Читать книгу Del Marqués a la monja - Darío Jaramillo Agudelo - Страница 5

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Íñigo López de Mendoza –Marqués de Santillana– (1398-1458)

Sitio de amor con grand artillería

Juan Boscán (1474-1542)

Quien dice que la ausencia causa olvido

Dulce soñar y dulce congojarme,

Cristóbal de Castillejo (1492-1550)

Si las penas que dais son verdaderas,

Garcilaso de la Vega (1501-1536)

Escrito está en mi alma vuestro gesto

Estoy contino en lágrimas bañado,

¡Oh dulces prendas por mí mal halladas,

Cuando me paro a contemplar mi estado

Mi lengua va por do el dolor la guía;

¡Oh celos, de amor terrible freno

Diego Hurtado de Mendoza (1504/05-1575)

Alcé los ojos, de llorar cansados,

Isabel de Castro y Andrade –Condesa de Altamira– (1516-1595)

Púrpura ostenta, disimula nieve,

Santa Teresa de Jesús (1515-1582)

No me mueve ¡mi Dios! para quererte

Juan Latino (1518-1596)

En triste oscuridad la noche fría

Hernando de Acuña (1518-1580)

¡Oh celos, mal de cien mil males lleno,

Gutierre de Cetina (1519-1554)

Horas alegres que pasáis volando

Luz que a mis ojos das luz más serena,

Si un dulce sueño de imperfecta gloria

No me engañaréis más, vana esperanza;

¡Ay falso, burlador, sabroso sueño!

Gregorio Silvestre (1520-1569)

¡Oh dulce y breve sueño de alegría!

Jorge de Montemayor (1520-1561)

¡Oh dulce sueño, dulce fantasía!

Francisco de la Torre (1521-1582)

¡Cuántas veces te me has engalanado,

Fray Luis de León (1527-1591)

Alargo enfermo el paso, y vuelvo, cuanto

Ahora con la aurora se levanta

Benito Arias Montano (1527-1598)

Quien las graves congojas hüir desea,

Juan de Almeida (1530-1573)

Ardo, suspiro y vivo en triste llanto

Fernando de Herrera (1534-1597)

“¿Dó vas? ¿Dó vas, crüel, dó vas? Refrena,

Dulce el fuego de amor, dulce la pena,

Francisco de Figueroa (1536-1620)

Si del amargo intenso pensamiento,

Pedro de Padilla (1540-1595)

Decir que son de oro, estos cabellos,

Miguel de Cervantes (1547-1616)

O le falta al amor conocimiento,

Luis Barahona de Soto (1548-1595)

¿A quién me quejaré de mi enemiga?

Lupercio Leonardo de Argensola (1559-1613)

Imagen espantosa de la muerte,

Luis de Góngora y Argote (1561-1627)

Varia imaginación que, en mil intentos,

Con diferencia tal, con gracia tanta

Cosas, Celalba mía, he visto extrañas:

Ni en este monte, este aire, ni este río

Menos solicitó veloz saeta

Bartolomé Leonardo de Argensola (1562-1623)

Yo os quiero confesar, don Juan, primero:

Cuando a su dulce olvido me convida

Lope de Vega y Carpio (1562-1635)

Desmayarse, atreverse, estar furioso,

Cuando me paro a contemplar mi estado,

Versos de amor, conceptos esparcidos,

Noche, fabricadora de embelecos,

¡Oh quién te amara, dulce vida mía,

Un soneto me manda hacer Violante,

Amor, no se engañaba el que decía

Es la mujer del hombre lo más bueno,

Juan de Arguijo (1567-1623)

Castiga el cielo a Tántalo inhumano,

En segura pobreza vive Eumelo

Bernardo de Balbuena (1568-1627)

Perdido ando, señora, entre la gente

Francisco de Medrano (1570-1607)

Quien te dice que ausencia causa olvido

Antonio Mira de Amescua (1574-1644)

Blando hechizo de amor, dulce veneno,

Francisco de Borja (1577-1658)

Detente, aguarda, presumida Rosa,

Entre envidias del campo generosa,

Luis Martín de la Plaza (1577-1635)

Reina desotras flores, fresca rosa,

Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)

¡Ay, Floralba! Soñé que te... ¿Direlo?

Tú, que la paz del mar, ¡oh navegante!,

Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!,

Es hielo abrasador, es fuego helado,

Osar, temer, amar y aborrecerse,

A fugitivas sombras doy abrazos;

Érase un hombre a una nariz pegado,

Cerrar podrá mis ojos la postrera

Miré los muros de la patria mía,

Ya formidable y espantoso suena

Francisco López de Zárate (1580-1658)

Quien ama y a su Amor no está presente,

Esta a quien ya se le atrevió el arado,

Tirso de Molina (1581-1648)

Todo es temor, amor, todo es recelos,

Luis Carrillo y Sotomayor (1582-1610)

Amor, déjame; Amor, queden perdidos

Juan de Tassis y Peralta –Conde de Villamediana– (1582-1622)

Cansado de mí mismo, y más cansado

Silencio, en tu sepulcro deposito

Felipe Godínez (1582-1659)

Hombre, empréstito breve de la vida,

Francisco de Rioja (1583-1659)

Lánguida flor de Venus, que ascondida

Pedro Soto de Rojas (1584-1658)

Si quiebras, tiempo, los peñascos duros,

Antonio Hurtado de Mendoza (1586-1644)

Amable soledad, muda alegría

María de Zayas y Sotomayor (1590-1661)

Que muera yo, Liseo, por tus ojos,

Pedro de Quirós (1590-1667)

Ruiseñor amoroso cuyo llanto

Jerónimo Cáncer y Velasco (siglo xvi-1655)

Esa mustia beldad, que enamorado

Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)

¿Qué género de ardor es el que llego

Éstas que fueron pompa y alegría

Gabriel Bocángel (1603-1658)

Tu obstinado cadáver nos advierte

Yo cantaré de amor tan dulcemente

Jacinto Polo de Medina (1603-1676)

Si en verde oriente, ya luz encarnada

Pedro Castro y Anaya (1610-1644)

La rosa en los cristales de una fuente

Francisco de Trillo y Figueroa (1620-1680)

Dichoso aquel a quien la amarga muerte

Juan de Ovando y Santaren (1624-1706)

En guardapiés rosado ayer salías

Pedro de Solís y Valenzuela (1624-1711)

En una que verdor derrama-Rama,

Agustín de Salazar y Torres (1642-1675)

Este ejemplo feliz de la hermosura

Rosa del prado, estrella nacarada,

Francisco Álvarez de Velasco y Zorrilla (1647-1708)

Si toda vida es una muerte viva,

Leonor de la Cueva y Silva (¿?-1650)

Basta, Amor, el rigor con que me has muerto;

Siempre guerra me dais, terribles celos;

Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)

Rosa divina que en gentil cultura

Al que ingrato me deja, busco amante;

Detente, sombra de mi bien esquivo,

Miró Celia una rosa que en el prado

Este que ves, engaño colorido

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?

Yo no puedo tenerte ni dejarte,

Del Marqués a la monja

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