Cuando el carácter se vuelve difícil con la edad
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Claudine Badej-Rodriguez. Cuando el carácter se vuelve difícil con la edad
Introducción
Capítulo 1. El momento de la jubilación
¡Viva la jubilación!
Una etapa delicada
Qué sucede con los amigos
La pareja se resiente
El atractivo de la juventud
Una crisis necesaria
¡Cuidado! Periodo de riesgo
¡Magnífico! ¡Se ocuparán de los niños!
¡Hola, somos nosotros!
¡Lo sentimos! ¡Estamos en las Bahamas!
¡Moveos!
Nuevos valores
Hablemos con ellos
Pistas que pueden darse
Capítulo 2. La dificultad de verlos envejecer
¡Prohibido envejecer!
Confluencia de dos crisis
Cuando el pasado vuelve…
Tentación de soltarlo todo
Una salida: ¿perdonar?
Deber de amor
Hermanos: el despertar de las rivalidades
Rivalidades mantenidas
Distribución de las tareas
Reunión familiar: modo de empleo
Capítulo 3. Para ellos es difícil envejecer
Aceptación del cambio corporal
Cómo aprender a sobrellevar las frustraciones y las pérdidas
Ya no puede realizar sus actividades
Tiene miedo a la soledad
Ya no sale de su casa
Tiene miedo a perder la cabeza
Dice que ya no sirve para nada
Capítulo 4. No hace buenas migas con la edad
Se envejece según se ha vivido
Se ha vuelto muy agresivo
Sólo se interesa por sí mismo
Distancia adecuada
Se queja sin cesar de que le duele todo
Ella se abandona
Es exigente
Ambos chochean
Se ha vuelto muy tacaño… ¡o tira el dinero por la ventana!
Capítulo 5. Realmente está mal
Ha perdido a su mujer; ha perdido a su marido
Él habla de suicidio
Ella nos dice que ha vivido demasiado…
¿Y si la toman con nosotros?
Capítulo 6 ¡No puedo más!
Ella me atosiga por teléfono
Me critica permanentemente
Me siento culpable frente a mis padres y ante mi familia
Mi padre vive en mi casa y lo llevo mal
Capítulo 7. Se va a una residencia de ancianos
«Sobre todo, nunca me lleves a una residencia de ancianos»
«Me habías prometido que te ocuparías de mí hasta mi muerte»
Una decisión madurada
Capítulo 8. Cómo entenderse mejor
Apostar por la autenticidad
Decir lo que se siente en el momento en que se siente
Hablar para entenderse
Respetar a nuestros padres
Conclusión
Bibliografía
Direcciones útiles
Отрывок из книги
¿Nuestra madre nos atosiga cinco veces al día por teléfono? ¿Nuestro padre no deja de criticarnos? ¿Ambos se quejan de que nadie va a verlos, aunque los visitemos todos los domingos? Al hacerse mayores, el carácter de los padres a menudo se vuelve difícil. Acorralados entre el afecto que les profesamos y la irritación que nos provoca su comportamiento, a menudo nos sentimos invadidos por la culpabilidad o la rabia, malas consejeras… Verlos envejecer remueve emociones en el niño que llevamos dentro. Su deterioro físico y el abandono de la vida laboral acarrean a veces resentimiento, tristeza, ensimismamiento o pesimismo. ¿Cómo plantar cara a esta nueva situación? Este libro no presenta recetas mágicas, pues las situaciones familiares y sus interacciones son múltiples, pero al comprender mejor los resortes que están en juego en la relación que tenemos con nuestros padres, encontraremos las herramientas para reaccionar en las situaciones críticas y acompañarlos con serenidad en el camino hacia la vejez.
A menudo, cuando nuestros padres comienzan a hablar de su jubilación, es cuando nos damos cuenta de que están envejeciendo. La mayoría de las veces hablan de este momento con agrado y alivio, pues tienen la sensación de que van a lograr un descanso bien merecido, sobre todo si han desempeñado un trabajo pesado y poco valorado, o también si los últimos años de actividad han sido especialmente difíciles (miedo a no estar a la altura, lucha encarnizada de los más jóvenes que ponen a los veteranos en la puerta de salida…).
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No olvidemos que sus problemas de pareja y su vida sexual no nos incumben, y debemos recordárselo amablemente al que se haga la víctima y quiera llevarnos a su terreno. Pero si uno de los dos se siente solo, puede estar sufriendo y eso debemos entenderlo. Así, podemos prestarnos a escucharlo y ser comprensivos, pero sin entrar en el campo de batalla.
Etimológicamente, la palabra crisis viene del griego krisis, es decir, «decisión», lo que significa que nada podrá continuar como antes. Desgraciadamente, hoy en día se evita el hecho de pensar en esa necesidad de cambio; se hace todo lo posible para pasar el trance. Sin embargo, no hay que dejar de cuestionarse cosas; es inútil negar la evidencia. Hasta ese momento, han podido sortearse las preguntas sobre el sentido de la vida: uno se levantaba por la mañana para ir a trabajar; pasaba los fines de semana en familia; se iba de vacaciones para descansar; si discutía con su pareja era debido al estrés de la vida cotidiana y a la falta de tiempo… Podía buscarse en lo externo al culpable de lo que se hacía o se dejaba de hacer: «Estoy demasiado cansado para hacer deporte», «No tengo mucho tiempo para los demás, pues tengo muchas responsabilidades». A partir de ahora, es la persona que se jubila quien debe dar sentido a lo que hace, a lo que decide, a sus relaciones, a su vida actual; debe pasar del papel social a reconocer su propia identidad, y aceptar el hecho de que el tiempo pasa. Eso implica mirar cara a cara a la realidad, y tomarse un tiempo para una verdadera reflexión con uno mismo. Es el momento de detenerse y hacer balance de la vida pasada, de la experiencia socioprofesional, de la vida como hombre o como mujer que se ha llevado hasta ese momento. El momento de la jubilación es un tamiz, y hay que aprender a pasar de un estado a otro y aceptar el cambio de vida que conlleva.
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