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CAPÍTULO UNO
SÓLO UNA COSA ES NECESARIA
ОглавлениеC.J. MAHANEY
Si Marta hubiera sabido que su enojo terminaría en el evangelio de Lucas, probablemente se lo hubiera aguantado. Pero su vergüenza es para nuestro beneficio, ya que en Lucas 10:38-42 descubrimos uno de los puntos más esenciales (ymás descuidados) acerca de la intimidad con Dios.
La historia comienza con Jesús y Sus discípulos viajando a través del pueblo de Betania, a dos millas al este de Jerusalén. Es aquí, tal como Lucas lo describe, que «una mujer llamada Marta le recibió en su casa».
Lucas no lo menciona, pero asumo que Marta también recibió a Sus discípulos. Lo que significa que ella tuvo que preocuparse mínimo por 13 lugares más en la mesa. Y es improbable que ella tuviera por adelantado un horario del itinerario de Jesús. Todo indica que esto fue una visita inesperada y espontánea.
Ponte en las sandalias de Marta… supón que tu pastor y sus doce amigos llegaran a tu casa una tarde y dijeran, «¡Jorge! ¡Gaby! ¡Qué bueno verlos! Estábamos pasando y pensamos detenernos y cenar con ustedes». ¿Cómo responderías?
Tratarías de verte entusiasmado. «¡Qué privilegio!» dirías, con una sonrisa falsa en tu cara. Mientras entran, empezarías a disculparte por el lavabo lleno de platos sucios, los juguetes de los niños en el piso de la sala. Al mismo tiempo estarías mentalmente hurgando por la alacena, preguntándote cómo convertirás una caja de arroz en un gran banquete.
¿Puedes imaginarte a Marta? Ella no maneja un restaurante -ella maneja un hogar.
Si el pueblo de Betania tuviera un restaurante de comida china o un Pizza Hut, tal vez ella hubiera mandado a Jesús y Sus discípulos en esa dirección. Pero eso no era una opción. Marta ahora tiene un grupo inesperado para cenar. Y a pesar de que ella tal vez tenía las mejores intenciones, es casi inevitable que existiera algún tipo de lucha en su interior.
Para este momento la cena no era lo único que hervía en la cocina de Marta. Lo que comenzó como un acto genuino de amabilidad tomó un giro inesperado. Ahora ella está enojada, y haciendo todo lo posible para proyectar un sentimiento de culpa en María.
«Señor» ella grita, interrumpiendo la enseñanza de Jesús, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude».
Siendo una mujer sincera e industriosa, Marta se puso a trabajar para preparar una buena comida. Podemos pensar que ella asumió que su hermana María -probablemente su hermana menor- la acompañaría en la cocina. Imagina su reacción cuando ella ve a María sentada a los pies de Jesús, escuchándolo enseñar. Aquí está Marta, sudando por esta enorme tarea de hospitalidad, mientras su hermana está relajada, inconsciente e inmutada. ¿Piensas que eso podría haber puesto a prueba su actitud mínimo un poco?
Obviamente, no fue un diálogo cordial, y Marta, por supuesto, no tenía idea que quedaría registrado en la Biblia. Pero en este punto ella estaba frustrada, reaccionando pecaminosamente a lo que ella sentía que era una verdadera insensibilidad. La reputación de Marta ha sufrido a lo largo de los años, así que agregaré algo en su defensa. Ella aprendió a través de la amable corrección del Señor, como lo aclaran los Evangelios posteriormente. También, se le alaba por servir. El servicio es un tema enfatizado a lo largo de la Escritura. Fue su actitud pecadora, no su servicio, lo que metió a Marta en problemas.
Al ver la actividad como una prioridad mayor que escuchar al Señor, Martha erró en tres puntos.
1. Acusó a Dios. «¿Señor, no te da cuidado…? Lamentablemente, yo he dicho o pensado eso mismo muchas veces. Si no desarrollamos un estilo de vida de escuchar, inevitablemente comenzamos a dudar del amor de Dios. Nos convertimos altamente susceptibles a falsas interpretaciones de nuestras circunstancias, y es probable que seamos gobernados por nuestras emociones.
Cuando no hemos estado esperando en Dios y escuchando Su voz, fácilmente nos volvemos desconfiados de Su cuidado. Pocas cosas hieren más a Dios que ser acusado de indiferente ¿Sabes por qué? Porque no hay nadie a quien le importemos tanto como a Dios. Nadie se interesa tanto en nosotros como el Señor. Mientras estudiamos la Escritura y escuchamos Su voz nos volveremos conscientes y estaremos seguros de Su cuidado constante.
2. Se distrajo. El American Heritage Dictionary [Diccionario de la herencia americana] define «distraído» como «sufrir de emociones conflictivas; turbado». Cuando no hacemos tiempo para esperar delante de Dios, nos distraemos fácilmente. Nuestra perspectiva se distorsiona, nuestras emociones se agitan y se empieza a generar ansiedad. Marta encaja en esta descripción perfectamente.
Y no creas que Marta está sola en esto -todos estamos bien familiarizados con la distracción y la preocupación. Porque cuando dejamos de escuchar, nos empezamos a preocupar, y preocuparse es una ofensa seria hacia Dios. De hecho, decimos, «Yo no confió en ti, Señor». Pero cuando alabamos y esperamos en Dios, la preocupación rara vez es un problema, porque en la presencia de Dios recibimos seguridad de Su soberanía, sabiduría y cariño. A pesar de que las circunstancias permanezcan iguales, ahora tenemos una perspectiva eterna la cual remueve la preocupación del corazón y la reemplaza con paz.
3. Acusó y condenó a su hermana. No esperar en Dios ni escuchar Su voz normalmente culmina en crítica y comparación con los demás. Frecuentemente somos tentados a resentirnos con los demás, particularmente si parecen ser «más espirituales». Pero si somos honestos, admitiremos que a veces reaccionamos pecaminosamente hacia otros en la misma manera que Marta reaccionó hacia María. Lo que esto revela, entre otras cosas, es que no hemos estado esperando en Dios.
Me conmueve la forma en la que Jesús le respondió a Marta. Pudo haberse puesto de pie y dicho, «¿Tienes alguna idea de a Quién Le estás hablando? ¡Cómo te atreves a ordenarme! ¡Yo te creé!» En lugar de eso, Él Se sentó ahí, esperó hasta que ella terminara de revelar su corazón pecaminoso, y simplemente dijo «Marta, Marta».
(Por cierto …si el Señor usa tu nombre dos veces, prepárate para la reprensión. Es tiempo de acomodar el respaldo y regresar la mesa a su posición original).
«Afanada y turbada estás con muchas cosas», le dijo Jesús. «Pero sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada".
Por favor nota que Jesús no fue empático con Marta. A pesar del entusiasmo con el que ella le sirvió, Él no justificó su actitud en lo más mínimo. Porque aunque el servicio de Marta fue entusiasta, no fue dirigido por el Espíritu ni motivado por la gracia de Dios. Más bien fue una obra de la carne, la cual puede atrapar al cristiano en legalismo no fructífero y en obras muertas. Muy a menudo el resultado es frustración inducida por uno mismo, enojo y desánimo.
Una vez que hemos sido reconciliados con Dios a través de la persona de Cristo y Su obra terminada, es importante que cultivemos una relación con Dios practicando las disciplinas espirituales (adorar, orar, estudiar la Escritura, etc.). En esto, no debemos empeñarnos en imitar a Marta, sino a María, quien, en las palabras de Cristo, escogió «la buena parte, la cual no le será quitada». Imitar a María en su devoción al Señor no sólo es escoger la buena parte, sino es escoger lo que es eterno.
Un enfoque radicalmente diferente
¿Qué se necesita para agradar a Dios? ¿Para conocerlo de forma más íntima? ¿Para discernir Su voluntad? ¿Para servir a Su propósito? Primero, se necesita un corazón que escucha, porque el discipulado comienza contemplando, no actuando.
Si no estás escuchando regularmente la voz de Dios, pregúntate a ti mismo, «¿Estoy haciendo tiempo para escuchar?» Si tu horario revela que no has hecho el escuchar una prioridad, no te debería sorprender que no tengas encuentros frescos e íntimos con Dios.
Escuchar requiere pasar tiempo sin prisas, sin interrupciones, sin distracciones, esperando en Él (Jesús nos enseñó a buscar un cuarto donde podamos ir y cerrar la puerta). Sin embargo, muchos cristianos consideran orar un tiempo para hablar con Dios, sin escuchar. Pero Él tiene mucho que decirnos, y sólo podemos oírlo si escuchamos en vez de hablar.
En el otro extremo, podemos volvernos excesivamente intensos, tratando de hacer que Dios hable. Mientras esperas, Él hablará. Él ha prometido hablar. Él es un Dios comunicativo Quien busca enseñar. Recuerda, nosotros no descubrimos a Dios; Él Se reveló a nosotros. No hay ninguna renuencia de comunicación que tengamos que vencer con nuestro propio esfuerzo -como si estuviese en nuestro poder.
Un aspecto primordial de escuchar involucra la lectura y el estudio de la Escritura. Yo creo que el Espíritu Santo desea aplicar partes específicas de la Escritura a la vida de cada cristiano diariamente. Ésta es una de Sus formas principales de comunicarse con nosotros -si somos espiritualmente saludables- deberíamos ser capaces de identificar verdades claras en la Biblia que el Señor nos está revelando o enfatizando. A través de la Escritura, la Creación, la iglesia, y por Su Espíritu, Dios llena al mundo con Su voz. El único problema es, «¿Estamos escuchando?»
Entonces dejemos que el ejemplo del Señor capture nuestra atención (Marcos 1:35), y no sólo en los aspectos prácticos como leer la Biblia en un año u orar 30 minutos al día (por buenas que sean estas disciplinas). Seamos conscientes también de que Dios ha hablado a través de Su Palabra escrita y desea hablar por Su Espíritu. Tenemos la oportunidad de escuchar la voz de nuestro Padre —llena de sabiduría, dirección, y afecto- si simplemente dedicamos nuestro tiempo a escuchar y esperar en Dios.
1. “Sólo una cosa es necesaria”. ¡Qué declaración tan sorprendente! Frecuentemente necesitamos ser recordados que esperar en Dios y escuchar Su voz merece nuestra atención diaria. Estamos hablando de máxima prioridad.
Al igual que nuestro Señor, Quien tuvo muchas responsabilidades en Su vida, rehúsa conscientemente adentrarte apresuradamente en la actividad. En vez de eso, dedica tiempo de calidad para expresar tu dependencia en Dios y profundizar en tu intimidad con Él.
2. Toma una decisión. Tal vez Marta pudo haber pensado que María estaba siendo perezosa y egoísta, pero escuchar está muy lejos de ser fácil. Implica disciplina y diligencia. Como Jesús le explicó a Marta, «María ha escogido la buena parte» (Lucas 10:42). Cada día (sino es que más seguido), cada uno de nosotros enfrenta una elección. Mientras más escojamos como María escogió, más fácil se vuelve la decisión correcta.
3. Reconoce lo que es eterno. La comida casera de Marta fue olvidada para la hora del desayuno, pero el Pan de Vida que María probó durará hasta la eternidad. Ella invirtió sabiamente en la intimidad con Dios. Y como dijo Jesús, «No le será quitada».
Mañana tomarás muchas decisiones, invirtiendo tu tiempo y energía en varias actividades. La Escritura nos dice que un día Dios evaluará nuestras vidas. De las inversiones que hayas hecho hoy, algunas permanecerán, y otras te podrán ser quitadas.
Si sigues el consejo de nuestra cultura, invertirás en un amplio portafolio de placeres temporales. Escuchar la voz del Señor estará hasta abajo en tu lista de prioridades. En vez de eso, buscarás adquirir las últimas y mejores posesiones materiales. Perseguirás intereses profesionales con una devoción ciega que descuida a la familia y a la iglesia. Complacerás cualquier forma de ocio. Y en el proceso tu fe se convertirá en esa forma barata de cristianismo conveniente y cultural que —trágicamente—es la norma hoy en día.
La alternativa de Dios es radical. Él está levantando hombres y mujeres en iglesias locales quienes son radicalmente diferentes en su pasión y en su búsqueda. Radicalmente diferentes en lo que se refiere al materialismo. Radicalmente diferentes en sus metas profesionales. Radicalmente diferentes en cómo usan su tiempo libre. ¡Radicalmente diferentes! No motivados por legalismo sino en respuesta a Su increíble gracia. Él no nos está privando del placer —¡nos está dando plenitud de gozo en Su presencia! Y nos está moldeando para ser personas que Lo reflejen para poder alcanzar al mundo.
Mientras practicamos diariamente las disciplinas espirituales, escogemos la buena parte, la cual no nos será quitada. Experimentaremos la única cosa que es necesaria —la intimidad con Dios. Tal como María.
DISCUSIÓN GRUPAL
1. Si te dieran la oportunidad de conocer a Dios cara a cara, y te permitieran hacerle sólo una pregunta, ¿cuál sería?
2. ¿Cuándo fue la última vez que te encontraste frenéticamente ocupado? ¿Pudiste haber evitado la prisa?
3. Describe una situación donde recibiste una palabra clara del Señor.
4. ¿Te puedes identificar con el «Salmo 23» distorsionado de la página 15?
5. Nombra dos cosas que te dificultan escuchar a Dios.
6. ¿Qué nos debería motivar a ser radicalmente diferentes de nuestra cultura?
7. ¿Cómo nos pueden ayudar las disciplinas espirituales a escuchar a Dios?
LECTURAS RECOMENDADAS
• Disciplinas Espirituales para la vida cristiana por Donald Whitney (Tyndale Español)
• Sed de Dios: Meditaciones de un hedonista cristiano por John Piper (Andamio)
• The Spirit of the Disciplines [El Espíritu de las Disciplinas] por Dallas Willard (San Francisco, CA: HarperCollins Publishers, 1991