Читать книгу Las cosas del aire (Things in the Air) - Carmen Gil - Страница 8

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Una mañana temprano, de esas en las que el paisaje parece pintado por

un niño, un duende turquesa atrapó un beso que revoloteaba cerca de un

roble, el que el hada del arcoíris le había tirado a la rana del lago. Era

un beso risueño, pequeñito y saltarín, que olía a mermelada de naranja.

En otra ocasión, un duende verde limón persiguió durante tres días un

aroma muy agradable: el olor al bizcocho de canela de la abuela Sara.

«Cada bocadito de este bizcocho –decían cuantos lo habían probado–

te lleva a pasear por las nubes».

Las cosas del aire (Things in the Air)

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