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ОглавлениеCapítulo 2 – Primeros Viajes
Tierras del Norte Argentino
Norma es una persona que hoy carga con más de 70 años, que en cierta forma tuvo una relación conmigo, como la que podría haber tenido cualquier abuela con su respectivo nieto. Ella es amiga de mi vieja desde antaño y fueron compañeras de Terciario. Ambas fueron docentes por infinidad de años. Desde ya que la conozco desde que nací, y Norma fue siempre una persona que se desvive por mi bienestar.
Año 1984, yo cargaba con escasos 10 años y se acercaba Julio, época de vacaciones estudiantiles para ese entonces. Entonces Norma, cuyo sobrino Sebastián estaba por cumplir años, en un acto de arrebato, decidió ir a visitarlo a Ledesma para compartir con él ese momento. Tanto mi familia como Norma advirtieron que yo ya tenía edad suficiente como para acompañar a Norma en esa travesía que duraría solamente una semana. Yo pensaba, está bastante bien, una semana en Jujuy, con posibilidades de ir a Salta, ya que íbamos a contar con auto, recorrer un poco, y ver de qué se trata todo eso. Llega el día de la salida, y esa fue la primera vez que me subí a un avión, un Boeing 737 de Aerolíneas Argentinas al cual ni siquiera estaba temeroso cuando me subí, para mi en ese momento era lo mismo un avión, un barco, un trineo, lo que sea, convengamos que a los 10 años uno no tiene tanto criterio ni miedos para esas cosas.
Una alegría inesperada fue que en el vuelo, por los altoparlantes dice, “estamos teniendo un vuelo fantástico, así que quienes quieran conocer la cabina del piloto, se pueden ir acercando y formar una fila para ingresar” literalmente me tiré de cabeza a la cabina, teniendo en cuenta que yo estaba en los primeros asientos, fui literalmente el primero en llegar y disfrutar de esa cabina. Me abrumó, había relojes por todos lados, montones de monitoreos y Dios sabrá qué más había ahí. Fue buenísimo, cuando al piloto le pregunto. “¿Y a qué altura estamos?” como si fuera, a ver, te pongo a prueba de cuanto sabes de aviones, gilún, cuando el altímetro es básico en cualquier avión.
Finalmente, el avión llegó a Jujuy luego de una escala pequeña en Tucumán, en donde paramos casi una hora, y bueno, nos fue a buscar Horacio - hermano de Norma, recuerdo que era un Peugeot 404 blanco, que para ese momento no era un Lamborghini, pero estaba muy bien. Cuando llegamos a la casa, me dijeron, bueno, acá vas a dormir, me asomo por la ventana y bajo mi asombro, ¡la vista tenía montañas! Primera vez en mi vida que veía montañas y no era que estaban nevadas como podrían estarlo en Las Leñas o en Aspen, eran montañas del montón, eran marrones, pero ya las simple elevaciones hacían que me estremeciera. Durante esa semana hice varias excursiones que estuvieron limitadas por el miedo de Norma de manejar en cornisa. Horacio había prometido en su momento, que nos iba a llevar a la Puna, ya que para llegar ahí, había que atravesar caminos de cornisa que él ya estaba bastante ducho con andarlos, sin embargo, eso quedó en una falsa promesa, y creo ser la única persona que fue de vacaciones a Jujuy y no conoce la puna.
Hicimos una excursión a Salta, a Salta la Linda, la capital, y cuando llegue, realmente entendí porque le decían Salta la Linda, es una ciudad preciosa, que tiene muchísima vegetación y aparte que tiene de fondo increíbles montañas, creo que a partir de ese viaje, me hecho fanático de todo lo que es montañoso. Esta excursión y las demás que he hecho con Norma al volante, fueron siempre sobre el Peugeot 404 de Horacio quien afortunadamente lo cedía por una causa que en ese momento era más que noble.
Recuerdo, que, como les mencione anteriormente, era Julio, Norma y yo, acostumbrados al clima de Julio de Capital Federal, pensábamos que iba a estar fresquito o algo así, nos asamos literalmente, hacían 30 grados durante el día, y veíamos a los lugareños, que andaban todos con pulóver! Y les preguntamos, pero es normal que ustedes se pongan pulóver cuando hace este calor que nos estamos muriendo? Y ellos, con pocos movimientos de cara, con una mirada más que contemplativa, nos sonreían, y nos decían, lo que pasa, m’ijito, no sabes el calor que hace acá en verano, para nosotros, hoy está fresco. Entonces, a partir de ese momento, nota mental, no ir en Enero a Jujuy.
El cumpleaños de Sebastián era el 19 de Julio, un gran evento, venían personas de otros lados, venían familiares y amigos de pueblos aledaños y se hacía en un amplio garaje que ellos tenían. Yo convengamos no había armado mi valija de viaje sino mi vieja en ese momento, recuerden que yo cargaba con 10 años, y encontré algo parecido a un Jogging, los cuales estaban extremadamente de moda en esos momentos, todos los chicos de esa edad, si no tenían un jogging eran unos perdedores natos. Para los que no saben que es un jogging, les describo, era un pantalón de gimnasia con un buzo, haciendo juego y tenían diferentes motivos, colores texturas y sabores, yo en esa ocasión, me había vestido un bello jogging blanco, y en el momento de vestirlo le pregunto a Norma, Norma, ¿estas segura que esto es un jogging y no un pijama? Si, claro Dieguito, es un jogging esto, ¡que lindo que estas! Confiado, use el jogging todo el cumpleaños de Sebastián, pero quizás algún resquemor de resentimiento o que, lo primero que le pregunte a mi vieja cuando llegue a Capital, que era eso blanco, me confirmó, sin titubear un segundo, que era un pijama. Obviamente, esta pregunta se la hice delante de Norma y no perdí oportunidad de dejarla haciendo el ridículo delante de todos. Luego, pasaba el tiempo, y la gente, clamaba por las fotos de Jujuy, y yo les decía... bueno, acá estoy yo, en el cumple de Sebastián, “luciendo un precioso pijama” con un tono más que irónico. Derrochando sarcasmo, diría.
Como corolario del calor para mi agobiante, la gente que tenía Porteños en su casa, no perdía oportunidad de deleitarnos una y otra vez con comidas típicas, recuerdo una en particular, en donde comí Humita casera (desde ya que todo es casero, no existe el concepto de rotisería, y menos en esa época), así que imagínense comer humita casera, matacaballo con 30 grados de calor, era más o menos como comer lava.
Lo que rescate y me llamo poderosamente la atención, aparte de las montañas y el paisaje completamente nuevo para mis ojos, fue la calidez de la gente con la que tratamos. Las personas eran increíblemente sociables, solidarias, con ganas de ayudarte, bondadosas, dadas y contemplativas. Cosa que en capital, jamás había visto.
Viaje de Egresados del Primario – Embalse Río Tercero
Mis estudios primarios los hice en el inmenso colegio que da al barrio de Parque Patricios, en Capital Federal, Instituto Félix Fernando Bernasconi. Una interesante entidad educativa e imponente. En el año 1986 (glorioso año futbolístico para el pueblo argentino) yo estaba culminando con mis estudios primarios, nosotros estábamos planeando un viaje de egresados a Chapadmalal, pero de pronto y porrazo muy sospechosa y misteriosamente, aparece un Comité Radical (¿se acuerdan de los radicales? Alfonsín a la cabeza en ese entonces) y gentilmente, nunca supe porque, nos ofrecen un viaje para todos los séptimos grados a Embalse Río Tercero (Córdoba). Desde ya que un viaje de upa, nos había cautivado en primera instancia, pero se rumoreó, que los radicales tan bondadosos, querían que nosotros tengamos como punto de salida, en vez del colegio, el Comité Radical que organizaba todo. Los padres lógicamente, pegaron el grito en el cielo diciendo que estaban usando a sus hijos como propaganda política y que ellos no iban a admitir que salgan del Comité, que solamente aceptaban el viaje si salían del colegio. Obviamente, ninguno de nosotros fue consultado, porque si fuera por nosotros, salíamos de Kanchatka, no nos importaba absolutamente nada. Luego de una negociación con los correligionarios radicales, no hubo ningún problema en que se parta del colegio.
Era un viaje interesante, porque si bien en el viaje anterior, había ido con Norma, esta vez, iba sin gente conocida, iba y punto. El contingente era infinito, éramos como ciento veinte personas todas desesperadas por ir a las tierras cordobesas.
Recuerdo que llegamos y los hoteles no eran el Sheraton, tampoco el Hilton ni mucho menos, eran los complejos familiares de 9000 habitaciones por piso, y no le sobran nada, mucha cucheta para ahorrar espacio, y siempre nos mantuvimos en pie con el slogan “A Caballo Regalado No Se Le Miran Los Dientes“.
Al poco tiempo de estar ahí, empezaron a aparecer episodios, como que las piezas no tenían baño, sino era compartidos por todo el piso, las sabanas estaban rotas o sucias, el desayuno, servían un pan y quizás los chicos comían la miga y al día siguiente tenían los bordes del pan, las camas distaban de producir placer al dormir, las cuchetas estaban ubicadas perpendicular a la pared, de manera que yo, que tuve que dormir arriba, ni me quería mover por las dudas que me vaya a pique al piso. Algunos chicos, no lo toleraban y se escuchaban llamadas telefónicas con padres, diciendo por Dios que querían volverse que no la estaban pasando bien.
Al mismo tiempo, empezaron las bromas y maldades típicas del caso, eran infaltables las “camas turcas“ que consisten en poner la sábana, doblada en U en vez de extenderla por toda la cama, de esa manera, la persona cuando se quería introducir en la misma, se encontraba con que no podía porque se chocaba contra la sabana. Bromas baratas, pero eran buenísimas para ese momento, sin mencionar que a algunos chicos le ponían arena, arañas o cualquier cosa para que les haga compañía.
Una de nuestras excursiones fue ir a caminar hacia unas rocas, para las cuales tuvimos que caminar muchos kilómetros (al menos en ese momento así lo parecía) y las piedras, si bien estaban buenas, no eran la salvación. Lo curioso fue que en el camino de vuelta, al costado del camino, había una calavera de vaca, casi intacto, caía de maduro, que lo íbamos a llevar con nosotros.
Una noche, nos avisan que había fiesta de disfraces, nosotros estábamos pelados y no teníamos ni manera de conseguir un disfraz, tuvimos la brillante idea de crear a “Esculapio “. Esculapio era un ser imaginario que consistía en, una persona morruda debajo, una persona delgada y chiquita encima, ambos tapados por una sábana, y arriba de la sabana, la calavera de vaca que habíamos hallado recientemente. Esculapio, era una buena vuelta de tuerca ya que sin un mango, impresionamos a todos en la fiesta, al mismo tiempo, los chicos, iban acompañados de todos nosotros, que éramos algo así como “ los seguidores “, fieles, o como se lo quiera llamar, al grito de “Esculapio Esculapio“
Otra excursión que hicimos, fue hacia Rió Tercero, en donde una lancha nos llevó a recorrer toda la zona, la verdad que era muy linda, y hacía bastante frío, eso había sido en Agosto y realmente el frío se sentía.
Una noche, se hizo el típico fogón, a la orilla del rió, el fogón era increíblemente grande y lo habían preparado unos coordinadores, en su momento nos encontramos haciendo apuestas de cuántotiempo iba a estar prendido dicho fuego, algunos ingenuos, consideraban que unos brutos troncos de árbol casi enteros, en una hora se iban a apagar y otros arriesgados decían que toda la noche iba a estar prendido. Fue un lindo momento para compartir de noche, a la mañana siguiente, no dimos puntada sin hilo, y nos fuimos a ver el fogón, a ver si estaba prendido o que, y nos encontramos con que había habido una terrible helada, el fuego apagado y un perro congelado al borde del río, demás está decir que el perro estaba muerto. No nos pareció un espectáculo para ver mucho tiempo, así que nos fuimos inmediatamente.
A la vuelta, pasamos por Calamuchita, había un muy lindo río, con mucho caudal y rocas, en donde hicimos una pequeña parada y disfrutamos un poco del ruido del agua, que tan placentero me parece hoy en día.
El viaje a Embalse Río Tercero, vino de upa, no tenía todas las comodidades que muchos hubiéramos querido que tenga, pero fue un buen momento para hacer sociales con todos los demás. Algunas personas se vieron sometidos a crisis por no encontrarse que el hotel no era como la madre acostumbraba a tenerlos pero de a poco se fueron curtiendo. Río Tercero es un muy lindo lugar y tiene paisajes increíbles, es altamente recomendable, pero creo que se disfrutaría mucho más, siendo más grande, en donde la búsqueda es decididamente otra.
Viaje de Egresados del Primario II - Chapadmalal
Ahora se venía el posta, esto era Diciembre y era el viaje con el cual primero nos habíamos emocionado, con el que habíamos planificado y con el que inicialmente contábamos. El grupo de alumnos esta vez era bastante más íntimo, éramos solamente doce chicos, más los padres de otro que también, venía con nosotros.
Llegó el día de la salida, nos subimos a un micro que hacían un total de tres con distintos estudiantes de distintos colegios, viajamos de noche, para llegar, cenar de últimas e irnos a dormir para aprovechar el día siguiente al máximo.
El viaje tuvo un condimento que jamás nos hubiéramos esperado, habíamos hecho bastantes kilómetros ya, y sentimos que el colectivo zigzaguea y a continuación una colisión. El colectivo se detiene en banquina repentinamente y nosotros nos mirábamos unos a los otros sin entender bien qué era lo que estaba pasando. Muchos momentos de incertidumbre hasta que finalmente nos anuncian que habíamos atropellado a una persona que venía deambulando con una bicicleta en la ruta. Para nuestro asombro, no nos aterramos sino que queríamos ver directamente los pedazos de tipo hecho trizas luego que el colectivo lo aplaste espantosamente. De los tres micros, el primero pudo frenar, el segundo los esquivó y la tercera es la vencida, nos lo llevamos puesto de souvenir. Recuerdo uno de los comentarios más ácidos que podría haber escuchado hasta ese momento en mi vida, un pibe callado, salta y dice... “bueno muchachos, no hace tres horas que estamos viajando y ya tenemos una más que interesante anécdota para contar”. Luego de cómo un par de horas, vino otro micro al rescate, fuimos a comer a la ruta, y vimos de frente el micro colisionado, daba impresión que una mole así te lleve puesta, tal como fue nuestro caso.
Llegamos y al día siguiente recorrimos el complejo de bungalows sitos en la localidad de Aguas Verdes de Chapadmalal, en donde nos estábamos alojando, nada que ver con la calidad de los hoteles de Río Tercero, sin desmerecer el viaje de upa, pero sinceramente, daba ganas quedarse y dormir ahí. La comida era de otra calidad, la limpieza era muy superior, la ambientación y la estructura era súper moderna, mucho verde y ruidos a pájaros, no nos podíamos quejar. Esa misma mañana casi por decisión unánime armamos un muñeco en representación de aquel desconocido que fue arrollado, un muñeco que estaba constituido por una almohada a modo de torso, toallas y toallones a modo de brazos y piernas respectivamente, un pulóver bordeau puesto sobre la almohada, y un jean negro cuyo relleno eran los toallones. La cabeza la habíamos armado con una botella de gaseosa descartable, le habíamos puesto anteojos, creo que una bufanda para que no se vean tantos detalles, y una gorra. Ese muñeco, lo bautizamos, irónicamente “El Difunto” y fue nuestra mascota todo el viaje, pero a niveles insólitos, íbamos a jugar al fútbol y lo llevábamos por todos lados y lo sentábamos en las tribunas, o también hacíamos giras por todo el complejo gritando “oh oh ooooh ¡este es el difunto!”
Una anécdota de color, los chicos tenía por costumbre “almacenar” al difunto en las noches en un placard, a simple modo de colgarlo de una percha, a la mañana fuimos a la playa, y cuando volvemos, vemos a la señora que había hecho la limpieza, con unos tintes de tez blanca (técnicamente hablando, estaba más pálida que un palmito), con signos taquicárdicos y un poco exasperada. Nos intercepta en nuestro trayecto, y clama con cierta angustia: “Chicos, por Dios, la próxima vez que guarden el muñeco ese ahí en el placard, avísenme, ¡me llevé un susto de novela!” ¡Nosotros no podíamos contener la carcajada sabiendo semejante cosa!
El viaje a Chapadmalal, fue muy tranquilo, durante el día íbamos a la playa, o a caminar por ahí, después realizamos alguna actividad, como fútbol, fútbol o fútbol, y descansar, era más un viaje de placer que otra cosa. Desde ya que lo más fuerte que me quedó en mi memoria es el incidente con la persona que atropellamos y de la forma que sobrellevamos, con el tiempo nos dijeron que podríamos haber quedado traumados en algún aspecto si nosotros no canalizamos el accidente haciendo el muñeco y otras tantas cosas, la cuestión es que hoy en día me causa mucha gracia recordarlo y la gente que es receptora de este cuento, no lo puede creer. El complejo de bungalows de Chapadmalal era muy lindo y ahí entendimos también que se puede tener vacaciones en lugares más decentes que los de Río Tercero, claro, para nosotros esto era todo muy nuevo.
Cruzando el Charco
En el año 1989, con Mariano - compañero de Primaria y Secundaria, surge la posibilidad de ir a Uruguay una semana, él con su madre (Mabel) y Carlos (pareja de Mabel), estaban yendo hacia ahí y me dada la amistad y para que Mariano no se aburra en forma terminal, decidieron invitarme, cosa que yo acepte sin titubear ni siquiera un segundo. Primera salida del país, y como no era con mis viejos, me tuvieron que firmar un permiso de Patria Potestad para poder egresar del país con ellos. Por otro lado, iba a ser un viaje emocionante, porque íbamos a ir en Buquebús, y atravesar el Río de la Plata en un ferry era algo que no todos los días pensaba que iba a hacer.
El viaje era extremadamente lento, yo casi me podía imaginar que nadando llegaba más rápido, a pesar que mis dotes como nadador dejan bastante que desear. Luego de casi 3 horas arriba del súper barco, llegamos a Colonia del Sacramento, que claramente no es una ciudad para chicos de 15/16 años. Recorrimos todo con bastante poco interés ya que lo único que había eran ruinas, que, hoy en día, apreciaría mucho ver, pero en ese momento, el mensaje a mi cerebro no era otro que “Pero me como un viaje eterno en barco, para ver esto que está todo hecho bolsa. Dios mío.”
Aprovechamos el ferry para cargar el Peugeot 504 bordeau de Carlos, con el cual recorrimos toda la extensión Uruguaya. Recuerdo que paramos casi en primera instancia en Piriápolis, ciudad a la que mis tíos me pudrieron de mencionar, yo no me esperaba encontrar una sucursal uruguaya de Disney, pero si, tenia bastante inquietud de saber de que se trataba la tan mentada ciudad. Me encontré con que la ciudad daba al río, que tenia lindas playas de arena y que tenía como un cerro, la verdad, hasta me pareció pintoresco, pero no logre entender cómo la gente tiene adicción a Piriápolis.
Seguimos recorriendo con el Peugeot las sinuosas rutas de Uruguay, y llegamos a Montevideo, de entrada me pareció una ciudad súper vieja, pero vieja en el sentido que por ejemplo, uno va al barrio de Retiro, Capital Federal, y ve monstruosos edificios vidriados de muchísimos pisos, si bien son de ultima generación, siempre hubo edificios de veinte pisos o mas. En Montevideo el edificio más alto, tenía catorce pisos. ¡Catorce! No era nada, hasta casi las iglesias eran más altas. Ese tipo de detalles me daban que pensar que era vieja. Llegamos y empezamos a recorrer un poco, y me di cuenta lo importante que es Artigas para ese país, todo, absolutamente todo, esta relacionado con Artigas, inclusive, fuimos al Mausoleo que esta cito en esa misma ciudad, como gran homenaje a su Libertador. Una nota de color, es bastante llamativo, el tamaño de los testículos del caballo de Artigas. (¿Es necesario saber esto?)
Luego de recorrer tres días Montevideo, en donde vimos la Casa de Gobierno, el Estadio Centenario y sus playas de arena que dan al Río de la Plata (si, es el mismo río que da a Buenos Aires y acá pueden llegar a aparecer pingüinos empetrolados, o cualquier cosa mutada por el estado del agua, sin mencionar que no tenemos arena, sino tierra).
El paisaje callejero de Montevideo y por general de Uruguay es ver a la gente por la calle tomando mate, con un termo bajo el brazo, pero el nivel de adicción es tal, que es casi como que forma parte del cuerpo el termo y el mate, y a uno, de verlo en tantos lados, el mismo escenario, ¡hasta le parece que es lógico que todos anden así! Quizás pecamos que nosotros nos creemos grandes tomadores de mate, y en realidad, no tenemos nada que hacer al lado de nuestros vecinos charrúas.
También es interesante comer la parrilla Uruguaya, tiene cosas como chotos, chivito o pamplona, que son sinceramente muy ricos e inclusive fueron adoptados por la parrilla Argentina.
Siguiendo viaje hacia el oeste, nos topamos con la casa del artista Páez Bilaró, quien aparte de ser un eximio artista, su hijo fue participe de la odisea del equipo de rugby que quedo varado en la cordillera, que estuvieron setenta y dos días buscando una salida antes de ser rescatados y que para sobrevivir, llegaron a practicar canibalismo. De esa historia estremecedora se desprende la película Viven. La casa de Páez Bilaró es algo fuera de lo común, esta ubicada en Punta Ballena (ahí nomás de Punta del Este) y tiene una estructura con muchísimos volúmenes irregulares, todos blancos, y con arcos, como pudiendo pasar por adentro de ellos, es digno de un dibujo de Escher. Adentro tiene un museo, en donde se pueden apreciar sus obras, obviamente, existen fotos del reencuentro entre padre e hijo luego de la aventura cordillerana, realmente, es escalofriante.
Hay muchas pinturas, que sinceramente mi nivel pictórico se sublima a solamente dos estadios, que es “Me gusta, No me gusta” sin encontrar grises y muchos vericuetos en la determinación. La mayoría de las obras “Me gustaron “ya que hacían un muy buen uso de los colores claros, que en mis momentos de pequeño, cuando en un momento empecé a pintar, era de lo más complicado de hacer.
Siguiendo viaje, con bastante ansiedad, sabíamos que la próxima parada iba a ser Punta del Este, en ese entonces Punta era lo más top, lo mejor que te podía pasar era estar en Punta del Este, muchísimos argentinos tenían casas ahí ostentando su nivel social. Era increíble, a medida que nos acercábamos a las zonas céntricas, más y más autos con chapas argentinas, era casi una sucursal.
Punta del Este me impresionó de entrada, ya sea por los edificios muy imponentes y aparentan ser lujosos, sus casas impresionantes y el ambiente en la calle. En un momento, llegamos en donde se dividen las aguas entre el Río de la Plata y el Océano Atlántico, que curiosamente, las playas respectivas, se llaman “La Mansa “(que da al río) y “La brava “que da al mar. Es bastante curioso como de un lado tenés olas y del otro lado no, me quede sorprendido con ese insólito escenario.
Otro punto curioso es el “Monumento al Ahogado “que, para quienes no lo conocen, les comento que consta de 5 dedos que salen del piso, de considerable tamaño, simulando ser los dedos de una persona que se esta ahogando, en donde la vereda se interpreta como mar. Sinceramente, muy mal gusto para mi, pero bueno, seguramente cobro mucho por hacer eso que a mi no se me ocurrió hacer.
Uruguay duro solamente una semana, pero fue suficiente como para conocer otra cultura, si bien es sospechosamente similar a la nuestra, uno encuentra diferencias, una de la principal, es la moneda, el parque automotor, la gente tomando mate en cualquier lado, la comida y la mención de otras personas, como Artigas que no tenia ni siquiera incorporadas, que luego del viaje si las tuve. Como primer país foráneo y a esa edad para empezar circuitos internacionales, este bien, ha sido un interesante viaje y he visto muy lindas cosas.