Читать книгу Despertar contemplativo - Carlos Samaniego - Страница 7
ОглавлениеUn viaje necesario
Lo que diferencia a un turista de un viajero es que el primero conoce su destino antes de emprender el viaje, el segundo no tiene rumbo fijo, se hace al andar su propio sendero. El turista tiene cierta noción de los pasos para seguir; de hecho, mediante fotografías u otro medio tecnológico tendrá un atisbo, un panorama más vívido de su periplo, pero en ello también trilla su belleza. Todo lo cuadra a su medida y disipa la magia de lo incierto, teme sorprenderse, pasar alguna experiencia no grata.
El trayecto recorrido es lo que afianza, porque ya se conoce de antemano y no hay margen para extraviarse. Salir a oscuras es más osado, te puedes topar con bandidos, climas hostiles, contratiempos, pero todo eso será la suma de un nuevo aprendizaje. Un recorrido manso y de corazón siempre deja una huella inolvidable. Si nos deslumbramos al contemplar cerros y paisajes nunca vistos, si nos extasiamos al tratar a gentes de costumbres diferentes, si el corazón se estremece por oír una voz que evoca recuerdos o una mirada que acaricie el alma... Nada, te aseguro, se asemeja a lo que vive el ser en comunión con su esencia.
Tomemos de ejemplo a esos mochileros llenos de entusiasmo y con ese brillo especial en sus ojos, ellos no imaginan con qué sorpresas se encontrarán al doblar la esquina; si reirán por pisar un charco de agua, ligarán un esguince al escalar una montaña; o en danzas contemplarán las estrellas del cielo, cuando todo es silencio, en éxtasis profundo.
Todos los seres humanos tenemos ante nuestras manos estas dos posibilidades: la del típico turista al que lo mueven de aquí para allá y conoce una faceta del sublime paisaje, o bien, opta por convertirse en un aventurero, se arriesga y sale de sus fronteras. Las dos opciones son válidas, pero vivir al límite siempre te impulsa a más, convives con el miedo, pero el miedo más tarde es tu mejor aliado y puedes dominarlo todo, porque te conoces a fondo.
El viaje lo realizamos a cada segundo, a cada instante tomamos decisiones que nos nutren como visionarios, tenaces y optimistas, o bien empañamos los ojos, con sueños sin soñar y doblemente marchitos. El que conduce el colectivo está viajando, el que lo coge para ir al trabajo y al final, sea cual fuere la situación, son todas acciones voluntarias, nadie podrá decir lo contrario: “No tuve opción”. “Es difícil”. “¿Para qué?”. Vivir de las excusas es lo más fácil, vivir sin rebelarse por encontrar el camino acertado es lo que hace la mayoría.
El hombre que sale de su casa con los auriculares puestos escuchando música y entra en el subte, en el tren, y que jamás se desvía del camino, destruye el sentido de la vida; su monotonía la desfigura, ese estilo y elección lo anestesian, lo hacen previsible y deshumanizado. Él inconscientemente crea sistemas de defensas para no ser lacerado.
La vida es muy hermosa para vivir con miedo, el miedo si no es dominado paraliza, no enjaules la vida porque el único que quedará prisionero serás tú. Rompe con esos viejos ciclos para obtener resultados grandiosos, para sentir espiritualmente la energía original que susurra en ti, la energía que crea mundos habita en ti. Si te encuentras cómodo, demasiado, que casi no vives, tan apático como para pasar el día entero en la cama y mirar la lluvia desde la ventana por no querer mojarte un poco, estarás dejando pasar esta gran oportunidad de vivir, y en la vida solo tienes que hacer eso: vivir entrando en ti.
Este viaje a lo desconocido es para los valientes, para los intrépidos, para los que no se conforman con un mundo en decadencia. El camino contemplativo te exigirá romper el molde, de otro modo solo estarás traicionando tu alma, si no estás convencido solo perderás el tiempo. Tienes que estar dispuesto a pagar el precio, a convivir con la indiferencia, con el rechazo, con las críticas dañinas y los sarcasmos. Pero tu alma se forjará de tal manera que nunca estarás solo, te convertirás en fuego, en tu propósito.
Si desconoces la magia espiritual, si jamás has entrado en ti o sostienes por ignorancia una falsa devoción, no debes atemorizarte, ni ser duro contigo. No descubrir los talentos que proporciona tu ser es igual a estar muerto, aunque no hayas vivido no significa que nunca lo hagas, que estés destinado a un sepulcro espiritual. Quizá solo vivas en la mente y en el cuerpo, en lo que aporta placer, un disfrute efímero y un falso sufrimiento. Es hora de transitar senderos diferentes, llenarte de nuevas experiencias, de vitalidad y sobre todo: de amar sin límites. En cuanto más amemos, más nos estaremos acercando a aquello para lo cual fuimos creados, porque cada uno de nosotros no está aquí más que para aprender del amor; de las miradas, las palabras, los gestos, que nos dan la posibilidad de enmendar cualquier error del pasado. El amor eleva y redime.
El camino estrecho es el más difícil y el liviano es el que impone el mundo. No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de esto, que todo lo forzado siempre está en nosotros porque nos acostumbramos a seguir, a conformarnos con los que nos dijeron nuestros padres y abuelos, los que nos trasmitieron los maestros. De manera que pocos quieren más (o mejor, quieren), pero no se animan a trabajar por ello.
El mundo te dará estás consignas: “¡Corre!”, “¡Desoriéntate!”, “¡Resígnate!”.
Mucha gente vive hiperactiva, se levantan temprano, trabajan, van al gimnasio y ocupan todo su tiempo convirtiéndose en rehenes del reloj. Tampoco logran la paz y la armonía deseadas, es precisamente porque van afuera y no adentro, en su interior, luego de esto surge la desazón, la desesperanza, el fastidio y por último la resignación. Se pierde la fe y el vivir de forma nociva y enfermiza se naturaliza.
Todas estas conductas nos conducen lejos de nuestra realidad. Si olvidamos lo natural de la vida: reír, intimar, crear, perdonar y amar, no daremos en el blanco. Si no estamos dispuestos a orar, a cultivar nuestra vida espiritual, estaremos ineludiblemente destinados al fracaso. Es la razón por la que el amor solo aparece en las telenovelas, pero es un amor ficticio; el amor verdadero incomoda, incomoda porque es genuino, limpio, sano y construye puentes donde todos ven grietas y abismos.
Está en cada uno la decisión de ser personas de bien o no, está en nosotros disfrutar y agradecer lo que la vida nos pone en el camino y sortear cada obstáculo, o solo renegar, retroalimentar el dolor, el rencor y el odio. Si te alejas de tu misión personal, si renuncias a tus dones, el universo no pondrá obstáculos en tu camino, no tendrás menos valía por ello, pero estarás limitando tus sentidos espirituales. La sed y el hambre te acompañarán a lo que traducirás como frustración, y solo será la desconexión contigo.
Verterte al exterior por vanos placeres es un camino dulce al comienzo, pero lleno de tristezas, nada en efecto suple el regocijo de fluir. Si te impones ante tu ego, lo miras de frente y entiendes cuán innecesario es, le quitas el poder, lo desinflas.
El ego es una coraza, una máscara. Todos en algún instante de la vida, consciente o inconscientemente, usamos máscaras, aparentando lo que no somos. El problema reside en que no podemos pasar la vida entera fingiendo, procurando ser lo que no somos.
Algunos van a las iglesias, oran largas horas y cuando llegan a sus hogares, o en sus trabajos son personas totalmente diferentes, renegadas y sin esperanza; eso es hipocresía (una máscara).
¿Por qué muchos van a las iglesias y solo piden? Bendición, sanación, prosperidad económica, de manera que lo supremo es solo un medio para su conveniencia. Dios se convierte en un aliado que solo debe asentir a los reclamos y quejas. Sé agradecido, siéntete contento con lo que te “tocó”, porque estés donde estés, nada ni nadie te puede impedir de llegar adonde quieres, a tus metas más profundas, tu eres el mentor, o el suicida de tus sueños.
Cuando hablamos de lo supremo, de los credos, muchas personas se mantienen en una infancia espiritual alarmante. No estamos en la vida para debatir, discutir sin sentido. No estamos para juzgar ni criticar a los demás, aquel que despotrique una doctrina tiene miedo, lo desconocido da miedo y habla a las claras de la propia inseguridad. Podremos parlotear todo el día, pero si juzgamos al prójimo, si nos carcome un celo inmaduro, esa comunión universal habrá sido solo una ilusión.
Más que con palabras oramos con las obras, con todo lo que nos demande la vida en ese instante, sin alardes y con simpleza. Los primeros eremitas, conocidos como “padres del desierto”, batallaron grandes combates sobrenaturales, muchos de ellos solo meditaban en el nombre del Señor: “Jesús, ten piedad de nosotros”. Alcanza la intención profunda para entrar en la vida contemplativa, es transformarse internamente, el nombre de Jesús tiene un gran poder.
Es el motivo por el que no te prometa el éxito, las riquezas de este mundo, mi único propósito es el que despiertes, no tengo otro, más que sacarte de tu zona de confort. Quiero que luches por encontrar la vida de espíritu, tu vida es mucho más sagrada de lo que crees, mucho más radiante, recuérdalo. No podemos medir la grandeza en cuanto a títulos, a los talentos que desarrollamos en la cotidianidad, no puede estar la vara elevada solo en el dinero, ya que hay gente adinerada y honores con mucha frustración. Por otro lado, personas gentiles y llenas de pasión, que no tienen puesta sus metas en otra cosa más que en trascender mediante pequeños gestos, como el cariño, la entrega diaria.
Hay un desafío que debe afrontar cada alma, no importa el tiempo que transcurra, lo deberá enfrentar y decidir; esto es, vivir dentro de uno y dominar su mundo interior, o ser arrastrado viviendo fuera. Afuera es divertido porque vamos al cine, porque nos relacionamos con las personas que queremos, pero después de esto hay que volver a la casa, descansar y cargar fuerzas. Lo mismo ocurre en la vida interna, salimos por un rato, pero debemos regresar, cerrar los ojos y nutrirnos en la oración, reflexionar y expandir esa fortaleza.
El alma que entre en sí, se relacione poco a poco con la vida interior, no medirá como antiguamente lo hacía, recogerá aguas frescas que le darán una lucidez radiante. No será indiferente en su entorno, obrará justicia y piedad, será religiosa, contemplativa, reverenciará la creación. Reverenciar la creación amando a cada ser con sus tintes e improntas, la luz mella el corazón endurecido y viejo, le otorga la mirada fresca y perdida.
Todas las personas tienen objetivos trazados, sueños por cumplir, algunos medios dormidos y otros a flor de piel. Los sueños son elementales para no bajar los brazos, está genial presionarse, pero es bueno tomarse un tiempo, como cuando hemos amasado y damos espacio a que leve la levadura. Este descanso no debe ser ordinario, no es como el del sujeto que se apresura a llegar a su casa para reclinarse en el sofá y mirar la televisión, no te automatices, estás llamado a sorprenderte a cada instante, a saborear la cotidianidad, la experiencia sencilla del amor.
El don más grande del universo es el amor, nadie lo acepta tal cual es, ya que el amor verdadero trae lágrimas y alegrías. Es como una rosa: tiene su fragancia, sus suaves pétalos y sus espinas; el apasionado de las rosas las valora tal cual son, las quiere tal cual son... Si se pusiera a quitarle la espina a una de ellas ya no sería la misma, su magia se perdería. Cuando amas a alguien sucede algo similar, lo aceptas con sus virtudes y defectos, con sus luchas y sosiegos; si intentas cambiar su personalidad drásticamente solo herirás sus sentimientos y al igual que la rosa con el tallo dañado, se marchitará.
Entendemos tan poco del amor, nosotros, los hombres; apreciamos a los que nos estiman, o cuántas veces damos con el pleno conocimiento de obtener algún rédito. Caminamos como turistas, con miedo a lo desconocido, no como simples viajeros, desligados; nos cuesta tanto tratar con el prójimo que es más fácil huir al mundo virtual, pero estás escapando, entiende eso. Si no te permites mirar a los ojos a la persona que tienes enfrente te pierdes de vivir, de encontrarte tú, de renacer.
Tomar el hoy con gratitud es un gran paso, es dominar al hombre viejo que quiere saltar del pasado al futuro y viceversa. Salir de la mente es sacudirse del polvo y luchar por la corona de la vida, el alma entra en el no tiempo, en la poderosa unión con el todo. Sin los dones de Dios, sin los lazos de pureza la mente se vuelve indomable, eso se refleja a diario en las personas frustradas, las que se sugestionan medrosas a perder el trabajo y se forman una idea de que sostienen algo. Al fondo de esas decepciones o temores se esconde la incertidumbre a tomar diferentes horizontes. Sé que es duro quedar sin empleo, te aseguro que se abrirán nuevas puertas, surgirán ofertas impensadas; puede que pases oscuridades, luchas, hasta ciertas privaciones. Hay un tiempo para perder y otro para triunfar, un tiempo para soltar y otro para recoger. Nunca apoyes tu universo en la corriente exterior, ni en un amor o un maestro, el linaje humano es débil, falla a diario. No bases tu esperanza en un político ni en los que se tienen por poderosos, a estos les corroe tu libertad, te quieren ver mendigando o adulando su imagen. Mejor eleva tu mirada al cielo y ora, abraza una pertenencia sobre tus pensamientos, que sean tuyos y puedas deleitarte en ellos. Todo el mundo te querrá dar un plan de escape, pero ese plan encierra espada y látigo, todos los que te ofrezcan algo misericordioso traen detrás sus propias reglas, trabas y amarguras.
Si echamos una mirada realista por la vida de Jesús, entenderemos que en ningún momento vino por el mundo, sus riquezas y sus fuerzas. Él se manifestó por las almas y a sanarlas; a ungir las heridas del enfermo, a dar luz en las áreas oscuras del corazón endurecido, a unir a los hermanos distanciados. Esta es una escena que se repite incesantemente en la humanidad, aprecia solo una cara de la moneda, solo la comodidad y el bienestar, aunque sea un fugaz espejismo. Imaginamos a un Dios fuerte y distante, no al que camina junto a la persona doliente; a ese Cristo no se lo quiere y se lo rechaza como hace dos mil años, el Jesús llagado es despreciado.
Es que la vida se hace visible al nacimiento y dura seis, siete años, luego de esos seis o siete años el niño decide por propia voluntad tomar trampas y ficciones del mundo adulto. Hay un cambio en su mentalidad. Luego ya no querrá oír al amigo que le aprecia sinceramente, el amor y la concordia no están a la moda: la ira, los malos hábitos, la rebeldía contra los padres; llevar una vida desenfrenada, eso sí parece grandioso y es tomado con naturalidad. Si actúas así no descubrirás quién eres, no discernirás qué hacer con tu tiempo libre o tratarás de sobrecargarte de basura para no caer en el aburrimiento. No robes la inocencia de nadie y en lo posible conserva tu propia pureza, intenta alcanzar un conocimiento tal de tu persona que te permita obrar con equidad.
Si haces esto caminarás tus propios caminos y eso se convierte en mágico y loable.
Si quieres correr por los prados, recostarte con el rostro al sol, acoger el silencio o trepar una colina; solo ve y corre, recuéstate, sé silencio y escala. Traza tu propio sendero, no esperes a que otros te validen, lo que en ti susurra conviértelo en leyenda. Ese es el secreto, la verdadera riqueza estriba en vivir cada instante con amor e inocencia, recreándote como niño del cielo; es mejor ser tildado de irracional que convertirse en un cementerio de llanto y olvido.
Durante el día te agitas por un sinfín de tareas, pero, en realidad, ¿cuántas aportan dicha? La felicidad escapa de la mayoría porque un hombre entre mil se forjará en valor para realizar esta travesía. El ser corriente, el que actualmente vive en la tierra, se volcó tanto en su parte física, en su vestidito, que olvidó la parte espiritual que le antecede, que lo convierte en apertura universal. Aquel que logre desvelar el misterio, que comprenda que no solo es su cuerpo, muy pocas veces estará dividido y su vida será un fluir constante a la fuente eterna. No se levantará con dureza ante un semejante, no dañará ni de forma física ni de pensamientos, pues verá en el prójimo su reflejo.
Dispone de un tiempo para ti, resérvate al menos quince minutos, al ambiente lo irás construyendo poco a poco, procura entrar en ti, ese es el viaje a la vida y excelencia.
Vivir cualquiera vive, pero saber vivir es un arte divino y dadivoso, captar ese instante es eternizarlo; recuerda que todo viaje es hacia fuera, este particularmente será en las profundidades de tu ser.
El despertar de los ángeles es comparable con lo que sucede en el hombre cuando se encuentra en espíritu, no fue ni es un despertar somnoliento, sino plenamente lúcido, un despertar intelectual. Porque el alma se mueve en principio a tientas, pues no conocía las dimensiones de esa casa ni qué tanto deleite hubiera dentro. Si esta alma persevera en esa oscuridad, sin detenerse ante los ladridos de perros y malhechores que todavía rondan alrededor de su morada, porque no quieren estos sentidos corpóreos morir, ni darle virtud a la vida superior. Obstinados a arrastrar a la pobre criatura por la concupiscencia de sus bajos instintos, hacen todo lo posible por hundirla en su viejo estado.
Los pensamientos brotan tanto de ella misma como de las fuerzas contrarias que le hostigan, por eso el alma aun entrando le puede oír y ser dañada. Y aquí lo bueno de la oración, que si es beneficiosa cuando se repite en voz alta y de corazón, tiene mayor poder meditada en silencio. Más avanzada el alma se eleva donde no llegan casi pensamientos, es como la antesala suprema, donde el espíritu socorre entendiendo el deseo de esta pequeña que quiere elevarse de lo terrenal.
Puede quedar como adormilada en el cuerpo, los sentidos quebrados y entrar en un todo, que no es otra cosa que reencontrarse con su Señor. Comparable a destapar la bóveda del alma y entrar en el campo contemplativo. Como si lo conocido desapareciera y no existiera cuerpo; de hecho, a veces sorprendido el hombre de estas cosas atisba (con los sentidos espirituales) cuánta extensión existe entre sus miembros; es decir, no entenderá dónde está su izquierda o derecha, entiéndase que dentro es infinito.
Aquí lo maravilloso de oír al corazón; dicen los teólogos que el corazón se encuentra unido al corazón de su Señor. Entiendo esto como el hijo que se une a la madre por el cordón umbilical y es la vía por la cual obtiene alimento, el hombre recibe a través del corazón todos los bienes hasta formarse y respirar por sus propios medios. He aquí cuando vemos a las almas desinteresadas y altruistas que decimos: “Tiene un gran corazón”. Lo expresamos en término figurativo, y bien cierto es que el corazón al ennoblecerse se extiende por su belleza, a semejanza del corazón de Jesucristo, atravesado por la lanza de Longinos, y sin este acto las entrañas de las misericordias no serían abiertas para la humanidad. El hombre al haber descubierto el alma y su morada no tiene su corazón dentro, pues él es dentro de este, para ser una imagen perfecta de lo divino.
El corazón es el portal sin puertas que te conducirá a la contemplación y la contemplación a una vida más grata y alegre, de ti depende tomarla o no. El hombre toma conciencia luego que le suceden episodios indeseados, después que sufre bastante se lanza en esa búsqueda, no está mal, pero en tantas oportunidades se ve engañado por falsos maestros, que desvirtúan el rostro real del amor. Para amar descubre tu interior, ahí puedes oír la voz de tu corazón y cuando la oigas no podrás confundirla con ninguna otra; esa parte es sabia, inocente, reflexiva y siempre te orientará de la mejor manera.
Empieza por algo simple, por el silencio y un rato de soledad; todas las personas escapan de la soledad y el silencio, temen perderse. No puedes desviarte más de lo que estás ahora.