Читать книгу Ironías - Cesar Casmo - Страница 4

Me gustaría decir que la ironía es un arma para combatir los males del mundo, pero tengo que admitir la verdad: la ironía es, si acaso, una armadura para resistir al mal que hay en el mundo.

La ironía suele ser patrimonio de los débiles y de los rebeldes, quienes necesitan voltear la lógica de las cosas para que su implacable mecanismo no los aplaste. También ha sido comparsa de las minorías y de las inteligencias plebeyas, quienes la utilizan para resistir al poder, porque les permite trasladar un conflicto directo -en el que perderían siempre- hacia un campo de combate indirecto, que es el terreno de los juegos del lenguaje, los dobles sentidos y las lógicas alternativas, donde tienen alguna oportunidad de ganar. La ironía en su vertiente política es, en suma, pintarle la cara al poder sin morir en el intento.

La ironía también es la prueba de que en el pensamiento más lógico habita la semilla del caos originario. Por eso es tan vitriólica y puede ser dinamita: socava los fundamentos de torres de pensamiento sin perder el encanto del ingenio y del sentido común. Es versátil, revulsiva y veloz. Todo esto la sitúa entre las posibilidades del arte: una sentencia irónica condensa filosofía, sentido del humor y una pequeña obra dramática.

La ironía, finalmente, es el mejor medio para establecer una distancia antidogmática respecto a la coagulación de nuestras propias ideas, que suelen convertirse en prejuicios. Por eso creo que, si alguna de estas frases hace reír, relaja ante el poder o flexibiliza la forma en que vemos el mundo, he logrado mi propósito.