Читать книгу Historia de los animales. Libros IX-XVII - Claudio Eliano - Страница 5
ОглавлениеLIBRO IX
SINOPSIS
Los ratones. Los cocodrilos, las águilas y sus respectivas crías
El áspid y el escorpión. Sus instrumentos para atacar.
La luna y su influencia en los crustáceos y otros animales.
La lubina y su otolito. Los peces y sus parásitos.
El águila y el águila «de Zeus».
La tarántula y el áspid. Su picadura y mordedura.
La serpiente cambia de camisa y aclara su vista.
La hierba «matalobos» o acónito amarillo.
Animales ahogados en vino y aceite.
Helena de Troya y las serpientes de Faros.
Las estrellas de mar y las ostras.
Efectos de ciertas hierbas sobre las serpientes.
La hierba «matahembras» o acónito.
Las serpientes en el nacimiento del Eufrates.
Manera de recolectar el beleño y la cañaheja.
La oveja marina y otros peces.
Diversos insectos de las plantas.
Los animales saben dónde reside su fuerza.
El ratón doméstico y el ratón de mar.
Los pulpos y osmilos saqueando los frutales.
Estímulos sexuales para los animales hembras.
Las morsas, las ballenas y las focas.
Cómo mantener callados a los animales.
Los peces en el invierno y en la primavera.
Peces de mar que desovan en aguas dulces.
La mordedura invisible del áspid.
Muerte de un encantador de serpientes.
Los iniciados se abstienen de comer ciertos peces.
Cópula de la víbora y la murena.
El león en la vejez
Cuando el león llega a una edad [1 ] avanzada y está abrumado por la vejez, en manera alguna puede cazar y gusta de descansar en cuevas o en las guaridas de la selva, y no se atreve a enfrentarse ni siquiera con las fieras más débiles porque desconfía de su edad y conoce la debilidad de su cuerpo. Y son sus cachorros, que confían en el vigor de su juventud y en su fuerza natural, los que van a cazar, si bien llevan consigo, empujándole, al ya viejo león. Después, dejándolo en medio del camino por el que es preciso ir, se dedican a la caza y, cuando han conseguido lo suficiente para ellos y su progenitor, con un soberbio y penetrante rugido llaman, como unos anfitriones a su huésped, los jóvenes hijos a su padre al banquete. Él acude reposadamente, paso a paso y como arrastrándose, abraza a sus hijos y, lamiéndolos suavemente con la lengua como si alabara así su éxito en la caza, se pone a comer y se solaza con sus hijos. Y no fue Solón el que ordenó este comportamiento (el cuidar a sus padres) a los leones jóvenes, sino que lo aprendieron de la Naturaleza, a la que «nada le importan las leyes de los hombres» 1 ; pues ella es una ley inmutable.
Las plumas del águila
[2 ] Los animales temen y se aterran ante la presencia del águila, reina de las aves, mientras posee vigorosa vida; pero también, si alguien mezcla las plumas de aquélla con las de otras, las del águila permanecen enteras e incorruptas, mientras que las otras, incapaces de soportar el contacto con las del águila, se pudren.
Los ratones. Los cocodrilos, las águilas y sus respectivas crías
[3 ] Los ratones son, además de otras cosas, prolíficos y, en un solo parto, paren muchas crías. Y si por ventura gustan la sal, paren muchísimos, muchos más de lo habitual.
Cuando los cocodrilos tienen sus crías, distinguen las legítimas y las espurias de esta manera. Si, en cuanto rompe el cascarón, inmediatamente se lanza a coger algo, en lo sucesivo pasa la cría a formar parte de la familia, goza del cariño de los progenitores y se la considera y cuenta como uno más de los cocodrilos; pero si se queda inmóvil, se muestra perezosa y remisa a coger una mosca, un mosquito 2 , un gusano de tierra o un lagarto pequeño, el padre la despedaza porque la considera criatura vil, espuria y ajena a su familia.
Y parece que las águilas, al igual que estos animales, comprueban la legitimidad del nacimiento de sus polluelos exponiéndolos a los rayos del sol 3 , y los aman de acuerdo con el resultado de la experiencia y no arrastrados por el sentimiento.
El áspid y el escorpión. Sus instrumentos para atacar
Tengo entendido que los colmillos [4 ] del áspid, a los que con propiedad habría que llamar «portadores de veneno», están forrados como de unas camisas delgadas y semejantes a membranas. Así pues, cuando un áspid aplica la boca a algo dicen que las membranas se rasgan dando paso al veneno y que, luego, aquéllas se cierran y unen.
La uña del escorpión tiene una canal sinuosa completamente invisible a causa de su estrechez. En ella dicen que se contiene y forma el veneno, y en cuanto pincha el escorpión, el veneno fluye por la uña y se vierte fuera. Además, el orificio por el que sale es tan diminuto que resulta invisible. Pero si se escupe en él, la uña se embota y entumece, quedando incapacitada para herir.
Las crías de la perra
[5 ] Aun cuando una perra alumbre muchas crías, es la que sale primero del claustro materno y la más vieja de la camada la que lleva el distintivo del padre, es decir, la más parecida a él en todo, mientras que las demás nacen con las características que el azar determine. En esta cuestión, la Naturaleza parece seguir el criterio de valorar más al macho fecundante que a la hembra receptora.
La luna y su influencia en los crustáceos y otros animales
[6 ] He aquí otra característica de los testáceos y de los crustáceos. Éstos suelen hacerse más vacíos y ligeros cuando la luna mengua. Las púrpuras, los buccinos, los espóndilos 4 y otros parecidos a ellos, pertenecientes al grupo de los testáceos, prueban lo que digo, así como, entre los crustáceos, los cangrejos comunes, las langostas 5 , los bogavantes, los cangrejos en general 6 y cualquiera otros similares a éstos.
Dícese también que las crías de las bestias de carga son menos capaces y más débiles que otras cuando la luna mengua. Es más, los entendidos en estas cosas aconsejan no criar a los animales nacidos en esta fase lunar, porque no son diligentes. Pero los animales bajo la luna nueva, según tengo entendido, o emiten su sonido natural o sucumben; sólo el león, como dice Aristóteles 7 , no hace ni lo uno ni lo otro.
La lubina y su otolito. Los peces y sus parásitos
Aristóteles dice 8 que la lubina 9 posee [7 ] un finísimo oído, y lo mismo, el verrugato 10 , la salpa 11 y el salmonete 12 . Me he enterado de que la lubina sabe muy bien que tiene en la cabeza una piedrecita 13 . Durante el invierno, ésta se enfría muchísimo y le produce grandes molestias; por eso, en esta estación del año la lubina se calienta a sí misma 14 , excogitando este remedio sumamente eficaz contra el frío producido por la piedra. Sé que también el verrugato, el pargo 15 y el pez águila 16 hacen lo mismo, pues éstos tienen idéntica piedra.
Parece que también hay peces parásitos 17 . Por ejemplo, la llamada «rémora» 18 , que mordisquea las presas del delfín, en lo cual éste se complace y de buena gana le deja participar. Con ello, el parásito engorda muchísimo, como el que se atiborra en rico y copioso festín. (Terón, en la comedia de Menandro 19 , se envanece de que ha cogido hombres por la nariz y los ha utilizado como manjar. Y Clísofo 20 se vendó uno de sus ojos por congraciarse con Filipo, que perdió uno en el asedio de Metone 21 .) La rémora y el delfín son, a mi entender, amigos y compañeros de rancho, pero mientras el hombre sabe adular y posee otros vicios, las bestias no saben hacerlo.
Amor del elefante a su cría
[8 ] He aquí un ejemplo del gran amor del elefante hacia sus hijos. Los que se dedican a cazarlos cavan zanjas en las que caen estos animales: a unos los capturan y a otros los matan. Sabréis por otros autores cómo cavan estas zanjas, qué forma y qué profundidad tienen, a qué se parecen sus entradas. Yo me ocuparé ahora de revelar y mostrar el amor de estos animales.
Cuando una madre ve a un hijo suyo caído en una de las zanjas, no vacila, no pierde tiempo, sino que, corriendo con todo ímpetu animosa y apasionadamente, se tira de cabeza sobre su hijo y ambos encuentran el mismo fin: el hijo es aplastado por el peso de la madre y ésta cae sobre la cabeza *** Por consiguiente, los que dudan de que los elefantes sienten un amor natural hacia sus hijos son ridículos.
La foca
[9 ] Las focas paren en tierra. Gradualmente llevan a sus crías al agua para que vayan tomando gusto al mar; luego las reconducen a su primitivo lugar de nacimiento, y las vuelven a llevar al mar sacándolas en seguida. Cuando han repetido muchas veces esta operación, acaban siendo expertísimas nadadoras. Fácilmente se habitúan a la vida del mar: la instrucción las tiene entrenadas y la Naturaleza las fuerza a amar los habitáculos y costumbres de sus madres.
El águila y el águila «de Zeus»
El águila es ave de rapiña, vive de [10 ] sus presas y es carnívora. En efecto, captura liebres, cervatillos, patos de corral y otros animales. Únicamente el águila que se llama «de Zeus» se abstiene de carne. Aunque jamás ha oído a Pitágoras de Samos, se abstiene de alimento animal.
La tarántula y el áspid. Su picadura y mordedura
Dicen que con sólo tocar a una tarántula [11 ] muere uno, pero sin sufrir grandes dolores. Cleopatra, por su parte, descubrió que la mordedura del áspid es muy «suave» cuando, al acercarse ya Augusto, preguntó a sus comensales por una muerte indolora. Averiguó que la muerte a espada era dolorosa, según la opinión concorde de los que habían sido heridos, y que la muerte por ingestión de veneno era aflictiva, ya que producía convulsiones y dolores de estómago; en cambio, la muerte por mordedura de áspid era dulce o, para hablar en términos homéricos, «suave» 22 . Y hay animales que matan por medio de un eructo, si se les toca, como la araña de mar y el sapo.
El zorro de mar
Me dirás que el zorro (me refiero al [12 ] que vive en tierra) es animal astuto. Pues escucha las artimañas del zorro de mar y entérate de todo lo que hace. O se abstiene de acercarse al anzuelo, o bien se lo traga y, al instante, vuelve su cuerpo del revés como se vuelve una camisa y, de esta manera, se desprende del anzuelo.
El apareamiento de las ranas
[13 ] Los hombres dicen que hay ciertos hechizos amorosos. Pues bien, la rana dirige a la hembra un grito, como el enamorado dirige su canción festiva a la amada, y este grito, que es una contraseña, se llama croar, según dicen. Cuando el macho atrae a la hembra, ambos aguardan la llegada de la noche, pues en el agua no pueden aparearse y rehúyen hacerlo en tierra a plena luz del día. Pero cuando llega la noche, se encuentran con absoluta despreocupación y sacian sus ansias de placer.
Si las ranas croan con más fuerza y con más claridad que de ordinario, anuncian la llegada de las lluvias.
El torpedo 23
[14 ] Cuando era niño, oía decir muchas veces a mi madre que, si uno toca a un torpedo, su mano sufre la molestia que lleva el mismo nombre que el pez. He sabido por gentes expertas que, si alguien toca la red con la que ha sido pescado, todo él queda paralizado. Y si se le pone, todavía vivo, en una vasija y se le echa agua salada, si el pez está grávido y le ha llegado el momento de desovar, desova. Y si alguien derrama el agua de la vasija sobre la mano o el pie de una persona, la mano y el pie de ésta quedan, necesariamente, entumecidos.
Mordeduras venenosas
[15 ] Los animales no tienen siempre la misma fuerza ni en sus picaduras ni en sus mordeduras, sino que a menudo esa fuerza suya aumenta por alguna causa. Por ejemplo, la picadura de la avispa que ha gustado la carne de la víbora es más dolorosa, y la picadura de la mosca que ha estado cerca de algo parecido es más acerba y produce dolor. La mordedura de un áspid es absolutamente insufrible, si ha devorado una rana. Si un perro que goza de salud muerde a alguien, le produce una herida y le inflige un dolor cáustico; pero si padece rabia, produce la muerte. (Una costurera, ocupada en coser una camisita rota por un perro rabioso, la mordió con la boca para extenderla, y cogió la rabia y se murió.) La mordedura de un hombre en ayunas es peligrosa y de difícil curación.
Dicen que los escitas mezclan suero humano al veneno con que impregnan las flechas para envenenarlas. Parece que este suero flota en la sangre, †y ellos saben la manera de separarlo† 23 bis . Teofrasto 24 es testigo suficiente de esto.
La serpiente cambia de camisa y aclara su vista
Cuando la serpiente se desprende de [16 ] su camisa (lo cual hace al comienzo de la primavera), procede también a limpiar la nube de sus ojos, y las sombras de su vista y lo que es como la vejez de sus ojos, y, al excitarlos restregándolos con hinojo, se libera de esas molestias. Guarecida, pues, durante el invierno en un agujero oscuro, su agudeza visual se debilita. Entonces las propiedades caloríficas del hinojo clarifican la visión del animal, debilitada por las heladas, y su vista se hace más penetrante.
El martín pescador
Cuando el martín pescador hembra [17 ] nota que está fecundada, fabrica el nido 25 que ha de recibir a los polluelos, y no necesita de barro, de techo ni de casa, a diferencia de la golondrina que, necesitada de cobijo, viene a las casas como huésped no invitado, produciendo molestias al amanecer con su chirriar, interrumpiendo los sueños en su momento más agradable; ni se aplica a la tarea antedicha con su cuerpo*** <sino que, con su pico> solo, en lugares apartados va tejiendo y reuniendo las espinas de la aguja de mar, y por procedimientos misteriosos, traba y cierra la construcción, fruto de su cuidadosa invención, porque sujeta unas verticalmente y otras en sentido horizontal (diríase que el ave es como una mujer experta en el arte de tejer, que entrelaza la lana con la urdimbre) y fabrica el nido ligeramente redondo y ventrudo, como si estuviese haciendo el entretejido de una nasa. Y cuando ha terminado de tejer el susodicho nido, lo traslada al mar y allí, cuando se hinchan las olas, el oleaje en su avance pone a prueba la obra del martín pescador; pues el agua, penetrando por las partes no cubiertas bien *** el martín pescador las vuelve a reparar. Y si se golpean con una piedra las partes bien trabadas, es imposible traspasarlas. Y si pretendes cortarlas con un hierro, no cederán porque están tan bien y hermosamente entretejidas como la coraza de lino que ofreciera, según dicen, Ámasis 26 a la Atenea de Lindos 27 . La boca de esta especie de nasa no es accesible ni visible a nadie y sólo admite la entrada del ave. Ni siquiera una gota de agua del mar podría pasar por ella. Y allí el martín pescador, mecido por las olas, cría a su nidada, según dicen.
La hierba «matalobos» o acónito amarillo
[18 ] Cerca del Nilo crece una hierba llamada «matalobos» 28 , y éste es su verdadero nombre, porque, cuando un lobo se pone encima de ella, muere en medio de convulsiones. De donde resulta que aquellos egipcios que veneran a este animal impiden que esta planta sea introducida en el país.
Animales ahogados en vino y aceite
Dicen que, si un ave doméstica cae [19 ] en un recipiente con vino y se ahoga, no perjudica ni al vino ni a ninguno de los moradores de la casa. Pero si cae en el agua, ésta se vuelve maloliente y esparce hediondez en el aire ambiente.
Si un geco 29 resbala, cae al agua y se ahoga, no hace ningún daño. Pero si cae en el aceite y muere, el aceite se hace maloliente y el que lo prueba se cubre de piojos.
La «piedra tracia»
Es evidente que la cremación del [20 ] cuerno del ciervo ahuyenta a las serpientes, y dice Aristóteles 30 que una piedra 31 existente en el río Ponto (el cual está en el país de los sintos y medos) 32 , al ser quemada, también las ahuyenta y, más aún, describe la naturaleza de la piedra de esta guisa: si se derrama agua sobre ella se ilumina, y si, al quemarla, quieres que arroje una llama más grande avivándola con un abanico, se apaga. Dicen que, al quemarse, despide un olor más fuerte que el asfalto. Nicandro 33 está de acuerdo con esto.
Helena de Troya y las serpientes de Faros
La isla de Faros (lo que voy a decir [21 ] lo cuentan los egipcios) estaba antiguamente llena de serpientes, numerosas y diferentes. Pero, cuando Tonis, rey de los egipcios, se hizo cargo de Helena, la hija de Zeus (se la encomendó Menelao que andaba errante por el Alto Egipto y por Etiopía), se enamoró de ella e intentó entablar con ella relaciones sexuales, refiere la historia que ésta, la hija de Zeus, se lo contó todo a la mujer de Tonis, que se llamaba Polidamna, la cual, temerosa de que la extranjera llegara a superarla en hermosura, abandonó a Helena en Faros garantizando su seguridad, pues le dio una hierba aborrecible a las serpientes que allí había: en cuanto las serpientes notaban su presencia, se escondían bajo tierra; Helena plantó la hierba, que con el tiempo creció y produjo simiente aborrecible a las serpientes, y además, desapareció de Faros este reptil. Los entendidos en estas cosas dicen que la hierba se llama helénion 34 .
Las estrellas de mar y las ostras
[22 ] Las estrellas de mar tienen blando caparazón y son enemigas de las ostras, pues se alimentan de ellas. He aquí el ardid que emplean para atacarlas: las ostras, para refrescarse y para comer lo que se pone a su alcance, abren frecuentemente sus valvas; entonces, las estrellas de mar introducen uno de sus brazos entre éstas y se sacian del blando contenido, y las valvas no pueden volver a cerrarse. Ésta es una peculiaridad, digna de nota, de las estrellas de mar.
La anfisbena
[23 ] A la Hidra de Lerna, uno de los trabajos de Heracles, canten los poetas y compiladores de antiguas leyendas, entre quienes figura el analista Hecateo. Cante también Homero a la Quimera con sus tres cabezas 35 , el monstruo licio de Anisódaro, rey de los licios, criatura de naturaleza varia e invencible, forjado para destrucción de muchos, !por Zeus! Me parece que todo esto hay que relegarlo a la esfera de los mitos. Pero la anfisbena es una serpiente de dos cabezas, una en la parte superior y otra en la cola. Cuando avanza, como la necesidad de un movimiento hacia adelante la impulsa, deja que una de las cabezas haga de cola y la otra de cabeza. Y si desea, luego, moverse hacia atrás, utiliza las cabezas de manera contraria a la de antes 36 .
La rana «pescador »
Hay un género de rana que se llama [24 ] «pescador» y recibe este nombre de las operaciones que ejecuta. Tiene encima de los ojos hechizos, como si dijéramos unas pestañas alargadas, en la extremidad de las cuales se aprecia una diminuta esfera. Sabe que la Naturaleza la ha dotado de estos medios para atraer a otros peces, más aún, los ha aumentado. Así pues, se esconde en lugares fangosos y, sobre todo, llenos de limo, donde permanece quieta y extiende las susodichas pestañas. Los peces más chicos se dirigen nadando hacia estas pestañas, creyendo que los objetos redondos situados en sus extremos son comestibles. La rana «pescador» está inmóvil y al acecho, y, cuando los pececillos se aproximan saca los pelos hacia ellos (los tiene escondidos valiéndose de ciertos procedimientos secretos e invisibles) y ellos, llevados de su glotonería, se aproximan, con lo cual proporcionan un festín a la susodicha rana.
La langosta y el pulpo
[25 ] La langosta es enemiga del pulpo. He aquí por qué. Cuando el pulpo la rodea con sus tentáculos, no le preocupan a éste las espinas que aquélla tiene en el dorso, sino que, envolviéndose todo él sobre la langosta, la asfixia. Esto lo sabe bien ella y, por eso, huye de él.
El proceder natural de la langosta es éste. Cuando no tiene por qué temer, «este pez» se dirige hacia delante moviendo a un lado y a otro las antenas para que el agua que corre en dirección contraria a su movimiento natatorio no las eche hacia atrás, impidiendo así su avance. Pero si se propone escapar, retrocede relajando completamente las antenas para situarse a gran distancia, como haría el tripulante de un bote al mover ligeramente los remos. Y cuando las langostas entablan combate las unas contra las otras, levantan sus antenas, caen unas sobre otras como carneros y topan entre sí. Ya hablé antes de la lucha entre la murena y la langosta 37 .
Efectos de ciertas hierbas sobre las serpientes
[26 ] Dicen que la menta de agua 38 , cubierta de rocío, y el sauzgatillo 39 son muy apropiados para ahuyentar a las serpientes. Las mujeres áticas esparcen este último en las yacijas durante las Tesmoforias. Y parece que (el sauzgatillo) es también aborrecido por las bestias feroces; es, además, represor del impulso afrodisíaco, y parece que de esta propiedad tomó su nombre. Las mismas bestias feroces temen también a la hierba llamada «romero-olíbano» 40 .
La hierba «mata-hembras » o acónito
He aprendido en Teofrasto 41 también [27 ] lo siguiente. Este varón insigne habla de una hierba, a la cual llama «mata-hembras» 42 . Si se la deja puesta en el dorso de un escorpión, al instante éste se deseca. Pero el mismo autor dice que el escorpión revive, si le derramas encima eléboro blanco. Mas yo soy partidario del mata-hembras, y en modo alguno del eléboro blanco. Razón: que odio a los escorpiones y amo a los hombres.
Calímaco 43 cuenta que, en Traquis, crece un árbol que dicen «tejo» y, si los animales reptantes se acercan a él y lo tocan, al instante mueren.
La carne de cerdo
Es creencia común que la carne de [28 ] cerdo es más gustosa que las otras carnes. La experiencia confirma esto con toda claridad. Si por ventura come una salamandra, el cerdo permanece indemne, pero mata a los que comen su carne.
Las serpientes en el nacimiento del Eufrates
Diré, en otro lugar, en qué aspecto [29 ] el Eufrates, que corre entre Partia y Siria, es superior a los otros ríos. Ahora voy a decir lo que sobre él saben los partos y los sirios y lo que armoniza con el presente discurso. En el nacimiento de este río se crían ciertas serpientes muy dañinas a los hombres, pero no a los indígenas criados en medio de ellas, sino a los extranjeros ajenos completamente a ellas. Y castigan con la muerte a los visitantes.
El rastro del león
[30 ] El león, cuando camina, no avanza en línea recta ni permite que las huellas sean sencillas, sino que unas veces avanza, otras retrocede, luego se detiene y marcha en dirección opuesta, más tarde va de aquí para allá, borrando así sus huellas para evitar que los cazadores lo sigan y puedan descubrir fácilmente la guarida donde descansa y habita con sus cachorros. Estas costumbres de los leones son dones otorgados por la Naturaleza.
Cómo se cura el hipo
[31 ] Piensa en un pastor entendido en su oficio. El pastor ama a sus ovejas, ama a sus cabras, pero aborrece el hipo. Esta enfermedad aflige de ordinario al hombre, y la repleción origina hipo también en el ganado. Por esto, los pastores plantan alrededor de los rediles de dichos animales una hierba 44 que es un remedio para este mal, como que ahuyenta de ellos la enfermedad. Dicen los entendidos que esta hierba es buena también para los hombres afectados de esta molestia.
Manera de recolectar el beleño y la cañaheja
[32 ] Cuantos se ocupan de recolectar el beleño y el silfio 45 cavan zanjas alrededor de estas plantas y remueven un poco las raíces; no las arrancan con sus propias manos, sino que atan la hierba a la pata de algún ave que cazan o compran y el ave, con sus revoloteos, arranca la hierba. Y si no se arrancan así estas plantas, el tesoro que el hombre cree haber encontrado tan afortunadamente y para subvenir a sus necesidades, no le sirve de nada.
La lombriz intestinal
No es ésta la ocasión de referir los [33 ] beneficios que reporta el abrótano, cómo deja expeditos los conductos respiratorios y cómo, además, limpia los pulmones. Mas es, ciertamente, enemigo de una funesta criatura, la lombriz intestinal, a la cual destruye.
La lombriz va aumentando de tamaño hasta convertirse en monstruo, alimentado en los intestinos, y figura en el número de las enfermedades humanas difíciles de curar y que se resisten a ser tratadas por mano mortal. Basta Hipis como testimonio de esto. He aquí lo que cuenta el historiador de Regio.
Una mujer tenía lombrices y los médicos más expertos renunciaron a curarla. Así pues, se encaminó a Epidauro 46 y pidió al dios verse libre de la enfermedad, compañera inseparable. El dios no acudió. Así que los ministros de éste mandaron a la mujer acostarse en el lecho, en donde el dios suele curar a los suplicantes. La mujer se estuvo quieta en el lecho, como se le ordenó, y los ministros del dios se dispusieron a curarla. Separaron la cabeza del tronco y uno de ellos metió la mano y sacó la lombriz que era una descomunal criatura. Mas no podían ajustar la cabeza y ponerla en su primitivo lugar. Entonces llegó el dios y se irritó contra ellos porque habían acometido una empresa superior a su sabiduría. Pero él, revestido de un poder invencible y divino, devolvió la cabeza a su cuerpo e hizo levantar a la extranjera.
En cuanto a mí, oh rey Asclepio, el más benéfico de los dioses, no antepongo el abrótano a tu sabiduría. ¡Que mi locura no llegue a tanto! Pero, al referirme a él, me acordé de tu benéfica acción y de tus maravillosas curaciones. Y no hay que dudar de que esta hierba es un presente tuyo.
El argonauta
[34 ] También el argonauta es un pulpo y tiene una sola concha. Ahora bien, emerge volviendo su concha hacia abajo para no coger agua salada y ser impulsado de nuevo al fondo. Cuando está en la cumbre de las olas, si reina la calma y los vientos están sosegados, pone la concha (la cual flota a manera de un bote) hacia arriba y, alargando dos tentáculos, uno a cada lado, con suave movimiento rema y empuja esta nave sin artificio. Y si sopla el viento, extiende aún más los tentáculos que hasta ahora le servían de remos, los utiliza como gobernalles y extiende otros entre los cuales se forma una especie de camisa de trama finísima, que despliega y convierte en vela. De esta manera navega sin temor. Pero si teme el ataque de algún pez más corpulento, se sumerge llenando su concha, que, al aumentar de peso, lo arrastra al fondo, y, desapareciendo, burla a su enemigo. Luego, cuando ha recobrado la tranquilidad, surge y se pone a navegar otra vez. Y de este comportamiento recibe su nombre 47 .
La profundidad del mar
Dicen que las cosas del mar pueden [35 ] ser examinadas por el hombre hasta una profundidad de trescientas brazas, pero no más. Mas yo no me ocupo de esto con especial interés, ni ningún otro nos dice si viven peces u otros animales a mayor profundidad o si estos lugares son inaccesibles a ellos. Lo que sí es cierto es que los dioses del mar, las divinidades marinas, y sobre todo, el señor del líquido elemento escogieron como morada estos lugares.
El pez «ádōnis »
Hay, según parece, un pez perteneciente [36 ] al género del mújol, que acostumbra a vivir en las rocas, y es de aspecto amarillo. Tiene un doble nombre. Pues unos lo llaman ádōnis , y otros exōcétos 48 porque, cuando las olas se aquietan en lugares sosegados y tranquilos, embarranca arrastrado por la fuerza del oleaje, se tiende en las rocas y se sume en un sueño profundo y sumamente tranquilo.
Sabe muy bien que entre él y los demás hay un pacto de paz, pero teme a todas las aves que se alimentan del mar. Así pues, si aparece alguna de ellas, se yergue de repente y se pone a dar saltos interpretando una especie de danza no aprendida y una pantomima, por decirlo así, indescriptible, hasta que saltando desde la roca, cae al mar y se salva.
Gustan llamarlo ádōnis 49 , porque tiene querencia por la tierra y el mar. Y los que por vez primera dieron este nombre al pez lo hicieron pensando, según yo creo, en la vida del hijo de Ciniras repartida entre dos divinidades: una, que lo amaba y vivía bajo tierra, y otra, que hacía lo mismo sobre ella.
Plantas parásitas
[37 ] En el tronco de un árbol suele, a veces, crecer la rama de otro con el que, a menudo, no tiene ninguna afinidad. La razón la trae Teofrasto 50 , el cual ha averiguado, de una manera muy científica, que las avecillas se alimentan de la flor de los árboles y, después, depositan los excrementos sobre las plantas en que se posan. De modo que la semilla cae en sus oquedades, grietas o cavidades, que reciben el riego de la lluvia del cielo, y produce la misma planta de la que procede. De esta manera verás crecer en el tronco del olivo una higuera y, en otros troncos, otras plantas.
La oveja marina y otros peces
[38 ] En los recovecos del mar tienen su guarida la oveja marina los llamados hḗpatos 51 y aquellas criaturas que los pescadores suelen llamar prépontes 52 . La Naturaleza les ha dado enorme tamaño, y son torpes nadadores y merodean en torno a sus guaridas, de donde resulta que nunca abandonan sus lugares de refugio. Pero acechan a los peces más débiles que ellos, que pasan cerca nadando. También la merluza podría incluirse en el número de estos peces. Más que ningún otro pez teme la merluza el orto de Sirio.
Diversos insectos de las plantas
Según parece, en los campos de trigo, [39 ] en los chopos y también en las higueras se cría la familia de las cantáridas 53 , como dice Aristóteles 54 ; en los garbanzales, la de las orugas; ciertas arañas, en las arvejas, y en los puerros, la llamada oruga del puerro 55 . En la berza nace una especie de gusano, cuyo nombre deriva de la planta en que vegeta, pues se llama oruga de la berza 56 . También el manzano cría otra especie de oruga 57 , que frecuentemente destruye el fruto de este árbol, aunque es buena para facilitar la concepción a las mujeres que todavía están en edad de tener hijos. Otro dirá cómo.
Los animales saben donde reside su fuerza
Cada animal sabe, al parecer, en qué [40 ] parte de su cuerpo reside su fuerza y en esta parte confía; cuando ataca, usa de ella como de un arma, y cuando ventea el peligro, como medio de defensa. Así por ejemplo, el pez espada utiliza la mandíbula superior como una espada cuando se defiende: de aquí su nombre; la pastinaca lo hace con el aguijón; la murena, con los dientes, y puede hacerlo muy bien, pues tiene doble fila de ellos.
El ratón doméstico y el «ratón de mar »
[41 ] El ratón casero es un animal tímido y débil: le asusta el ruido y se horroriza al oír el chillido de la comadreja. También son tímidos los ratones de campo. Son más intrépidos que los domésticos, los ratones de mar 58 . Su cuerpo es pequeño, pero su audacia irresistible. Reside su fortaleza en dos armas: su piel vigorosa y sus potentes dientes. Se enfrentan a peces de tamaño más grande y a los más débiles pescadores.
El atún
[42 ] Los atunes barruntan el cambio de las estaciones, conocen perfectamente los solsticios y no necesitan para nada a las personas enteradas de las cuestiones relacionadas con el cielo. Donde quiera que les sorprenda el comienzo del invierno, allí gustan de quedarse quietos y tranquilos, permaneciendo así hasta la llegada del equinoccio. De lo cual da testimonio Aristóteles 59 .
Que ven con un ojo y no con el otro lo declara Esquilo cuando dice 60 :
mirando recelosamente con su ojo izquierdo a la manera de un atún .
Pasan al Ponto teniendo a su costado derecho la tierra, de la que no apartan la vista; pero al salir de dicho mar, nadan siguiendo la costa opuesta sin apartarse de ella, poniendo el mayor cuidado en preservar su vida por medio del ojo que ve.
El cangrejo común
Los cangrejos pierden su primer [43 ] caparazón y se despojan de él como las serpientes de su camisa. Y cuando se aperciben de que se les está desprendiendo de la carne, van de aquí para allá como picados de tábano, deseosos de mayor pitanza para que, al hincharse su cuerpo con ella, rompan el caparazón. Cuando salen de él y quedan libres, permanecen quietos, como muertos, en la arena, pues temen por su recién formada piel, que es húmeda y delicada. Poco a poco se juntan unos con otros, reviven, por así decirlo, y comienzan a comer arena. Su timidez y extraordinaria cobardía duran mientras su cubierta exterior es sólo una membrana. Cuando esta cubierta empieza a consolidarse y adquiere las características de un caparazón, se desprenden de su timidez, convencidos como están de que la cubierta que les protege es para ellos a manera de armadura o, por decirlo así, de escudo.
Trogloditas y serpientes
Es célebre la raza de hombres llamados [44 ] trogloditas y toman su nombre del género de vida. Las serpientes los temen, y con razón, porque se las comen.
Las serpientes, cuando se aparean, despiden un hedor muy desagradable.
Los pulpos y osmilos saqueando los frutales
Si un campo está cerca del mar y [45 ] tiene árboles frutales, los campesinos muchas veces sorprenden en el estío a pulpos y osmilos 61 , arrastrados por las olas, que suben por los troncos, rodean con sus tentáculos las ramas y cogen el fruto. Y cuando los campesinos los capturan, infligen su castigo a los ladrones. En compensación de lo que los susodichos pulpos han cosechado, suministran a los propietarios de los frutos saqueados un festín con su carne.
Los «emigrantes »
[46 ] «Emigrantes» es el nombre de un pez marino que conoce el tránsito de las estaciones. En efecto, cuando llega el invierno, estos peces permanecen inmóviles, temerosos del frío, y se solazan calentándose en su estado de inactividad, comunicándose unos a otros fraternalmente su calor. Luego, en primavera, emprenden nadando viajes más largos y se alimentan no sólo de lo que encuentran al paso, sino también de lo que buscan y persiguen.
El erizo de mar
[47 ] Si uno despedaza a los erizos de mar que se conservan vivos aún dentro de sus conchas y con las púas erectas, y arroja los pedazos al mar dejándolos dispersos, se reúnen de nuevo para formar una unidad: cada pedazo reconoce su afinidad de parentesco y, al unirse entre sí, crecen a la vez. Y por maravillosa y peculiar disposición de la Naturaleza, se forma un conjunto homogéneo de nuevo.
Estímulos sexuales para los animales hembras
[48 ] Para obtener de los animales mayor descendencia, sus cuidadores, en la época del apareamiento, cogen puñados de sal y nitro y restregan con ellos el aparato genital de las hembras: ovejas, cabras y yeguas. Con estos procedimientos se provoca en ellas un mayor apetito sexual. Otros las untan con pimienta y miel, otros con nitro y semilla de ortigas, y algunos lo hacen con apio caballar y nitro. Gracias a esta irritación, las hembras de un rebaño no son dueñas de sí mismas y se lanzan enloquecidas en busca de los machos.
Los grandes cetáceos
Ninguno de los más grandes cetáceos [49 ] se acerca a las playas, a las bahías, a los lugares llamados «rocosos», ni a las aguas poco profundas. Viven en el mar abierto. Los de mayor tamaño son el león marino, el pez martillo, el leopardo de mar 62 , la ballena, el prḗstis 62 y el pez que llaman máltha 62 ; este último cetáceo es un terrible e invencible enemigo. La orca 63 es también bestia temible y peligrosa aunque aparezca a lo lejos, porque agita el mar y levanta oleaje. Tampoco la hiena marina es un espectáculo de buen augurio para los navegantes. Más arriba me referí a las diferentes especies de tiburones y a su arrojo.
Las morsas, las ballenas y las focas
Las morsas 64 son animales marinos. [50 ] En los promontorios y rocas saledizas emiten una especie de grito de mal agüero y un profundísimo bramido. Es más, el que oye este bramido no tiene escapatoria y, al poco tiempo, muere.
La ballena sale del mar y se calienta al sol. En cambio, las focas prefieren salir a la superficie cuando hay oscuridad; aunque en realidad duermen en la playa al mediodía, fuera del mar. Esto ya lo sabía Homero, y en la Odisea 65 presenta a Menelao exponiendo a Telémaco y a Pisístrato cómo descansan las focas en el pasaje en que el caudillo les cuenta los sucesos de Faros y todo lo relativo al dios marino Proteo y a la profecía que le hizo éste.
El salmonete
[51 ] He hablado antes 66 del salmonete. Y lo que no dije antes, lo diré ahora. En Eleusis es venerado por los iniciados y el motivo de esta veneración es doble: unos dicen que porque tiene tres alumbramientos al año, y otros que porque se come a la liebre de mar 67 , que es mortífera para el hombre. Pero quizás vuelva a hablar del salmonete.
Peces voladores
[52 ] Los calamares, el pez golondrina 68 y el pez volador 69 , cuando están asustados, salen a la superficie y vuelan. Los calamares por medio de sus alas brincan y se levantan a una gran altura y se trasladan en compactas bandadas a manera de aves. Mas las golondrinas tienen un vuelo más raso. Y los peces voladores se levantan tan poco sobre la superficie del mar, que es difícil saber si nadan o vuelan.
Peces en formaciones
[53 ] Al parecer, los peces vagan y se mueven, unos en formación compacta, como tropas de animales o agrupaciones de hoplitas que marchan en hileras y falanges; otros nadan en columnas ordenadas, y otros podríamos decir, en compañías. Los hay que se agrupan por docenas y nadan juntos de este modo. Incluso hay algunos que nadan en parejas y otros que se quedan en sus guaridas y en ellas pasan la vida.
Diverso trato a los animales
Me he enterado de que los pastores [54 ] con experiencia, cuando quieren conseguir que el ganado engorde, les quitan los cuernos. Y cuando quieren estimular el apetito sexual de los machos cabríos, les ungen las narices con perfume e, incluso, sus barbas. Pero, por otra parte, cohíben su excesivo apetito atando una cuerda de lino en la parte central del rabo.
Aristóteles 70 dice que las yeguas malparen, si, durante algún tiempo, huelen una mecha de lámpara apagada. He oído también que se ha ideado el siguiente expediente para impedir que los perros domésticos huyan: miden la cola con una caña, que untan luego con manteca, la cual dan luego a lamer al perro. Y dicen que se quedan en casa como atados.
Cómo mantener callados a los animales
He aquí otras características del perro. [55 ] No ladran si uno se acerca a ellos sujetando la cola de una comadreja; mas después de haber cortado la dicha cola de la comadreja cazada, hay que dejarla marchar viva. Un burro no rebuzna, si se ata, según dicen, una piedra a su cola.
El elefante
En el estío, cuando el calor del sol [56 ] está en su apogeo, los elefantes se dan unos a otros una capa espesa de barro que los refresca y les es más agradable que una casa sombreada por una cueva protegida por árboles y ramas. Estos animales siguen muy bien la pista con el olfato, pues tienen penetrante percepción de los olores. Caminan sucesivamente, y el primero (pues marchan en fila) se apercibe de la hierba que pisa y, conjeturando por el aplastamiento del césped que por allí pasaron hombres, arranca la hierba, dándosela a oler al de atrás y éste al que viene después, y esta cesión (así podría llamarse) recorre toda la fila. Y cuando llega al que es el jefe, éste lanza un gran barrito y todos, como soldados que obedecen una orden, se dirigen después a los valles y espesuras de las montañas, a las marismas bajas o a las partes llanas, cubiertas de tupidos arbustos. Y evitan todo territorio hollado por el hombre, pues consideran a éste como su peor enemigo.
Cuando les faltan pastos, unos arrancan raíces y se las comen y otros se marchan en busca de forraje. Y el primero que encuentra lo que busca regresa, y llama a sus compañeros y los conduce hasta el lugar de su hallazgo.
Los peces en el invierno y en la primavera
[57 ] En el rigor del invierno, cuando las olas del mar se embravecen y soplan los vientos con fuerza y violencia, los peces temen a su nativo y querido mar. Y unos amontonan con sus aletas la arena y, cubriéndose con ella, se calientan; otros se enrollan bajo una roca y gustan de reposar, resguardados del frío, en su abrigo; otros, refugiándose en los recovecos del mar, abajo en lo profundo, se libran de la agitación de arriba, pues dicen que la violencia del oleaje no es tan grande ni golpea tanto en las profundidades del mar.
Cuando comienza la primavera, el cielo se hace radiante, las plantas empiezan a echar hojas y los prados se van cubriendo de su natural verdor, los peces se dan cuenta de que el mar está sereno y tranquilo, y ascienden, y saltan, y se acercan nadando a la costa como si vinieran de un largo viaje.
La longevidad del elefante
Tres son, al parecer, los animales [58 ] que, de pequeñísimos que son al nacer, se hacen grandísimos: de los acuáticos, el cocodrilo; de los volátiles, el avestruz, y de los cuadrúpedos, el elefante. Y Juba dice que su padre poseía un elefante libio viejísimo que remontaba a sus antepasados, y que Tolomeo Filadelfo tenía un elefante etíope, el cual también vivió muchos años y, en parte, por convivir con los hombres y, en parte, por los ejercicios de adiestramiento, llegó a ser benignísimo y mansísimo. Juba celebra también a un elefante indio, propiedad de Seleuco Nicátor, y dice, además, que sobrevivió a la hegemonía de los Antíocos 71 .
Peces de mar que desovan en aguas dulces
Todos los peces que disponen de un [59 ] río o de una laguna cercanos al mar, que es su medio natural, cuando tienen que desovar, abandonan nadando el agua salada, para lo cual aprovechan el momento en que las olas están en calma y nada agitadas o golpeadas por el viento. La calma de las aguas del río o del lago contribuye favorablemente a recibir la freza y a preservar a los pececillos de todo daño y de todo ataque por muchas razones, pero, sobre todo, por la ausencia o escasez de alimañas, pues los ríos y lagunas suelen tener esta prerrogativa. Por esto, el Ponto Euxino es abundante en peces, porque no ha aprendido a críar criaturas salvajes. Cría focas y delfines, pero pequeñísimos, y los peces están aquí protegidos de todos los otros animales dañinos.
Las agujas de mar
[60 ] Las agujas de mar 72 , que son delgadas y no tienen matriz para albergar el feto, no pueden soportar el aumento de tamaño de las crías en el cuerpo y revientan; así que no realizan la función del parto, sino que expelen a sus hijos.
La mordedura invisible del áspid
[61 ] Dicen que el rastro y señales de la mordedura del áspid no son, en absoluto, aparentes o fáciles de advertir. Y ésta es la causa, según he averiguado, que el veneno de este reptil es fortísimo y se difunde con suma rapidez. Así, el áspid inocula el veneno y éste no se detiene, sino que, por los conductos interiores, se desliza dentro del cuerpo, desaparece de la vista y de la piel ante la mirada de uno y avanza por dentro. Esto explica que la muerte de Cleopatra no fuese advertida por los compañeros de Augusto enseguida, sino tarde, cuando vieron dos puntitos difíciles de apreciar y descubrir, mediante los cuales se reveló el enigma de su muerte, además se vieron señales del rastro del áspid, que eran evidentes para los que tenían conocimiento de los movimientos de estos reptiles.
Muerte de un encantador de serpientes
[62 ] Siendo agoránomo en las fiestas Panateneas 73 Pompeyo Rufo, un mancebo de botica de los que crían serpientes para exhibirlas en espectáculos y que estaba rodeado por otros muchos compañeros de profesión aplicó a su brazo un áspid para demostrar su pericia y fue mordido. Después, con la boca chupó el veneno. Como no pudo tragar rápidamente agua, pues no la tenía, ya que la vasija que estaba preparada para el caso había sido derramada a traición, y como no había hecho desaparecer el veneno con el lavado y enjuagándose a fondo, murió, según creo, a los dos días sin sufrir dolor alguno, si bien poco a poco el veneno pudrió sus encías y su boca.
Los peces y su cópula
Cuando la primavera está en su apogeo [63 ] y la tierra se cubre de flores, los animales se llenan de impulso afrodisíaco y desean celebrar sus bodas, y los que habitan las montañas o el mar y los que vuelan en el aire anhelan emparejarse unos con otros. Algunos peces frezan en la arena manteniendo sus huevos unidos formando una masa, y otros, al nadar, sueltan gran cantidad de huevos, muchos de los cuales los devoran los peces que vienen detrás. En realidad, los machos encabezan la formación, van derramando lecha y las hembras que les siguen abren la boca para tragarla insaciablemente. Y en esto consiste su cópula. Dije más arriba que algunos peces cohabitan con las hembras y las cuidan, y que, en ciertas especies de peces, se enciende una especie de rivalidad amorosa.
Agua dulce en el mar
Dice Aristóteles 74 , díjolo antes que [64 ] él Demócrito 75 y, en tercer lugar, lo dice Teofrasto 76 , que los peces no se nutren de agua salada, sino del agua dulce que está mezclada con la del mar. Y como en cierta manera parece increíble, queriendo el hijo de Nicómaco corroborar lo dicho con hechos fehacientes, afirma que en todo mar hay una cierta cantidad de agua potable y lo prueba de la siguiente manera: si uno fabrica una vasija de cera hueca y fina y la deja caer vacía en el mar, atándola de manera que pueda ser izada cuando se la levanta, al cabo de una noche y un día aparece llena de agua dulce y potable. También Empédocles de Acragante 77 dice que hay agua dulce en el mar, aunque no a todos resulte esto evidente, y que sirve de alimento a los peces. Y apunta que este endulzamiento del agua obedece a una causa natural que podréis aprender en su obra.
Los iniciados se abstienen de comer ciertos peces
[65 ] Dicen que los iniciados en los misterios de las dos diosas no se avienen a comer cazón. Pues no es alimento puro, ya que este pez pare por la boca. Mas dicen algunos que no es esto lo que hacen, sino que, cuando las crías temen el ataque de algún enemigo, la madre las esconde tragándoselas y, cuando ya ha pasado el peligro, las vomita vivas. Estos mismos iniciados se abstendrán de gustar el salmonete y lo mismo haría la sacerdotisa de la Hera de Argos. Yo sé que las razones de esto las he explicado más arriba 78 .
Cópula de la víbora y la murena
[66 ] No me olvido de que en capítulos anteriores 79 me he referido al ayuntamiento de la víbora y la murena, cómo lo realizan saliendo ésta del mar y aquélla, reptando, de su cubil. Pero voy a decir ahora lo que entonces omití. Cuando la víbora se dispone a copular con el pez, para parecer tierna como conviene a un novio, vomita y expulsa el veneno y luego con un ligero silbido llama a la novia, como si ejecutase una especie de himeneo prenupcial. Cuando ya han realizado los ritos amorosos, la murena se dirige al mar, y la víbora, después de volver a tragarse el veneno, se dirige a su habitual morada.
1 EURÍPIDES , Fr . 920 NAUCK . — FRAY LUIS DE GRANADA , en El Símbolo de la fe (1.a parte, cap. XIV, 2), parafrasea este capitulo: «De él [del león] escribe Eliano que después que, por la edad, está flaco y pesado, y así es inhábil para cazar, sale con sus cachorros, y espéralos en cierto puesto, y ellos traen al padre viejo la caza que hallaron; el cual los abraza cuando vienen y los lame la cara en señal de agradecimiento y amor, y después de este amoroso recibimiento asiéntanse todos a comer de la caza. ¿Pues qué más hicieran si tuvieran razón como los hombres? Y aún en esta piedad nos sobrepujan; pues muchos hijos vemos muy escasos e inhumanos para con sus padres pobres y viejos. Lo cual no cabe aun entre animales fieros.»
2 Se discute sobre el verdadero significado de sérphos , que nosotros traducimos por «mosquito». Se trata, sin duda, de un mosquito pequeñísimo, lo que vulgarmente se llama «jején», de tamaño mucho menor que el mosquito corriente, pero de picadura muy mortificante. Sin embargo, L. A. W. C. VENMANS , «Serphos », Mnemosyne , N. S., 58 (1930), 58-62, afirma que, de los pocos textos en que aparece la palabra, se deduce que se trata de un bicho pequeño, cuya denominación se empleaba proverbialmente para indicar algo insignificante. Gramáticos insignes, como Crates, Dídimo, Focio y otros, creían que con sérphos se designaba a una hormiga. A. WILLEMS , en «Qu’est ce que l’insecte appelé serphos? », publicado en Act. de l’Acad. Roy. de Belgique , 1896, cree que se trata de la termita u hormiga blanca. Venmans, en el artículo mentado, cree que se trata de un gusano y se basa en la etimología, que supone ser la raíz serp , «arrastrarse». En el mismo artículo, este autor rechaza la idea de que sérphos designe a las termitas, ya que en los autores antiguos no hay mención de estos insectos, que, de existir, no hubieran pasado inadvertidos a causa de sus devastadores efectos. Cf. también L. GIL FERNÁNDEZ , Nombres de insectos en griego antiguo , Madrid, 1959, pág. 225, que sustenta, como nosotros, la opinión de que se trata de un mosquito.
3 Cf. II 26.
4 El espóndilo es la Ostrea edulis . Cf. D’ARCY THOMPSON , Glossary of Greek Fishes , Londres, 1947, s. v. sphóndylos .
5 En XI 37 las langostas se incluyen en el número de los testáceos.
6 Karkínos del texto es el cangrejo en general. Páguros es el término que se emplea para designar al cangrejo comestible.
7 Cf. fr . 236 (ROSE , pág. 254). No hay mención de esto en ninguna obra conservada.
8 Hist. Anim . 534a9.
9 Labrax lupus .
10 El verrugato es la Umbrina cirrhosa , un esciénido de hasta 70 cm. de longitud.
11 La salpa o sopa es la Box salpa . Se llama también salema. Es un espárido. El Sparus auratus , la dorada, es comestible.
12 Es el Mullus barbatus , en español «salmonete».
13 Es el otolito, concreción reguladora del equilibrio, que tienen ciertos animales.
14 Cf. IX 57.
15 Pargus vulgaris , el pargo o pagro, pez muy semejante al pagel (Pagellus) .
16 Sciaena aquila , es un pez perteneciente a la familia de los esciénidos que alcanza los dos metros. Vive en las costas occidentales de África y en el Mediterráneo próximo.
17 En el sentido que esta palabra tiene, en griego, de «pegote» o «gorrón».
18 Echeneis remora , de la que ya se habló en I 36 y II 17.
19 Frs. 895, 937 KOCK .
20 Cf. ATENEO , VI 248D-E, y frs . 107, 108.
21 En la costa noroeste del golfo Termaico; Filipo se apoderó de ella después de un prolongado asedio en 352 a. C.
22 Od . XI 135.
23 En griego nárkē , «entorpecimiento» y «pez torpedo».
23 bis Sentido conjeturable, porque el texto es corrupto.
24 Este testimonio no aparece en ninguna obra conservada.
25 Cf. ARISTÓTELES , Hist. Anim . 616a19, 32.
26 Rey de Egipto, s. VI a. C.
27 Ciudad de Rodas.
28 Es el acónito, planta ranunculácea muy venenosa.
29 El geco es un reptil saurio de África (Platydactylus mauritanicus) .
30 Mirab . 481a27.
31 Quizás sea el lignito.
32 Es el río Strunitza.
33 Ther . 44.
34 Helénion , «énula campana, hierba del ala», he aqui los nombres españoles de la compuesta Inula helenium , planta vivaz y medicinal. De ella habla DIOSCÓRIDES , en I 29.
35 Il VI 181; XVI 328.
36 De esta fantástica criatura habla NICANDRO (Ther . 372). Cf. comentario de Gow-Scholfield al pasaje.
37 Cf. I 32.
38 Es la Mentha viridis o aquatica .
39 Es la verbenacea Vitex agnus-castus , que crece a orillas de los ríos.
40 Lecokia cretica .
41 TEOFRASTO , Hist. Plant . 18, 2.
42 Es otro nombre del acónito. En el texto thelýphonos , que es uno de los diversos nombres que da a esta planta NICANDRO , Alex . 36 ss, y desde luego de significado más ominoso que el de «matalobos» español.
43 Frs . 100 y 48 PEARSON .
44 Si hemos de hacer caso a PLUTARCO , Mor . II 648A, se trata del Alyssum .
45 Propiamente, se trata de la Ferula tingitana .
46 Al templo de Asclepio. Una curación semejante representa el íama 23 de la estela B comentado por R. HERZOG , «Die Wunderheilungen von Epidauros» (Philol ., Supplementband XXII, Heft III [Leipzig, 1931], págs. 1-164), que reza así: «Aristágora de Trozén. Ésta tenía una solitaria en el vientre, se acostó en el templo que Asclepio tiene en Trozén y tuvo un sueño: le pareció que sus hijos, como el dios no estaba allí sino en Epidauro, le seccionaban la cabeza, pero, no pudiendo colocarla de nuevo en su sitio, enviaron a uno de ellos para que hiciera venir al dios. Entretanto, llega el día y el sacerdote ve, despierto, la cabeza separada del cuerpo. A la noche siguiente, Aristágora ve un rostro. Parecióle que el dios venía de Epidauro, colocaba su cabeza en el cuello y después, rasgando el vientre, sacaba de él la solitaria, volvía a coser y después quedaba curada.»
47 Argonauta argo . Es un pulpo en el que la hembra construye una concha externa temporal entre los tentáculos para depositar los huevos. La hembra mide 80 cm., el macho fecundante 10.
48 Es un pez sin identificar. La palabra significa «que duerme fuera del agua».
49 Adonis era hijo de Cíniras y de la hija de éste, Mirra. Afrodita ocultó al recién nacido en un cofre que entregó a Perséfone. Al negarse ésta a devolver el niño, Zeus ordenó que pasase medio año con una diosa y otro medio con la otra.
50 Bien explicada la causa del parasitismo de algunas plantas. (Cf. Introducción, pág. 22, y TEOFRASTO , Caus. Plant . 17, 5 y 8.)
51 La oveja marina y el hḗpatos son peces sin identificar.
52 Sin identificar.
53 Son coleópteros meloideos, cuyo cuerpo posee una sustancia cáustica, vejigatoria venenosa, empleada antiguamente en medicina y para la fabricación de filtros amorosos.
54 Hist. Animal . 552b1.
55 En griego prasokourís es el cortón o grillo cebollero, según J. B. GEZE , en Comptes rendus de l’Académie des inscriptions et Belles-Lettres , París, 1931, págs. 47-49, citado por GIL FERNÁNDEZ , Insectos ..., págs. 142 y 143, que acepta su explicación. La palabra estaría compuesta de práson (puerro) y kourís (cortadora o peluquera). Esta explicación es más racional que la de A. F. SCHOLFIELD , en su versión de la Loeb (cf. II, pág. 259 n), que apunta la opinión de que sea un «milpies» o la Hylemyia antiqua Meig , antómido, cuyas cresas minan los bulbos de las cebollas.
56 Es la Pieris rapae , la mariposa conocida en español con el nombre de «blanquita de la col».
57 Es la Carpocapsa pomonella que, en estado larvario y con el nombre de «gusano» u «oruga», ataca a las manzanas.
58 THOMPSON , Gr. Fishes , s.v. mûs (II), pág. 167, cree que se trata de una tortuga que, aunque carece de dientes, tiene mandíbulas fuertes. Debe de ser el mismo animal al que se refiere OPIANO (Hal . I 174).
59 Hist. Animal . 599b9.
60 Fr . 308 NAUCK .
61 Cf. V 44.
62 Sin identificar.
63 Se vuelve a hablar de ella en XV 2.
64 Traducimos por «morsa», pero la descripción que sigue corresponde a la foca.
65 Od . IV 400.
66 Cf. II 41.
67 Traducimos por «liebre de mar» la palabra griega lagón del texto, pero esta liebre es el Diodon histrix o pez erizo que, como todos los diodóntidos, se infla como un globo al tocarlo.
68 Se llama también cuclillo. Pertenece a la familia de los tríglidos y su nombre científico es Trigla hirundo .
69 El pez volador es el Exocoetus volitans .
70 Hist. Animal . 604b30.
71 Seleuco Nicátor reinó del 312 al 280 a. C.; Antíoco I, del 280 al 269 a. C.
72 Syngnathus acus . Son peces alargados, delgados y acorazados que nadan mal, con el hocico tubuliforme, sin aletas ventrales. Las hembras incuban la puesta en una bolsa ventral.
73 Estas Panateneas son el Quinquatrus romano, festival celebrado en marzo. Pompeyo fue cónsul en el 88 a. C. y colega de Sula.
74 Hist. Animal . 590a18.
75 DIELS -KRANZ , vol. I, pág. 295; vol. II, pág. 126.
76 TEOFRASTO , Caus. Plant . VI 10, 2.
77 Fr . 66 DIELS -KRANZ .
78 Cf. cap. 51.
79 Cf. I 50.