Guerra de Granada
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Diego Hurtado de Mendoza. Guerra de Granada
Guerra de Granada
Índice
GUERRA. DE GRANADA. HECHA POR EL REY D. FELIPE II. CONTRA LOS MORISCOS DE AQUEL REINO, SUS REBELDES
El Editor
LUIS TRIBALDOS DE TOLEDO. AL LECTOR
NOTICIAS. DE LA VIDA. DE D. DIEGO HURTADO DE MENDOZA
LIBRO I
LIBRO II
LIBRO III
LIBRO IV
DISCURSO. DEL CONDE DE PORTALEGRE, con que suplió lo que faltaba en las primeras ediciones al fin del libro tercero de esta historia
NOTAS Y CITAS BIBLIOGRÁFICAS
LA VIDA. DEL. LAZARILLO DE TORMES, SUS FORTUNAS Y ADVERSIDADES
PRÓLOGO
Cuenta Lázaro su vida y quien era su padre
Como Lázaro se asentó con un clérigo, y de las cosas que con él pasó
Como Lázaro se asentó con un escudero, y de lo que le acaeció con él
Como Lázaro se asentó con un fraile de la Merced, y de lo que le acaeció con él
Como Lázaro se asienta con un bulero, y de las cosas que con él pasó
Como Lázaro se asentó con un capellan, y lo que con él pasó
Como Lázaro asienta con un alguacil, y de lo que le acaeció con él
Da cuenta Lázaro de la amistad que tuvo en Toledo con unos tudescos, y lo que con ellos pasaba
Отрывок из книги
Diego Hurtado de Mendoza
Hecha por el rey D. Felipe II, contra los Moriscos de aquel reino, sus rebeldes; Seguida de la vida del Lazarillo de Tormes
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Por estos dias se publicó impresa en Venecia la Suma de los Concilios de fray Bartolomé Carranza, dominicano, famoso por su valimiento y su caida, dedicada á D. Diego, que respondió al autor en una carta latina aunque breve, elocuente y nerviosa. Juan Paez de Castro, célebre doctor cronista y capellan de honor de Felipe II, habia pasado á aquella ciudad recomendado á D. Diego por Gerónimo de Zurita, exacto historiador de Aragon, y por Gonzalo Perez, secretario de Felipe II, conocido por la traduccion de la Odisea, y mucho mas por los excesos de su hijo Antonio Perez. Procuró D. Diego adelantarle, comunicóle sus libros, quiso llevarle á vivir consigo, animóle á estudiar con teson, y á trabajar principalmente en la inteligencia y restitucion de los autores antiguos. Consta por las cartas de aquel sabio escritas á Gerónimo de Zurita, que habia leido la traduccion al castellano de la mecánica de Aristóteles hecha por D. Diego, quien tambien le habia hecho glosas: «Es tan bueno y tan humano, dice hablando de D. Diego, que puede V. decir: Nil oriturum alias, nil ortum tale fatentes. Su erudicion es muy varia, y extraña; es gran aristotélico y matemático; latino y griego, que no hay quien se le pare; al fin es un hombre muy absoluto. Los libros que aquí ha traido son muchos, y son en tres maneras: unos de mano griegos en gran copia; otros impresos en todas facultades; otros de los luteranos: todos estos están públicos para quien los pide, si no son los luteranos, que no se dan sino á los hombres que tienen necesidad de los ver para el concilio. Ha sido tan gran cosa esta, y tan grandemente dispuesta, que allende de grandes costas que ha excusado, ha dado gran luz á todos, que ni supieran que libros eran necesarios, ni de donde se habian de traer; á lo menos yo no sabia que hacerme en este lugar. Tienen todos creido que medrará mucho concluido este concilio, y que S. M. le hará obispo, y su santidad cardenal: plega á Dios que sea así, y en él estará todo bien empleado[21].» Así se explica aquel sabio aragonés, testigo ocular de las ocupaciones de D. Diego; y lo mismo aseguran cuantos eruditos le trataron. Eran por cierto necesarios testimonios tan irrefragables para creer que un político entregado á conocer, y manejar los intereses y ánimos de los soberanos, encargado de negocios gravísimos, atento á tantas formalidades como la vanidad ha introducido en aquella carrera, tuviese el tiempo, la aficion, y la abstraccion que se requiere para estudios tan profundos. El mismo D. Diego dice en una carta que en su vejez escribió á Zurita: «Estoy maravillado de los muchos libros que hallo leidos habiendo aprendido tan poco de ellos[22].» Anotaba lo que leía, y como los viajes le imposibilitaban llevar consigo su librería, le acaeció ilustrar tres y cuatro diferentes ejemplares manuscritos, ó impresos de un mismo autor. Agregaba la curiosidad de las monedas antiguas, de que habia hecho un gran tesoro. Ocurria á tantos gastos la liberalidad de Cárlos V, que por este tiempo le libró 9,000 ducados de ciertas cuentas, y le añadió una pension de 1,500 con el fin, segun parece, de destinarle embajador á Roma.
Á este tiempo declaró el emperador la guerra á los protestantes: toda Alemania se conmovió, algunos padres del concilio meditaban ausentarse, y aun los legados juzgaban oportuna la traslacion ó interrupcion del concilio, asustados del riesgo en que creían hallarse, por estar tan inmediato Trento á los paises enemigos. D. Diego sintió en extremo esta resolucion de algunos; hizo presente, que habiendo emprendido el emperador aquella guerra á favor de la religion, y principalmente á favor del concilio, le seria muy dolorosa la retardacion de este, y que no era buena correspondencia que el César emprendiese guerra de tanta consecuencia por mantener el concilio, y se disolviese este por causa de la misma guerra[23]. Pasó poco despues á Venecia, y antes se despidió de los padres dia 17 de julio por la tarde, en que se celebró junta con el motivo de la alteracion que habia ocurrido por la mañana, entre Dionisio Sanetin, obispo de Chiron, y el obispo de la Cava[24].
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