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Prólogo
ОглавлениеAsí fue que los alumnos y las alumnas de la escritora y poeta Cristina Harari Ontiveros se sentaron a recapitular, a poner los ojos en todas las direcciones, motivados por diversos temas. Nos cuentan, por ejemplo, de la luna, tema de múltiples escritos, musa de poetas y filósofos desde tiempos inmemorables. Y fue que, gracias a tal inspiración, los integrantes del taller de escritura se dieron a la tarea de imaginar, y a hurgar dentro de sí mismos para dejar en papel aquello que intriga, seduce o enfrenta. Y, ¿por qué no decirlo? en este tiempo de aislamiento, en este contexto social de reclusión voluntaria, muchos de los escritos de Lunáticos, eclécticos y elementales, nacieron, vieron la luz.
Así fue como se reconocieron mujeres y hombres escritores, dueños de una cultura intelectual o solamente con los resabios que nos va dejando el gran devorador: el tiempo. Todos hermanados, todos con el corazón palpitando de emoción. Aquí y ahora, del mundo y para nosotros, quisieron hacer un alto y convocar en lo que son, artesanos de la palabra, y permitir que esta fluyera hacia la unificación que hermana y dignifica, los cuatro elementos: Aire, Tierra, Fuego y Agua. Y es así que se volvieron presencia, encuentro, recomposición y conciencia.
A través de los elementos, los seres humanos se relacionan con energías sutiles que resultan en distintas expresiones; es la manera específica en que cada individuo se relaciona con la realidad y da matiz a su percepción del mundo; también es una conexión con el aspecto sagrado de la naturaleza. El elemento Tierra representa la estabilidad, coherencia y acciones concretas; el Agua es la manifestación de las emociones y del estado psicológico en general, ¿una suave lluvia o una tempestad?; el Aire es símbolo de lo que ocurre en la mente, el mundo de las ideas del que hablaba Platón; y el Fuego es lo que anima, lo que pone en movimiento nuestra creatividad.
Así entonces, nuestra voluntad de crear es Fuego, la lluvia de ideas para encontrar la manera de exponer esa creación es Aire, el modo individual de dar forma a esa idea tiene que ver con el elemento Agua y, por último, llevar a cabo y concretar esa voluntad, esa idea y ese sentimiento personal es símbolo del elemento Tierra.
Eso son, en lo cotidiano, la existencia, el rol, la vivencia. Eso son a la hora de reflexionar en lo que fueron y han venido siendo en la historia personal, en la historia universal, en el contexto social.
Los escritos son contrastes, pero igualmente un abrazo largo y solidario; la otra cara del miedo: sonrisa esperanzadora e irrenunciable. La otra cara del hombre y de la mujer: la que completa, anuncia y reproduce en el hombre mismo las más altas consignas de la especie humana; un rostro de mujer que ya lo entiende todo.
Así, con todo esto, las creaciones de 17 autores, quienes aquí se presentan, llegan a tus ojos de lectora o lector. Traen la buena nueva de esta Antología que puede ser tu bálsamo, tu fuente de iluminación. De esta manera, Lunáticos, eclécticos y elementales con 32 escritos cumple con un propósito, el deseo de saberse tantas y tantos caminando hacia una misma dirección: el triunfo final de la Palabra escrita. Es por eso que las autoras y los autores aquí reunidos quieren encontrar un renovado esfuerzo en la escritura.
Guadalupe Zubieta Valenzuela