Читать книгу Un cuento de magia - Chris Colfer - Страница 18

La verdad sobre la magia

Оглавление

Cada noche, luego de limpiar la biblioteca, Brystal regresaba a la habitación privada de los Jueces en el primer piso para devorar otro libro PROHIBIDO. El ritual nocturno era por lejos la actividad más peligrosa en la que jamás se había embarcado. Brystal sabía que estaba jugando con fuego cada vez que cruzaba el letrero que decía SOLO PARA JUECES, pero también sabía que había encontrado oro intelectual; podía ser su única exposición a un tesoro de la verdad y las ideas. Si no se arriesgaba a las consecuencias ahora, estaba segura de que pasaría el resto de su vida arrepintiéndose.

Al terminar de leer cada libro prohibido, Brystal se sintió como si otro velo se hubiera levantado de frente a sus ojos. Todo lo que creía saber sobre el reino del sur, las leyes, la economía, la historia, el funcionamiento del ejército, el sistema de clases, estaba lleno de conspiraciones que los Jueces usaron para preservar su influencia y control. Todos los cimientos sobre los que había sido criada se derrumbaron debajo de ella con cada página que pasaba.

La parte más incómoda de todas era preguntarse cuál había sido la participación de su padre en los planes malignos que leyó. ¿Acaso él estaba al tanto de la información que Brystal estaba descubriendo o era el líder de toda esta corrupción? ¿Había jueces que eran silenciados o todos participaban del engaño? Y, si así fuera, ¿eso significaba que sus hermanos eventualmente se convertirían en personas igual de deshonestas y hambrientas de poder como parecían ser todos los Jueces?

Su mundo se estaba dando vuelta completamente, pero las obras prohibidas también dejaban en claro algo que Brystal encontraba profundamente reconfortante: no estaba tan sola como había temido.

Todos los libros en la habitación secreta fueron escritos por personas que sentían y pensaban exactamente lo mismo que ella, gente que cuestionaba la información, que criticaba las restricciones sociales, que desafiaba al sistema de turno y que no tenía miedo de enunciar sus ideas. Y por cada persona que los Jueces habían logrado silenciar con éxito, debía haber docenas que aún estaban en libertad. Brystal solo esperaba que llegara el día en que los pudiera conocer.

A pesar del descubrimiento afortunado, estaba lista para que todo terminara en un desastre. En caso de que la atraparan en el acto, decidió que seguir interpretando su papel de sirvienta simple e inocente era la mejor opción que tenía para evitar cualquier tipo de problema. Pasó gran parte de su tiempo imaginando cómo sería la conversación:

–¿Qué estás haciendo aquí?

–¿Yo, señor? Bueno, soy la sirvienta, claro. Estoy aquí para limpiar.

–¡No tienes permitido entrar a esta habitación! ¡El letrero en la puerta dice con claridad que es solo para Jueces!

–Lo siento, señor, pero las instrucciones de mi empleador fueron que limpiara cada parte de la biblioteca. Nunca mencionó que había habitaciones que estuvieran fuera de los límites. Incluso las habitaciones privadas pueden llenarse de polvo.

Afortunadamente, la biblioteca siguió estando tan vacía y tranquila como siempre, lo cual le permitió a Brystal leer segura.


Para cuando terminó el segundo mes de empleo de Brystal, había leído cada obra prohibida de la biblioteca privada de los Jueces, excepto una. Al tomar el último libro de la parte inferior del último estante, Brystal se sintió consumida por una sensación agridulce. Durante semanas, la habitación secreta había sido un salón de clases privado en donde tuvo la posibilidad de estudiar los temas más fascinantes que podía imaginar y ahora estaba a punto de tener la última clase:

La verdad sobre la magia

Por Celeste Weatherberry

Curiosamente, a diferencia del resto de los libros de la habitación, La verdad sobre la magia no tenía papeles al lado. La cubierta era de un tono violeta pastel y prácticamente brillaba en la oscuridad de la habitación. El libro estaba bordeado por un patrón plateado que albergaba un unicornio y un grifo enfrentados, mientras que el espacio que separaba a las criaturas estaba repleto de hadas pequeñas y aladas, entre estrellas y bajo una luna creciente.

Por mucho, era el libro más hermoso que Brystal jamás había visto. De todos los temas que había leído en la biblioteca privada, la magia era uno con el que no estaba muy familiarizada. Sabía que era considerada una práctica demoníaca y un crimen atroz, pero más allá de las reacciones de la gente para con esta, Brystal sabía muy poco sobre la magia misma. Se sentó en la mesa y con entusiasmo abrió el libro en la primera página, ansiosa de aprender más:

Querida amiga/o:

Si este libro llegó a tus manos, espero que lo estés leyendo en un lugar seguro. No tengo dudas de que eres consciente de que la magia es un tema bastante sensible en el mundo. En la mayoría de los lugares, poseer algo que esté remotamente vinculado con la magia es igual de castigable que un acto de magia. Sin embargo, para cuando termines de leer este libro, aprenderás que la magia es tan pura como la existencia misma y conocerás la razón por la que merece la admiración y el respeto del mundo.

Para tener una mejor perspectiva de lo que estoy diciendo, primero debemos analizar la historia. Hace miles de años, la humanidad y otras especies inteligentes vivían en armonía con miembros de la comunidad mágica. Éramos vecinos, amigos y familiares. Nos ayudábamos entre nosotros, nos cuidábamos y todos trabajábamos juntos para alcanzar los mismos objetivos de paz y prosperidad. Desafortunadamente, todo cambió cuando la humanidad comenzó su búsqueda sangrienta de dominación mundial.

Antes de que el Rey Champion i fuera coronado, el futuro soberano tenía una relación maravillosa con la comunidad mágica. Nos había garantizado su lealtad y, nosotros en respuesta, apoyamos su ascenso al trono. Luego de la coronación de Champion i, la primera ley que promulgó el rey fue establecer su Consejo Asesor de Jueces Supremos y, con ello, la historia cambió para siempre.

Los Jueces Supremos veían a las personas de la comunidad mágica y a sus habilidades como una amenaza. Le llenaron la cabeza de Champion i con mentiras sobre nuestras intenciones de derrocarlo y tomar el control del reino. Reescribieron el Libro de la Fe y convencieron a todo el reino de que nuestros hechizos, encantos y encantamientos eran prácticas demoníacas y que nuestra mera existencia era una abominación. En tal sentido, Champion i declaró a todos los miembros de la comunidad mágica “brujas” y criminalizó la magia al mismo nivel que la traición al reino y los homicidios. Eventualmente, el resto de los reinos siguieron su ejemplo y así se dio inicio a la primera cacería de brujas de la historia.

En todo el mundo, todas las que se sospechaba que eran brujas eran arrestadas y ejecutadas, todos los unicornios, dragones, grifos, hadas y otros animales considerados “mágicos” fueron asesinados hasta quedar extintos y todo el bien que la comunidad mágica hizo por la humanidad fue borrado de la historia. El plan de los Jueces Supremos fue tan eficiente que pronto se convirtió en una plantilla para resolver todos los conflictos futuros.

Cientos de años han pasado desde el reinado de Champion i, pero el estigma contra la gente con sangre mágica está más fuerte que nunca. En las últimas décadas, el Rey Champion xiv cambió el castigo por conjurar magia en el Reino del Sur de pena de muerte a encarcelamiento con trabajo forzoso, pero esto no sirvió de nada para salvar todas las vidas inocentes que se pierden alrededor de todo el mundo. En la actualidad, muchas personas abandonan a sus hijos o emigran a territorios más peligrosos con tal de evitar que los encuentren relacionados con la magia. Pero la mera noción de que la magia está mal y es algo de lo que deben estar avergonzados es la mayor confusión de nuestros tiempos.

La magia es un don hermoso y extraño que permite manifestar y modificar los elementos. Es una forma de arte pura y positiva usada para crear algo de la nada. Es la habilidad de ayudar a aquellos que lo necesitan, de sanar a aquellos que sufren y mejorar el mundo que nos rodea. A la magia solo pueden llegar aquellos con bondad en sus corazones y no son brujas, como dicta la creencia popular, sino hadas. Y su talento debe ser celebrado, no reprimido.

Si bien las brujas existen, solo representan una pequeña porción de la comunidad mágica. La maldad de sus corazones evita que ellas puedan hacer magia, por lo que, en su lugar, practican un arte destructiva y sucia llamada brujería. Aquellas que practican brujería, por lo general, lo hacen con intenciones disruptivas. Merecen los castigos severos que reciben, pero sus actos viles nunca deben ser confundidos con las bondades que la magia ofrece.

Puede parecer complicado diferenciar a un hada de una bruja, pero hay una prueba simple que los miembros de la comunidad mágica han usado durante siglos. Al leer el siguiente pasaje de un texto ancestral en voz alta, un hada o bruja que duda de su condición puede determinar con facilidad de qué lado están:

Ahkune awknoon ahkelle-enama, telmune talmoon ahktelle-awknamon.

A Brystal le pareció una frase tan divertida que la leyó en voz alta para oír cómo sonaba.

Ahkune awknoon ahkelle-enama, telmune talmoon ahktelle-awknamon –enunció, riendo.

¿Acaso se manifestó algo macabro cerca? ¿Apareció una tormenta inesperada de langostas o una plaga de pulgas? ¿Tu piel de pronto se cubrió de llagas ardientes? Si no hay ninguno de estos cambios visibles en tu cuerpo o entorno, entonces, felicitaciones, ¡no eres una bruja!

Ahora, al leer el siguiente pasaje en voz alta, podrás determinar si eres un hada:

Elsune elknoon ahkelle-enama, delmune dalmoon ahktelle-awknamon.

Brystal sabía que leer el segundo pasaje tendría un pequeño efecto en ella como el primero, pero estaba disfrutando jugar con la autora. No todos los días podía tomar una prueba que determinaría si tenía habilidades mágicas o no.

Elsune elknoon ahkelle-enama, delmune dalmoon ahktelle-awknamon –leyó en voz alta.

¿Acaso algo hermoso se manifestó? ¿Hay rubíes y diamantes lloviendo desde el cielo? ¿Acaso tu ropa cambió por algo mucho más estilizado que antes? Si es así, entonces, felicitaciones, ¡eres un hada! Si leer el texto no produjo ningún cambio físico a ti o a tus alrededores, entonces es seguro asumir que no tienes magia corriendo por tus venas.

Si bien no eres parte de la comunidad mágica, espero que aún apoyes nuestros esfuerzos para encontrar aceptación y…

De pronto, Brystal se sintió distraída por un aroma inesperado. Como si alguien hubiera encendido una vela aromática, la habitación pequeña se vio consumida por los aromas placenteros de la lavanda, jazmines y rosas, entre otras fragancias. Por el rabillo de sus ojos, vio algo moviéndose y giró la cabeza en todas direcciones.

Para su total sorpresa, cientos de flores comenzaron a crecer en las paredes a su alrededor. Una vez que estas quedaron cubiertas, las plantas comenzaron a brotar desde el techo, el suelo y los estantes. Brystal gritó a medida que el fenómeno se desarrollaba a su alrededor, por lo que se paró de su asiento sobresaltada cuando sintió que las flores también estaban creciendo debajo de su silla.

–Qué… qué… ¿qué acaba de ocurrir? –preguntó sin poder creerlo.

Brystal sabía exactamente lo que acababa de ocurrir, solo que no quería admitirlo. Luego de leer un pasaje de un libro de magia, había transformado involuntariamente la habitación oscura y sin ventanas en un lugar fantástico, vibrante y colorido. No había otra explicación para el cambio, pero rechazaba los hechos con toda su fuerza.

–No, no, no… ¡esto no es real! –se dijo a sí misma–. Es solo una alucinación causada por la privación de sueño. En pocos segundos, todo desaparecerá.

No importaba cuántas veces respirara hondo o cuán fuerte se frotara los ojos, las flores no se desvanecían. Brystal se sintió mareada y sus manos no dejaban de temblar, mientras intentaba entender la realidad inoportuna.

–¡No… no… ¡No puede ser! –pensó en voz alta–. De todas las personas en el mundo, esto no me puede estar pasando a … Esta no puede ser lo que soy… Ya tengo suficiente en mi contra. ¡No puedo ser mágica por sobre todas las cosas!

Brystal estaba desesperada por destruir toda la evidencia que probara lo contrario. Se marchó hacia la planta baja de la biblioteca y regresó con el cesto de basura más grande que pudo encontrar. Arrancó las flores frenéticamente de las paredes, del suelo y de los muebles, y no se detuvo hasta que cada pétalo y hoja fuera arrancado y la habitación de los Jueces regresara a la normalidad. Colocó el libro La verdad sobre la magia sobre el estante correspondiente y sacó el cesto de basura de la biblioteca privada. Cerró la puerta ancha de metal por detrás con la intención de nunca más regresar, como si pudiera mantener la verdad encerrada allí.


Por varios días, Brystal fingió nunca haber encontrado la habitación secreta en el primer piso. Incluso llegó a decirse a sí misma que La verdad sobre la magia y los otros libros PROHIBIDOS no existían y que nunca había leído el hechizo que manifestó las flores. De hecho, Brystal estaba tan negada con la dura experiencia que regresaba directo a casa después de limpiar sin leer nada en absoluto, temiendo que ver otro libro le recordara lo que quería olvidar.

Desafortunadamente, cuanto más esfuerzo pusiera en borrar el evento de su mente, más pensaba en él. Pronto, la pregunta ya no era si en verdad había pasado, sino por qué lo había hecho.

–Todo esto es un gran malentendido –se dijo a sí misma–. Si soy mágica… o un hada, como dice la autora, ¡tendría que haber visto más señales! Un hada sabría que es diferente… Un hada tendría problemas integrándose… Un hada pasaría toda su vida sintiéndose como si no perteneciera a este lugar. ¡Ah, cállate, Brystal! ¡Solo te estás describiendo!

De muchas formas, tener magia en su sangre tenía sentido. Brystal siempre había sido diferente a todos los que conocía, ¿tal vez la magia era la fuente de su naturaleza única? Tal vez, siempre había querido más de la vida porque, muy en su interior, sabía que había más para su vida.

–Pero ¿por qué me llevó tanto tiempo descubrirlo? –se preguntó a ella misma–. ¿Era completamente ajena a esto o una parte de mí siempre lo supo? Por otra parte, vivo en un reino que mantiene alejado todo tipo de conocimiento de las mujeres jóvenes. Tal vez esto prueba lo eficientes que son los Jueces al controlar a las personas. Y si antes no era una amenaza para la sociedad, de seguro ahora lo soy.

Y ahora que sabía la verdad, ¿sería fácil que otros también la descubrieran? ¿Acaso sus compañeros de clase sentirían su magia con la misma facilidad con la que lo hacían con sus otras diferencias? ¿Era posible ocultarla o resurgiría inevitablemente y la dejaría en evidencia? Y si lo hacía, ¿le daría finalmente el derecho a su padre de desheredarla y echarla de una vez por todas de su casa? Los peligros eran interminables.


–¿Está todo bien, Brystal? –le preguntó Barrie una mañana antes del desayuno.

–Sí, todo está bien –le respondió rápidamente Brystal–. ¿Por qué… por qué preguntas?

–Por nada –dijo con una sonrisa–. Es solo que te ves algo tensa últimamente. Y he notado que no has estado pasando tanto tiempo en la Casa para los Desamparados como de costumbre. ¿Hay algo de lo que necesites hablar?

–Ah, es solo que decidí tomarme un pequeño descanso –dijo–. Ocurrió algo, nada serio, por supuesto, pero pensé que un poco de distancia me vendría bien. Tendré oportunidad de pensar bien las cosas y descifrar el próximo paso.

–¿El próximo paso? –le preguntó Barrie con preocupación–. Está bien, ahora tienes que decirme que está ocurriendo para que mi imaginación empiece a divagar.

Brystal estaba tan exhausta de preocuparse que no tenía la energía de montar un espectáculo, por lo que le contó a su hermano una historia que era lo más cercana a la realidad sin delatar nada.

–Hace poco descubrí algo de mí que es un poco difícil de sobrellevar –dijo.

–¿Y eso es? –le preguntó Barrie, abriendo los ojos con inquietud.

–Bueno, no… no… no estoy segura de que me siga gustando la caridad.

Barrie miró a su hermana perplejo y confundido.

–¿Estás preocupada porque ya no te gusta la caridad? –le preguntó.

–Ehm… –le contestó Brystal, encogiéndose de hombros–. Y honestamente, no estoy segura de cuánto más pueda ocultarlo. Ahora que lo sé, temo que el resto también lo descubra. Me aterroriza saber lo que pueda ocurrir si eso pasa.

¿Descubrir? Pero Brystal, que no te guste la caridad no es ilegal. Es solo una preferencia.

–Lo sé, pero es prácticamente un crimen –exclamó–. El mundo es muy cruel con la gente a la que no le gusta la caridad, pero solo es porque son incomprendidos. La sociedad piensa que el hecho de que no me guste la caridad es lo mismo que no me guste la bondad, cuando en realidad el hecho de que no me guste la caridad y que no me guste la bondad ¡son cosas muy, muy distintas! Ah, Barrie, desearía poder decirte lo diferentes que son, ¡porque es fascinante! ¡Una de las mayores confusiones de nuestros tiempos!

A juzgar por la expresión en el rostro de su hermano, habría estado menos preocupado si simplemente le hubiera dicho la verdad. Barrie miraba a su hermana como si ella estuviera al borde del colapso mental y, para ser justos, lo estaba.

–¿Hace cuánto que no te gusta la caridad? –le preguntó.

–Casi una semana –le contestó.

–¿Y recuerdas el incidente que te hizo cambiar de parecer?

–Sí, todo comenzó cuando llené accidentalmente una habitación con flores –dijo, olvidándose de alterar su historia–. Ehm… quiero decir, había una mujer sin hogar que se estaba sintiendo mal y yo llené la habitación de flores para animarla. Pero era la habitación equivocada, una habitación en la que, honestamente, no tenía permitido ingresar. Por lo que quité las flores antes de que alguien me atrapara.

–Está bien… –dijo Barrie–. Pero antes de ese momento, nunca te había desagradado la caridad, ¿verdad?

–Para nada –dijo–. Antes de eso, no creía que fuera capaz de que no me gustara la caridad.

–Entonces es eso –dijo–. Solo tuviste un mal día. Y nunca debes dejar que un día cambie lo que eres. Nunca podemos estar seguros de nada en la vida, especialmente si solo la vivimos una vez.

–¿No podemos? –le preguntó Brystal con una mirada esperanzada.

–Claro que no –le contestó Barrie–. Si fuera tú, regresaría a la Casa para los Desamparados y le daría otra oportunidad para asegurarme de que realmente no me gusta. Solo de esa manera sabría si me preocupa estar expuesto a ella.

Si bien su hermano no tenía idea de lo que en verdad le molestaba, Brystal pensó que le había dado un consejo excelente. Después de todo, es necesario hacer más de un viaje en barco antes de convertirse en marinero; tal vez con la magia ocurría algo similar. Quizás le tomarían años de práctica antes de preocuparse por poner su vida en riesgo. Y, como Barrie sugirió, siempre estaba la posibilidad de que toda la dura experiencia haya sido un accidente y nunca más vuelva a ocurrir. Bien o mal, para su propio bienestar, Brystal tendría que descubrirlo.

La noche siguiente, luego de terminar de limpiar la biblioteca, regresó a la biblioteca privada para Jueces en el primer piso. Se colocó sus gafas de lectura, tomó La verdad sobre la magia de Celeste Weatherberry del estante y lo abrió en la página con el texto antiguo. Luego de respirar profundo y rezar en silencio, leyó el encantamiento en voz alta para probar que era un hada de una vez por todas.

Elsune elknoon ahkelle-enama, delmune dalmoon ahktelle-awknamon.

Brystal temía mirar, por lo que se tapó los ojos. Al principio, no percibió ni oyó nada, por lo que decidió espiar la habitación entre sus dedos. Nada parecía haber cambiado en lo más mínimo y sus ánimos comenzaron a renacer. Miró las paredes conteniendo el aliento, a la espera de que las flores se materializaran nuevamente, pero nunca aparecieron. Sus ojos se llenaron de lágrimas y dejó salir un suspiro largo de alivio que se tornó en una risa agradecida y duradera.

–Barrie tenía razón –dijo–. Nunca debemos dejar que un día cambie lo que…

De pronto, las páginas de La verdad sobre la magia comenzaron a brillar. Unos orbes de luz blanca lentamente brotaron del libro y llenaron la habitación oscura. A medida que estos se esparcían, se tornaban cada vez más y más pequeños, creando una ilusión de profundidad en todas direcciones hasta convertir a la biblioteca entera en una galaxia infinita.

Brystal se puso de pie y miró a su alrededor, sorprendida. No solo había confirmado que la magia en sus venas era real, sino que nunca antes había imaginado que fuera capaz de crear algo tan hermoso. La magia era tan trascendental que Brystal se olvidó de dónde estaba. No se sentía como si estuviera de pie en la biblioteca privada, sino flotando en su propio universo estrellado.

–¡SEÑORITA BAILEY! ¡¿QUÉ EN EL NOMBRE DE CHAMPION ESTÁ HACIENDO?!

La voz sobresaltó a Brystal y todos los orbes en la habitación se desvanecieron de inmediato. Al recuperar el foco de sus ojos, notó que la puerta de metal se había abierto sin que lo notara. El señor Woolsore estaba parado frente a ella con dos guardias armados y los tres la miraban como si fuera la criatura más desagradable que jamás hubieran visto.

–¡Esa es la muchacha de la que les he estado advirtiendo! –gritó el señor Woolsore y la señaló con un dedo tembloroso–. ¡Les he estado diciendo por meses que estaba tramando algo! ¡Pero nadie me creyó! ¡Creían que estaba loco por creer que una muchachita como ella era capaz de hacer tales cosas! ¡Ahora, miren, hemos atrapado a una bruja en el acto!

–¡Señor Woolsore! –dijo Brystal–. ¡Espere, lo puedo explicar! ¡Esto no es lo que parece!

–¡Guarda tus mentiras para el Juez, bruja! ¡Te hemos atrapado con las manos en la masa! –gritó el bibliotecario y volteó hacia los guardias–. No se queden ahí parados, ¡atrápenla antes de que lance otro hechizo!

Brystal se había preparado para varias situaciones en la que la atrapaban en la biblioteca privada de los Jueces, pero nunca pensó que ocurriría cuando estaba conjurando magia. Antes de que tuviera oportunidad de defenderse, los guardias cargaron contra ella y la sujetaron con todas sus fuerzas de los brazos.

–¡No! ¡No lo entiende! –le rogó–. ¡No soy una bruja! ¡Por favor, se lo suplico! ¡Déjeme probárselo!

A medida que los guardias sacaban a Brystal de la habitación, el señor Woolsore le quitó las gafas de lectura de su rostro y las partió a la mitad.

–No las necesitarás a dónde vas –le dijo–. ¡Llévensela!

Un cuento de magia

Подняться наверх