Читать книгу Mi 27F - Denisse Quezada - Страница 8
ОглавлениеPrólogo
El instinto materno es una de las fuerzas más formidables e incontrarrestables de la naturaleza. Su imperio vital no admite excusas, no conoce límites, y supera toda lógica y razón. Así lo entendieron y consagraron las culturas clásicas, que entronizaron sus dictados elevándolos a designios de la divinidad: en Grecia, la diosa Deméter –la Ceres de los romanos-, detuvo toda la vida sobre la tierra, mientras buscaba a su hija Perséfone, que había sido raptada por Hades, dios del inframundo. Y el ritmo de la vida sólo siguió su curso cuando Hades accedió a que Perséfone regresara junto a su madre al menos dos temporadas al año.
Se sabe de casos en que madres han sido capaces de levantar un tronco, una enorme roca, e incluso −también en Chile−, hasta un tractor que atrapaba el cuerpo de su hijo. Se sabe de madres, que sin mediar comunicación alguna, han sabido exactamente cuándo sus hijos estaban en peligro vital. Se sabe de madres que han dado −y seguirán dando−, su vida para salvar a sus hijos.
Este relato esencial −la capacidad de una madre de renunciar a todo, de sacrificarlo todo y de hacer hasta lo imposible por un hijo−, se encuentra plasmado, en su propia escala, en la historia que Denisse Quezada nos cuenta en Mi27F.
Todos tenemos un personal recuerdo del terremoto que asoló a Chile en 2010. Se trató del segundo mayor terremoto del que se tienen registros históricos, siendo superado únicamente por el de Valdivia, en 1960, que tampoco ha podido ser olvidado por sus protagonistas.
Ese suceso dantesco, de proporciones catastróficas, cuya enorme magnitud física no alcanza a dar cuenta cabal de sus efectos espirituales, emocionales, sociales, económicos e incluso políticos, es el escenario y el contexto en el que se desarrolla el relato de Denisse.
Se trata entonces, de una historia enmarcada, desde su origen, por la desmesura de lo que sucedió en Chile la madrugada del 27 de Febrero. Y como en todo relato épico, lo que nos cuenta Denisse es pasmosamente simple: su hijo se encontraba junto a sus abuelos, en el epicentro del desastre, y ella decidió partir a buscarlo justo allí donde el inframundo había manifestado todo su terrible poder.
Se trata, aunque ni ella misma parece saberlo, de un viaje iniciático, de un viaje fundamental, que cambiaría su vida para siempre. Y como en ella se encontraba manifestado el arquetipo fundamental de la Madre, el viaje posee dimensiones simbólicas desde un comienzo: se tuvo que encontrar con figuras arquetípicas como “la sombra” −que trata de impedir el viaje desde un comienzo−; el “maestro o tutor”, que proporciona las “armas y vituallas” mínimas para la jornada; los “protectores” a quienes Denisse califica intuitiva y acertadamente de “ángeles”, y los “guardianes de la puerta”, que ponen a prueba el temple y la voluntad del viajero.
Por eso, el relato de Denisse es engañosamente sencillo: usted y yo podemos leerlo rápidamente, incluso descuidadamente, porque en su sencillez, en la aparente simplicidad de lo que ella nos cuenta, se esconde la profundidad del mito esencial que esta historia nos presenta.
Así que los invito cordialmente a leer este libro, que seguramente nos hará recordar nuestros propios 27F.
Las “grandes historias”, las “historias fundamentales de la humanidad”, no son las que de manera ostentosa nos hablan de próceres, caudillos, batallas o efemérides de almanaque, son las que nos llevan a las profundidades más esenciales, vitales y trascendentes de aquello que verdaderamente nos hace ser Seres Humanos.
Tomás Mosciatti