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Prólogo

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Alfonso Reyes subrayaba que la crítica se acerca al poema a partir de una escala que marchaba desde la impresión y la exégesis hasta el juicio; y que la misión del crítico consistía en iluminar tanto al lector que disfruta de la literatura en general como al especialista que desea hallar elementos nuevos en la comprensión de la lírica de un autor. A este acercamiento del crítico sobre el poema, Reyes le otorga un componente a todas luces fundamental: el amor. Este amor se traduce en la conexión que se establece entre el crítico y aquello que examina, el poema; pues este vínculo empático llevará al estudioso por caminos en los que la arriesgada intuición arrojará lúcidos resultados. El amor en el ejercicio de la crítica es siempre la muestra de una clara emoción y un profundo conocimiento. De lo propuesto por el universal ensayista mexicano, resulta posible deducir que la presencia de la creatividad es capital en el trabajo del crítico. Todo ello es pertinente de reconocer y remarcar en el ejercicio crítico del docente universitario Camilo Fernández Cozman. Su nombre está asociado al desarrollo de estudios sobre la poesía hispanoamericana contemporánea y, evidentemente, al asedio de los principales poetas peruanos del siglo XX. Su encomiable labor se inició hace veinticinco años con la aparición de su primer libro, Las ínsulas extrañas de Emilio Adolfo Westphalen (1990), y desde ese momento lleva en su haber un total de quince libros de exégesis literaria, sin contar sus cuatro traducciones publicadas de la poesía francesa y un poemario.

Si se establece un conjunto de características propias de su labor ensayística, entonces será necesario identificar rigurosidad, flexibilidad metodológica y, por supuesto, la presencia de la creatividad, hecho que le permite asociar y construir interpretaciones sugerentes que solo el humanista, en palabras de Reyes, puede vislumbrar. La creatividad es imprescindible a la hora de desentrañar los universos representados en los diversos géneros literarios. Fernández Cozman amalgama de manera acertada la rigurosidad académica que demanda la comunidad universitaria con la creatividad, que no solo es característica privativa del artista. Así, en sus diversos ensayos procede a reescribir e interpretar la unidad de todo poema en sus dos dimensiones: res y verba. Ello, insisto, lo encontraremos en todas sus publicaciones y, con toda claridad, en su nuevo aporte: Interculturalidad y sujeto migrante en la poesía de Vallejo, Cisneros y Watanabe.

Se ha mencionado que la flexibilidad metodológica es una de las características de los trabajos de Fernández Cozman, y a ello hay que sumar su rechazo al lugar común y su indagación por diversas propuestas teóricas. Vale decir, en sus investigaciones observaremos la clara necesidad de la búsqueda de distintos marcos teóricos con los cuales abordar la complejidad de los planos del texto lírico. Uno de esos horizontes teóricos lo constituye la ciencia de la retórica, que en la obra del crítico peruano transita desde los aportes del Grupo de Lieja hacia los enfoques de la Retórica General Textual de Stefano Arduini, Tomás Albaladejo, Lakoff y Johnson, la teoría del estilo de Giovanni Bottirolli, y sus exploraciones de la retórica argumentativa basada en las ideas de Chaïm Perelman; así como también en las nuevas propuestas de la retórica comparada.

Es válido añadir que la labor que desarrolla Fernández Cozman consiste en convertir aquellos marcos teóricos –que no fueron necesariamente pensados para la revisión de textos poéticos– en herramientas de análisis, en conceptos operatorios capaces de analizar y explicar, con meridiana lucidez, los más diversos poemas. A esta última afirmación es preciso sumar, además, su propuesta metodológica para el examen de los poemas, metodología interpretativa que ha sido asumida por un gran número de estudiantes de literatura de la Universidad de San Marcos, y que ha quedado plasmada en diversas tesis sobre poesía que se han sustentado en dicha institución. La metodología propuesta por el crítico peruano consiste en los siguientes cinco pasos: el análisis del título, la segmentación del poema o el reconocimiento de las partes del poema entendido como texto retórico; el análisis de las principales figuras retóricas vinculadas con la ideología del poema; luego, la identificación de los locutores que intervienen en el circuito comunicativo del poema, acompañada del examen de las distintas técnicas argumentativas con las que se opera, y finalmente la propuesta de la visión del mundo que ofrece el poema analizado.

Otra característica de las investigaciones de Camilo Fernández es su preocupación por el estudio de la forma literaria. Con ello, persigue el propósito de superar los enfoques con los que se privilegia el abordaje contenidista, cuya falencia radica en la reducción del análisis literario a solo uno de sus planos. Para el miembro de la Academia Peruana de la Lengua, es de suma importancia no omitir la revisión del plano formal, ya que este es portador de la ideología que se configura en el texto lírico.

A la luz de la vasta obra de Camilo Fernández, se puede pensar y desprender la existencia de un gran proyecto cuya finalidad es sistematizar y explicar la dinámica de la poesía peruana del siglo XX. Este nuevo libro es una prueba que lo confirma, porque es la lectura transversal de tres medulares poetas (Vallejo, Cisneros y Watanabe) a partir de dos ejes temáticos relevantes: la interculturalidad y la noción de sujeto migrante.

En este libro, el académico realiza un importante llamado a una metodología propia de las ciencias humanas que no conciba un procedimiento cerrado o monista, propio de una visión positivista. Fernández, tomando como argumento de autoridad a Gadamer, aboga por una hermenéutica que involucra ante todo un diálogo con el texto, el contexto y la historia. El enfoque cultural que adopta el crítico peruano del filósofo alemán, le permite ir más allá del inmanentismo analítico y comprender la literatura como un sistema interrelacionado con otros en un amplio diálogo entre sí.

Uno de los aportes de este libro radica en la propuesta de poesía intercultural, idea que reelabora de manera creativa a partir de los postulados de Ángel Rama para la narrativa. Fernández señala que la poesía intercultural se evidencia en cuatro niveles, de los cuales tres toma de Rama (la lengua, la estructuración literaria, la cosmovisión) y añade un cuarto: estructura figurativo-simbólica. Con ello, el crítico peruano lee la poesía de Vallejo, Cisneros y Watanabe como la manifestación de un diálogo dinámico y tenso entre culturas, en el que se articulan aclimatación, mutua plasticidad y originalidad. Fernández planea además una sugerente propuesta que considera a Manuel González Prada, con sus Baladas de tópicos peruanos, como un antecedente de la poesía intercultural.

La concepción de la poesía intercultural está sumamente vinculada con la noción de sujeto migrante, categoría que Fernández Cozman toma de Antonio Cornejo Polar. El académico peruano observa que el discurso del locutor de los poemas de Vallejo, Cisneros y Watanabe se caracteriza por realizar su enunciación desde distintos espacios, hecho que revela su heterogeneidad y complejidad. Este locutor posee una sensibilidad y percepción del mundo desde la multiplicidad.

Sin duda, la Universidad de Lima acierta notablemente al publicar esta investigación de uno de sus docentes más connotados. A todas luces, este libro se convertirá en un clásico en el fructífero campo de los estudios de la poesía peruana contemporánea.

Luis Eduardo Lino Salvador

International Society for the History of Rhetoric

Universidad Antonio Ruiz de Montoya

Interculturalidad y sujeto migrante en la poesía de Vallejo, Cisneros y Watanabe

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