Читать книгу José García Bryce - Carrera de Arquitectura - Страница 10
ОглавлениеFrank Lloyd Wright*
Frank Lloyd Wright ha fallecido el 9 de abril. El colega que sabíamos trabajando y sentíamos entre nosotros a pesar de lo excepcional y así legendario de su figura, ha pasado así a la historia.
El rol de Frank Lloyd Wright en la historia de la arquitectura es doble. Fue pionero como lo fueron Mackintosh o Behrens. y a la vez maestro de la arquitectura moderna llegada la madurez en el lenguaje. como son Saarinen o Le Corbusier.
El ambiente norteamericano de fines del siglo XIX y principios del actual, en el que se formó la personalidad de Wright condicionó su creatividad. En este ambiente la realidad del país joven, pragmático e independiente se oponía al clima intelectual, orientado hacia el historicismo de las escuelas arte y centros de enseñanza superior.
Wright encarna la independencia y la búsqueda y reacciona contra este clima, condenando el historicismo y toda posición intelectual en que pre-domine el “gusto” por oposición al “sentido común”. Su obra refleja esta independencia, absoluta e intransigente frente a las reglas del academismo, cualquiera que él sea. El mundo novedoso y potente de su arquitectura es posible solo gracias a esta posición de independencia, de constante polémica, y a una inspiración artística candente y constantemente renovada. Su impulsividad lo induce a menospreciar lo positivo de la tradición renacentista y barroca, que pone en el mismo plano que el historicismo del siglo XIX. Su intolerancia lo lleva a emitir opiniones injustas para con sus colegas europeos, que, como él, buscan el camino hacia una arquitectura nueva, pero en un ambiente culturalmente mucho más cargado y. por lo tanto consciente de sí mismo y de su propio pasado. Lo intenso de su inspiración es causa de algunas exageraciones e incoherencias en su obra arquitectónica. Pero la amplitud de su personalidad y el talento tenaz de Wright arquitecto absorben o disuelven estas deficiencias en una acción que ha dejado profunda huella en la arquitectura de nuestro siglo.
Desde 1902 con las casas Fricke y Willitts de Illinois. Wright propone y actúa un lenguaje arquitectónico inédito y profundamente personal que corresponde a lo que él llama la concepción orgánica de la arquitectura. Son muchas las conferencias y publicaciones en que, desde principios de siglo define su doctrina. No es ésta formulable concretamente, en términos específicamente arquitectónicos, como es por ejemplo la de Le Corbusier, sino más bien en afirmaciones entre descriptivas y poéticas. Orgánica es la arquitectura libre de fórmulas aplicadas desde fuera: “… una búsqueda cuidadosa de las cosas que nacen de la naturaleza de las cosas, no de las cosas aplicadas a las cosas desde fuera”. Wright concibe la arquitectura indisolublemente ligada a los seres humanos a que está destinada, al paisaje en el que surge, a los materiales con los que está construida: “Desde el principio he tenido la certeza que la arquitectura provenía de la tierra y que en cierto modo el terreno, las condiciones industriales del lugar, la naturaleza de los materiales y los fines de la construcción determinaban la forma de cada edificio”.
El lenguaje arquitectónico wrightiano abarca un amplísimo mundo de formas, desde los volúmenes rectangulares y bajos, articulados, rematados por amplios aleros, de sus casas de Illinois del periodo 1900-1910, hasta la compleja composición de la casa de la cascada, de 1936, en la que se percibe una cierta relación al neoplasticismo de van Doesburg y el primer Mies van der Rohe. Desde el edificio de la Compañía Johnson, de 1936-39, con sus formas curvilíneas y fluidas, hasta Taliesin West o la casa Pauson de Arizona (1940), en las que la lírica del material natural da el tono básico a las formas amplias y pegadas a la tierra. Sorpresivas evocaciones del historicismo aparecen también en algunas de sus obras, tales como la tienda V. C. Morris de San Francisco de 1949, cuyo ingreso es un eco, no carente de cierta ironía, del renacimiento románico de Richardson o las primeras obras de Sullivan, o la capilla de Palos Verdes, California, de 1951, donde una inconfundible tónica gótica recorre las formas triangulares y hexagonales.
El rico y variado lenguaje de estas obras no se dispersa: se une bajo el común denominador de una concepción espacial vigorosa y dinámica en su complejidad, y de una estética arquitectónica llena de vitalidad y consecuente consigo misma, auténtica por lo tanto. A través de las obras trasunta la voluntad y el poder de síntesis del artista y una visión penetrante en la esencia del hecho arquitectónico.