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Introducción

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Claudia Mosqueda Gómez, Edmar Olivares Soria, Jesús Fernando Monreal Ramírez

El presente libro reúne artículos académicos de investigadoras e investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana y otras instituciones universitarias, enfocados en el espacio y la inmersividad en tanto objetos de estudio. Nos parece que ambas nociones abren posibilidades epistemológicas y ontológicas para pensar y repensar las prácticas artísticas desde diversas perspectivas dentro de los contextos de la producción tecnológica. ¿Cómo problematizar la realidad y la virtualidad del espacio y la inmersividad más allá de las dicotomías entre lo físico y lo intangible, lo material y lo inmaterial? Esta cuestión resulta inquietante hoy en un mundo marcado por una vuelta a lo digital en varios ámbitos, como los de la comunicación, la educación y el arte.

Encontramos antecendentes sobre esta cuestión en la reflexión que emprende Manuel Castells en las postrimerías del siglo XX, quien pone en el centro de su análisis sociológico el desarrollo de las nuevas tecnologías orientadas a la comprensión de lo que el pensador denomina sociedad red. En su grandilocuente obra La sociedad de la información, Castells señala que el espacio de flujos se construye como una nueva organización de interconexiones simultáneas, flujos informáticos, tecnológicos, en forma de red montable y desmontable, mutable e inmutable por su vida efímera. De aquí que el espacio de flujos se vuelva un concepto, pero también una categoría referencial para comprender una relación de no separación entre lo material y lo inmaterial. Una concepción del espacio como flujo en ningún momento trataría de establecer separaciones, en principio porque no se las plantea. Más aún, este concepto explica cómo el espacio de flujos se mueve, despliega y dinamiza todos los procesos politicoeconómicos, ciberculturales, sociotecnológicos, incluso creativos, sin desmaterializar ninguno de éstos. El tratamiento conceptual que Castells le da al espacio es material e intangible. Por un lado, éste tiene capas de soportes materiales, pero también es inmaterial porque la noción de flujo no responde a una ubicación física, geográfica y tangible; la constancia del movimiento por la que circulan los flujos no tiene un lugar dado. Son espacios de flujo porque son lugares sin referente físico por los que circulan y se mueven millones de datos, sonidos, imágenes, informaciones o sujetos que configuran, resignifican, segmentan, yuxtaponen o diseminan las nuevas formas de socialización y producción cultural en la sociedad red.

En otras líneas de investigación condensadas en lo que se ha dado en llamar el giro material, encontramos una revalorización de lo digital atribuyéndole propiedades causales y magnitudes de intensidades, con lo que el mito de la desmaterialización del mundo en la virtualidad se torna problemático en su justificación. Desde la obra de autores como Gilles Deleuze, Gilbert Simondon, Bruno Latour y Briam Massumi, se puede argumentar que lo virtual, la tecnología o lo digital están sustentados en procesos materiales que los objetos técnicos y artefactos poseen independientemente de las acciones humanas. Estos autores recobran el valor semiótico, presencial y sobre todo afectivo de la materia. Aunado a ello, el posthumanismo filosófico en sus diversas modalidades, acepta hoy un posantropocentrismo capaz de superar los dualismos entre humano-máquina, hombre-mujer, materia-forma, real-virtual, cuerpo-multiplicidad y, por supuesto, realidad-virtualidad, lo que en conjunto supone una oferta de posibilidades para pensar el espacio y la inmervisidad.

Desde la perspectiva filosófica de Deleuze, lo virtual está siempre relacionado con la existencia de lo real, porque lo virtual mismo es ya real. Lo virtual es un proceso incesante de producción y actualización de realidades. Lo virtual no se antepone a lo real porque es otra forma de construcción de la realidad que se hace posible porque el espacio virtualizado, como medio, se torna una construcción espacial en la que fluyen miles y millones de construcciones de espacialidades y nuevas realidades. Lo virtual no es lo irreal ni lo inmaterial, sino una construcción de realidad que no tiene ubicuidad territorial porque es producto de un espacio desdibujado físicamente. Es otro tipo de realidad que esboza mundos experimentables en los que se puede vivir, en donde se despliegan todo tipo de experiencias cognitivas, afectivas, sensoriales y formas de subjetivación.

Las prácticas artísticas no quedan exentas de esta mirada posdualista dado que su producción se circunscribe y es atravesada por los procesos y flujos tecnológicos. La obra de arte se vuelve compleja, polisémica, multicéntrica, simultánea y referencial al incorporar los procesos creadores con las tecnologías de la información, con plataformas virtuales, con sofisticados artefactos que identifiquen, produzcan y reproduzcan, simulen estímulos perceptuales humanos, soportes que propicien la interacción con los espectadores dado que sus conductas se transforman en una red fluida de intercambios, lenguajes, socializaciones virtuales, en fin, nuevas formas de vivir, de pensar, de actuar, organizadas por un nuevo espacio virtual.

A partir de aquí habría que pensar que la realidad de la virtualidad y la virtualidad de la realidad resultan ser un tema de estudio pertinente en la época actual desde las problemáticas complejas planteadas en este libro, centradas en los procesos cognitivos, perceptivos, estéticos, fenomenológicos, híbridos y de subjetivación. Desde distintos enfoques que incluyen las nuevas materialidades, la neurofilosofía, la fenomenología, la filosofía de la tecnología, la inteligencia artificial, la teoría del diseño y la creación artística, el libro ofrece un abanico de herramientas conceptuales para bosquejar posibles respuestas. Los trabajos de investigación que lo componen se ordenan en tres secciones que procuran mantener un cuidado metodológico en los diversos modos en que cada autor da cuenta de los resultados de sus respectivos procesos de investigación o las reflexiones artísticas desde las que han abordado el espacio y la inmersividad en sus encuentros y aproximaciones con las virtualidades.

La primera sección, “Epistemologías”, plantea la realidad de lo virtual y la virtualidad de la realidad desde comprensiones filosóficas que buscan estudiar y comprender cómo se da la recepción o elaboración de la experiencia estética. El trabajo de Edmar Olivares Soria propone entender el fenómeno de la contemplación estética en términos de intercambio/flujo de información entre el espectador y la obra y en este sentido se hace uso de herramientas conceptuales, definiciones y abordajes propios de la cibernética y la teoría general de sistemas. Se plantea además una diferenciación del fenómeno de acuerdo con el tipo de información que se observa (sensorial, cognitivo-semántica y emocional) y se propone que como consecuencia de estas perspectivas surgen “espacios” correspondientes que integran al espectador, a la obra y al flujo/transmisión de información. El trabajo de Pedro García Ruiz muestra cómo los avances recientes en el ámbito de la neurociencia cognitiva han venido a constatar los planteamientos de algunos representantes del idealismo alemán (Kant y Schopenhauer) respecto a que la realidad es una construcción de la subjetividad humana, pero para la neurociencia se trata más bien de una construcción cerebral. Se exponen algunos de los argumentos de la llamada neurofilosofía respecto a que nuestra experiencia del mundo es posibilitada por los dispositivos cognitivos del cerebro. La propuesta de Claudia Mosqueda Gómez se plantea dar cuenta, a partir de la noción de quiasmo, concepto fenomenológico del último Merleau-Ponty expresado en su obra Lo visible y lo invisible, de cómo la experiencia inmersiva del arte virtual se elabora como un cuerpo intermedio. A partir de esta idea, es posible sustentar que la experiencia estética de la inmersividad no es perpetuidad de los ambientes virtuales o de los sofisticados dispositivos tecnológicos, sino de una elaboración que se da en la experiencia del cuerpo espacializado, cuerpo sensible que percibe y está siempre abierto a la experiencia.

La segunda sección, “Ecologías”, indaga la realidad de lo virtual y la virtualidad de la realidad poniendo el acento en las materialidades y las hibridaciones entre organismos y ambientes artificiales. Octavio Mercado González propone una vuelta a la materialidad en el mundo del diseño debido al desarrollo tecnológico y al posicionamiento de los distintos sistemas de realidad aumentada, lo que ha acelerado la presencia material de capas de información mediando nuestra percepción del entorno. Frente al estado de achicamiento e inmovilidad generado por la pandemia iniciada en 2020, el autor observa un futuro orientado hacia el aprovechamiento y la naturalización de las nuevas tecnologías y su utilización en la producción de experiencias inmersivas a través de realidad virtual y realidad aumentada, más allá de los objetos e imágenes que construyen nuestra experiencia cotidiana en las ciudades. Jesús Fernando Monreal Ramírez explora las realidades híbridas en el arte digital, ofreciendo una aproximación al nexo físico/digital y actual/virtual. Tomando como marco teórico el posthumanismo filosófico, Monreal argumenta que en 2020 se observó una vuelta a internet y la web como materia del arte contemporáneo; sin embargo, lejos de ser un medio y topología de producción, participación y deconstrucción artística como creía el net art histórico de finales de los años noventa, internet se ha convertido hoy en un contexto institucional de justificación artística. El autor afirma la necesidad de reactivar el nexo entre arte a internet alejándonos de los falsos problemas sobre las dicotomías real/virtual, material/inmaterial o natural/artificial que siguen siendo motivo de discusiones en las instituciones del arte, para centrarnos en un productivismo artístico posdualista. La sesión se cierra con el artículo académico de Sandra Leticia Cuevas y Reynaldo Thompson, quienes se dan a la tarea de analizar los inicios de la realidad virtual narrada en la literatura de ciencia ficción y su correlación con la realidad virtual desarrollada mediante dispositivos tecnológicos que hoy son de uso común. Centrando su trabajo en la obra de autores como Aldous Huxley y Terence McKenna, así como en la posible relación de los estados alterados de la conciencia mediante el uso de tecnologías de la virtualidad de última generación, los autores exploran los paralelos entre las visiones o alucinaciones a las que nos induce el consumo de psicotrópicos y de realidad virtual.

La tercera sección, “Prácticas artísticas”, presenta un conjunto de artículos centrados en las experiencias, exploraciones, análisis y descubrimientos realizados por los artistas. Roc Parés repasa estrategias enunciativas utilizadas a lo largo de su trayectoria artística en el ámbito del arte inmersivo. Practicar la inmersión implica construir subjetividades virtuales capaces de resistir la colonización cultural que deliberadamente sustituye la experiencia humana del mundo por su simulacro digital, que paraliza el cuerpo vivido y nos somete a procesos de subjetivación donde se nos impone, en cada interacción, la consideración de consumidores. João Pedro Oliveira discute algunas formas de explorar la espacialidad en la música acusmática, teniendo en cuenta el potencial energético de los sonidos, traducidos en gestos y texturas musicales. En este contexto, el autor analiza algunos ejemplos de sus obras acusmáticas escritas entre 2005 y 2019, mostrando diferentes perspectivas de abordar el espacio como elemento definitorio y estructurador de la obra musical, así como su percepción por parte del oyente. Elizabeth Anderson ofrece un conjunto de reflexiones formalizadas y académicamente informadas desde la mirada particular de la compositora y con base no sólo en la trayectoria de composición acústica, electroacústica y acusmática sino en su investigación teórica personal sobre diversos temas que incluyen la dialéctica, la estética y la teoría musical. A partir de una fuerte influencia de la escuela acusmática francesa e inglesa, Anderson devela un nutrido conjunto de ideas, soluciones y perspectivas teórico-prácticas compositivas acerca del espacio, la inmersividad y la temporalidad en un contexto de creación multifónica fundamentado por el manejo detallado de los parámetros sonoros y las cualidades espectromorfológicas del sonido. Su trabajo es finalmente un acercamiento al imaginario creativo personal que nos guía, a través de múltiples referencias, hacia una comprensión de su visión particular sobre las ideas de espacio, espacialidad e inmersividad y como consecuencia, nos permite comprender de manera general lo que para ella significa el arte del diseño espacial en la composición acusmática multifónica.

De esta manera, consideramos que el libro contribuye a la literatura que busca problematizar, analizar y comprender las nociones de espacio e inmersividad desde la filosofía, la ciencia y el arte, a la luz de los diferentes cambios epistemológicos y culturales que vienen ocurriendo de acuerdo con la lógica del mundo contemporáneo en lo que respecta a la realidad y la virtualidad.

Realidad de la virtualidad

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