refirió “al podado compromiso evangélico que carece de raíces profundas; cada vez cuesta menos llevar la etiqueta evangélica en nuestra sociedad.”

El gran escritor G. K. Chesterton describió las obras de ciencia ficción del escritor H. G. Wells como un océano vasto de cinco centímetros de profundidad. Si alguien cae por la borda al moderno mar evangélico, no correrá ningún peligro de ahogarse. Como en las obras de Wells, se encontraría a sí mismo de pie con el agua solo hasta la altura de su tobillo. A los cristianos de hoy les hace falta profundidad espiritual de carácter en el cual establecerse durante los tiempos difíciles.

La influencia de la sicología del mundo ha creado un nuevo culto de adoración propia. Las personas están preocupadas por sí mismas y por cómo enfrentar las necesidades establecidas por la sociedad. La sicología aparece al poner a la gente en necesidad; se les ha dicho que tienen necesidades que nunca supieron que existían. Mientras la industria de la publicidad crea falsas necesidades en las personas para que salgan y gasten dinero en artículos presuntuosos que creen necesarios; las personas gatean tratando de encontrar un nuevo estrato de necesidades emocionales fabricadas por la industria de la sicología.

El locutor nos presenta la horrible verdad, que no es más que la realidad. La Biblia nos da la verdad revelada, en tanto que la sicología nos ha dado la verdad escondida, la cual es una estafa. En una sociedad sicológica, el lenguaje y la filosofía de la necesidad han seducido a la iglesia. Por lo tanto, todos en la iglesia se hacen toda clase de preguntas equivocadas, basados en la programación cultural: ¿Qué puede hacer la iglesia por mí? ¿Puedo cubrir mis necesidades allá? ¿Me siento bien cuando salgo de aquí? ¿Me hace sentir culpable el pastor? ¿Tendré que hacer lo que no siento que debo hacer? Estas preguntas y muchas más reflejan en primer lugar la corrupción de la auto-idolatría acogida en nuestra sociedad por la comunidad de la sicología secular.

Esto ha llevado al desarrollo de una “nueva teología” que encuentra sus raíces en la complacencia de los deseos de la carne. Por lo tanto, las teologías más populares de hoy están dirigidas hacia la inmediata necesidad de placer. La televisión se presta perfectamente para este mensaje, el cual es frecuentemente llamado “la rica y saludable herejía.” La promesa es que Dios desea sanarlo a usted, haciéndolo rico; todo lo que necesita hacer es creer. Dios no sólo le dará salud y riqueza, sino que también quiere darle una variedad de muy excitantes experiencias sensuales espirituales. En otras palabras, seguir a Cristo es sólo un chasquido de dedos tras otro. Si usted tiene dolor, Él se lo llevará. Si lo que necesita es dinero, Él lo proveerá si usted planta una semilla en ese ministerio en particular. ¿Necesita superar la depresión, la ansiedad, los problemas maritales y los conflictos con otros? Sólo cierre sus ojos y crea, y obtendrá la victoria.

Como en un programa de televisión, Dios hará que las cosas mejoren al final. Así como un detective agarra al ladrón y el héroe rescata a su chica, todo será resuelto también. Esto prepara a los cristianos para pensar egoísta y superficialmente acerca de su fe.

Otro aspecto del cristianismo superficial que merece una breve mención es el pensamiento sin sentido de que “no somos especiales, pulcros y llenos de potencial, necesitados de una autoestima positiva.” Esta clase de enseñanza resalta las habilidades y la gloria del hombre. Mientras Dios valore al hombre y el hombre necesite pensar bien de sí mismo, esta enseñanza simplemente no dice toda la verdad. El otro lado de la historia, por supuesto, es nuestra naturaleza pecadora. Somos tan especiales para Dios que Él obra a través de Su Hijo para salvar al ser humano, pero necesitamos arrepentirnos. Podemos sentirnos bien acerca de nosotros mismos después de haber empezado a conducirnos de una manera agradable a Dios, pero el potencial humano es limitado y debe ser cuidadosamente monitoreado por el Espíritu de Dios y bajo la responsabilidad de la iglesia.

El peligro de la enseñanza superficial es que desarrolla una autodependencia del hombre en vez de enfocarse en la protección de Dios para el hombre. Esta se presta para estudiar la literatura sicológica y el precio de un devocional liviano, y dirigirse a las emociones más que a la mente. Raramente estas personas pasan mucho tiempo en las Escrituras, estudiando, memorizando o meditando en las verdades eternas que le dan la historia completa.

Alguien dijo que la diferencia entre los hombres y los niños es que los niños quieren ser alguien, mientras que los hombres quieren ser algo. Los cristianos superficiales quieren tener todos los beneficios de una vida victoriosa en Cristo sin ninguna clase de compromiso. Él busca una puerta de escape para su problema y una vida fácil y agradable.

Los cristianos sensuales poseen un apetito insaciable. La multitud necesitará cada vez más mantener su “llamado espiritual” vivo. Esto no se diferencia de la drogadicción, pues la tiranía eventualmente lo destruye. Una vida espiritual edificada sobre la base de una experiencia de emociones será corta y terminará en problemas.

El pastor hacedor de discípulos predica un compromiso, pero sin el Espíritu que engendró las convicciones, no habrá compromiso. Las personas necesitan una buena experiencia espiritual edificada sobre la base de la verdad objetiva, la cual se encuentra en las Escrituras. Usted enfrenta el reto de desprogramar a quienes reciben su enseñanza. Ellos necesitan rechazar los “nuevos evangelios” superficiales de los últimos años del siglo veinte y ser educados en las enseñanzas de Jesús del primer siglo. La iglesia debe eliminar estas charlas sin fundamento y comprometerse con las enseñanzas ordenadas por nuestro Señor.

El pastor hacedor de discípulos lucha una batalla personal de duda propia. Muchos le pedirán que su mensaje no sea “tan radical” y le dirán: “Está pidiendo demasiado. Si usted realmente nos amara, nos haría esto más fácil”. La tentación es darle a la gente postre en los sermones en vez del plato principal, evitar los pasajes difíciles, eliminar los detalles de geografía, historia, cultura y lenguaje que agotan la superficial atención del cristiano de hoy.

Usted enfrentará la tentación de reducir sus objetivos o recortar las velas de su barco. No le pida a la gente que reproduzcan creyentes. Ellos correrán y se esconderán, porque no querrán pagar el precio. Estudiar la Biblia, orar, memorizar Escrituras, dar testimonio a sus vecinos y amigos: ¡Esto es demasiado! ¡Cuide de nosotros, sea usted nuestro pastor!

Las mismas tentaciones surgirán en los requisitos para los líderes, en el tamaño y el rigor de los grupos de discipulado, en la insistencia de todos los líderes potenciales a mostrar su experiencia y éxito en el evangelismo. Una y otra vez los cristianos superficiales de la congregación desafiarán todos estos estándares. La iglesia nunca será fácil.

Tradicionalismo

Tradición es la fe viviente de los progenitores piadosos, pasada de generación en generación. El tradicionalismo es la fe muerta de los líderes cristianos que intentan mantenerse en el poder. El sufijo ismo significa una doctrina, teoría o causa distinta; refleja un estado del ser. Un comunista recluta otros y se convierten al comunismo, el liberal al liberalismo, el conservador al conservatismo y así sucesivamente. La tradición es algo bueno. Las familias, las iglesias, los clubes, los empresarios, todos tienen tradiciones que forman las bases para los valores corporativos. Las iglesias necesitan tradición no sólo en doctrina, sino también en muchas prácticas familiares. La tradición se mete en problemas cuando se avinagra y se convierte en tradicionalismo.

“Se acercaron a Jesús algunos fariseos y maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén, y le preguntaron: «¿Por qué quebrantan tus discípulos la tradición de los ancianos? ¡Comen sin cumplir primero el rito de lavarse las manos!» Jesús les contestó: «¿Y por qué ustedes quebrantan el mandamiento de Dios a causa de la tradición?»”

Mateo 15:1-3

El tradicionalismo milita contra la voluntad de Dios. De muchas maneras, los líderes de la iglesia local lo manifiestan e inconcientemente entorpecen la obra de Dios. Los matrimonios de la iglesia tratan de mantener viva la reunión de oración de los miércoles en la noche a través de un ministerio de grupos pequeños. Ellos se oponen al estilo innovador de la adoración, a los nuevos requisitos para los líderes, a los nuevos estatutos, porque amenazan los límites seguros de lo familiar. Como resultado, entorpecen el progreso y crean una atmósfera de conflicto. Los “padres fundadores” de una iglesia independiente se encuentran luchando entre sí hasta la muerte por temas sin importancia. Muchas veces, ellos olvidan la razón de la batalla y el conflicto cobra vida propia. Muy frecuentemente, la iglesia se viste completamente con el equipo de escalar montañas y terminan ascendiendo hormigueros.

El tradicionalismo es todavía muy fuerte en muchas regiones. Sería tonto para el pastor hacedor de discípulos hacerse cargo de una iglesia existente sin el conocimiento de sus tradiciones y valores. Trabaje en una atmósfera tradicional cabalgando sobre sus sueños. Luego, pídales que agreguen algo de lo suyo, sin tomar las cosas importantes de ellos. Este acercamiento hará mucho por apaciguar la ira de los “padres fundadores.” Pero, de cualquier manera, prepárese para el conflicto; algunos siempre pelearán ante cualquier nuevo cambio. Un joven senador de los Estados Unidos le hizo un comentario a un veterano de treinta años: “Senador, le apuesto a que usted ha visto cientos de cambios durante su tiempo en el Congreso.” El avezado senador le respondió: “Sí y he estado en contra de cada uno de ellos.” Use las tradiciones para su propia ventaja y combata el tradicionalismo en todo lo que usted valore.

La Educación del Seminario

Yo soy graduado de un seminario y no recomendaría que cualquier persona tome la posición de un pastor predicador sin las ventajas que provee un sólido entrenamiento en el seminario. Apoyar y mantener seminarios teológicos es esencial para proteger, revitalizar y plantar iglesias locales saludables. Como lo dije anteriormente, el seminario determina lo que los pastores creen y finalmente lo que el miembro de la Iglesia cree.

Las iglesias locales pragmáticas generalmente critican los seminarios, reclamando que los graduados de los seminarios son demasiado académicos; sin embargo, en sus críticas llegan a un nivel más serio de acusación cuando dicen que los seminarios no entrenan a sus estudiantes para la obra pastoral. Además, ellos protestan porque muy pocos profesores en el seminario tienen experiencia pastoral y, por lo tanto, los estudiantes son entrenados por gente sin experiencia.

Salgo prontamente en defensa de estos especiales siervos de Cristo. La enseñanza en el seminario es un llamado especial y necesario. El profesor de seminario experimenta los implacables rigores de la comunidad académica secular. No sólo invierte tres o cuatro años para obtener su grado teológico básico, la Maestría en Teología, tres años adicionales para obtener las credenciales en la enseñanza profesional y finalmente, el Doctorado en Teología. Tal rigor académico lleva a una persona cuyo corazón está encendido por Cristo y que ha sido equipado por Cristo, a una gran capacidad intelectual. A diferencia de otros campos seculares, en los que alguien con un Doctorado se asegura un salario considerablemente alto, la mayoría de los profesores de seminarios ganan menos que los pastores.

El papel del profesor de seminario no es suministrarle al estudiante las herramientas del ministerio. Quienes critican los aspectos no prácticos de los seminarios, fallan en reconocer tanto el propósito como las limitaciones de la academia. El seminario le suministra al estudiante aspectos importantes acerca de cómo puede levantar un ministerio: un pensamiento crítico, un trabajo de reconocimiento de los campos de estudio relacionados con mantener la integridad de la Palabra de Dios y, las herramientas para predicar y enseñar las Escrituras. En esta larga carrera, no existe nada más práctico que una sólida comprensión doctrinal junto con un marco filosófico de la visión del mundo. Sobre este fundamento, un pastor puede edificar un ministerio perdurable.

El seminario no intenta equipar totalmente al estudiante para el pastorado, pero en unión con la iglesia local, es responsable de hacer posible que el joven empiece a pastorear la iglesia. El seminario le proporciona las herramientas básicas para el ministerio y la iglesia será la responsable de ayudar a equiparlo en otras áreas. El típico graduado del seminario sabe cerca del 50% de lo que se requiere para ser pastor. La otra mitad debe venir de su propia experiencia, del ejemplo de otros, del internado y de la experiencia previa en el ministerio.

Los profesores del seminario no están en el frente de la batalla por Cristo; en verdad, ellos no forman parte de las tropas regulares en las trincheras y no deberíamos esperar que lo hicieran. Como custodios de la verdad, ellos protegen la integridad de la Palabra de Dios. ¿Cómo le pone usted precio a eso? Ellos no están en el frente; se encuentran en la última línea de la defensa, entre la iglesia y los abismos del subjetivismo. Si el enemigo logra pasar las líneas de defensa de la iglesia local, ellos deberán pelear para obtener la victoria. Satanás agredió a la iglesia liberal desde la retaguardia cuando atacó los seminarios, derribando denominaciones enteras. Al enemigo le gustaría convencer a los pastores y a los laicos de que los seminarios son obsoletos, irrelevantes y demasiado académicos, y por lo tanto, debemos abandonar el modelo académico. Esta creencia es miope e ignorante de lo que los pastores realmente necesitan. Algunas recomendaciones deberían ser consideradas para mejorar el seminario. Pero mientras tanto, deberíamos estimar, orar y apoyar a estas personas tan especiales que se encuentran en la última línea de defensa.

Yo creo que el seminario debería darle al estudiante tres regalos principales: primero, una educación académica exigente y basada en la Escritura, para que los principales fundamentos de la disciplina teológica sean profundamente establecidos; segundo, exponerse ante los miembros más viejos y avezados de la facultad. El intercambio de experiencias y puntos de vista que suministra el ambiente del seminario tienen valor de por vida. En estos dos temas, muchos seminarios realizan un trabajo sobresaliente.

Sin embargo, el tercer regalo es en mi opinión la debilidad número uno de nuestros seminarios evangélicos. Ellos no proporcionan al estudiante una filosofía de la iglesia basada en las Escrituras sobre la cual edificar un ministerio. El estudiante aprende lo que es la iglesia, pero no lo que hace la iglesia. Aunque lo que es la iglesia determina lo que la iglesia hace, ¿el graduado asume su primera tarea pastoral con un marco filosófico a través del cual pueda entender su trabajo? ¿Tiene las características que lo definen como un pastor hacedor de discípulos? Yo no pido que los estudiantes posean la filosofía exacta de este libro, pero deberían tener convicciones dentro de un marco filosófico. ¿Entiende el pastor quién es él y cuál es su trabajo? ¿Tiene un objetivo con quienes se sientan delante de él en el culto? ¿Cómo motiva y mueve a las personas a través de los procesos de discipulado sin polarizar la congregación? Estas son sólo unas pocas preguntas que los graduados del seminario deberían hacerse en su labor de pastorado.

Yo recomiendo un curso completo requerido en la Maestría de Teología, que expone a los estudiantes a esta clase de temas. Adicional al típico ministerio pastoral y a los cursos de consejería pastoral, al menos tres importantes cursos beneficiarían de gran manera al estudiante: primero, un curso principal que establezca una base filosófica a partir de las Escrituras por la naturaleza de la iglesia y su trabajo y papel como pastor. Este curso sería teórico en principio. Los dos cursos subsecuentes se enfocarían en cómo identificar los principios y hacer que funcionen en la estructura de la iglesia local. Este es el “eslabón perdido” de nuestros graduados del seminario. Muchos entran a la iglesia sabiendo cómo dar un sermón, oficiar matrimonios y funerales, dar consejería y algo más.

Yo no esperaría que alguien recién egresado del seminario trabaje con la sabiduría y eficacia de alguien con más experiencia, pero quisiera verlo con estos principios y convicciones adicionales agregadas a su caja de herramientas.

La educación del seminario sin este tercer regalo a sus estudiantes será otro obstáculo para hacer discípulos. No es un obstáculo como los ya mencionados. Sin el seminario, el futuro de la iglesia estará en riesgo. Pero no podemos estar satisfechos mandando graduados a las iglesias sin convicciones relacionadas con el encargo de hacer discípulos.

Notas

1 Lyle Schaller, Es un Mundo Diferente (Nashville, Tenn.: Abingdon Press, 1987), 60.

2 Richard Neuhaus, Conferencia en el Congreso sobre la Biblia, Washington D. C., Septiembre, 1987.

3 Tony Walter, La Necesidad de la Nueva Religión (Downers Grove, Ill.: Inter Varsity Press, 1985), 142.

4 D. Elton Trueblood, en entrevista privada con Jon Johnston, Sobrevivirán los Evangélicos a su Propia Popularidad? (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1980), 38.

El Pastor hacedor de discípulos

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