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Capítulo I

Apuntes y contextos de la trayectoria histórica enfermera

Deibys Carrasquilla Baza

Introducción

Este capítulo establece un marco general de la historia de la enfermería, presentando en primer lugar una serie de reflexiones que giran en torno a la forma en que ha sido tratado el tema. Luego, pretende ofrecer al lector un marco general de la historia de la enfermería, recurriendo a los trabajos que han constituido un aporte en la reconstrucción del pasado de la disciplina del cuidado. Al final se centra en la historia de la enfermería en Colombia, con el fin de realizar un repaso a los hitos y el desarrollo de la profesión en el país, al tiempo que traza un contexto para los capítulos siguientes.

¿Por qué estudiar la historia de la enfermería?

No cabe duda que la historia de la enfermería se ha constituido en uno de los campos del conocimiento enfermero, producto del ejercicio intelectual que, desde múltiples perspectivas e iniciativas, ha tratado de situar en el tiempo a la ciencia del cuidado con el fin de reconocer los desarrollos que se han realizado en su nombre y en hechos que se consideran afines. Este campo es heterogéneo, con algunas preguntas resueltas, otras sin responder o que no se han formulado aún, pero que definitivamente dan cuenta del interés inherente a la ciencia de cuestionar y responder.

En este sentido, estudiar la historia de la enfermería requiere despejar los elementos que constituyen las preguntas para dar aproximaciones a respuestas que intenten subsanar el amplio espectro de posibilidades que genera el cuestionamiento humano. De esta manera, uno de los puntos a revisar es si se puede considerar a la enfermería como una unidad coherente, de una sola forma y versión, o, por el contrario, se debe reconocer el carácter variable de su constitución en diferentes lugares y momentos. Asimismo, considerar, por ejemplo, si la versión que se presenta de la enfermería en los grandes libros de teoría coincide con la versión de la vida cotidiana de los hospitales, centros de salud o aulas de clase.

La historia de la enfermería es también un cuestionamiento de la mujer y de su papel en el mundo occidental. Considerar aquella expresión que dice que “la enfermería es el espejo con el que se mira la mujer en la sociedad” (Donahue, 1996) implica preguntarse también por la articulación entre el desarrollo histórico de la profesión y de los hechos sociales, reconociendo que el conocimiento científico no se desarrolla aislado de las condiciones sociales de existencia y que por lo tanto, está influenciado por los numerosos elementos que constituyen la vida humana y su contexto social, político, económico y cultural.

Asimismo, el estudio de la historia de la enfermería es asumir el punto de vista crítico, con el propósito de reconocer y juzgar cómo esas condiciones sociales de existencia han impactado en la profesión y la han involucrado en estigmas, estereotipos y jerarquías de género, culturales, sociales y epistémicas que recurrentemente constituyen estrategias sociales de poder para dar continuidad a modelos tradicionales.

De esta manera, la importancia de estudiar la historia de la enfermería está en reconstruir el desarrollo histórico de la profesión y reinterpretarlo continuamente, con el fin de reconocer la variedad de factores que han influido en su constitución actual, y así, establecer un balance en torno a continuidades y rupturas, fortalezas y debilidades, problemáticas, soluciones y otros elementos que permitan establecer los principales derroteros para encaminar las acciones dirigidas a los propósitos que se han planteado desde los criterios establecidos, en este caso, relacionados con el cuidado integral al ser humano, orientado desde una visión holística y a partir de conocimientos dados por la ciencia.

¿La disciplina del cuidado es apta para este tipo de estudios?

Se puede decir que la enfermería ha cultivado una actitud humana (Mínguez, 2000), la ha convertido en su objeto de estudio, la ha especializado y llevado por los caminos del arte y la ciencia (Agustín y Román, 2006; Pimiento, 2003), a tal punto que se ha considerado al cuidado como un asunto de estética, método y técnica. De igual forma, poco a poco ha creado un andamiaje teórico, con fundamento filosófico y epistemológico que la ha hecho capaz de emprender los debates y cuestionamientos del mundo actual (Hardin y Bishop, 2011; Raile, 2011), así como establecido las alianzas necesarias para avanzar en una perspectiva interdisciplinaria, de la mano de otras ciencias como la biología, ecología, sociología, historia y antropología (González, 2011).

De todos estos logros, el reconocimiento del desarrollo histórico de la disciplina ha sido uno de los avances, a tal punto que se ha consolidado como uno de sus campos de estudio. Sin embargo, es necesario resaltar que aún existen algunas falencias en el plano teórico y metodológico, así como la variedad de concepciones y manejos de la historia, muchas de las cuales se irán presentando a lo largo de este trabajo. Todo esto influye en la consideración de la aptitud de la enfermería para el abordaje de su dinámica histórica como disciplina, la cual, si bien presenta algunas falencias y dificultades, no implica una imposibilidad, sino una necesidad de reconocerlas, con el fin de avanzar en su fortalecimiento.

¿Cuál es el estado de desarrollo de la historia de la enfermería?

Definitivamente, la manera de dar una respuesta convincente a los interrogantes anteriores, así como otros no mencionados, es a través del establecimiento de un balance sobre el tema. Obviamente, el panorama mostrará un desarrollo heterogéneo con diferencias entre algunos trabajos y otros, según la propuesta y la delimitación y sus respectivos autores. Sin embargo, para esta revisión se establecerá una diferencia entre las obras clásicas y propuestas de largo aliento que poco a poco se han constituido en referencias fundamentales para la historia de la disciplina. En segundo lugar, se analizarán trabajos con coberturas espaciales específicas y al final, se centrará en el desarrollo que ha tenido en Colombia; todo esto con el propósito de establecer el contexto de casos concretos como son los de las ciudades de Bucaramanga y Santa Marta.

Historia de la enfermería o la enfermería en la historia

Concepciones de la historia

Una de las primeras aclaraciones que se deben presentar tiene con ver con el concepto de historia que se trabaja en este texto. Frecuentemente, en el mundo de las ciencias sociales, la disciplina y su objeto de estudio comparten el mismo nombre, situación que en ocasiones genera confusiones o el mal uso de los términos. En demografía, por ejemplo, una cosa es la población y otra su estudio, siendo la primera el objeto y la segunda la disciplina que desarrolla el conocimiento. Sin embargo, ante la expansión de la población, se utiliza el término de “explosión demográfica”, sin que en ningún momento se pretenda sugerir el estallido disciplinar. Lo mismo sucede con expresiones “giro antropológico”, “dimensión sociológica” referidos al hombre y a los aspectos sociales y no a las disciplinas a las que podrían estar aludiendo.

Situación similar sucede con la historia, por un lado, el término se usa para referirse a los “hechos del pasado humano”, al tiempo que alude a la disciplina encargada de su estudio. Pero este estudio ha tenido las pretensiones de la ciencia, de construir universales a partir de la explicación de las acciones del hombre a través del tiempo, lo cual sirvió de base para la “historia universal”. Sin embargo, poco a poco el desarrollo de este conocimiento ha sido sometido a la crítica, lo que ha revelado el sesgo ideológico desde el cual ha sido escrita, dando prioridad a la historia occidental y a hechos vitales para el desarrollo de un sector de la humanidad.

Pero de esta crítica ha surgido una variedad de perspectivas de la historia como la historia cultural, historial social, historia oral y etnohistoria, entre otras, todas ellas con el propósito de resaltar el carácter heterogéneo que encierra el pasado humano. A esto se puede añadir la historiografía, generalmente planteada desde una perspectiva meramente descriptiva, es decir, dando prioridad a la reconstrucción de los hechos del pasado y no tanto por sus análisis o generalizaciones. Por su parte, la historia de la enfermería alude a los hechos o acontecimientos del pasado relacionados con la enfermería, sin embargo, y teniendo en cuenta el desarrollo de las últimas décadas, podría también considerarse como una rama o campo epistémico de la ciencia del cuidado, centrada en el análisis de los hechos en el tiempo que han constituido el desarrollo de la disciplina.

La historia, como disciplina, ha desarrollado una variedad de enfoques que han contribuido a escudriñar el pasado humano desde múltiples perspectivas. La mayoría de ellas se han creado respondiendo a la crítica de la limitación presente en los recursos disciplinares; al centrarse en el documento escrito la mayoría de ellos creados por sectores de la población con una visión diferente a la tendencia general y con intenciones concretas de perpetuar versiones “oficiales” de los hechos del pasado, que claramente han representado un sesgo para las fuentes del historiador.

Varias posturas han emergido en las últimas décadas para plantear una “alternativa” a la hegemonía de contar el pasado. Se ha extendido al área de la literatura, la música y el arte, y han encontrado en el concepto de memoria uno de sus aliados para hacerlo. En la tradición académica, diversos desarrollos epistémicos han abordado la problemática, entre ellos la escuela de estudios subalternos, encabezado por Guha y Spivak, así como enfoques contemporáneos como la teoría post y decolonial, invitando a generar una relectura de los procesos históricos (Chakrabarty, 2010)”.

El enfoque que se trabaja en este libro, es decir, la historia social, contiene elementos similares a los anteriores, pero su problemática se centra más en el cuestionamiento de los recursos que durante mucho tiempo se tomaron para contar la historia, generalmente priorizando sobre personajes y hechos “representativos” que fueron vitales para el desarrollo de la sociedad. Por el contrario, la historia social o también denominada historia desde abajo, pretende hacer una reconstrucción de los hechos cotidianos. Esta visión es afín a la dinámica que ha tenido la historia de la enfermería, priorizando en personajes y eventos, generalmente desde una visión de élite enfermera y no tanto desde abajo, como propuso Thompson cuando dio inicio a sus estudios de la “gente común” y analizó la clase obrera inglesa.

¿Qué es la enfermería?

Antes de entrar a describir la ubicación temporal de la génesis enfermera, resulta necesario esclarecer algunos de los elementos básicos con los que se puede situar la práctica de la enfermería en el marco de la ciencia, el arte, la labor disciplinar u otra faceta de la dinámica epistémica o profesional. A pesar del esfuerzo de una cantidad considerable de personas a través del tiempo, todavía existen algunas que se preguntan ¿es la enfermería una ciencia? Asimismo, existen otras personas que se cuestionan la vigencia de esos interrogantes y que prefieren ubicarse en el ámbito de la posciencia (Díaz, 2000), teniendo en cuenta el postulado posmoderno de las incertidumbres del conocimiento, la crisis de la modernidad y fin de los grandes relatos, y situándose más bien en ejercicios pragmáticos de comprensión e intervención de la realidad.

Entre estos elementos básicos de la enfermería, vitales para quien apenas inicia en el área, se encuentran su definición, desarrollo teórico, objeto de estudio y método. Elementos que, si bien constituyen algunos de los requisitos de la ciencia, se presentan aquí como parte de la intención educativa de este texto, sin que tenga pretensiones de crítica epistemológica.

Definir la enfermería es una labor compleja, como sucede generalmente con la mayoría de las disciplinas en la actualidad. Sus énfasis, bifurcaciones y transformaciones a través del tiempo, han contribuido a generar una gama variada de concepciones que incluye sus respectivos matices, de los cuales, no todas las profesiones se sienten identificadas. A pesar de su amplio desarrollo teórico, conceptual y metodológico, el ámbito de la enfermería aún se desarrolla en el movedizo terreno del oficio y la profesión, sobre todo en términos del reconocimiento social; no tanto de la “enfermería ideal”, sino de las versiones desarrolladas en la vida cotidiana y en países que, como Colombia, su imagen social es aún muy frágil.

Por lo menos en el castellano, enfermería tiene varias alusiones. De igual forma, en el uso cotidiano del término, involucra una variedad de aspectos y lugares: “enfermería es el lugar dónde se atienden los enfermos”, enfermero es quien estudia o se prepara en enfermería, y generalmente, en el ámbito cotidiano colombiano, las personas llaman de igual forma al auxiliar (de enfermería) que al profesional. Asimismo, el imaginario social se concentra en las actividades técnicas de la labor (inyecciones, canalización, toma de presión, entre otras), lo que influye decisivamente en su imagen social y, por tanto, en los significados relacionados con el término.

Las definiciones de enfermería se han transformado a través del tiempo y poco a poco han incorporado elementos, en respuesta al contexto académico, social, político y económico. Por ejemplo, Florence Nightingale, la pionera de la enfermería moderna, la definió como “el acto de influir sobre el entorno del paciente para ayudarle en su recuperación” (Kozier, Erb, Blais y Wilkinson, 1999, p. 848), sin embargo, tales definiciones han variado según los desarrollos teóricos, enfoques y escuelas.

En el panorama institucional actual, para la OMS (s.f.), por ejemplo, “la enfermería abarca la atención autónoma y en colaboración dispensada a personas de todas las edades, familias, grupos y comunidades, enfermos o no, y en todas circunstancias. Comprende la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la atención dispensada a enfermos, discapacitados y personas en situación terminal” (s.p.). Por su parte, el Consejo Internacional de Enfermeras, desarrolla una definición similar al sostener que:

La enfermería abarca los cuidados, autónomos y en colaboración, que se prestan a las personas de todas las edades, familias, grupos y comunidades, enfermos o sanos, en todos los contextos, e incluye la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad, y los cuidados de los enfermos, discapacitados, y personas moribundas. Funciones esenciales de la enfermería son la defensa, el fomento de un entorno seguro, la investigación, la participación en la política de salud y en la gestión de los pacientes y los sistemas de salud, y la formación (Consejo Internacional de Enfermeras, 2015, s.p.)

En el entorno académico, se define como “el conjunto de actividades profesionales destinadas al cuidado, promoción, mantenimiento o restablecimiento de la salud óptima tanto para la persona como para la sociedad, basándose en fundamentos teóricos y metodológicos” (Chamorro, 2001).

Por su parte, en el contexto colombiano, la ley 266 de 1996, definió la enfermería como:

una profesión liberal y una disciplina de carácter social, cuyos sujetos de atención son la persona, la familia y la comunidad, con sus características socioculturales, sus necesidades y derechos, así como el ambiente físico y social que influye en la salud y en el bienestar. Tiene como fin dar cuidado integral de salud a la persona, a la familia, la comunidad y a su entorno; ayudar a desarrollar al máximo los potenciales individuales y colectivos, para mantener prácticas de vida saludables que permitan salvaguardar un estado óptimo de salud en todas las etapas de la vida. (Tribunal Nacional Ético de Enfermería, s.f)

Como se puede observar, existe una serie de elementos comunes en cada una de las definiciones presentadas como el cuidado y la atención de la salud de las personas, concebidas estas en su dimensión individual-familiar-colectiva. De igual forma, cada una resalta elementos específicos como el entorno, aspectos socioculturales, derechos, así como la condición de salud o enfermedad de las personas.

Pero la enfermería y su quehacer no pueden entenderse solo desde sus definiciones, sino que implica también aproximarse al andamiaje teórico-conceptual que la sustenta. Para Alligood (2011), la necesidad del desarrollo del conocimiento enfermero fue uno de los objetivos de las enfermeras de la primera mitad del siglo XX, sin embargo, fue hasta la segunda mitad de este siglo cuando se alcanzó un desarrollo significativo. Este conocimiento enfermero, cuyo origen se encuentra en la teoría del entorno de Nightingale, reúne una variedad de modelos, teorías y filosofías que constituyen el sustento epistémico de la enfermería1.

El capítulo que sirve de introducción a los modelos y teorías de enfermería de Alligood y Marriner (2011) es suficiente para realizar una aproximación al desarrollo epistémico de la enfermería y generar una discusión en torno a los logros científicos de la profesión. De cada una de las propuestas allí sintetizadas, se evidencia la manera en que diversos modelos, teorías y conceptos han surgido como parte de la problematización y respuesta a los interrogantes formulados. Claramente se puede observar que la práctica de la enfermería se orienta a los cuidados del ser humano, para lo cual, han emergido una variedad de creaciones que oscilan entre la generalidad y lo especificidad.

El desarrollo conceptual de la enfermería, por tanto, ha situado al cuidado del ser humano como su objeto, ámbito o problema de estudio, como se evidencia con la denominación de ciencia del cuidado. El avance de este conocimiento la ha puesto en contacto con disciplinas afines, que le ha permitido profundizar en la concepción de lo humano, para lo cual, ha propuesto una visión holística para una atención integral. De igual forma, ha reconocido las múltiples facetas o dimensiones de lo humano, teniendo presente la trascendencia de los aspectos emocionales, espirituales, religiosos, sociales y culturales. Todo esto en sintonía con los desarrollos generales del área de la salud, entre ellos el cambio de paradigma del proceso de salud-enfermedad, que ha pasado de la mirada biomédica a la biopsicosocial-espiritual.

En cuanto al cuidado, las definiciones varían ampliamente, pasando de concepciones clínicas o asociadas al área asistencial, a aquellas que lo conciben como parte de la experiencia humana. Para Colliere (2009), cuidar es promover la vida, otros autores lo asumen como una actitud antropológica o una práctica normal y conocimiento vinculados a formas de vida, generalmente relacionados con la satisfacción de necesidades humanas (Mínguez, 2000). Para Jean Watson el cuidado es el ideal de enfermería, un esfuerzo epistémico y una transacción única entre la enfermería y el “otro” (Jeese, 2011; Neil y Watson, 2011). Es también asistir al individuo y comprender su realidad, en la determinación que tiene para él la salud, la enfermedad y la muerte (Malagón-Londoño, Morera y Laverde, 2008).

El cuidado es todo menos un procedimiento. Para el caso colombiano, la Ley 911 de 2004, el cuidado “se da a partir de la comunicación y relación interpersonal humanizada entre el profesional de enfermería y el ser humano, sujeto de cuidado, la familia o grupo social, en las distintas etapas de la vida, situación de salud y del entorno” (Congreso de Colombia, 2004, p. 15). En otras palabras, el cuidado es una relación entre la enfermería y un sujeto que puede presentarse como individuo, familia o comunidad, establecida bajo propósitos fundamentados en el restablecimiento de la salud o acompañamiento durante la enfermedad y muerte. Requiere de la comprensión del sujeto cuidado, atendiendo a sus características culturales, necesidades espirituales y situación emocional, desde una actitud enfermera sustentada en criterios morales, éticos y de los conocimientos propios de la ciencia.

Pese a que la definición del cuidado ofrece elementos tan complejos que no pueden ser reducidos a actividades de fácil verificación, en los últimos años ha empezado a ser frecuente la valoración de la calidad de los cuidados (Perdomo, Romero y González, 2013) y la definición de indicadores de cuidados (Caamaño et al., 2006), partiendo de los resultados del paciente, como de la satisfacción del servicio recibido y la percepción de sus familiares. Para el caso colombiano, estas mediciones se realizan en un peligroso límite, debido a que las condiciones laborales desfavorables, así como la situación del sector salud, difícilmente pueden contribuir a valorar objetivamente el desempeño enfermero, sobre todo cuando en ocasiones se trabaja con los insumos mínimos y el usuario, resentido y molesto por la atención no logra distinguir la labor enfermera, por encima de la atención general prestada, a pesar de que alguna enfermera o auxiliar haya comprado de su cuenta los guantes para poder brindar el servicio.

Un tercer elemento que conforma el conjunto de recursos de la enfermería es su método. Aunque la enfermería dispone de una variedad de recursos, muchos de ellos afines a enfoques, teorías y especialidades, el método científico que la distingue es el proceso de atención de enfermería, PAE. Dicho método es definido como la forma sistemática de brindar cuidados enfermeros, se caracteriza por ser sistemático, dinámico y humanístico. Para Berdayes (2008), no existe consenso internacional para el establecimiento de las etapas, sin embargo, generalmente se reconocen cinco fases que lo distinguen, y orientan la labor enfermera. De acuerdo a esta autora, las fases son las siguientes:

1 Valoración: fase de recolección de la información, realizada con el fin de averiguar las necesidades de salud, problemas de salud, preocupaciones y respuestas humanas del paciente. Los datos se recogen sistemáticamente, por medio de entrevistas, examen físico, datos de laboratorio y otras fuentes.

2 Diagnóstico: análisis e interpretación de datos, con base a los diagnósticos de enfermería, se establece un plan de cuidados.

3 Planificación: fase para desarrollo de estrategias dirigidas a prevenir, minimizar o corregir los problemas identificados en el diagnóstico de enfermería. Esta fase se subdivide en a) establecer un orden de prioridades para los problemas diagnosticados; b) plantea al paciente los objetivos para corregir, minimizar o prevenir los problemas de salud del paciente; c) redactar los protocolos de enfermería que conducirán a alcanzar los objetivos propuestos y d) se deberá hacer una relación ordenada de los diagnósticos de enfermería, objetivos y acciones de enfermería dentro del plan de cuidados.

4 Ejecución: se realizan las actividades para las actuaciones necesarias para alcanzar los objetivos, esto supone informar el plan de cuidados a todos los que participan en él; sirve como directriz el plan de cuidados.

5 Evaluación: donde se determina en qué medida se han alcanzado los objetivos; además la enfermera valora los progresos del paciente, toma medidas correctoras si hace falta y revisa el plan de cuidados. (p 109)

Por último, las taxonomías Nanda, Nic y Noc constituyen una herramienta básica para la planificación y diagnóstico de las actividades de enfermería. Representan un desarrollo importante en términos de la clasificación de los diagnósticos, a partir de los cuales se pueden ejecutar las fases que comprenden el PAE. Sin embargo, el estándar es poco sensible a la heterogeneidad de la población humana, siendo criticado a veces por la dificultad que tiene para aplicarse a contextos diferentes a los que fueron formulados (Cachón, Álvarez-López y Palacios-Ceña, 2012; Román et al., 2005)intervenciones y resultados en los cuidados. Su utilización en diversos medios asistenciales es variada. En el caso de las unidades de cuidados intensivos es preciso estudiar las implicaciones que tiene la integración de este lenguaje en las enfermeras. Describir el significado del lenguaje estandarizado NANDA-NIC-NOC para las enfermeras que trabajan en las Unidades de Cuidados Intensivos madrileñas (UCIM. Se resalta que, los desarrollos de la enfermería no se limitan a los elementos mencionados, si no que se extienden más allá, sobre todo en el campo teórico, la innovación, la tecnología, la enfermería basada en la evidencia (EBE) y otros recursos del ámbito clínico, por lo que aquí se presenta es solo un punto de partida.

La enfermería en la historia y la historia de la enfermería

De acuerdo a lo establecido anteriormente, la enfermería es la disciplina encargada del cuidado de los seres humanos. Como se dijo, el cuidado es una actitud y práctica antropológica, porque hace parte de las acciones de los seres humanos. Esto coloca la trayectoria histórica del cuidado en la misma línea de la historia de la humanidad, y a la enfermería, como profesión, en una referencia temporal de los últimos 150 años. Sin embargo, la literatura sobre el tema toma a ambas como sinónimos, por lo cual, cuando se trata la historia de la enfermería, se incluye una ventana de observación que corresponde a toda la historia de la humanidad (Donahue, 1996; Alligood, 2011; Martínez y Chamorro, 2011).

La tabla 1, tomada de Martínez y Chamorro (2011), modificada de Colliere (2009), es una referencia frecuente para la determinación de las etapas de la historia de la enfermería. Sin embargo, la linealidad, así como la visión del desarrollo humano desde segmentos de tiempo uniformes, ha sido ampliamente debatido en las ciencias sociales, por su visión unilineal y rígida, que poco puede dar cuenta de variaciones culturales o del entendimiento de los procesos más allá del etnocentrismo occidental. En otras palabras, muchas de las prácticas de un período siguen vigentes en diferentes países en el mundo, a partir de las diversas formas de expresión cultural presentes en el mundo y no necesariamente puede ser visto como un período “superado” por la civilización occidental.

Tabla 1. Evolución histórica del cuidado enfermero

Etapa doméstica del cuidadoEtapa vocacional del cuidadoEtapa técnicaEtapa profesional
PrehistoriaCivilizaciones antiguasEdad mediaEdad modernaEdad contemporánea

Fuente: adaptada de Martínez y Chamorro (2011).

Ana Luisa Velandia (2008) es una de las autoras que más han trabajado el tema de la historia de la enfermería en Colombia y América Latina. En uno de sus trabajos, analiza lo que ella llama la “periodización de la historia de enfermería”. Dicho análisis revela la amplitud de propuestas en lo que se refiere al establecimiento de los períodos, más allá de los mencionados aquí, pero su intención es identificar los enfoques sociológicos, políticos, económicos, religiosos presentes en cada periodización de la historia de la enfermería. Para ello, divide los enfoques externalista (religioso, sociopolítico y antropológico) e internalista (desarrollo teórico, evolución de la práctica y educación).

Esta distinción está asociada con el título de este aparte, con la intención de problematizar el enfoque con el que se debe asociar la historia de la enfermería. Es decir, ¿debe hacerse la historia de la enfermería (internalista) o ubicar la enfermería en la historia (externalista)? Este trabajo no pretende dar una alternativa a los desarrollos de la historia de la enfermería, pero considera que esta última no puede aislarse de los hechos históricos, ni abandonar la crítica frente al perfil eurocéntrico desde el que ha sido escrita la historia. En ese sentido, debe realizar el esfuerzo por articular lo externo con lo interno, de manera que revele la manera en que lo primero incide y limita el desarrollo de lo segundo. En otras palabras, el desarrollo histórico de la enfermería no puede comprenderse aislada de los factores que la rodean, mucho menos dar solución a sus problemáticas desde una visión en la que ella es centro de todo.

Este capítulo también se pregunta sobre la inexorable necesidad de los segmentos de tiempo, llámese períodos, fases o etapas. ¿Es posible una historia sin ellas? Si bien son útiles para la identificación de tendencias en determinados momentos de la historia, hay que tener en cuenta que las caracterizaciones que se han hecho son solo avances, como una especie de borradores, porque la historia aún no ha terminado de ser contada. El siglo pasado se obsesionó con el concepto de evolución y se olvidó de la carga ideológica presente en ella, y de su fácil asociación con otras categorías que permitieron la clasificación de las sociedades y sus poblaciones, definiendo unas desarrolladas o avanzadas y otras que vivían en una especie de atraso o “rezago cultural”.

De acuerdo a lo anterior, parte de la problematización consiste en preguntarse hasta qué punto los periodos o etapas contribuyen con la clasificación del mundo en sociedades avanzadas y atrasadas, dado que, muchas de las características de un período pasado permanecen vigentes en la actualidad para muchas comunidades. De igual forma, puede ser que la carga ideológica de exotismo basado en la idea que representan poblaciones supervivientes del pasado, como piezas de museo, y que, cuando en la práctica la enfermera(o) interactúa con ellos, limita su comprensión en términos de una variación cultural y, por tanto, no es capaz de brindar cuidado basado en la cultura, descarta la validación o negociación e inmediatamente opta por la transformación de sus costumbres.

Resulta muy difícil demostrar lo anterior, pero es importante considerarlo como parte de una posibilidad hipotética y, por lo tanto, ser muy sensibles en la enseñanza de las etapas, para que no genere sesgos ideológicos que lleven a clasificar a las sociedades en atrasadas y avanzadas, sino que, por el contrario, de la mano de la enfermería transcultural amplifique la comprensión de la heterogeneidad de la humanidad.

De lo anterior se puede dar ejemplo de la siguiente manera. En la etapa doméstica del cuidado, se hace referencia continua a lo primitivo, al papel de la mujer, a la existencia de la magia y a hechiceros y brujas. Si bien el concepto de primitivo ya no tiene uso frecuente en la actualidad, los demás términos son referencia constante de los estudiantes y las personas como parte de sus representaciones sociales, las cuales recogen mucho del estigma que sobre poblaciones indígenas y afrodescendientes construyó el colonialismo. Además, la descripción que dan los textos son superficiales y difícilmente se aproximan a la complejidad que hay detrás de prácticas como el chamanismo. Lo que hacen, por lo tanto, es facilitar que la figura se esencialice y que desde ella valore las expresiones de las comunidades que viven en el presente.

Lo anterior exige mayor profundización en los análisis históricos del cuidado enfermero y presentarlos en el marco de un desarrollo más complejo y multilineal, diseñando una matriz más compleja en la cual la historia occidental se presente de manera relativista, paralela a oriente, África, Asia y a las poblaciones amerindias sobrevivientes del holocausto colonial. Esta perspectiva de la historia, contribuiría notablemente en la ampliación de la comprensión del pasado del cuidado enfermero, otorgando una referencia compleja de las poblaciones del presente.

En la idea de homologar historia del cuidado con historia de la enfermería, es necesario establecer algunas precisiones antes de dibujar un panorama de lo que la constituye. Esta equiparación tiene origen en trabajos como los de Donahue (1996) y, sobre todo, en la tradición anglófona, inspirada en la continuidad que se puede rastrear en la etimología nursing y care, pero no sucede lo mismo en la tradición hispanoparlante y el término enfermería. En ese sentido, enfermería y nursing tiene un origen y proceso cognitivo distinto (Gálvez, 2007) y por lo tanto, en la tradición española donde enfermería se asocia a un lugar donde permanecen los enfermos, no expresa un vínculo directo con el cuidado, en el sentido literal del término, pero si desde prácticas y actitudes comunes.

Lo anterior quiere decir, que la continuidad cuidado y enfermería no se puede limitar a la etimología de las palabras, pero también que es necesario la perspectiva crítica frente a la manera en que se construye la historia de la enfermería, en este caso, la manera en que se asumieron los textos de Donahue y otras obras de tradición angloparlante (Gálvez, 2007).

Luego de haber presentado las advertencias sobre las consideraciones y prejuicios que pueden desarrollarse junto a los análisis y descripciones de la historia de la enfermería, resulta necesario hacer un repaso en torno a estos postulados, que permitan ubicar al lector poco experto, en el panorama del desarrollo histórico enfermero.

Etapa doméstica

Esta etapa incluye la prehistoria y las civilizaciones antiguas. Su propósito es ubicar los orígenes del cuidado enfermero junto a los de la humanidad, teniendo en cuenta la afirmación repetida en este texto, relacionada con el carácter antropológico del cuidado y, por lo tanto, la manera en que ha estado presente desde los orígenes del ser humano. Sin embargo, la prehistoria es un campo amplio, y si bien han ido despejándose varios interrogantes en torno al pasado humano, todavía existen ciertas hipótesis por demostrar. En esta época, como sostienen tanto Donahue (1996), como Martínez y Chamorro (2011), el pasado de la enfermería se confunde con el de la medicina y aunque estudios derivados de la paleopatología se concentran en la salud humana de la época, sus descubrimientos dan cuenta de estrategias de cuidado y curación que resultaron efectivas, como lo señalan las evidencias óseas.

Como hipótesis se puede plantear también que el desarrollo de estrategias de cuidado fue paralelo a la evolución del ser humano, pasando de ser un factor instintivo a racional, tornándose más complejo a medida que la configuración humana lo permitía. En ese sentido, el cuidado jugaría un papel importante en los procesos de adaptación y estrategias de selección natural, pero con un papel determinante más amplio a medida que el desarrollo cultural humano fue mayor. El papel de la mujer como cuidadora, la aparición del hechicero y la bruja, así como la magia y los métodos empíricos, fueron los elementos que caracterizaron esta fase.

La escritura, la agricultura y en general el estilo de vida sedentario constituyen, como ya lo han indicado varios autores, indicios del desarrollo humano y señales de un cambio en el estilo de la vida. A esta fase la historia de la enfermería la denomina civilizaciones antiguas, haciendo referencia a sociedades que alcanzaron un desarrollo cultural significativo. De ellas se han resaltado los egipcios, asirios, sumerios, persas y culturas milenarios como la india, china, griega y romana, entre otras, marcados por la exuberancia del desarrollo de la cultura material, pero poco a poco se ha ido reconociendo una mayor amplitud de sociedades con igual desarrollo cultural.

El desarrollo de la escritura en egipcios y chinos, por ejemplo, ha permitido la evidencia de procedimientos avanzados que incluye no solo métodos empíricos de curación, sino también intervenciones quirúrgicas y manejo de vendajes. Este episodio de la historia del cuidado contempla el desarrollo paralelo de elementos mágico-religiosos, junto a métodos nacidos de la experiencia empírica, muchos de los cuales, se presentan como antecedentes de la ciencia.

Etapa vocacional

La vocacional se presenta como la segunda etapa del cuidado enfermero. Como su nombre lo indica, está marcada por el papel preponderante de la religión, no solo en términos de las concepciones de salud -enfermedad, sino del papel que estableció para definir el rol de género y sobre todo de la disposición altruista de las mujeres para cuidar. Para Donahue (1996), la etapa vocacional está marcada por la caída del Imperio romano y el ascenso del cristianismo, sin embargo, es necesario destacar que correspondió a un proceso de largo aliento, en el cual confluían diversas religiones, muchas de las cuales estaban ampliamente influenciadas por la tradición greco-romana.

Para el cristianismo, sostiene Donahue, la vocación se inspira en la parábola del buen samaritano, la cual da ejemplo de caridad y misericordia. En Lucas 10:25-37 (La Biblia, citado en Donahue, 1996), Jesús cuenta que un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, los ladrones le arrebatan sus pertenencias y lo dejan herido y grave. Pasa un sacerdote y un levita y lo ignoran, pero un tercer hombre se conmueve de él, lo recoge, venda y dispone al mesonero dos monedas para su recuperación. La caridad y misericordia expuesta en la parábola, se asemeja con las ideas presentadas por Watson cuando se refiere al cuidado transpersonal y la identificación con la persona necesitada.

La etapa vocacional se ubica en la Edad Media (siglos V-XV). Para Martínez y Chamorro (2011), las precursoras de la enfermería en esta etapa fueron las diaconisas, viudas, matronas romanas y en la baja edad media los monjes. La etapa moderna, por su parte, se caracterizó por la consolidación de organizaciones que, con vocación religiosa se encargaron de aspectos relacionados con la salud y la enfermedad, tales como la Orden Hospitalaria de los Hermanos de San Juan de Dios, Hermanos Terciarios de la Orden Franciscana y la Compañía Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

Desde una perspectiva diferente, Colliere (2009) se refiere a esta etapa como la mujer consagrada/condenada. Identifica sus roles, en el marco de una variedad de matices que influyeron en la dinámica de la labor femenina de la época, en la que se resalta su posición en rituales vinculados con ciclos de la naturaleza, pero también se evidencian las alternativas que la sociedad le ofrecía, marcadas por el desempeño doméstico y responsabilidad de la pareja; por otro lado, la virginidad se presenta como opción a este tipo de situaciones, en el sentido que las liberaba de la dinámica doméstica y las acercaba a la labor de las diaconisas. La autora resalta también que, durante el ascenso del cristianismo, la iglesia atacó las mujeres que tenían conocimiento de las plantas, catalogándolas como brujas, generando una estrategia más de control sobre el ser femenino.

Etapa técnica

La etapa técnica corresponde con lo que Colliere llama la mujer enfermera-auxiliar del médico (Colliére, 2009; Martínez y Chamorro, 2011) y con lo que otros autores tratan como el desarrollo de la enfermería moderna (Donahue 1996; Kozier, Erb, Blais y Wilkinson, 1999), guardando correspondencia con este período de la historia (siglos XV-XVIII). La etapa cobija una serie de hechos cruciales para el desarrollo de la humanidad, que, junto al descubrimiento de América, permitirían una ampliación del mundo conocido hasta el momento. Incluye también grandes cambios económicos y sociales, producto de revoluciones como la industrial y francesa. Está presente también la colonización y la consolidación de grandes potencias económicas y militares. En esta etapa hay grandes cambios para las mujeres, pero todavía existían grandes barreras para su incursión en actividades públicas reconocidas.

Esta es la etapa clave en el desarrollo de la enfermería, porque es aquí donde Florence Nightingale y otro grupo de mujeres asumen la iniciativa que constituiría el antecedente de la enfermería profesional. Entre los cambios que se dieron entre la etapa vocacional y la moderna, la separación de los poderes políticos y religiosos fue uno de los aspectos que permitió que la enfermería emergiera (Martínez y Chamorro, 2011). Sin embargo, no se puede negar que el desarrollo histórico del cuidado enfermero se fundamenta en la continuidad de hechos del pasado y la manera en que las vírgenes-diaconisas, a las que se refiere Colliére como mujeres consagradas que escaparon al ámbito doméstico, sean varios siglos después una nueva forma de articular el oficio femenino con el cuidado, aunque con características diferentes y en el ámbito de la iglesia protestante.

El Instituto de Diaconisas nació en Kaiserwerth, Alemanía, y tuvo en Florence Nightingale su alumna más adelantada. El trabajo del instituto inició en las cárceles y fue aumentando poco a poco el número de integrantes, extendiéndose por toda Europa hasta llegar a Estados Unidos, África del Norte, Asia y Australia (Kozier, Erb, Blais y Wilkinson, 1999). La participación en el instituto incluía una serie de requisitos que incluían valores éticos y votos religiosos; la formación duraba tres años, y en esta se incluían aspectos de ética, doctrina religiosa y farmacología (Martínez y Chamorro, 2011). El servicio obedecía a la lógica altruista, ya que no recibían salarios.

La estudiante más famosa del instituto fue Florence Nightingale (1820-1910), conocida como la precursora en el proceso de profesionalización de la enfermería o del nacimiento de la enfermería moderna; también conocida como la dama de la lámpara2. Nacida en una familia de ricos e intelectuales, Nightingale fue preparada en el mundo de la filosofía, el lenguaje, la literatura y las artes. Se esperaba que asumiera el estilo de vida de las mujeres de su clase, pero ella sostuvo que había sido llamada por Dios a ayudar a los demás y mejorar el bienestar de la humanidad (Kozier, Erb, Blais y Wilkinson, 1999). Durante la guerra de Crimea, se le encomendó la tarea de reclutar enfermeras para que cuidaran los soldados y ella asumió la tarea adecuando las condiciones en las cuales se encontraban los enfermos, obteniendo resultados en los cuales la mortalidad descendió de 40% a 2% (Martínez y Chamorro, 2011).

Al finalizar la guerra, Nightingale recibió reconocimientos por su labor e inició una serie de actividades que le permitieron replantear algunos aspectos de las condiciones sanitarias. De la mano de la estadística demostró que en tiempos de paz los índices de mortalidad eran mayores en la población militar que en la civil (Martínez y Chamorro, 2011). En 1860 creó la Nightingale Training School of Nursing, los graduados se trasladaron a otros lugares a organizar hospitales y dirigir prácticas de enfermería. Estos esfuerzos transformaron la imagen de la enfermería, alcanzando un reconocimiento respetable para la mujer (Kozier, Erb, Blais y Wilkinson, 1999). Del trabajo de Nightingale quedaron un significativo número de manuscritos de los cuales el más conocido es Notas sobre enfermería: qué es y qué no es.

Etapa profesional

En esta etapa la enfermería se consolida como disciplina académica a partir de los elementos teórico-conceptuales y metodológicos que han sido descritos al principio de este capítulo. Durante su desarrollo optó por el establecimiento de una mirada interdisciplinar que le permitió ampliar su panorama para la comprensión y explicación del cuidado. Esta etapa es relativamente reciente e involucra los desarrollos de las últimas décadas, marcados por los cambios tecnológicos y la dinámica que ha establecido la globalización, en términos de la circulación de la información y la posibilidad de comparación de experiencias enfermeras de diferentes lugares del mundo.

El ámbito de actuación de la enfermería se desarrolla en cuatro actividades: la asistencial, pilar del ejercicio e identificación de la profesión. La actividad docente como parte de la necesidad de formación como parte de la ampliación y complejidad del sector salud. La actividad gestora o administrativa, relacionada con la organización y planificación, y, por último, la actividad investigativa a partir de la cual se profundiza en el saber enfermero, manteniéndolo al día, frente a los cambios tecnológicos y de la sociedad actual.

En esta etapa se incluye también el desarrollo de la profesión en el ámbito universitario, teniendo en cuenta las áreas de especialización y desarrollo de nuevo conocimiento, así como la profundización a partir del desarrollo de maestrías y doctorados y la actividad académica en general. En este contexto han emergido especialidades como la obstétrica-ginecológica, de salud mental, geriátrica, del trabajo, médico-quirúrgica, familiar y comunitaria, y pediátrica.

Como se puede apreciar, el propósito de estas cuatro etapas consiste en agrupar el desarrollo histórico del cuidado enfermero a partir de cuatro episodios marcados por las condiciones establecidas por el desarrollo histórico humano. Si bien se observan grandes diferencias entre uno y otro, no se puede negar la manera en que algunos elementos permanecen vigentes, aunque sin ser un decisivos en el quehacer profesional. La variedad de cuidados, así como la vocación existente en el desarrollo de la práctica profesional de diferentes países, es evidencia del cambio y la permanencia de elementos esenciales de la enfermería, pero también de la necesidad de ampliar la concepción del cuidado en el presente y en la historia.

Como ya se indicó antes, la historia de la enfermería es un campo que se ha venido consolidando en las últimas décadas, tal como lo evidencian las publicaciones en diferentes revistas del área y en menor medida libros y ponencias de una variedad de eventos académicos. Tras una consulta en base de datos como Scielo, Redalyc y Dialnet, publicadas en idioma español, se alcanzaron a identificar tendencias asociadas a las temáticas de este subcampo de estudio, al igual que un incremento en el número de publicaciones, y el surgimiento de enfoques que cada vez más apuntan a dimensiones específicas del desarrollo histórico enfermero.

Tabla 2. Resumen de las etapas de la historia de la enfermería

Etapas de la historia de la enfermería
DomésticaVocacionalTécnicaProfesional
Se ubica en la prehistoria, junto a los orígenes y procesos evolutivos que dieron origen al ser humano. Es el paso del cuidado de una fase instintiva a la cultural, en la cual, se suma a los procesos de adaptación y estrategias de supervivencia.Etapa desarrollada durante la edad media, marcada por la religión, principalmente, el desarrollo del cristianismo. El rol de la mujer estaba restringido a las actividades en las cuales se dedicaban al cuidado de niños y recién nacidos. En esta etapa empiezan a crearse instituciones dedicadas al cuidado.Se desarrolla en la edad moderna, junto a cambios importantes en la historia de la humanidad. El papel de la enfermera estaba asociado con la mujer auxiliar del médico. Sin embargo, poco a poco se va evidenciando el crecimiento de su responsabilidad en el entorno hospitalario. La labor de Nightingale junto a otras mujeres, sería la base del desarrollo de la enfermería moderna.Se desarrolla en el período contemporáneo. La enfermería se consolida como disciplina, empieza a desarrollarse en la universidad, donde profundiza su andamiaje teórico, se especializa y define sus áreas de acción: asistencial, administrativa, docente e investigativa.

Fuente: Donahue, 1996, Martínez y Chamorro (2011).

La primera tendencia la constituye el desarrollo de una historia nacional de la enfermería. En este balance predominan las iniciativas que buscan describir la historia de la enfermería en su etapa profesional, generalmente con intenciones de crear una caracterización nacional y con algunas intenciones de comparación y abordaje regional, tanto en el caso Latinoamericano, como hispanoparlante (Rodríguez, Mejías y Moreno, 2011; Gozalbes y García, 2013; Velandia, 2014; Moreira et al., 2009; Do Prado, Medina-Moya, Martínez-Riera, 2011; Oguisso et al., 2008).

Una segunda tendencia está marcada por el incremento de experiencias que buscan enriquecer el estudio de la historia de la enfermería, a partir del uso de enfoques específicos de otras áreas. Esta tendencia se puede denominar enfoques emergentes de la historia de la enfermería. Entre ellos se encuentran la historia cultural y social (Siles, 2010; Siles y Solano, 2012). La tercera tendencia, por su parte, se concentra en la historia de la educación o formación en enfermería, la cual, hace énfasis en los procesos educativos que han marcado el desarrollo de la profesión, tanto en términos del origen de la enfermería profesional, como del desarrollo y producción de posgrados del nivel de especialización y doctorado (Rodríguez, Mejías y Moreno, 2011; Do Prado, Medina-Moya, Martínez-Riera, 2011; Arias y Giraldo, 2007; De la Torre y Velasco, 1988; Durán, 1988; Serrano, 2012).

La mayoría de los estudios consultados, algunos de ellos referenciados en este libro, se fundamentan en revisiones sistemáticas o documentos institucionales recientes. Es decir, existe una gran distancia de los estudios históricos con documentos primarios, lo que le da poco peso y experiencia metodológica frente a este tipo de fuentes. De la misma manera, la historia oral o el acceso a otros documentos (como fotografía, audios y videos) son poco usados o referenciados como parte de las estrategias metodológicas, esto, sumado a lo anterior, advierte sobre la poca profundidad y detalle, así como el acceso a un tipo de información que es vital en la indagación histórica. Sin embargo, existen algunos trabajos que empiezan a tener en cuenta el cine y la literatura como parte del análisis histórico enfermero.

Historia de la enfermería en Colombia

La historia de la enfermería en Colombia mantiene elementos similares a los que, en párrafos anteriores, hicieron referencia a la enfermería en el mundo. Es decir, se remonta a la presencia humana en sus territorios y se ha desarrollado a partir del trabajo de mujeres e influenciados por elementos religiosos. Sin embargo, las condiciones históricas, así como los hechos ocurridos, le otorgan una variación especial que amerita ser precisada, sobre todo, con el fin de ir aterrizando poco a poco en las dos experiencias que se trabajan en este libro. Además, contribuye con el propósito de este último, de constituirse en material de lectura para estudiantes e iniciados en el tema de la historia de la enfermería.

La diversidad cultural del país no puede pasar desapercibida en la historia del cuidado enfermero, sobre todo cuando esta última ha marcado considerablemente tanto la formación social de la población colombiana, como la configuración cultural actual. En ese sentido, la historia del cuidado enfermero es un proceso de largo aliento, sobre todo si procura el reconocimiento de la diversidad de saberes y prácticas realizadas en el marco de la diversidad del país. Este trabajo, solo intenta resaltar parte de las indagaciones que se encuentran pendientes en el campo de la historia del cuidado y no pretenderá incorporar reflexiones de esa índole, concentrándose únicamente en los hechos asociados a la enfermería profesional, no sin antes hacer un fugaz repaso de lo señalado por la literatura sobre el tema.

Ana Luisa Velandia (1995), en su libro titulado Historia de la Enfermería en Colombia, presenta una de las primeras publicaciones que expresan el gran esfuerzo de documentar el desarrollo histórico de la profesión en el país. Para ello, en primer lugar, expone las herencias que la profesión ha recibido por tradición, entre ellas la religiosa, femenina, militar y etnográfica, todas ellas con una amplia influencia en el desarrollo de la enfermería, tanto en términos de los elementos que impulsaron su desarrollo, como de los obstáculos que aún se mantienen vigentes y que se asocian con su quehacer profesional actual. De estas herencias, la religiosa y la femenina han sido objeto de indagación académica, pero permanecen amplios vacíos para la comprensión de la militar.

Frente a la herencia etnográfica existe, además del vacío, la incomprensión y falta de formulación de un nuevo paradigma, que sea incluyente y que abogue por una historia contada por múltiples voces, y que reconozca la diversidad cultural del país, así como los procesos de exclusión, marginación y discriminación que ha relegado a muchas poblaciones, tanto del panorama de representación de la nación y su historia, como del contexto académico enfermero, el cual, durante mucho tiempo no lo consideró como parte de sus sujetos de estudio. En las últimas décadas, el panorama ha cambiado, y se ha evidenciado el esfuerzo por generar aproximaciones a su comprensión. Esta nueva apertura de la enfermería a la diversidad, implica también un giro del estudio de la historia del cuidado enfermero, sobre todo en términos del reconocimiento de la participación que poblaciones indígenas, afrodescendientes y migrantes o extranjeros han realizado a la configuración del cuidado.

Colombia es también un país de regiones, cada una de ellas facilita también la aproximación a la comprensión de la formación social y cultural del país y, por ende, las pistas para comprender las dinámicas históricas del cuidado enfermero. En estas regiones, las dinámicas poblaciones fueron distintas, marcadas por los hechos históricos originados desde la era precolombina y la colonización, pero que tuvieron a las características geográficas y los procesos económicos como factores determinantes. El primero, por ejemplo, a partir de la diferencia geográfica marcada por la cordillera de los Andes, ríos como el Magdalena, Amazonas y Cauca, así como el mar Caribe y el Océano Pacífico contribuyeron en la consolidación de las regiones.

En el caso de la región norte, conocida como la región del Caribe colombiano, la ubicación cercana al mar Caribe, el río Magdalena y la Sierra Nevada de Santa Marta fue el determinante geográfico que influyó en su conformación. Los estudios arqueológicos la denominaron como parte del área intermedia, una especie de zona de paso, donde los cambios de clima (épocas de sequía y lluvia) no facilitaron la consolidación de una gran nación, pero permitieron que pequeñas poblaciones se desarrollaran a partir de la variedad de productos que le ofrecía la montaña, el mar, los ríos y las ciénagas. Sin embargo, en el período precolombino, alcanzaron a consolidarse poblaciones con un nivel de desarrollo considerable, como lo evidencian la intervención realizada al medio ambiente por parte de los zenúes y taironas, a través del sistema hidráulico y sistema de terrazas, respectivamente, así como el desarrollo de su alfarería y orfebrería, entre otros.

Por su parte, durante el proceso de colonización, la región Caribe fue la entrada de europeos colonizadores, lo que permitió la fundación de las primeras ciudades de tradición hispana en el país, como lo fueron Santa Marta (1525) y Cartagena (1533), desde las cuales, salieron las excursiones y planes de conquista del resto del continente. En este proceso, se dio inicio al exterminio de una cantidad considerable de la población nativa, así como la llegada de europeos y africanos traídos a la fuerza y obligados a trabajar como esclavos. De esta manera, los indígenas sobrevivientes, que habían huido a zonas alejadas como desiertos, montañas, pantanos y ribera de los ríos, como estrategia de supervivencia, poco a poco se fueron mezclando e incorporando a la población general, lo que desarrolló un proceso de transculturación complejo donde resulta difícil establecer las herencias en el marco cultural tan heterogéneo como el que se instauró a partir de la colonización. En ese sentido, la región conservó elementos tradicionales de las comunidades indígenas sobrevivientes, así como de poblaciones afrodescendientes fugadas y que vivieron al margen de la esclavitud, además del producto mezclado y las tradiciones europeas heredadas, constituyendo una confluencia compleja y diversa de experiencias humanas que han hecho parte del contexto en el que se ha desarrollado la historia del cuidado enfermero en el país.

En términos de la concepción tradicional de la historia de la enfermería, Velandia ha caracterizado su desarrollo a partir de etapas y tendencias. En la descripción que realiza, presenta el panorama enfermero a partir del contexto general de la situación de la salud, la educación, la mujer y la enfermería en sí misma, según cada período delimitado. Cada uno de estos elementos es vital para comprender cómo ha sido el desarrollo de la profesión, incluyendo la evolución del papel de la mujer en la sociedad. En ese sentido, el primer período, 1900-1934, dio lugar al nacimiento de la enfermería en el país (como profesión) desde experiencias que, como efecto colateral del pasado, han sido contadas a partir de un ambiente confuso que ha dificultado su construcción, pero que tiene dos iniciativas como protagonistas. Una de ellas es la Escuela de Enfermería del Hospital de Santa Clara en Cartagena y la segunda, la escuela de enfermeras y comadronas de la Universidad Nacional de Colombia ( Velandia, 1995; Serrano, 2012; Velandia, 2014).

Sin embargo, tanto el período como la afirmación que ubica a estas escuelas como parte del “origen” de la enfermería es susceptible de críticas, por la ruptura forzosa que presenta de los procesos históricos del cuidado que se venía realizando desde la labor de instituciones religiosas (Castro, 2011) y su aislamiento de la dinámica social alrededor de la salud, donde resultaba difícil aislarla de la medicina. Se puede considerar como parte del efecto metodológico que produjo al delimitar la temática y la necesidad de resaltar la génesis de una profesión de mayoría femenina, generalmente subordinada a la labor que, como la medicina, goza del estatus, reconocimiento social y tiene mucho peso en los estudios históricos.

En otras palabras, existe la necesidad de trascender la idea del “origen” de la profesión de la enfermería en Colombia, planteando en su lugar, una transición importante en el desarrollo histórico del cuidado enfermero colombiano. Esta transición muestra la conexión o continuidad de las prácticas sociales, la mayoría de ellas de índole religiosa, así como la manera en que se encontraba estrechamente vinculado con los aspectos médicos o de la salud. Todo esto dio lugar a un proceso paulatino en el que la enfermería se fue constituyendo en un área de conocimiento y, por lo tanto, los primeros pasos de un desarrollo disciplinar fundamentado en el cuidado del ser humano.

De igual forma, la transición mencionada, así como el proceso de inicio de la disciplina, tuvo en las experiencias de Cartagena y la Universidad Nacional de Colombia episodios importantes para la constitución de la profesión. De las dos iniciativas mencionadas, la experiencia de la Universidad Nacional de Colombia ha sido la más estudiada, y, más tarde se analizaron diferentes iniciativas de cursos y procesos educativos relacionados con la enfermería en diferentes ciudades del país, muchos de los cuales se tornaron difusos en el nebuloso panorama del pasado. De igual forma, el período estuvo marcado por lentos avances en el ámbito educativo y por amplias limitaciones en los derechos y reconocimientos de las mujeres.

La experiencia de la Universidad Nacional de Colombia ha sido la que mayor documentación histórica precisa, lo que la posiciona como la principal práctica educativa de enfermería en el país. Cuatro períodos han marcado su desarrollo, a partir de la Escuela de comadronas y enfermeras (1920-1937), la Escuela Nacional de Enfermeras (1937-1944), la Escuela Nacional Superior de Enfermeras (1944-1957) y la Facultad de Enfermería (1957-), de las cuales se detallan algunos aspectos de su desarrollo histórico (Serrano, 2012; Gómez,1991; Gómez, 1992).

La etapa 1935-1954, sostiene Velandia (1995; 2014), estuvo marcada por las experiencias educativas anteriores, de las cuales se desarrollaron una enfermería clínica y otra social. De igual forma, se desplegaron una serie de hechos que afectaron el mundo de la salud, muchos de las cuales estuvieron relacionados con la modernización del Estado colombiano y la influencia de factores externos como la Segunda Guerra Mundial y la política exterior estadounidense. La educación en el país sufrió cambios, entre ellos los relacionados con la educación femenina y la consolidación de la labor docente, la cual, tuvo repercusiones en el desarrollo de la enfermería.

La etapa 1955-1974 dio continuidad a los cambios políticos y sociales, en este caso, a partir del gobierno del general Rojas Pinilla, sobre todo por las medidas adoptadas en el ámbito educativo y de la salud. Se dio un aumento de la participación de la mujer en los servicios de salud, en su mayoría como auxiliares o ayudantes de enfermería y en menor proporción como jefes o supervisoras de servicio, así como actividades de orden administrativo (Velandia, 2014). Según Velandia (1995), durante esta etapa, se dieron los primeros productos de desarrollo científico de la profesión, como creación de licenciaturas, primeros posgrados, organizaciones como la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia, Anec (primero en Bogotá en 1959, luego en el país en 1969), creación de la Asociación de Facultades de Enfermería (Acofaen) en 1968 y participación en Congresos internacionales.

La etapa 1975-1994 continuó con las tendencias de la etapa anterior tanto en el ámbito de la salud, como de la educación. Marcada por los cambios y la modernización de las instituciones del Estado, así como la generación de nuevos programas que influirían en el desarrollo de la enfermería. Esta etapa culminó en los inicios de los años noventa, con la aparición de la Ley 100 de 1993, la cual, abriría el camino al fortalecimiento del sector privado en la prestación de los servicios de salud. Frente a los avances científicos y los productos del quehacer educativo, a partir de los años ochenta empezaron a consolidarse las publicaciones periódicas de revistas científicas y eventos nacionales e internacionales. Entre las pioneras estuvieron la revista Avances en Enfermería de la Universidad Nacional (1982) y la revista Investigación y Educación en Enfermería (1984) de la Universidad de Antioquía.

El desarrollo histórico de la enfermería tuvo, por tanto, en el siglo XX, uno de los períodos más importantes para la consolidación del cuidado enfermero y más exactamente en lo concerniente a su profesionalización. Indiscutiblemente, su configuración no puede ser entendida aislada del contexto general, en el cual, la dinámica del mundo de la salud y la mujer, así como su relación con los aspectos religiosos y de la educación técnica y universitaria, fueron determinantes. Además, coyunturas del orden social, cultural y político marcaron el desarrollo histórico, a través del crecimiento poblacional en el país y el inicio de políticas dirigidas a establecer el control de la natalidad, para las cuales, la enfermería aportó un trabajo importante desde las estrategias de planificación familiar y promoción y prevención.

Durante la profesionalización de la enfermería se dio también un proceso de secularización. Es decir, el saber enfermero poco a poco dejó de fundamentarse en la experiencia religiosa y pasó a explicar los fenómenos y sustentar sus acciones bajo el amparo del saber científico, influenciado principalmente con la llegada de teorías de enfermería procedentes de Estados Unidos, donde las enfermeras habían comenzado a desarrollar las teorías del cuidado, con el fin de consolidar el posicionamiento de la profesión. Sin embargo, la herencia religiosa, como la denomina Velandia, todavía sigue marcando gran parte de las acciones que guían la labor enfermera, así como muchos otros elementos que surgidos en el pasado desempeñan un papel clave en la práctica profesional.

Trayectorias históricas de la enfermería

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