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El día menos pensado.

15 de diciembre de 2017, oficiando como paisajista – jardinero, terminaba un jardín sin saber que era el último.


16 de diciembre… llegó el día más esperado y menos esperado: más esperado porque mis hijitas iban a su primer campamento, y menos esperado porque desde ese momento, la vida me regalaba las últimas monedas para cada músculo de mi cuerpo. Y cada musculatura usada se apagaba. Mientras en la pieza de mis chiquitas, ellas armaban el bolso junto a la leona de la casa. Quien escribe, se iba desarmando, obvio, junto a la leona de la casa. Flavia iba… y ponía la mejor cara, volvía y me ayudaba sacando fuerzas de donde no tenía. Desde que aprendí a amarla —lo que no tardó mucho desde que la conocí—, me sentí privilegiado, y ese día, junto al miedo, la angustia, la desesperación, lograba contemplar la gran mujer que es.

Mientras mis chiquitas iban armando sus bolsos, yo me iba desarmando. En mi cuarto se respiraba temor y angustia, y desde la puerta, salían chistes y buenas ondas para las nenas.

Y llegaron ellos dos… mi hermano y mi hermana, y se armó el dream team de tres. Desde ese día, se pararon en mi vida y dibujan. Dos mujeres y un hombre con todas las garras y la inteligencia que se puede tener. Los llamé con el último dedo que podía mover, y ni bien llegaron ya estaba todo organizado: ella llevaba, junto a Flavia, a mis nenas al campamento, y él me llevaba al hospital. Pero, ¿cómo subirme al auto sin amargarlas? Y ahí es donde, por mis súplicas, entró Él: el Padre que acompaña, que dirige y protege, que exalta todas nuestras entregas. Le dije: “Dios mío levantame” …y con gran fuerza logré llegar al auto, tirando chistes y besos sobre ellas.

Me fui… 11 meses me fui…

Pasión por despertar

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