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CAPÍTULO DOS

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Amethyst subió por las escaleras en dirección a su habitación. Cooper no pudo apartar su mirada de ella, ni intentándolo. Mandó un silencioso agradecimiento a su ángel guardián por haberla enviado a la posada de su familia. Nunca antes una mujer tan encantadora había entrado al lugar. Al principio, su rostro familiar lo había dejado sin palabras y finalmente le tomó cada gramo de control encontrar las palabras. Cuando la vio por primera vez, pensó que tal vez la había imaginado. Ella tenía unos magníficos rizos de medianoche que caían sobre sus hombros. Sus penetrantes ojos verde oliva lo mantuvieron cautivo durante unos breves segundos. Observarla hizo que se preguntara si su posada estaba realmente embrujada, como lo afirmaba la tradición local. Le tomó unos cuantos segundos recordar cómo hablar. Lo puso eufórico darse cuenta de que ella realmente estaba parada frente a él, como una mujer viva respirando y no un producto de su imaginación. Se parecía mucho a alguien que todos creían que había muerto hacía ya muchos años. Amethyst Keane era un enigma y tenía la intención de desentrañar todos sus secretos. Por fortuna para él, ella estaría en el pueblo durante unas cuantas semanas y eso le daría el tiempo para investigar todo acerca de ella.

La puerta de la posada se abrió de golpe. Cooper levantó la mirada y vio entrar a su mejor amigo, Benjamín Anderson. Ambos habían habitado North Point, los veintiún años de su vida. Cada uno había heredado una parte del negocio de sus respectivas familias. No habían asistido a la universidad. Sus familias tenían expectativas que no requerían ese gasto extra. Aún así, Cooper había estado tomando en línea algunas clases de negocios. ¿Cómo podía esperarse que administrara la posada sin ningún conocimiento real sobre cómo mantenerla abierta y generar ganancia? Sus familias confiaban demasiado en él para mantener las operaciones diarias. Su amigo se encontraba en una situación similar, pero él no había mostrado ninguna señal de querer continuar con su educación.

Ben dio la vuelta al mostrador y se inclinó. “Oye, Coop, ¿puedes escaparte para salir conmigo en la lancha?”.

Cooper negó con la cabeza. “Quisiera acompañarte, pero tengo mucho que hacer aquí. Olivia tiene el día libre, así que estoy de guardia toda la noche. Tal vez podamos salir mañana. Sabes que mi papá ya no viene mucho a la posada”.

Benjamín frunció el ceño antes de decir: “demonios, qué mal. Hubiera sido divertido. No he tenido la oportunidad de salir en la lancha durante este año. El trabajo ha sido agobiante. Finalmente tengo una noche libre y mi mejor amigo se niega a acompañarme”.

La familia de Ben era propietaria de la única compañía de construcción del lugar. No pasaba un día sin que tuvieran un flujo constante de trabajos por completar. La época del año o la estación no importaban porque tenían tanto trabajo por hacer en los alrededores. Tenían muchos contratos que a menudo tenían problemas para cubrir la demanda. Por fortuna, Anderson Construction tenía muchos empleados para ayudar con la carga de trabajo. Ben era el más joven de cinco hermanos y cada uno tenía una responsabilidad en la dirección de la compañía constructora. Sin embargo, siendo el bebé de la familia, en ocasiones podía consentirse un poco.

Cooper y Ben habían sido amigos desde el kínder. La personalidad narcisista de Ben estaba tan arraigada en los sentidos de Cooper que ni siquiera lo notaba más. Él encarnaba completamente la frase: “¿Perfecto yo? Por supuesto, acéptalo”. Ben siempre encontraba tiempo libre para relajarse. Cooper no podía culparlo en realidad. Eran jóvenes y debían tener algunos momentos de placer. En este momento del verano, Ben tenía que estar necesitando un poco de tiempo libre. Era su época más ocupada del año…

Sin embargo, Cooper tenía responsabilidades y en pocas palabras, no podía abandonarlas para salir con Ben. No había nadie que pudiera cubrir el puesto si dejaba la posada. Pasar un tiempo en el lago con su mejor amigo, sonaba maravilloso, pero no podía suceder. Sin importar cuánto Ben intentara convencerlo, no cambiaría el hecho de que él era el único que podía estar en la posada para atender a los huéspedes. No estaba seguro de que pudiera salir, incluso si tuviera la oportunidad. Menos, estando Amethyst Keane como su reciente huésped en la posada. Ella era su nueva obsesión y deseaba estar disponible si ella decidía aceptar su oferta. “Ojalá pudiera”. Le dirigió a Ben su mejor sonrisa de disculpa. “Tengo demasiado qué hacer”.

“¿Cuándo crecimos y nos convertimos en nuestros padres?”, preguntó Ben con el disgusto retumbando a través de su voz.

“Justo después del bachillerato, aunque también está inmerso en nuestras cabezas”. Cooper soltó una risita. Tenía que reír o se desplomaba. No odiaba su vida. Tan solo…en ocasiones deseaba haber tenido otras opciones.

Ben sacudió su cabeza con repulsión. “Tenemos veintiún años y siento que vivimos y respiramos las expectativas que nos arroja este pueblo. Estoy pensando en marcharme”.

“No, no puedes. No sería lo mismo aquí sin ti”. Un movimiento atrajo la mirada de Cooper y se giró para ver qué podía ser.

Amethyst bajaba por las escaleras llevando un pequeño bolso de mano. Sus rizos color ébano estaban levantados en una desordenada cola de caballo, unas cuantas mechas escapaban de donde las tenía atadas hacia atrás. Sus gafas de sol estaban por encima de su cabeza y llevaba un par de pantalones cortos color blanco como la nieve y una camiseta sin mangas del mismo color que sus ojos verdes. Miró hacia Ben y Cooper y sonrió. Su sonrisa seductora hizo que Ben estuviera tan asombrado como Cooper, cuando sus ojos se posaron en ella la primera vez. Amethyst no lo sabía, pero ambos podían hacer lo que ella pidiera. Cooper se levantó al lado del mostrador y le preguntó mientras ella se aproximaba: “¿Te diriges a explorar nuestro encantador pueblo?”.

“Oh sí, no puedo esperar para descubrir todos sus secretos”. Amethyst asintió con entusiasmo.

Cooper sonrió antes de decir: “¿Eso es todo? Bueno, entonces te veré de vuelta en unos cinco minutos. ¿Cierto, Ben?”.

Los ojos de Ben brillaban con sorpresa. Si Cooper no lo supiera mejor, pensaría que su mejor amigo nunca antes había visto mujer tan hermosa. Quiso llegar a él y darle un golpe en la cabeza. Tal vez debía ceder ante el impulso…

“¿Qué?”, la atónita mirada de Ben nunca dejó a Amethyst.

Cooper sacudió la cabeza con desconfianza. Tan pronto como Amethyst se marchó, planeó tener una detallada conversación con su mejor amigo. De ninguna manera iba a permitirle entrometerse en lo que consideraba su territorio, fuera su mejor amigo, o no. Quiso golpear su puño en el mostrador y reclamar su parte como un niño. En realidad, le gustaba Amethyst y no quería que Ben arruinara ninguna oportunidad de llegar a conocerla mejor. Por ahora, tan solo regresaría a Ben de las nubes y explicaría el tema de conversación actual.

“Los secretos del pueblo. No debería tomar mucho tiempo para descubrirlos”. Pronunció lentamente estas palabras para que penetraran en el cerebro asombrado de su amigo.

Ben juntó sus cejas y lo miró fijamente. Después rascó su cabeza, mirándolo como si se hubiera vuelto loco. “¿Qué secretos? ¿Te caíste y te golpeaste la cabeza?”.

Amethyst se rió y explicó: “Oh, todo pueblo tiene secretos. Tan solo necesitas saber qué preguntar”.

“Bueno, ¿cómo se supone que debes saberlo si eres fuereño?”. Cooper no entendía lo que ella insinuaba.

Amethyst encogió sus hombros. “Yo no. Al menos no todavía. No he conocido a nadie más que a ti, y bueno, supongo que es tu amigo. Aunque hasta ahora no sé su nombre”. Ella lo miró esperando que hiciera las presentaciones.

Cooper en realidad no quería presentarle a Ben. Puede que no fuera un buen amigo, pero conocía demasiado bien a Ben y no le molestaría. Como estaban las cosas, realmente quería tener una conversación privada con Ben y necesitaba que Amethyst se marchara. Era momento de explicar cómo las cosas tendrían que ir con su mejor amigo. Mientras más pronto, mejor. Odiaría asesinar a su amigo de la infancia por entrometerse. Por ahora, tendría que verse menos rudo de como se estaba sintiendo.

“Este es mi mejor amigo, Ben Anderson. Ben, ella es Amethyst Keane. Esta tarde llegó al pueblo”.

Finalmente, Ben pareció despejarse las telarañas de su cerebro mientras sonreía a Amethyst. Extendió su mano para estrecharla con la de ella. “Encantado de conocerte. ¿Hacia dónde te diriges exactamente? Tal vez pueda ser de ayuda. Después de todo, soy la mejor persona en el pueblo, o sea para los recorridos”.

Cooper tuvo que contenerse para no estrangular a su mejor amigo. Su impulso homicida se estaba volviendo frontal y central. Apretó sus dientes mientras sus dedos presionaban el borde del mostrador. Rezó por que ella no dijera sus planes.

“Bueno, no deseo compañía, pero gracias por el ofrecimiento. La primera vez que llego a un pueblo, me gusta descubrirlo todo por mí misma. Tal vez en otra ocasión que pueda necesitar de un guía turístico, en algún momento, mientras siga aquí”.

Una sonrisa llena de pecado apareció por las facciones de Ben. Estaba tan claro como el día cuáles eran sus intenciones. Se inclinó ante Amethyst y respondió: “Estoy aquí para tu entretenimiento. Pide y se te concederá. Avísame si me pondré por completo a tu disposición”.

Sí, Cooper decidió que cuando Amethyst se marchara, definitivamente tendría que matar a su amigo. De todos modos, ¿quién necesitaba un mejor amigo?

Una sonora y gutural risa flotó por la habitación. Amethyst lo miró con un gesto desconcertado. “Hasta la próxima, entonces”.

Ben no podía haberse visto más eufórico, ni aunque lo intentara. “Esperaré conteniendo la respiración hasta que me contactes; si deseas considerarme, pregunta a Coop cómo puedes encontrarme”.

Ella asintió con la cabeza y comenzó a dirigirse hacia la puerta principal. “Tendré eso en cuenta. Si me disculpan, muero por visitar el pueblo. Que tengan una linda tarde”.

Amethyst salió para dejar la posada. Tanto Cooper como Ben la miraron marcharse, sin poder dejar de verla hasta que desapareció de su vista.

Ben puso su mano sobre el corazón mientras silbaba. “Esa es la mujer más sexy que haya visto jamás”.

“Ella es mía. Retrocede. Yo la vi primero”. Cooper no podía ocultar la frustración de su voz o la irritación que se extendió por su rostro mientras miraba a Ben.

“Venga, amigo. Es la elección de las damas y tengo la intención de asegurarme que me elija”. Sus labios formaron una malvada sonrisa.

Cooper empezó a creer que asesinarlo podría ser demasiado bueno para él. Quería que sufriera de cualquier forma imaginable. Nunca antes habían peleado por una mujer, pero siempre hay una primera vez para todo. “Bien, que gane el mejor. Ambos sabemos que soy yo, así que si quieres recuperar tu pérdida y cuidar tu reputación, lo entenderé”. Dio un paso atrás del mostrador apareciendo en su rostro una presuntuosa mirada.

“No tienes oportunidad, Coop. Juego terminado. Asegúrate de entregar a Amethyst mi número. Sé que querrá ponerse en contacto conmigo”.

“¿Estás tan seguro? No lo creo”. Contestó Ben, asombrado por su arrogancia. “No soy tu lacayo. Si quieres que Amethyst tenga tu número, dáselo tu mismo”.

Ben asintió a Coop mientras se dirigía hacia la salida. Se detuvo una sola vez al llegar a la puerta y miró por encima del hombro hacia los ojos de Coop. “Puedo resistirlo todo, menos la tentación…esa mujer es puro lujo. No necesito tu ayuda para llegar a ella. Ya es mía. Nos vemos Coop”. Ben rió al salir de la posada.

¿Podían las cosas ponerse peor? Finalmente conocía a la mujer de sus sueños y su mejor amigo la ambicionaba. Tenía que existir una manera en hacer que Ben abandonara la idea de salir con ella. Demonios, ¿a quién estaba engañando? Ben nunca renunciaba a nada, una vez que se le metía la idea en la cabeza. No iba a empezar ahora. Además, tenía razón de cierta manera. Era decisión de la chica. Cooper tan solo tenía que asegurarse de que tomara la correcta y lo eligiera a él.

Lo primero que Cooper intentaba hacer era aprender todo lo que pudiera acerca de Amethyst S. Keane. Al registrarse mencionó un pie de autor para una revista, indicando que escribía cierto tipo de artículos para ganarse la vida. Esperaba que pudiera darle mucha información acerca de sus gustos y lo que le desagradaba. Más importante aún, podría indicarle el motivo de su elección de su posada para vacacionar. No le llevó mucho tiempo localizarla en línea. Encontró varios artículos escritos por ella en la revista ASK…era todo principalmente sobre cultura pop, pero había una sección de viajes donde se mostraba un pueblo o un lugar que Amethyst había visitado. En cada artículo que escribía hablaba acerca de la historia del pueblo y de algo que encontraba interesante o atractivo del lugar. No encontró el motivo de visitar North Point y de alojarse en la posada Trenton-Hill Inn, pero sí descubrió algo que podía ser interesante y que la motivaría a acercarse a él…

Si estaba en lo correcto acerca de Amethyst, entonces Cooper tenía todo lo que necesitaba para atraer su atención. Un buen romance fantasma la conduciría por la ruta directa. Uno que la llevaría directo hacia él. Easton Hill había muerto en su posada y los rumores decían que seguía vagando atormentado por los pasillos.

Mentiras De Familia

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