Dracula
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Bram Stoker. Dracula
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Table of Contents
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
Nota
Отрывок из книги
Bram Stoker
Copyright Page
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Pronto nos vimos acorralados por los árboles, que en algunos lugares se arqueaban sobre la calzada hasta que pasamos como por un túnel; y de nuevo grandes rocas fruncidas nos protegían audazmente a ambos lados. Aunque estábamos protegidos, podíamos oír el creciente viento, pues gemía y silbaba a través de las rocas, y las ramas de los árboles chocaban entre sí mientras avanzábamos. Cada vez hacía más frío, y comenzó a caer una fina y polvorienta nieve, de modo que pronto nosotros y todo lo que nos rodeaba estábamos cubiertos por un manto blanco. El fuerte viento seguía arrastrando el aullido de los perros, aunque éste se hacía más tenue a medida que avanzábamos. El aullido de los lobos sonaba cada vez más cerca, como si se acercaran a nosotros por todas partes. Me asusté mucho, y los caballos compartieron mi temor. El conductor, sin embargo, no se inquietó lo más mínimo; no dejaba de girar la cabeza a izquierda y derecha, pero yo no podía ver nada a través de la oscuridad.
De repente, a lo lejos, a nuestra izquierda, vi una débil llama azul parpadeante. El conductor lo vio en el mismo momento; enseguida frenó a los caballos y, saltando al suelo, desapareció en la oscuridad. Yo no sabía qué hacer, tanto menos cuanto más se acercaban los aullidos de los lobos; pero mientras me preguntaba, el conductor volvió a aparecer de repente y, sin decir nada, tomó asiento y reanudamos el viaje. Creo que debí quedarme dormido y seguir soñando con el incidente, pues parecía repetirse sin cesar, y ahora, al mirar atrás, es como una especie de horrible pesadilla. Una vez la llama apareció tan cerca de la carretera, que incluso en la oscuridad que nos rodeaba pude observar los movimientos del conductor. Se dirigió rápidamente hacia el lugar donde surgía la llama azul -debía ser muy tenue, pues no parecía iluminar en absoluto el lugar que la rodeaba- y recogiendo unas cuantas piedras, las formó en algún dispositivo. Una vez apareció un extraño efecto óptico: cuando se colocó entre la llama y yo, no la obstruyó, pero pude ver su fantasmal parpadeo. Esto me sobresaltó, pero como el efecto fue sólo momentáneo, consideré que mis ojos me engañaban al esforzarme en la oscuridad. Luego, durante un tiempo, no hubo llamas azules, y seguimos avanzando a través de la oscuridad, con el aullido de los lobos a nuestro alrededor, como si nos siguieran en un círculo móvil.
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