Читать книгу Vivir las obras de misericordia - Carlos E. Barrio y Lipperheide - Страница 8
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
… ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso y no te hemos socorrido? (Mateo 25, 44)
La misericordia es el corazón de Dios y del hombre. Sin misericordia no habría humanidad. La misericordia es tan esencial a nuestro ser que “… es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida”. (1)
El Evangelio es un canto permanente a la misericordia de Dios y Jesús, “…el rostro de la misericordia del Padre”, se refirió muchas veces a ella, tanto con el testimonio de su propia vida, como con sus enseñanzas. Nos dice el Papa Francisco que la “misericordia es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad”. (2)
La tradición de la Iglesia fue elaborando en el transcurso de los años lo que dio en llamar las Obras de Misericordia, es decir aquellas acciones a través de las cuales vamos plasmando y forjando, en la vida concreta, la misericordia con nuestro prójimo y nosotros mismos, ligados a Dios.
San Tomás de Aquino, en su Suma Teológica, recoge esta práctica vivida en la tradición de la Iglesia y clasifica sistemáticamente las obras de misericordia dividiéndolas en obras corporales y espirituales.
Esta tradición se ha extendido hasta nuestros días y hoy siguen teniendo plena vigencia y valor. Tan es así que el Papa Francisco nos pidió concretamente en el año 2015 que reflexionáramos “durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales.” (3)
Desde hace muchos años vengo reflexionando sobre las obras de misericordia. Cuando era muy joven recuerdo haber escrito un artículo sobre ellas, impulsado por un gran cristiano y mejor persona, Fermín Azcárate, amigo de mi padre, quien me abrió los ojos a su profundidad y vigencia, como una respuesta para hacer un mundo más justo y misericordioso desde una perspectiva cristiana, alejada tanto de la indiferencia materialista capitalista como de la violencia marxista. ¡Gracias, Fermín!
Recuerdo que en ese tiempo le acerqué un pequeño escrito que había elaborado al entonces obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, con quien conversé varias veces, y me alentó a profundizar su estudio y mi compromiso.
Vale la pena nombrarlas y recordar estas obras de misericordia que buscan abarcar al hombre en todas sus dimensiones; adentrarnos en su sabiduría.
OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES
Dar de comer al hambriento.
Dar de beber al sediento.
Vestir al desnudo.
Dar posada al peregrino.
Visitar al enfermo.
Redimir al cautivo.
Enterrar a los muertos.
OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUALES
Enseñar al que no sabe.
Dar buen consejo al que lo necesita.
Consolar al triste.
Corregir al que se equivoca.
Perdonar al que nos ofende.
Sufrir con paciencia las flaquezas
de nuestro prójimo.
Rogar a Dios por vivos y muertos.
Este libro contiene oraciones, poesías y pensamientos sobre ellas que buscan inspirarnos para vivir más plenamente la misericordia y encarnarla en la vida concreta de todos los días, sabiendo que es el corazón de Dios.
He dividido de una forma práctica su lectura, rezo y meditación, dedicando cada día de la semana a una de ellas, de forma tal que, en la primera semana, habremos completado las 7 obras corporales de misericordia y en la segunda las 7 obras espirituales de misericordia.
El libro contiene 8 semanas, por lo que su lectura abarca aproximadamente dos meses de profundización y vivencia.
Una primera mirada a las obras de misericordia nos lleva a verlas solamente una actitud personal de hacer algo por el prójimo o Dios (dar de comer, beber, vestir… enseñar, dar buen consejo, rezar a Dios…, etc.). Pero ellas también nos interpelan como acciones que recibimos de los demás. Es decir que, en muchas oportunidades, no somos nosotros quienes las realizaremos, sino que las recibiremos de otros. Nos hemos centrado históricamente en verlas más desde la perspectiva activa (como nuestra acción hacia los demás) y menos desde la pasiva, como personas que las recibimos de otros; y sin embargo su lado pasivo tiene un enorme valor e importancia para descubrir todo lo que nuestro prójimo hace por nosotros, permitiéndonos agradecer el regalo de su efecto en nuestras vidas.
Al final de cada día de oración he agregado una propuesta concreta de acción a llevar a cabo, relacionada con el objetivo de la obra de misericordia, comenzando con las palabras “Hoy me propongo…”
Y a continuación he agregado una frase que comienza con las palabras “Además, hoy voy a hacer lo siguiente: …”, para que cada persona que lea el libro tenga un espacio para reflexionar sobre su propia acción de misericordia a llevar a cabo.
Los invito a recorrerlas con un ánimo de recogimiento y meditación sabiendo el tesoro que cada una de ellas guarda y el camino orgánico y pleno que nos proponen, si las vivimos en plenitud en su conjunto.
Carlos E. Barrio y Lipperheide
carlosebarrio@gmail.com
1- Misericordiae Vultus, 2.
2- Idem.
3- Op.cit., 15.