Читать книгу Atrévete a escribir - Carlos Cuauhtémoc Sánchez - Страница 8
ОглавлениеReto #1
Destinatario real
PIENSA EN ALGUIEN
Antes de comenzar a escribir, imagina a tu lector; trata de encontrarte cara a cara con él; aprende a escucharlo para que puedas hablarle al corazón.
Vamos a ver.
Si escribes solo para cumplir con un trabajo, desahogarte, matar el tiempo, o hacer los ejercicios de catarsis que te encargaron en el hospital psiquiátrico, está bien (escribir sirve para todo eso), pero no eres escritor.
Si escribes para lucirte ante el mundo, para que el pueblo te conozca y te venere, para que los neófitos adinerados te contraten como conferencista; y para que la fuerza te acompañe, lo siento, tampoco tienes madera de escritor.
Quien escribe de verdad, lo hace para que una persona le lea.
Dije UNA. No dos, ni cien, ni mil.
Cuando escribí el libro Sangre de Campeón, tenía en mente a mi hijo, de 8 años. Todas las frases, páginas, e ideas, iban dirigidas a él. Después, ese libro fue leído por millones de lectores de todas las edades, pero como, de origen, se concibió para un Destinatario Real, el libro se convirtió en un regalo que cada lector tomó para sí mismo. Cuando escribí La última oportunidad pensaba en un amigo de la universidad, y Juventud en éxtasis significó una carta personal al joven que yo mismo fui diez años atrás.
Piensa en un ser humano específico (no en muchos). Si puedes, imagina a alguien íntimo; así, el resultado será más intenso. Es EL PRINCIPIO DE INTIMIDAD EN LA COMUNICACIÓN: “Nuestra capacidad de decir cosas valiosas es directamente proporcional a la importancia percibida de la persona a quien nos dirigimos”.
En mi caso, al escribir Conflictos, creencias y sueños, supe que solo le daría ese regalo a la persona amada. Me propuse escribir para ella. Mi musa imaginaria. Mi Sheccid. Haz lo mismo. Piensa en tu pareja. La que tuviste. La que tienes. La que tendrás. No se me ocurre un destinatario más valioso con quien podrías compartir tus alegrías y sinsabores, con quien serías capaz de fusionar tu alma y tu piel, exorcizando la soledad y gozando el calor de un alma complementaria. Dirígete a él o ella. Escribe con ese nivel de confidencia y ocurrirá algo maravilloso.
Observa este ejemplo.
José Carlos:
Me intimida un poco escribirle a un escritor. Pero después de leerte me siento inspirada.
Yo no sé quién eres. O, mejor dicho, te conozco menos de lo que tú pareces conocerme. Pero sé una cosa. Dios ha permitido que tú tuvieras ese amor (o esa obsesión) hacia mí, para decirme a través de ti que soy digna de recibir cariño.
Mi vida ha sido muy desafortunada… Podría ser el argumento de una novela triste. Algún día te la contaré para que la escribas. Es una historia en la que hay desgracias y aparece un milagro que brinda a los protagonistas esperanza. Ese milagro eres tú…
Me halaga que me quieras tanto… y asegures que tengo predisposición para el amor y que has visto en mis ojos una profundidad distinta, que creas haber percibido en mí la sensibilidad de alguien desesperado por la soledad absurda. Sigo sin comprender cómo sabes eso. ¿Quién te lo dijo?, ¡y vuelvo a pensar que es un milagro!
José Carlos, gracias por considerarme en tus planes, por demostrarme que los sueños pueden hacerse realidad, y sobre todo gracias por decirme que mi condición inicial no determina mi porvenir…
Amigo, en cuanto me sea posible, buscaré la forma de regresar a ti.
Iniciarás tu libreta de Conflictos, creencias y sueños. Quizá se convierta en tu materia prima para concebir después un libro. Tienes mucho que decir. No lo guardes en un cajón. Sal a la luz. Sé luz. Atrévete a más. Exprésate como nunca antes.
Escribe...