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Prólogo

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Cuando me propusieron que escribiera un libro de primeros auxilios de homeopatía, me quedé abrumado por la inmensa cantidad de ejemplos excelentes que ya pueblan las librerías. A menudo recomiendo a mis pacientes que lean varios de ellos, de modo que si una de las obras se queda corta en algún aspecto, otra llene esa laguna. Los libros de D. M. Gibson, Phyllis Speight, Dorothy Shepherd y Miranda Castro son muy recomendables, y hay muchos otros que resultan muy útiles. Dado que las normas básicas de la homeopatía no están sujetas a ningún cambio evolutivo apreciable, parece innecesario añadir otro título a la lista. Tardé un tiempo en descubrir qué podría resultar útil a esas personas que quieren usar la homeopatía en su hogar y que tienen preguntas que aún no ha respondido nadie.

Dos cosas me ayudaron a superar ese pequeño bloqueo. Primero, tras haber dedicado ocho años a escribir The Companion to Homoeopathy, un grueso volumen sobre la filosofía en la que se basa la homeopatía y sobre cómo funciona en la práctica, parecía necesario un libro complementario sobre la aplicación práctica de la homeopatía en el hogar. Segundo, recordé los ruegos de muchos de mis pacientes (sobre todo madres) a lo largo de los años, quienes me preguntaron cuándo escribiría un libro para responder a las preguntas que no dejaban de hacerme por teléfono. La gente quiere saber cosas de la práctica en el hogar; quiere participar en su propia curación; quiere comprender qué, por qué y cuándo aceptar la responsabilidad.

«La homeopatía en el hogar»… ¿De qué podría tratar esto exactamente? Son tantas las personas que han usado y han puesto su confianza en las medicinas homeopáticas como primer recurso que la solicitud de más información ha generado una industria cuyo tamaño (¡y rentabilidad!) sorprendería a muchos. Hoy día usted puede entrar prácticamente en cualquier farmacia y adquirir remedios homeopáticos para tratar todo tipo de afecciones, desde los resfriados y las alergias hasta la gripe intestinal y los tirones musculares. Puede entrar en cualquier farmacia homeopática y pedir uno de los cientos (literalmente) de remedios que pueden usarse para tratar cualquier trastorno que pueda imaginar. Si echa un vistazo a los títulos de los capítulos verá lo amplísima que puede ser la homeopatía, y hasta qué punto hay que considerar el tratamiento homeopático como una opción, no solo en el hogar sino también dentro del contexto más amplio de las primeras opciones para enfermedades crónicas. (Este tipo de trastornos crónicos debe tratarlos siempre un médico profesional y titulado.) La práctica en casa debe incluir algo más que el mero uso de remedios de primeros auxilios para problemas de poca importancia; también es necesario saber cuándo hay que llamar al homeópata; cuándo una terapia complementaria aceleraría el proceso de curación; cuándo un tratamiento convencional experto es necesario para solventar unos problemas que escapan al alcance de otras terapias; o cuándo no recurrir a ella.

Para problemas relativamente sencillos como son la tos, los resfriados, los golpes y las torceduras, muchas personas se lanzan de cabeza a probar los remedios con la actitud de «esperemos que funcione». Esto no tiene nada de malo: es un buen punto de partida. Es prácticamente imposible causar daños con una medicina homeopática; incluso si se elige un remedio inadecuado, nadie empeorará por ello, a menos que la demora implique que un problema grave no se trate a su debido tiempo. No obstante, al cabo de un tiempo la escuela de primeros auxilios basada en la prueba y el error no resulta satisfactoria. Una vez el sanador particular haya tenido la dulce satisfacción de curar un resfriado, un dolor de cabeza o un calambre menstrual, querrá hacer más de lo mismo. La homeopatía es adictiva. Una vez atrapa, no deja escapar. Entonces es cuando resultan útiles los libros de primeros auxilios. En la estantería de la cocina hay muchos libritos manoseados que indican qué remedio usar para un corte profundo o un mal golpe, una tos irritativa o un principio de resfriado. Los más osados querrán tener la capacidad de solventar una fiebre alta o un caso de intoxicación alimentaria. Pero ¿qué hará si la fiebre del pequeño Mark no remite después de darle Belladona; si la erupción de Mary respondía muy bien a Pulsatilla pero ahora ha vuelto a salirle; si la indigestión de Nick no la resuelve la dosis habitual de Nux vomica, etc.? Es importante la ayuda profesional para luchar con trastornos que podrían minar la confianza en uno mismo.

«Es que ya he mirado en los libros, pero no sé qué debo hacer ahora. ¿Tengo que ir al médico? ¿O puedo probar otra cosa?»

Aunque este libro abarca el territorio familiar de trastornos agudos frecuentes y no tan frecuentes, de todos los remedios de primeros auxilios que creo que deberían tener todos los hogares del país, además de sobre cómo mantenerlos y administrarlos, y de las posibilidades de las medicinas, también explica por qué y cuándo es posible que los remedios no funcionen como se esperaba, y qué se puede hacer al respecto, incluyendo cómo reconocer los momentos en que senecesita ayuda profesional. Además, incluye secciones explicativas sobre problemas que suelen darse en el hogar, que parecen tener poco que ver con la administración de un fármaco, pero que inciden en la salud del paciente y, posiblemente, en la de toda la familia: problemas conductuales, trastornos alimentarios, dificultades de aprendizaje y demás. Saber adónde y a quién acudir puede reducir la frustración y la soledad que son fruto de la duda. Este libro trata de ayudarle a hacer varias cosas:

 expulsar del hogar parte de la frustración y de la ansiedad de la automedicación, mostrándole cómo pensar «homeopáticamente».

 saber cuándo hay que recurrir al consejo de su médico elegido.

 tener claro qué tipo de información puede ayudar al médico cuando acuda a su consulta.

 detectar las señales y los síntomas de patologías más graves, que no hay que pasar por alto y que quizá exijan la intervención de los servicios de Urgencias.

 descubrir cuándo es buena idea considerar otras terapias alternativas que complementan la homeopatía.

 saber cuándo arriesgarse a hacer sonar la alarma porque su instinto le dice que es una emergencia.

 tener más información sobre trastornos que usted sospecha que están latentes pero que le hacen sentirse impotente, como trastornos alimentarios y una conducta obsesivo-compulsiva.

 entender que la homeopatía, en manos de un practicante competente, también puede abarcar enfermedades que, normalmente, se consideran fuera del alcance de las terapias alternativas.

En resumen, esta obra pretende ser un libro de «gestión homeopática casera». No intenta demostrar que el homeópata es innecesario. No habla de lo que se llama «tratamiento constitucional», general o sistémico, esas visitas progresivas, constantes y regulares que uno hace al médico como parte del proceso de sanación y desarrollo personal; eso es una experiencia física global (holística) que uno no puede ni debe hacer por sí solo (ni por sus seres queridos). Los primeros auxilios se centran en un tratamiento terapéutico concreto de trastornos agudos o subagudos (recidivas de enfermedades crónicas) que pueden darse en cualquier momento. Algunos homeópatas preferirían que sus pacientes no practicasen mucho esos remedios en casa, porque creen que los beneficios a largo plazo de los remedios inespecíficos que han recetado podrían verse comprometidos. Esto, en parte, es cierto. Algunas personas se vuelven adictas a recetar indiscriminadamente, para cualquier cosa. La homeopatía consiste en discriminar, recurriendo a la discreción y a una observación paciente. Siempre es mejor hablar de esta cuestión con su homeópata si tiene usted alguna duda. Incluiré algunas excepciones que evitarán que interfiera con las recetas de otras personas. Si plantea la consulta de este libro como un trabajo en colaboración con su médico, pronto podrá responsabilizarse de la salud de su familia sin sentirse incapaz, y sin sospechar que la homeopatía es demasiado difícil o solo «tiene alguna que otra cosa buena».

Recuerde que hace falta tiempo para pensar homeopáticamente, pero que la mejor manera de aprender a hacerlo es mediante la práctica.

Homeopatía en casa

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