Читать книгу Vivencias cantadas en prosas y relatos - César Augusto Pires Torres - Страница 11

MI VIAJE A LA CHACRA

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Con Percí muy temprano, aún de madrugada, partíamos para la chacra. Larga tenida en ese cabalgar. Atravesar selvas verdaderas, senderos pequeños con oscuridad de sombras arboladas, ruidos de selva tropical, chimpancés, aves múltiples y algún que otro felino, se escuchaban en tremendo silencio de ese monte puro, con su único caminar civilizado dado por el camino por seguir. Andar azaroso donde el horario marcado era el brillo solar que traslucía el verde fulgurante de la selva. Palpitaciones mías hacían de mi latir un ruido unido al unísono de lo que sonaba, adrenalina en su estado puro que me daba tensión, placer y curiosidad por esos andares de aventura con mis años de niño adolescente, que acompañaban al andar de Percí. Él, muy serio, desafiante y atento de su nieto inquieto. Al llegar nos esperaban con el almuerzo de los campos y sabores de la tierra auténtica nunca más repetida. El sol brillante sobre los maizales, ese era otro cantar. Era la hora del fantasma de la siesta, prendido a Percí, que solo sonreía con afecto al percibir mis sentires. Yo admiraba el ruido del silencio, el andar de la nada que sentía mi latir que él lo escuchaba. Atardecía, y el volar era de los pájaros y también la mía, porque una noche con doble silencio, no sé si lo habría soportado. Entonces la vuelta a la casa era obligatoria, así tuviera que cabalgar con la penumbra del poniente entre esos ruidos que la selva intensifica en el horario donde las aves buscan su pernoctar, dando su despedida del día con ese trinar más intenso que el amanecer. Apresuraba mi andar para que no oscureciera porque mi latir ya lo escuchaba mi abuelo Percí. La aventura del día había finalizado, hoy lo recuerdo con mis recuerdos, de que mi viaje a la chacra fue muy feliz.

Vivencias cantadas en prosas y relatos

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