Читать книгу Biblioteca histórica. Libros XV-XVII - Diodoro de Sicilia - Страница 8
ОглавлениеPrólogo
A lo largo de toda nuestra obra hemos mantenido la costumbre, característica de la historia, de expresarnos con libertad, y de hacer el justo elogio de los hombres de bien por sus bellas acciones y dirigir, por el contrario, el merecido reproche [1 ] a los malos cada vez que han incurrido en falta. Pensamos que de esta manera, por el deseo de una fama inmortal, incitamos a acometer las más bellas empresas a aquellos que poseen una natural nobleza de ánimo, mientras que a los que tienen una disposición contraria los disuadimos de su inclinación al mal por el miedo a los reproches consiguientes 2 . Por ello, ya que [2] en nuestro relato hemos llegado a la época en la que la inesperada derrota de Leuctra 3 sumió a los lacedemonios en una gran desventura y en la que el segundo fracaso de Mantinea 4 les hizo perder, contra toda expectativa, la hegemonía sobre los griegos, creemos que es preciso atenernos al planteamiento de nuestra obra y dirigir a los lacedemonios la censura que merecen 5 .
[3] ¿Quién, en efecto, no consideraría dignos de crítica a aquellos que, habiendo heredado de sus antepasados una hegemonía asentada sobre las bases más sólidas y conservada, gracias al mérito de estos antepasados, durante más de quinientos años 6 , la vieron aniquilada —tal es el caso de los lacedemonios de entonces— 7 a causa de su propia insensatez? Y esto no es difícil de explicar, ya que las generaciones precedentes adquirieron una gloria excepcional al precio de muchos esfuerzos y peligrosos combates y tratando a los pueblos sometidos con moderación y humanidad, pero sus descendientes, por el contrario, con sus actos de violencia y su vejación a los aliados, emprendiendo guerras injustas y arrogantes contra los griegos, perdieron lógicamente su imperio a causa de [4] su política insensata. Porque el odio de aquellos que habían sido víctimas de sus injusticias encontró en sus desgracias la ocasión de vengarse de los que antes los habían oprimido y sobre ellos, invictos desde el tiempo de sus antepasados, se abatió el profundo desprecio que, como es natural, inspiran quienes arruinan la gloriosa [5] herencia de sus predecesores. Por esta razón los tebanos, que anteriormente, durante muchas generaciones, habían estado sometidos a su poder, entonces, contra toda expectativa, vencieron a los lacedemonios y obtuvieron la hegemonía sobre los griegos, y los lacedemonios, tras la pérdida de su hegemonía, ya no pudieron recuperar jamás la preeminencia de sus antepasados.
[6] Nosotros, una vez que hemos manifestado claramente nuestra censura hacia ellos, retomaremos el hilo de nuestra historia, después de definir los límites temporales de este relato 8 . El libro precedente, el decimocuarto de nuestra obra 9 , ha concluido con el sometimiento de los reginos por Dionisio y la toma de Roma por los gálatas 10 , que ocurrió un año antes de la expedición persa a Chipre contra el rey Evágoras. Iniciaremos este libro con esta guerra y lo terminaremos en el año que precedió a la subida al trono de Filipo, hijo de Amintas 11 .
386-385 a. C. Preparativos bélicos de Artajerjes y de Evágoras de Chipre
Cuando Mistíquides 12 era arconte [2 ] en Atenas, los romanos designaron, en lugar de los cónsules, tres tribunos militares, Marco Furio, Gayo y Emilio 13 . Este año, Artajerjes, el rey de los persas, emprendió una expedición contra Evágoras, el rey de Chipre 14 . Durante mucho tiempo estuvo ocupado en los preparativos de esta guerra y reunió un importante número de fuerzas terrestres y navales. El ejército de tierra contaba con más de trescientos mil hombres, comprendidos los de caballería, y [2] equipó más de trescientas trirremes. Confió el mando de las fuerzas de tierra a su yerno Orontes 15 , y el de la flota, a Tiribazo, un hombre que gozaba de alta consideración entre los persas. Estos comandantes tomaron el mando de sus fuerzas en Focea 16 y Cime, se reunieron en Cilicia y, después de pasar a Chipre, dirigieron con energía las operaciones militares.
[3] Evágoras, por su parte, concluyó una alianza con Acoris, rey de los egipcios 17 , que era enemigo de los persas, y recibió de él un ejército considerable, y de Hecatomno 18 , soberano de Caria, que en secreto colaboraba con él, obtuvo una importante suma de dinero destinada al mantenimiento de las tropas mercenarias; e indujo igualmente a participar en la guerra contra Persia a otros que secretamente o de manera declarada eran hostiles a [4] los persas. Era señor de casi todas las ciudades de Chipre, y de Tiro y de algunas otras en Fenicia. Tenía noventa trirremes, de las cuales veinte eran de Tiro y setenta de Chipre, seis mil soldados propios y un número mucho mayor enviado por sus aliados 19 . Además de éstos, había reclutado muchos mercenarios, ya que disponía de dinero en abundancia. También el rey de los árabes 20 le envió un buen número de soldados e hicieron lo mismo algunos otros sobre cuya fidelidad sospechaba el rey de los persas.
Derrota de Evágoras en la batalla naval de Citio
Al contar con efectivos tan importantes, [3 ] Evágoras comenzó las hostilidades con toda confianza. En primer lugar, con sus numerosas naves corsarias, tendió emboscadas a los transportes de víveres de los enemigos, hundió a parte de ellos, bloqueó a otros y apresó a algunos. Por esta razón, al no atreverse los barcos mercantes a transportar grano a Chipre y encontrarse tantas tropas concentradas en la isla, en seguida el ejército de los persas empezó a padecer la falta de víveres. Esta situación de carestía [2] derivó en una revuelta; los mercenarios de los persas se abalanzaron sobre sus jefes y mataron a algunos, con lo que hicieron que la confusión y la rebelión se adueñaran del campamento. Los generales persas y el comandante de la flota, llamado Glos 21 , [3] a duras penas sofocaron la revuelta. Se hicieron a la mar con toda la escuadra, trajeron de Cilicia una gran cantidad de víveres y procuraron una gran abundancia de vituallas al ejército. En cuanto a Evágoras, el rey Acoris le había hecho transportar desde Egipto una cantidad suficiente de grano y le había enviado dinero y todos [4] los demás recursos necesarios. Evágoras por su parte, dándose cuenta de la inferioridad notable de sus fuerzas navales, equipó otras sesenta naves e hizo que Acoris le enviara cincuenta desde Egipto, de modo que tenía a su disposición un total de doscientas trirremes. Las dotó de armamento para el combate con la intención de aterrar al enemigo y las preparó con continuas maniobras y ejercicios con vistas a la batalla naval. Así, cuando la flota del Rey navegaba a lo largo de la costa rumbo a Citio 22 , hizo rumbo de improviso contra ella con sus naves en perfecta formación y [5] consiguió una notable ventaja sobre los persas. Se lanzó, en efecto, con sus naves en formación de batalla sobre navíos en desorden y, combatiendo con hombres preparados para ello contra otros que no esperaban el ataque, rápidamente, en el primer encuentro, obtuvo una ventaja que presagiaba la victoria; abordando con sus trirremes en formación cerrada a naves dispersas [6] y desordenadas, echó a pique algunas y apresó otras. Sin embargo, al resistir valerosamente el navarco Glos y los otros comandantes de los persas, se entabló una violenta batalla naval, en la que Evágoras llevó ventaja inicialmente, pero después, cuando Glos se dirigió contra él con toda su potencia y combatiendo valientemente, Evágoras se vio obligado a emprender la fuga con sus barcos después de haber perdido un gran número de trirremes.
Los persas asedian Salamina y Evágoras huye a Egipto
[4 ] Después de su victoria en la bata lla naval, los persas reunieron sus fuerzas terrestres y navales en la ciudad de Citio. Desde esta base organizaron el asedio a Salamina y la sitiaron por [2] tierra y por mar. Tiribazo, después de la batalla naval, había pasado a Cilicia, desde donde se había dirigido a la corte del Rey; le anunció la victoria y regresó con dos mil talentos para continuar la guerra. Antes del combate naval, Evágoras, al derrotar en tierra a una parte de la infantería enemiga a la que se había enfrentado junto al mar, había cobrado confianza en el futuro, pero, cuando se vio vencido en la batalla naval y encerrado en una ciudad asediada, cayó en el desánimo. Decidido, [3] sin embargo, a proseguir la guerra, dejó a su hijo Pnitágoras 23 al frente de todas las tropas de Chipre y él logró burlar la vigilancia enemiga zarpando de noche de Salamina con diez trirremes. Se trasladó a Egipto, donde se encontró con el rey y le exhortó a continuar la guerra con toda decisión y a tener presente que la lucha contra los persas era de interés común.
Los persas asedian Salamina y Evágoras huye a Egipto
En el tiempo en que estos hechos [5 ] tenían lugar, los lacedemonios decidieron emprender una expedición contra Mantinea, sin tener en cuenta los acuerdos precedentes 24 . Los motivos fueron los siguientes. Estaba vigente entonces entre los griegos la paz general llamada de Antálcidas, por la cual todas las ciudades se habían liberado de las guarniciones y habían obtenido el reconocimiento de la autonomía 25 ; pero los lacedemonios, con su natural ansia de poder y su inclinación a la guerra, no soportaban esta paz, considerándola una pesada carga; añoraban el dominio que en el pasado habían ejercido sobre Grecia y aguardaban con impaciencia [2] un cambio de la situación. Así pues, de inmediato se pusieron a agitar las ciudades y, por medio de sus partidarios, provocaron desórdenes en ellas, algunas de las cuales les dieron pretextos plausibles para esta agitación. En efecto, una vez que habían recuperado la autonomía, exigían responsabilidades a aquellos que habían estado en el poder durante la hegemonía de los lacedemonios 26 ; y ante la severidad de los procesos, debida al deseo de venganza del pueblo, y a las numerosas condenas al exilio, los lacedemonios se erigieron en protectores de la facción vencida.
[3] Acogiendo a los exiliados y devolviéndolos a su patria por la fuerza de las armas 27 , sojuzgaron primero a las ciudades más débiles, y a continuación, en acciones de guerra, sometieron también a las más importantes, sin respetar ni siquiera dos años los acuerdos de paz general. Y viendo que la ciudad de los mantineos, una población vecina, sobresalía por el gran número de hombres valerosos, sospecharon que gracias a la paz tenía un crecimiento inquietante y se afanaron por humillar el orgullo de [4] aquellos hombres. Por eso, como primera medida, enviaron embajadores a Mantinea con la orden de derribar las murallas 28 y de que todos los habitantes se trasladaran a los cinco antiguos pueblos de los que hacía tiempo habían partido para fundar conjuntamente la ciudad de Mantinea 29 ; y dado que nadie hizo caso de la orden, los lacedemonios enviaron un ejército y pusieron sitio a la ciudad. Entonces, los mantineos enviaron embajadores [5] a Atenas para solicitar su ayuda, pero los atenienses decidieron no violar el tratado de paz general; Mantinea, sin embargo, sostuvo el asedio con sus propias fuerzas y se defendió valerosamente frente al enemigo. Y de este modo se iniciaron nuevas guerras en Grecia.
Críticas de Filóxeno a los versos de Dionisio
En Sicilia, Dionisio, el tirano de [6 ] los siracusanos, libre ya de guerras contra los cartagineses, gozaba de una paz total y de mucho tiempo libre. Por esta razón se dedicó con mucho empeño a escribir versos; invitó a su corte a los más afamados en esta actividad, los distinguió sobremanera y se sirvió de ellos como maestros y revisores de sus poemas 30 . Envanecido por los halagos que estos hombres le dirigían en correspondencia a sus atenciones, se ufanaba mucho más de sus poemas que de los éxitos conseguidos en la guerra. Entre los poetas que vivieron [2] en su corte se encontraba Filóxeno 31 , el autor de ditirambos, que gozaba de una gran reputación por sus composiciones poéticas. Un día, en el simposio en que habían sido leídos unos deplorables poemas del tirano 32 , se le preguntó qué opinión le merecían los poemas. Filóxeno respondió con absoluta franqueza y el tirano, ofendido por sus palabras y acusándolo de que le denigraba por envidia, ordenó a sus guardias que lo condujeran [3] inmediatamente a las Latomías 33 . Al día siguiente, al rogarle los amigos que concediera el perdón a Filóxeno, el tirano se reconcilió con él e invitó de nuevo al simposio a las mismas personas. Después de beber durante un tiempo, Dionisio empezó a jactarse de nuevo de sus poemas y, tras recitar algunos versos que le parecían particularmente logrados, preguntó a Filóxeno: «¿Qué piensas tú de estos versos?». Entonces Filóxeno, sin contestar a la pregunta, llamó a los guardias de Dionisio [4] y les dijo que lo volvieran a llevar a las Latomías 34 . En esta ocasión. Dionisio sonrió ante aquella salida y soportó la franqueza, ya que la gracia había atenuado la crítica. Poco después, cuando tanto sus amigos como Dionisio le pidieron que renunciara a su franqueza intempestiva, Filóxeno hizo una extraña promesa. Dijo que en sus respuestas respetaría la verdad y obtendría a la vez la aprobación de Dionisio, y no faltó a su [5] palabra. En efecto, un día en el que el tirano, tras recitar unos versos que expresaban sufrimientos dignos de conmiseración, le preguntó: «¿Qué piensas tú de estos versos?», él le contestó: «Patéticos», y con esta respuesta ambigua mantuvo su doble promesa. Porque Dionisio entendió «patéticos» en el sentido de «conmovedores y llenos de sentimiento», como ocurre en los éxitos de los buenos poetas, por lo que tomó la respuesta como un elogio; pero los demás, captando el verdadero sentido de la palabra, comprendieron que «patéticos» se refería al desacierto del poema.
Episodio de Platón y Dionisio. Fracaso poético del tirano.
Un episodio semejante ocurrió [7 ] asimismo al filósofo Platón. Dionisio lo invitó a su corte y al principio lo tuvo en la más alta consideración, viendo que se expresaba con la libertad propia de la filosofía; pero después, contrariado por alguna de sus afirmaciones, se enemistó completamente con él y lo hizo llevar al mercado y vender como esclavo por veinte minas 35 . Pero los filósofos se pusieron de acuerdo para rescatarlo y lo devolvieron a Grecia, después de darle la amistosa advertencia de que el sabio debe frecuentar a los tiranos lo menos posible o tratarlos del modo más obsequioso posible 36 .
Dionisio, que no renunciaba a su pasión por la poesía, envió [2] a las fiestas de Olimpia 37 a los actores de mejor voz para declamar con acompañamiento musical sus poemas ante la muchedumbre. Estos actores impresionaron primero a los espectadores por la belleza de sus voces, pero a continuación, cuando se prestó atención a los versos en sí mismos, fueron objeto de desprecio y suscitaron muchas carcajadas. Cuando Dionisio se enteró [3] de que sus versos habían sido menospreciados, cayó en un estado de extrema tristeza; su pena se fue acrecentando de día en día y la locura se apoderó de su espíritu; decía que todos sus amigos lo envidiaban y abrigaba la sospecha de que conspiraban contra él. Finalmente llegó a tal grado de tristeza y de demencia que hizo matar a muchos amigos con falsas acusaciones y mandó a otros muchos al exilio; entre estos últimos estuvieron Filisto y su propio hermano Leptines 38 , hombres de extraordinario valor que le habían prestado muchos servicios importantes en la [4] guerra. Éstos se refugiaron en Turios, en Italia, y fueron acogidos con una gran consideración por los italiotas; luego, a petición de Dionisio, se reconciliaron con él, regresaron a Siracusa 39 y recuperaron el favor del que antes disfrutaban; y Leptines se casó con la hija de Dionisio. Éstos fueron, pues, los hechos de aquel año.
385-384 a. C. Fracaso de Evágoras en su regreso a Chipre. Orontes acusa a Tiribazo ante Artajerjes.
[8 ] Cuando Dexiteo era arconte en Atenas, los romanos nombraron cónsules a Lucio Lucrecio y a Servio Sulpicio 40 . En este año, Evágoras, el rey de los salaminios, dejó Egipto y se dirigió a Chipre con el dinero proporcionado por Acoris, el rey de Egipto, en una cantidad inferior a la que había esperado. Encontró que Salamina estaba fuertemente asediada y que había sido abandonada por sus aliados, por lo que se vio obligado a parlamentar para poner fin a la [2] contienda. Tiribazo, que tenía el mando supremo de las fuerzas persas, dijo que aceptaba la reconciliación a condición de que Evágoras se retirara de todas las ciudades de Chipre y de que, permaneciendo como rey únicamente de Salamina, pagara cada año al rey de los persas el tributo fijado y le prestara obediencia como un esclavo a su amo. Aunque las condiciones eran [3] duras, Evágoras las aceptó todas a excepción de la de acatar las órdenes como un esclavo ante su amo; dijo que debía someterse como un rey bajo el imperio de otro rey. Tiribazo no estuvo de acuerdo y entonces el otro general, Orontes, celoso de la fama de Tiribazo, envió en secreto a Artajerjes una carta que inculpaba a Tiribazo, Lo acusaba, en primer lugar, de no [4] haber tomado Salamina pese a poder hacerlo, de haber recibido embajadas de Evágoras y de concertarse con él; de haber igualmente concluido una alianza por su cuenta con los lacedemonios y de ser su amigo, y de que había enviado asimismo a unos hombres a Pitón 41 a consultar al dios respecto a sus proyectos de rebelión, y, finalmente, lo que constituía la acusación más grave, de que mediante favores trataba de ganarse para su causa a los comandantes de las tropas, valiéndose de honores, regalos y promesas para ponerlos de su parte. Al leer la carta, el rey, dando crédito a las calumnias, escribió a Orontes [5] ordenándole que arrestara a Tiribazo y que se lo enviara. Orontes ejecutó la orden 42 y Tiribazo, conducido ante el rey, pidió ser sometido a un proceso, y por el momento fue llevado a prisión; luego el rey, ocupado en una guerra contra los cadusios 43 , suspendió los trámites del proceso y así se aplazó el juicio.
Orontes acuerda la paz con Evágoras. La rebelión de Glos; alianzas con Acoris y con Esparta frente a Artajerjes.
[9 ] Una vez que hubo asumido el mando de las fuerzas estacionadas en Chipre, Orontes, viendo que Evágoras, de nuevo lleno de confianza, oponía resistencia al asedio, mientras que sus propios soldados, descontentos por la detención de Tiribazo, caían en la indisciplina y descuidaban el bloqueo, en estas circunstancias, por temor a un repentino cambio de la situación, envió parlamentarios a Evágoras para tratar del fin de las hostilidades e invitarlo a concluir la paz en las mismas condiciones [2] que él había propuesto a Tiribazo. De este modo, pues, Evágoras, inesperadamente, pudo evitar la toma de su ciudad y concluir la paz en los términos propuestos; es decir, sería rey de Salamina, pagaría cada año el tributo fijado y como un rey acataría las órdenes del Gran Rey. Así concluyó la guerra de Chipre, que había durado casi diez años, si bien la mayor parte de este período se empleó en los preparativos, mientras que las operaciones militares ininterrumpidas duraron en total tan sólo dos años 44 .
[3] Glos, el navarco de la flota, que estaba casado con la hija de Tiribazo, espantado ante la idea de ser considerado cómplice del proyecto de Tiribazo y ser castigado por el rey, decidió mirar por su seguridad con un nuevo plan de acción. Dado que contaba con abundancia de dinero y gran número de soldados, y se había ganado además a los trierarcos con su benevolencia, [4] decidió rebelarse contra el rey. Inmediatamente, pues, envió una embajada a Acoris, el rey de los egipcios, y concluyó con él una alianza contra el Rey. También escribió a los lacedemonios y los incitó asimismo contra el Rey 45 ; prometió que les daría grandes sumas de dinero y les hizo otras importantes promesas, comprometiéndose a colaborar con ellos en Grecia y a ayudarlos a restablecer la hegemonía ancestral. Desde hacía [5] tiempo los espartiatas habían decidido reconquistar su hegemonía y entonces provocaban agitaciones en las ciudades y era evidente para todo el mundo que querían someterlas. Además, la mala reputación que pesaba sobre ellos, por el hecho de que se los consideraba culpables de haber entregado a los griegos de Asia en el pacto con el Rey 46 , hacía que se arrepintieran de su conducta y buscaban un pretexto plausible para entrar en guerra contra Artajerjes. Por esta razón estuvieron encantados de concluir la alianza con Glos.
Absolución de Tiribazo
Una vez que hubo terminado la [10 ] guerra contra los cadusios, Artajerjes puso en marcha el proceso contra Tiribazo y designó tres jueces entre los más prestigiosos de Persia 47 . En esta misma época, otros jueces considerados culpables de haber pronunciado sentencias injustas fueron desollados vivos 48 y con sus pieles se recubrieron los asientos del tribunal que ocupaban los jueces al emitir sus veredictos, con lo que tenían ante sus ojos el ejemplo del castigo infligido a los que dictaban sentencias inicuas. Los acusadores leyeron la carta enviada por Orontes [2] y declararon que constituía una prueba de cargo suficiente; y Tiribazo, para desmentir la acusación calumniosa en relación a su conducta con Evágoras, dio lectura 49 al acuerdo concluido por Orontes y alegó que allí se decía que Evágoras como un rey acataría las órdenes del Gran Rey, mientras que él mismo quería estipular la paz con la condición de que Evágoras obedeciera al Rey como un esclavo a su amo. En lo que respecta a los oráculos, dijo que el dios nunca daba respuestas sobre cuestiones relativas a la muerte de alguien 50 y en apoyo de esto invocó el testimonio de todos los griegos presentes. En cuanto a la amistad con los lacedemonios, adujo en su defensa que había entablado estas relaciones de amistad no para provecho propio, sino en interés del Rey, y expuso que, gracias a esta amistad, los griegos de Asia habían sido apartados de la hegemonía de los lacedemonios y puestos bajo la autoridad del Gran Rey 51 . Y como colofón de su defensa, recordó a los jueces los servicios que en el pasado había prestado al Rey.
[3] Se cuenta que Tiribazo refirió otros muchos servicios prestados al Rey, pero sobre todo uno importantísimo, que le había valido la admiración y la amistad íntima del monarca. Durante una cacería, dos leones se habían abalanzado sobre el Rey, que iba montado en un carro; ya habían despedazado dos caballos de la cuádriga e iban a acometer al propio Rey cuando apareció [4] Tiribazo, que mató los leones y salvó al Rey del peligro. Se cuenta asimismo que se distinguió por su extraordinario valor en las guerras y que tuvo tanto acierto en sus consejos que el Rey, cuando siguió sus indicaciones, nunca se equivocó. Con esta defensa Tiribazo fue absuelto de las acusaciones por decisión unánime de los jueces.
Artajerjes y los jueces. Honor a Tiribazo e infamia sobre Orontes.
El Rey convocó a los jueces de [11 ] uno en uno y preguntó a cada uno a partir de qué normas jurídicas había absuelto al acusado. El primero manifestó que a su juicio las acusaciones eran discutibles, mientras que los servicios eran incontestables; el segundo declaró que, aunque las acusaciones fueran fundadas, los servicios prestados superaban a la falta; el tercero, en fin, dijo que no tenía en cuenta los servicios prestados porque por ellos Tiribazo había sido recompensado por el Rey con favores y honores muy superiores, pero que, al examinar las acusaciones en sí mismas, el acusado no le parecía culpable. El Rey elogió a los jueces por [2] haber emitido una sentencia justa y confirió a Tiribazo los más altos y apreciados honores; en cuanto a Orontes, convicto de haber urdido falsas acusaciones, lo excluyó del número de sus amigos y lo cubrió de la máxima infamia. Ésta era entonces la situación en Asia.
Los espartanos toman Mantinea
En Grecia, los lacedemonios asediaban [12 ] Mantinea. Durante todo el verano, los mantineos siguieron oponiendo una valerosa resistencia al enemigo; se juzgaba que por su valor se distinguían entre los arcadios y por esta razón los lacedemonios en el pasado los habían tenido habitualmente a su lado en las batallas y los habían considerado los aliados más fieles 52 . Pero cuando sobrevino el invierno y las lluvias aumentaron el caudal del río que fluye junto a Mantinea, los lacedemonios bloquearon su curso con grandes diques y desviaron las aguas hacia la ciudad [2] inundando todo el territorio circundante 53 . Por esta razón los mantineos, espantados al advertir que sus casas se desmoronaban, se vieron obligados a entregar su ciudad a los lacedemonios. Éstos, una vez que se hubieron adueñado de la ciudad, no infligieron ningún otro daño a los mantineos, pero les ordenaron que fueran a instalarse en sus antiguos pueblos. Así pues, los mantineos fueron obligados a destruir su propia ciudad y a trasladarse a los pueblos 54 .
Guerra entre ilirios, apoyados por Dionisio, y molosos, auxiliados por Esparta. Fundaciones de Faros y Liso. Construcciones de Dionisio en Siracusa.
[13 ] Mientras ocurrían estos hechos, en Sicilia, Dionisio, el tirano de los siracusanos, decidió fundar ciudades en el Adriático. Hacía esto con la intención de controlar la navegación por el mar llamado Jonio 55 , a fin de asegurar la ruta hacia Epiro y disponer de ciudades propias donde pudieran fondear sus barcos. Proyectaba desembarcar por sorpresa en Epiro con importantes fuerzas y saquear el santuario de Delfos 56 , rebosante de riquezas. Por esto concluyó una alianza con [2] los ilirios por mediación del moloso Alcetas, que entonces estaba exiliado y vivía en Siracusa. Dado que los ilirios estaban en guerra, envió en su ayuda dos mil soldados y quinientas armaduras griegas completas. Los ilirios distribuyeron las armaduras entre sus mejores soldados e incorporaron a los soldados de Dionisio en sus propias filas. Después de haber reunido un ejército [3] considerable, penetraron en Epiro y restablecieron a Alcetas en el trono de los molosos. Primero devastaron el territorio sin encontrar ninguna resistencia, pero después, cuando los molosos les hicieron frente, se entabló una violenta batalla en la que los ilirios vencieron y mataron a más de quince mil molosos. Ante la noticia de aquel grave tropiezo de los epirotas, los lacedemonios enviaron a los molosos un ejército de socorro gracias al cual pudieron contener la extraordinaria audacia de los bárbaros.
Mientras ocurrían estos hechos, los parios, en cumplimiento [4] de un oráculo, enviaron una colonia al Adriático, donde se establecieron en la isla llamada Faros 57 con la colaboración del tirano Dionisio. Éste, unos años antes, había enviado una colonia al [5] Adriático y había fundado la ciudad llamada Liso 58 . Partiendo de esta base, Dionisio [...] 59 . Luego aprovechó el tiempo de paz para construir arsenales con capacidad para doscientas trirremes y rodeó la ciudad de una muralla tan extensa que se convirtió en la ciudad griega con mayor recinto amurallado 60 . Construyó, asimismo, grandes gimnasios a lo largo del río Anapo y edificó templos en honor de los dioses y todas las demás construcciones que contribuían al crecimiento y fama de la ciudad.
384-383 a. C. Enfrentamiento de griegos e ilirios en Faros. Expedición de Dionisio contra Etruria.
[14 ] Transcurrido aquel año, Diótrefes 61 fue arconte en Atenas; en Roma fueron nombrados cónsules Lucio Valerio y Aulo Manlio 62 , y entre los eleos se celebró la Olimpiada nonagésimo novena, en la que Dicón de Siracusa obtuvo la victoria en la carrera del estadio. Este año los parios que habían colonizado Faros permitieron sin ninguna preocupación que los bárbaros que ya habitaban en la isla se establecieran en un lugar extraordinariamente fortificado, mientras que ellos levantaron su ciudad al borde del mar y la rodearon [2] con una muralla. Más tarde, sin embargo, los bárbaros que habitaban antes la isla encontraron insoportable la presencia de los griegos y llamaron a los ilirios que vivían en la costa de en frente; éstos, a bordo de una multitud de pequeñas embarcaciones y en un número de más de diez mil, pasaron a Faros, devastaron los bienes de los griegos y mataron a muchos. Pero el gobernador que Dionisio había establecido en Isa 63 atacó con numerosas trirremes las pequeñas embarcaciones de los ilirios, echó a pique algunas de ellas y apresó otras, mató a más de cinco mil bárbaros e hizo unos dos mil prisioneros.
Dionisio, necesitado de dinero, emprendió una expedición [3] contra Tirrenia con sesenta trirremes con el pretexto de acabar con la piratería; pero en realidad lo hizo para saquear un santuario lleno de innumerables ofrendas que se encontraba en el puerto de la ciudad tirrena de Agila; este puerto se llamaba Pirgos 64 . Arribó de noche e hizo desembarcar a su ejército, atacó [4] luego al despuntar el día y tuvo éxito en su empresa; la plaza estaba guardada por un pequeño número de defensores y, una vez que los hubo vencido, saqueó el santuario y reunió no menos de mil talentos. Al acudir los agileos en auxilio del santuario, los derrotó en una batalla y, tras capturar muchos prisioneros y devastar la región, regresó a Siracusa 65 . Con la venta del botín juntó al menos quinientos talentos, y con esta gran disponibilidad de dinero reclutó un gran número de mercenarios de diversas procedencias y, cuando hubo reunido un ejército considerable, se dispuso abiertamente a emprender la guerra contra los cartagineses. Éstos fueron pues los acontecimientos de aquel año.
383-382 a. C. Guerra entre Dionisio y Cartago, aliada de los italiotas. Victoria siracusana de Cabala.
[15 ] Cuando en Atenas era arconte Fanóstrato, los romanos, en lugar de los cónsules, nombraron cuatro tribunos militares: Lucio Lucrecio, Sentio Sulpicio, Lucio Emilio y Lucio Furio 66 . Este año 67 Dionisio, el tirano de los siracusanos, ya preparado para emprender la guerra contra los cartagineses, buscaba un pretexto plausible para romper las hostilidades. Así pues, cuando vio que las ciudades sometidas a los cartagineses estaban dispuestas a la rebelión, puso bajo su protección a las que estaban decididas a sublevarse, concluyó una alianza con ellas y les dispensó un trato [2] muy favorable. Entonces los cartagineses, como primera medida, enviaron embajadores al déspota reclamándole las ciudades, pero él no les hizo ningún caso y esto determinó el comienzo de la guerra.
Los cartagineses concluyeron una alianza con los italiotas y, juntamente con ellos, emprendieron la guerra contra el tirano. Previendo acertadamente la larga duración de la guerra, reclutaron como soldados a los ciudadanos aptos para las armas y, con grandes sumas de dinero que habían reservado, alistaron numerosas fuerzas mercenarias. Entregaron el mando al rey 68 Magón y trasladaron muchas decenas de miles de soldados a Sicilia y a Italia, puesto que querían hacer la guerra en ambos frentes. Dionisio, por su parte, también dividió sus fuerzas en [3] dos contingentes, uno para combatir contra los italiotas y otro contra los púnicos 69 . Se entablaron muchas batallas con la participación de sólo una parte de las tropas y frecuentes escaramuzas sin ninguna consecuencia digna de mención; pero hubo tambien dos batallas campales importantes y famosas. En la primera, donde luchó admirablemente, Dionisio obtuvo la victoria en un lugar llamado Cabala 70 ; mató a más de diez mil bárbaros, hizo por lo menos cinco mil prisioneros y obligó al resto de los enemigos a refugiarse en una colina bien defendida, pero absolutamente desprovista de agua; en este encuentro cayó el mismo rey Magón después de un brillante combate. Los púnicos, [4] abatidos por la magnitud del desastre, enviaron en seguida parlamentarios para tratar del fin de las hostilidades; y Dionisio declaró que sólo obtendrían la paz si se retiraban de las ciudades de Sicilia y le reembolsaban los gastos de la guerra.
La alternancia de la Fortuna. Victoria cartaginesa de Cronio.
[16 ] Esta respuesta pareció dura e in solente 71 , por lo que los cartagineses recurrieron a su habitual astucia para burlar a Dionisio. Fingiendo estar conformes con los términos del acuerdo, dijeron que no tenían autoridad para entregar las ciudades y, a fin de poder tratar el asunto con su gobierno, pidieron a Dionisio unos días de tregua. El déspota [2] los concedió y se estipuló el armisticio. Dionisio estaba contentísimo, convencido de que muy pronto estaría en su poder toda Sicilia. Entre tanto los cartagineses hicieron unos magníficos funerales al rey Magón y en su lugar nombraron general a su hijo, un hombre muy joven, pero dotado de un espíritu noble y de un valor extraordinario 72 . Éste empleó todo el tiempo de la tregua en instruir y adiestrar a las tropas y, con continuas maniobras, palabras de aliento y ejercicios de armas, logró un [3] ejército disciplinado y capaz. Una vez que hubo expirado el período del armisticio, los dos ejércitos desplegaron sus tropas y entablaron el combate con entusiasmo. Tuvo lugar una violenta batalla campal cerca de un lugar llamado Cronio 73 , donde la divinidad 74 , en una alternancia, enmendó la precedente derrota de los cartagineses con esta victoria. En efecto, los primeros vencedores, engreídos por su anterior éxito, sufrieron un fracaso imprevisto, mientras que los otros, que habían caído en la desesperanza a causa de la derrota, obtuvieron una victoria tan importante como inesperada.
Muerte de Leptines y debacle del ejército de Dionisio, obligado a pactar con los cartagineses.
Leptines, que estaba al frente del [17 ] ala izquierda y era un hombre de extraordinario valor, encontró una muerte gloriosa combatiendo heroicamente y matando a muchos cartagineses 75 . Su desaparición dio ánimos a los púnicos, que presionaron con gran fuerza a sus adversarios y los [2] pusieron en fuga. Al principio, Dionisio, que tenía consigo las tropas de élite, llevaba ventaja sobre los enemigos que tenía enfrente; pero, cuando se supo la muerte de Leptines y el ala izquierda fue derrotada, los hombres de Dionisio fueron presa del terror y se dieron a la fuga. Una vez que la derrota fue general, [3] los cartagineses se lanzaron a la persecución con todo ardor, exhortándose unos a otros a no perdonar la vida a ningún enemigo, por lo que todos los que fueron alcanzados encontraron la muerte [4] y toda la zona circundante quedó cubierta de cadáveres. Fue tan grande la matanza por el deseo de venganza de los púnicos que cayeron más de catorce mil siciliotas. Los supervivientes se refugiaron en su campamento, y se salvaron gracias a la llegada de la noche. Los cartagineses, después de la victoria en aquella [5] gran batalla campal, se retiraron a Panormo. Comportándose humanamente 76 en medio de su éxito, enviaron embajadores a Dionisio para ofrecerle la posibilidad de poner fin a la guerra. El tirano aceptó gustosamente sus propuestas y se estipuló un acuerdo según el cual las dos partes conservarían sus posesiones precedentes, a excepción de la ciudad y el territorio de Selinunte y del territorio de Acragante hasta el río llamado Hálico 77 , que pasaron a los cartagineses. Además, Dionisio pagó mil talentos a los cartagineses. Ésta era entonces la situación en Sicilia.
Muerte de Glos. Fundación de Leuce y estratagema de los clazomenios.
[18 ] En Asia, Glos, el navarco de la flota persa durante la guerra de Chipre, que se había rebelado contra el Rey y había incitado a los lacedemonios y a los egipcios a emprender la guerra contra los persas 78 , fue asesinado por unos traidores y no pudo llevar a cabo su plan. Después de su muerte, Taco 79 , su sucesor en aquella empresa, se rodeó de un ejército y fundó cerca del mar, en un lugar abrupto, una ciudad llamada Leuce, donde había un santuario consagrado a Apolo. Poco tiempo después [2] murió Taco y los clazomenios y los cimeos se disputaron aquella ciudad 80 . Al principio las dos ciudades trataron de resolver el litigio con una guerra, pero después alguien propuso preguntar al dios cuál de las dos ciudades, a su juicio, debía ser señora de Leuce; y la Pitia decidió que lo debía ser la que ofreciera primero un sacrificio en Leuce; cada delegación partiría de su propia ciudad a la salida del sol el día establecido por ambas partes de común acuerdo. Fijado el día, los cimeos [3] pensaron que ganarían debido a que su ciudad estaba más cerca, pero los clazomenios, que se encontraban a mayor distancia, idearon la siguiente estratagema para obtener la victoria: designaron por sorteo entre ellos a unos colonos y fundaron una ciudad cercana a Leuce, desde donde partieron a la salida del sol, con lo que consiguieron realizar el sacrificio antes que los cimeos. Convertidos en señores de Leuce con esta estratagema, [4] decidieron instituir una fiesta anual que con su nombre recordara aquella astucia y la llamaron Proftasia 81 . Después de estos hechos, las rebeliones en Asia llegaron espontáneamente a su fin.
Conflicto entre Amintas de Macedonia y Olinto. Política intervencionista de Esparta. Diferencias entre Agesípolis y Agesilao.
[19 ] Después de la muerte de Glos y de Taco, los lacedemonios renunciaron a su injerencia en Asia, pero organizaron la política de Grecia de acuerdo con sus intereses; ganándose a algunas ciudades por persuasión y valiéndose del regreso de los exiliados para apoderarse de otras por la fuerza, trataban ya abiertamente de establecer su hegemonía en Grecia, contraviniendo los acuerdos de la paz general, la estipulada por Antálcidas con la intervención [2] del Rey de Persia 82 . En Macedonia, el rey Amintas, derrotado por los ilirios, había renunciado al poder y, además, como consecuencia a la renuncia de su soberanía, había dado al pueblo de Olinto una gran parte de la zona limítrofe 83 . Al principio el pueblo de Olinto había disfrutado de las rentas del territorio recibido, pero después el rey, que inesperadamente se había rehecho y había recuperado todo su poder, pidió la restitución de aquella región y los [3] olintios no se mostraron dispuestos a devolverla. Ante esta negativa, Amintas reclutó un ejército propio y, aliándose con los lacedemonios, los persuadió a que le enviaran un general y un ejército considerable para marchar contra los olintios 84 . Los lacedemonios, decididos a extender su influencia en las regiones de Tracia, reclutaron, entre sus ciudadanos y sus aliados, un contingente cuyo número total superaba los diez mil hombres 85 . Entregaron el mando al espartiata Fébidas, con la orden de ayudar a Amintas y de hacer la guerra a su lado contra los olintios. Enviaron luego otro ejército contra los fliuntios y, después de vencerlos en una batalla, obligaron a los fliuntios a someterse a la autoridad de los lacedemonios.
En aquel tiempo los reyes de los lacedemonios estaban en [4] desacuerdo respecto a la política a seguir. Agesípolis, un hombre justo y amigo de la paz, dotado además de una extraordinaria inteligencia, sostenía que debían permanecer fieles a sus juramentos y no esclavizar a los griegos, violando los acuerdos de la paz general. Opinaba que Esparta tenía una mala reputación porque había puesto en manos de los persas a los griegos de Asia y porque trataba de tener bajo su control las ciudades de Grecia, a pesar de haber jurado en los acuerdos de paz general que respetaría su autonomía. Por el contrario, Agesilao, que por naturaleza era un hombre de acción, amaba la guerra y aspiraba a ejercer el dominio sobre los griegos 86 .
382-381 a. C. El espartiata Fébidas somete a los tebanos. Eudámidas marcha contra Olinto.
Cuando Evandro era arconte en [20 ] Atenas, los romanos, en lugar de cónsules, designaron seis tribunos militares: Quinto Sulpicio, Gayo Fabio, Quinto Servilio, Publio Cornelio 87 . Este año los lacedemonios ocuparon la Cadmea de Tebas 88 por los siguientes motivos. Viendo que Beocia tenía un gran número de ciudades y que la habitaban hombres de un valor excepcional, y que Tebas además gozaba de una antigua fama y era, por así decir, la acrópolis de Beocia 89 , temían que, si se le presentaba la ocasión oportuna, pudiera [2] disputarles la hegemonía 90 . Por esta razón los espartiatas ordenaron en secreto a sus generales que se apoderaran de la Cadmea si se les presentaba la ocasión. En cumplimiento de esta orden, se apoderó de la Cadmea el espartiata Fébidas, que había recibido el mando y conducía un ejército contra los olintios 91 . Ante la reacción de los tebanos 92 , que indignados acudieron a las armas, Fébidas entabló batalla contra ellos y, una vez que los hubo vencido, envió al exilio a trescientos de los más eminentes tebanos, aterrorizó a los restantes y estableció allí una fuerte guarnición, después de lo cual partió para cumplir su misión. Los lacedemonios, que, debido a esta acción, se habían granjeado una mala fama entre los griegos, condenaron a Fébidas al pago de una multa, pero no retiraron la guarnición de Tebas 93 . De este modo, pues, los tebanos perdieron su autonomía [3] y se vieron obligados a someterse a los lacedemonios. Los olintios continuaban la guerra contra Amintas, el rey de Macedonia, y los lacedemonios depusieron a Fébidas de su mando y nombraron general a Eudámidas, hermano de Fébidas 94 ; le dieron tres mil hoplitas y le enviaron a proseguir la guerra contra los olintios.
Derrota espartana frente a Olinto y muerte de Teleutias
Eudámidas penetró en el territorio [21 ] de los olintios y prosiguió la guerra contra ellos conjuntamente con Amintas 95 . Entonces, los olintios, que habían reunido un ejército considerable, al tener más soldados que el enemigo, llevaban ventaja en el campo de batalla; pero luego los lacedemonios prepararon, asimismo, un ejército considerable y lo pusieron al mando de Teleutias 96 . Éste era hermano del rey Agesilao y por su valor era admirado por sus conciudadanos. Partió, pues, del Peloponeso [2] con su ejército y, cuando llegó a las cercanías de Olinto, tomó consigo a los soldados de Eudámidas. Estando ya en condiciones de combatir, comenzó por saquear el territorio de los olintios y, tras reunir un inmenso botín, lo distribuyó entre los soldados; después, cuando los olintios, con todas sus fuerzas y con el refuerzo de sus aliados, se le enfrentaron, entabló batalla. Al principio, el combate estuvo igualado y acabaron separándose; pero después tuvo lugar una violenta batalla, en la que murió el mismo Teleutias 97 después de luchar valerosamente y encontraron también la muerte más de mil doscientos lacedemonios. Tras [3] aquel éxito tan notable de los olintios, los lacedemonios, queriendo reparar la derrota sufrida, se prepararon para enviar fuerzas más importantes, pero los olintios, pensando que los espartiatas volverían con fuerzas más numerosas y que la guerra sería larga, hicieron considerables provisiones de víveres y se procuraron más soldados entre sus aliados.
381-380 a. C. Esparta envía a Agesípolis contra Olinto
[22 ] Cuando Demófilo era arconte en Atenas, los romanos, en lugar de los cónsules, nombraron tribunos militares a Publio Cornelio, Lucio Verginio, Lucio Papirio, Marco Furio, Valerio, [2] Aulo Manlio y Lucio 98 Postumio 99 . Aquel año los lacedemonios dieron el mando al rey Agesípolis 100 y, confiándole un ejército considerable, votaron la guerra contra los olintios. Una vez llegado al territorio de Olinto, Agesípolis asumió el mando de los soldados que ya se encontraban en el campamento allí establecido y continuó la guerra contra los habitantes de aquella región. Los olintios no libraron ninguna batalla importante durante aquel año; se contentaron todo el tiempo con escaramuzas y breves encuentros, atemorizados por el ejército del rey.
380-379 a. C. Muerte de Agesípolis. Polibíadas conquista Olinto. Hegemonía de Esparta.
Transcurrido aquel año, en Atenas [23 ] fue arconte Piteas y en Roma, en lugar de cónsules, fueron nombrados seis tribunos militares: Tito Quintio, Lucio Servilio, Lucio Julio, Aquilio, Lucio Lucrecio y Servio Sulpicio 101 , y entre los eleos se celebró la centésima Olimpiada, en la que el tarentino Dionisodoro obtuvo la victoria en la carrera del estadio. Este año Agesípolis, el [2] rey de los lacedemonios, murió de enfermedad después de un reinado de catorce años; le sucedió en el poder su hermano Cleómbroto, que reinó nueve años 102 . Los lacedemonios nombraron general a Polibíadas y lo enviaron a proseguir la guerra contra los olintios. Después de tomar el mando de las tropas, [3] dirigió la guerra con energía y habilidad y sus logros fueron numerosos. Después de obtener éxitos cada vez mayores y de vencer en diversas batallas, sometió a los olintios a un asedio; y finalmente, mediante el terror, obligó a los enemigos a rendirse a los lacedemonios 103 . Una vez que los olintios estuvieron inscritos entre los aliados de los espartiatas, otras muchas ciudades se afanaron por quedar incluidas en la lista de las que aceptaban la hegemonía lacedemonia. Por esta razón, en aquel período los lacedemonios alcanzaron el cenit de su potencia y tuvieron la hegemonía de Grecia tanto por tierra como por mar 104 . En efecto, [4] los tebanos estaban controlados por una guarnición, los corintios y los argivos todavía no se habían recuperado de las guerras precedentes, y los atenienses se habían granjeado una mala reputación entre los griegos por haber instalado cleruquías 105 en los pueblos sometidos; los lacedemonios, por el contrario, habían puesto gran interés en tener una población numerosa 106 y en adiestrarla en el uso de las armas, e infundían temor [5] a todo el mundo por la potencia de su hegemonía. Por eso los más grandes soberanos de entonces, es decir, el rey de Persia y Dionisio, el señor de Sicilia, respetaban la hegemonía de los espartiatas y procuraban aliarse con ellos 107 .
379-378 a. C. Los cartagineses restablecen a los hiponiatas. Peste en Cartago. Sublevación de los libios y Cerdeña.
Cuando Nicón era arconte en Atenas, [24 ] los romanos, en lugar de cónsules, designaron seis tribunos militares: Lucio Papirio, Gayo Servilio, Lucio Quintio, Lucio Cornelio, Lucio Valerio y Aulo Manlio 108 . Aquel año los cartagineses hicieron una expedición a Italia, donde restablecieron en su ciudad a los hiponiatas, que habían sido expulsados de su patria 109 ; reunieron a todos los exiliados y tuvieron gran cuidado de sus intereses. Después de estos hechos, una epidemia de peste sobrevino a los [2] habitantes de Cartago 110 ; la enfermedad se extendió extraordinariamente, de modo que muchos cartagineses perecieron y Cartago corrió el riesgo de perder su hegemonía. En efecto, los libios, menospreciándolos, se sublevaron e hicieron lo mismo los habitantes de Cerdeña 111 , pensando que era la ocasión propicia para enfrentarse a los cartagineses; los dos pueblos se rebelaron e hicieron causa común contra el enemigo cartaginés. Por [3] el mismo tiempo, una calamidad enviada por la divinidad se abatió sobre Cartago. La ciudad fue presa de continuos tumultos, miedos y situaciones de pánico inexplicables; muchos hombres salían a toda prisa de su casa empuñando las armas como si los enemigos hubieran hecho irrupción en la ciudad, y combatían unos con otros imaginando que se enfrentaban al enemigo matándose e hiriéndose entre ellos 112 . Finalmente, después de aplacar a la divinidad con sacrificios y liberarse a duras penas de aquellas desgracias, en poco tiempo derrotaron a los libios y reconquistaron la isla de Cerdeña.
378-377 a. C. Tebas se subleva contra la guarnición espartana y pide ayuda a Atenas.
[25 ] Cuando Nausinico era arconte en Atenas, los romanos, en lugar de cónsules, designaron cuatro tribunos militares: Marco Cornelio, Quinto Servilio, Marco Furio y Lucio Quintio 113 . Aquel año, la llamada guerra beocia estalló entre los lacedemonios y los beocios por los siguientes motivos. Los lacedemonios mantenían ilegalmente una guarnición en la Cadmea y habían enviado al exilio a muchos ciudadanos distinguidos; esos exiliados se reunieron y, con la ayuda de los atenienses, regresaron de noche a su patria. Comenzaron por matar en sus casas a los partidarios de los lacedemonios, a [2] quienes sorprendieron en medio del sueño; luego exhortaron a sus conciudadanos a recuperar la libertad y obtuvieron el apoyo de todos los tebanos 114 . Rápidamente todo el pueblo acudió empuñando las armas y al amanecer emprendieron el asedio de la Cadmea. Los lacedemonios que defendían la acrópolis, no menos [3] de mil quinientos hombres comprendidos los aliados, enviaron mensajeros a Esparta para comunicar la sublevación de los tebanos y pedir el envío de refuerzos lo más pronto posible; entre tanto, ellos, desde su posición elevada, se defendían matando a muchos asaltantes e hiriendo a un buen número. Por su [4] parte los tebanos, que preveían la llegada de un gran ejército desde Grecia para ayudar a los lacedemonios, enviaron embajadores a Atenas; recordaban al pueblo ateniense que también ellos los habían ayudado a restaurar su democracia cuando estaban sometidos por los Treinta Tiranos 115 , y pedían que acudieran en su auxilio con todas sus fuerzas y los ayudaran a tomar la Cadmea antes de la llegada de los lacedemonios.
Atenas envía a Demofonte en apoyo de los tebanos
El pueblo ateniense, una vez que [26 ] hubo escuchado a los embajadores, decretó el envío inmediato del ejército más numeroso posible para liberar Tebas 116 , no sólo para corresponder al beneficio recibido, sino también por el deseo de atraer a su causa a los beocios y de tener en ellos unos aliados poderosos para enfrentarse a la supremacía de los lacedemonios; este pueblo, en efecto, no parecía inferior a ningún otro pueblo de Grecia por el [2] número de sus hombres y por su valor en la guerra. Finalmente fue nombrado estratego Demofonte 117 , que, después de reclutar inmediatamente cinco mil hoplitas y quinientos soldados de caballería, partió de la ciudad con su ejército al amanecer del día siguiente y avanzó a toda prisa tratando de anticiparse a los lacedemonios; no obstante, el pueblo ateniense siguió preparándose para intervenir en Beocia con todas sus fuerzas si era necesario. [3] Demofonte marchó campo a través y se presentó de improviso a los tebanos; y acudieron igualmente muchos soldados de otras [4] ciudades de Beocia, con lo que muy pronto se reunió un gran ejército en apoyo de los tebanos. Se concentraron allí al menos doce mil hoplitas y más de dos mil hombres de caballería. Dado que todos estaban dispuestos al asedio con entusiasmo, dividieron sus fuerzas en varios cuerpos que se lanzaban en asaltos sucesivos, manteniendo los ataques de día y de noche, sin interrupción.
Atenas envía a Demofonte en apoyo de los tebanos.
[27 ] Los soldados de la guarnición de la Cadmea, exhortados por sus comandantes, resistieron valerosamente a los enemigos, esperando que pronto llegarían los lacedemonios con un gran ejército. Mientras tuvieron víveres suficientes, se mantuvieron firmes ante los ataques y mataron e hirieron a muchos asaltantes, ayudados por las buenas defensas de la acrópolis; pero, al agravarse la escasez de las provisiones necesarias y demorarse los lacedemonios en los preparativos, [2] empezaron a surgir disensiones entre ellos. Los lacedemonios pensaban que se debía resistir hasta la muerte, pero los soldados enviados por las ciudades aliadas, mucho más numerosos, opinaron que había que entregar la Cadmea; así los soldados de Esparta, al ser pocos, también se vieron obligados a abandonar la acrópolis con los demás. De esta forma, pues, capitularon, obteniendo el permiso de marchar libremente, y regresaron al Peloponeso. Entre tanto, los lacedemonios que avanzaban hacia [3] Tebas con fuerzas considerables y que no llegaron a tiempo por poco, no obtuvieron ningún resultado en su empresa. Sometieron a juicio a los tres 118 comandantes de la guarnición y a dos los condenaron a muerte, mientras que al tercero le impusieron una multa tan ingente que su hacienda no era suficiente para pagar [4] tanto dinero. Después de estos hechos, los atenienses regresaron a su patria, y los tebanos fueron a sitiar Tespias, pero su tentativa no obtuvo ningún resultado.
Mientras tenían lugar estos acontecimientos, los romanos enviaron a Cerdeña quinientos colonos, a los que concedieron la exención de impuestos 119 .
377-376 a. C. Preparación de la segunda liga naval ateniense.
Cuando Calias era arconte en Atenas 120 , [28 ] los romanos, en lugar de cónsules, designaron cuatro tribunos militares: Lucio Papirio, Marco Publio, Tito Cornelio y Quinto Lucio 121 . Aquel año los beocios, animados por el fracaso de los lacedemonios en Tebas, se coaligaron concluyendo una alianza general y reunieron un ejército considerable, previendo que los lacedemonios llegarían [2] a Beocia con fuerzas extraordinarias. Por su parte, los atenienses enviaron embajadas compuestas por sus ciudadanos más eminentes a todas las ciudades sometidas a los lacedemonios, invitándolas a sostener la causa de la libertad común. Los lacedemonios, en efecto, confiados en su potencia excepcional, ejercían sobre los pueblos sometidos un dominio arrogante y pesado, por lo que entre los que estaban bajo el yugo de Esparta eran muchos los que se inclinaban del lado de los atenienses 122 . [3] Los primeros que se adhirieron a la rebelión fueron los quiotas y los bizantinos; después los siguieron los rodios, los mitileneos 123 y otros pueblos insulares; el movimiento se extendió cada vez más entre los griegos y muchas ciudades se alinearon al lado de los atenienses. El pueblo ateniense, animado por disposición favorable de los aliados, instituyó un consejo federal de todos los aliados y se nombraron representantes de cada una de las ciudades 124 . [4] Se decidió de común acuerdo que la sede del consejo estuviera en Atenas, que todas las ciudades, grandes y pequeñas, tuvieran indistintamente un solo voto y que fueran todas autónomas, pero reconocieran la hegemonía de los atenienses 125 . Los lacedemonios, viendo que el movimiento de revuelta general 126 era incontenible, ponían todo su empeño en apaciguar la hostilidad de los pueblos mediante misiones diplomáticas, palabras amistosas y también con promesas de beneficios. Asimismo, dedicaban [5] gran atención a los preparativos de guerra, convencidos de que la guerra beocia sería larga y dura, ya que los tebanos tenían como aliados a los atenienses y a los otros griegos miembros del consejo federal 127 .
Enfrentamiento entre Persia y Egipto e intervención de Cabrias. Ataque al Pireo y ruptura de la paz de Antálcidas. Se constituye la segunda liga ateniense.
Mientras tenían lugar estos hechos, [29 ] Acoris, el rey de los egipcios, enfrentado al rey de Persia, reunió un considerable ejército de mercenarios; gracias a las elevadas soldadas que ofrecía a quienes se alistaban y a las continuas atenciones que dispensaba, rápidamente tuvo a su servicio un gran número de griegos dispuestos a participar en la expedición que proyectaba 128 . Al no disponer de un general apropiado para [2] la empresa, envió a buscar al ateniense Cabrias, un hombre excepcional por su inteligencia y su capacidad estratégica, que se había granjeado una gran fama por su valor. Éste aceptó el mando sin pedir la autorización del pueblo, se hizo cargo de las fuerzas egipcias y se puso a preparar con mucho empeño la [3] guerra contra los persas 129 . Entre tanto Tarnabazo, a quien el Rey había nombrado general del ejército persa, hizo grandes preparativos de materiales útiles para la guerra. Envió, asimismo, embajadores a los atenienses acusando a Cabrias de que, al haber asumido el mando de los egipcios, había apartado al pueblo de la benevolencia del Rey, y pidiendo además que le dieran [4] a Ifícrates como general. Los atenienses, deseosos de ganarse la benevolencia del rey de Persia y de conciliarse con Farnabazo, hicieron venir inmediatamente a Cabrias de Egipto y enviaron a Ifícrates a combatir al lado de los persas en calidad de general.
[5] Entre los lacedemonios y los atenienses, estaba hasta aquel tiempo 130 aún vigente la paz concluida precedentemente de acuerdo con el tratado 131 . Pero entonces el espartiata Esfodríades 132 , que había recibido el mando y tenía un carácter altivo e imprudente, se dejó persuadir por el rey de los lacedemonios, Cleómbroto, a apoderarse del Pireo sin pedir la autorización de [6] los éforos. Esfodríades, con más de diez mil soldados, intentó apoderarse del Pireo de noche, pero fue descubierto por los atenienses, lo que hizo fracasar su tentativa, y regresó sin haber conseguido nada. Se le acusó ante el consejo de los espartiatas, pero, gracias al apoyo de los reyes, fue absuelto injustamente 133 . Por esta razón los atenienses, indignados por lo ocurrido, decretaron [7] que los lacedemonios habían violado el tratado de paz; decidieron entrar en guerra contra ellos y eligieron como estrategos a tres de los ciudadanos más ilustres: Timoteo 134 , Cabrias y Calístrato 135 . Votaron una leva de veinte mil hoplitas y de quinientos soldados de caballería y el equipamiento de doscientas naves. Además, admitieron a los tebanos en el consejo federal en pie de igualdad con todos los demás miembros 136 . Decretaron, [8] asimismo, la restitución de las tierras transformadas en cleruquías a sus antiguos propietarios y promulgaron una ley que prohibía a los atenienses el cultivo de tierras fuera del Ática. Con este acto magnánimo se ganaron la simpatía de los griegos y reforzaron su hegemonía 137 .
Adhesiones a la liga ateniense. Apoyo de Eubea, a excepción de Histiea. Intervención de Esparta contra la tiranía de Neógenes. Expedición de Cabrias.
[30 ] Así pues, otras muchas ciudades fueron inducidas por los motivos expuestos a inclinarse del lado de los atenienses, y las primeras en entrar en la liga y las más entusiastas fueron las ciudades de Eubea 138 , a excepción de Hestiea; ésta, que había recibido grandes beneficios de los lacedemonios y, por el contrario, había sido objeto de una guerra terrible 139 por parte de los atenienses, tenía buenas razones para alimentar un odio implacable hacia los atenienses y para [2] guardar una fidelidad inalterable hacia los espartiatas. Y pese a ello fueron setenta ciudades 140 las que se adhirieron a la liga ateniense y participaron en el consejo federal en pie de igualdad. Por esta razón, al crecer cada vez más la potencia de los atenienses y disminuir la de los lacedemonios, llegó un día en que la fuerza de las dos ciudades se igualó. Los atenienses, viendo que las cosas marchaban de acuerdo con sus planes, enviaron un ejército a Eubea para proteger a sus aliados y [3] combatir a sus adversarios. Algún tiempo antes, en Eubea, un cierto Neógenes 141 , después de haber reclutado soldados con la ayuda de Jasón de Feras 142 , se había apoderado de la acrópolis de los hestieos 143 y se había proclamado tirano de aquel territorio y de la ciudad de los oropios 144 . Dado que gobernaba con violencia y prepotencia, los lacedemonios enviaron contra él a Terípides 145 .
Éste, al principio, intentó persuadir al tirano mediante negociaciones [4] para que abandonara la acrópolis, pero, ante la negativa de aquél, exhortó a los habitantes del lugar a luchar por su libertad, tomó la plaza y devolvió la libertad a los oropios 146 ; por esta causa los habitantes de la región conocida como de los hestieos mantenían buenas relaciones con los espartiatas y les profesaban una amistad inquebrantable. Cabrias, que estaba al [5] mando del ejército enviado por los atenienses, devastó Hestiótide 147 y, después de fortificar una población llamada Metrópolis 148 , que estaba situada en una altura con buenas defensas naturales, dejó allí una guarnición; y él partió rumbo a las islas Cícladas, donde se ganó el apoyo de Peparetos, Escíatos 149 y de algunas otras islas sometidas a los lacedemonios.
Esparta se organiza para la guerra y confía el mando a Agesilao.
[31 ] Los lacedemonios, viendo que el movimiento secesionista de los aliados era irrefrenable, abandonaron su dureza de antes y adoptaron una actitud más humana respecto a las ciudades. Con este trato y con los beneficios dispensados acrecentaron la buena disposición hacia ellos de todos los aliados. Constatando asimismo que la guerra se agravaba y que exigía un gran empeño, se ocuparon con afán de los demás preparativos y dedicaron una especial atención a la organización de su ejército y a la distribución de tropas y servicios. [2] Dividieron las ciudades y tropas alistadas para la guerra en diez sectores. Los lacedemonios formaban el primer sector, los arcadios el segundo y el tercero, los eleos el cuarto, los aqueos el quinto; el sexto lo constituían los corintios y los megareos, el séptimo los sicionios, los fliasios y los habitantes de la llamada Acte 150 ; el octavo los acarnanios, el noveno los focenses y los locros, y el último los olintios y los aliados de Tracia. Se contaba un hoplita como dos soldados armados a la ligera, y un soldado de caballería equivalía a cuatro hoplitas 151 . Tal era la organización [3] del ejército y al mando del mismo estaba el rey Agesilao, que era famoso por su valor y por su talento estratégico y había sido prácticamente invencible en ocasiones anteriores. En todas las demás guerras había suscitado la admiración, pero sobre todo con motivo de la que los lacedemonios combatieron contra los persas, porque, después de haber vencido en una batalla campal a un ejército mucho más numeroso 152 , como dueño del territorio, había recorrido una gran parte de Asia y, finalmente, si los espartiatas no le hubieran llamado por razones políticas, habría probablemente puesto en grave peligro a todo el imperio persa. Era, en efecto, un hombre de acción que conjugaba la inteligencia [4] con la audacia en peligrosas situaciones. Por esto los espartiatas en aquellas circunstancias, considerando que ante una guerra tan importante se necesitaba un jefe de gran prestigio, le confiaron el mando supremo de todas las operaciones.
Agesilao invade Beocia y devasta el territorio.
Agesilao marchó al frente de su [32 ] ejército y penetró en Beocia 153 con más de dieciocho mil soldados en total, comprendidos los cinco batallones de los lacedemonios; y un batallón 154 está compuesto por quinientos hombres. La compañía que los espartiatas llaman «de los esciritas» no se alinea confundida con las otras, sino que tiene una posición propia 155 , al lado del rey, y acude en auxilio, cada vez que es necesario, de los sectores que se encuentran en dificultad; al estar formada por soldados de élite, tiene un papel decisivo en las batallas y en la mayor parte de los casos determina la victoria. Agesilao tenía asimismo consigo mil quinientos hombres de caballería. Así pues llegó a la ciudad de Tespias 156 , [2] defendida por los lacedemonios, acampó cerca de ella y durante algunos días hizo descansar a sus soldados de las fatigas de la marcha. Los atenienses, al enterarse de la presencia de los lacedemonios en Beocia, acudieron inmediatamente en auxilio de Tebas con cinco mil infantes y doscientos hombres [3] de caballería. Una vez que estas fuerzas se hubieron encontrado en un mismo lugar, los tebanos tomaron posiciones en una altura de forma alargada situada a veinte estadios de la ciudad y, contando como defensa con la aspereza del terreno, se pusieron a esperar el ataque del enemigo; espantados, en efecto, por la [4] fama de Agesilao, no se atrevían a afrontar el peligro en la llanura, en pie de igualdad. Agesilao condujo su ejército en orden de batalla contra los beocios y, cuando estuvo cerca del enemigo, envió primero al ataque a las tropas ligeras a fin de comprobar cómo se comportaban en el combate sus adversarios. Los tebanos rechazaron este ataque fácilmente desde sus posiciones elevadas, y entonces Agesilao hizo marchar contra ellos todo el grueso de su ejército con una disposición que infundía terror. Entonces el ateniense Cabrias 157 , que estaba al frente de los [5] mercenarios, ordenó a los soldados que recibieran al enemigo con desprecio y que permanecieran firmes en su puesto, con los escudos apoyados contra sus rodillas y las lanzas tensas apuntando al adversario. Obedecieron la orden como un solo hombre [6] y Agesilao, admirado de la disciplina de los enemigos y de su actitud de desprecio, no juzgó conveniente forzar el combate contra una posición elevada y obligar al adversario a demostrar su valor en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo; al haber experimentado que, si se veían obligados, lucharían por la victoria, trató de provocarlos para que combatieran en la llanura. Pero, dado que los tebanos no descendieron, retiró su falange de infantería y, lanzando la caballería y las unidades ligeras, devastó la región sin ningún impedimento y capturó un inmenso botín.
Agesilao se retira sin tentar a la fortuna. Talento militar de Cabrias. Infructuoso ataque tebano a Tespias. Muerte heroica de Fébidas.
Tanto los consejeros espartiatas [33 ] que acompañaban a Agesilao como sus oficiales estaban asombrados de que Agesilao, que era considerado un hombre de acción y tenía un ejército más numeroso y más potente, no hubiera entablado combate con el enemigo. A ello Agesilao les contestó que por el momento los lacedemonios habían vencido sin correr ningún riesgo, porque los beocios, cuando su territorio era devastado, no se habían atrevido a acudir en su defensa; pero si, una vez que los mismos enemigos le habían concedido la victoria, los hubiera forzado a afrontar el trance de un combate, pudiera haber ocurrido que los lacedemonios, debido a los caprichos de la Fortuna, hubieran sufrido un fracaso en el campo de batalla 158 . Entonces, con [2] aquella respuesta, pareció que se trataba de una conjetura razonable de lo que podía ocurrir; pero más tarde, a la luz de los acontecimientos, se pensó que lo que había manifestado no era una simple reflexión humana, sino un oráculo de inspiración divina. En efecto, cuando los lacedemonios marcharon contra los tebanos con un gran ejército y los obligaron a combatir en [3] defensa de su libertad, se vieron abrumados por terribles desgracias. Derrotados primero en Leuctra 159 , perdieron un gran número de ciudadanos, entre los cuales también cayó su rey Cleómbroto; y a continuación, cuando combatieron en Mantinea 160 , sufrieron un desastre total y perdieron sin remedio la hegemonía. La Fortuna, en efecto, es diestra en abatir a los soberbios cuando menos lo esperan y en enseñarles a no esperar nada en exceso 161 . En todo caso, Agesilao se contentó sabiamente con su primer éxito y así pudo mantener intacto a su [4] ejército. Después, Agesilao regresó al Peloponeso con su ejército. Los tebanos, que debían su salvación a la habilidad táctica de Cabrias, admiraron la inteligencia de su estratagema. Y Cabrias, aunque había llevado a cabo muchas acciones gloriosas en la guerra, estaba particularmente orgulloso de aquella estratagema y quiso que las estatuas donadas por el pueblo lo representaran [5] en aquella actitud 162 . Los tebanos, después de la partida de Agesilao, hicieron una expedición contra Tespias; aniquilaron el puesto avanzado constituido por doscientos hombres 163 y, después de una serie de asaltos a la ciudad sin obtener ningún resultado digno de mención, recondujeron su ejército a Tebas. El lacedemonio Fébidas, que tenía en Tespias una guarnición [6] considerable, efectuó una salida de la ciudad y atacó impetuosamente a los tebanos en su retirada; perdió más de quinientos soldados y él mismo, después de luchar valerosamente y recibir numerosas heridas de frente, pereció como un héroe 164 .
Éxito tebano ante una nueva expedición de Agesilao. La batalla naval de Naxos.
No mucho tiempo después, los [34 ] lacedemonios emprendieron de nuevo una expedición 165 con el mismo ejército contra Tebas y los tebanos, ocupando otras posiciones de difícil acceso 166 , impedían que el enemigo saqueara la región sin atreverse, sin embargo, a presentar batalla de frente en la llanura al grueso del ejército enemigo. Pero, cuando Agesilao los retó al combate, descendieron poco a poco [2] a su encuentro 167 . Tuvo lugar una violenta batalla que se prolongó mucho tiempo; al principio las tropas de Agesilao llevaron ventaja, pero después, cuando los tebanos en masa salieron de la ciudad, Agesilao, viendo la muchedumbre que acudía a la carrera, hizo sonar la trompeta para llamar a retirada a sus soldados. Fue entonces la primera vez en que los tebanos no se sintieron inferiores a los lacedemonios; por ello levantaron un trofeo y desde aquel momento afrontaron con confianza al ejército de los espartiatas.
[3] Tal fue, pues, el resultado de los combates entre las fuerzas de tierra; pero en el mar, hacia la misma época, hubo una gran batalla naval en la zona marítima situada entre Naxos y Paros. Su origen fue el siguiente. Polis, el navarco de los lacedemonios 168 , informado de que en cargueros se transportaba una gran cantidad de grano destinada a los atenienses, apostó su flota al acecho del paso del convoy de víveres con la intención de atacar los barcos de transporte. Pero el pueblo de Ateñas lo supo y envió una flota para escoltar el aprovisionamiento de grano, y esta flota acompañó con éxito al convoy de víveres hasta el Pireo. [4] Posteriormente, el navarco ateniense Cabrias partió con toda su flota rumbo a Naxos y le puso sitio. Acercó a las murallas las máquinas de asedio, con las que trató de batir los muros, e hizo todo lo posible para tomar la ciudad al asalto. Mientras tenían lugar estos hechos, arribó el navarco lacedemonio Polis para socorrer a los naxios. La rivalidad existente incitó a los dos almirantes a entablar batalla; dispusieron sus naves en formación [5] de combate y avanzaron uno contra otro 169 . Polis tenía sesenta y cinco trirremes, y Cabrias, ochenta y tres. Las escuadras avanzaron una contra otra; Polis, al frente de su ala derecha, atacó el primero las trirremes adversarias del ala izquierda, que estaban al mando del ateniense Cedón 170 . Combatiendo valerosamente, Polis dio muerte al propio Cedón y hundió su barco; fue, asimismo, al encuentro de las otras naves y las acometió a golpes de espolón; echó a pique a algunas de ellas y obligó a huir a las restantes. Al darse cuenta de lo que pasaba, Cabrias envió una parte de sus naves en ayuda de los que se encontraban en apuros y así puso remedio a la derrota de los suyos. Tenía con él, sin embargo, a la mayor parte de la flota y, combatiendo valientemente, destruyó muchas trirremes enemigas y apresó un buen número de ellas.
Éxito de Cabrias: primera victoria naval ateniense después de la guerra del Peloponeso.
Una vez que hubo obtenido de este [35 ] modo la victoria y hubo puesto en fuga a la totalidad de las naves enemigas, se abstuvo por completo de perseguirlas. Recordaba la batalla de las Arginusas 171 , a raíz de la cual al gran servicio prestado por los estrategos vencedores el pueblo correspondió con una condena a muerte, acusándolos de no haber dado sepultura a los que habían muerto en la batalla; así tuvo miedo de correr la misma suerte dado que las circunstancias eran análogas. Por ello, renunciando a la persecución, recogió a sus conciudadanos náufragos, salvó a los que todavía estaban con vida y dio sepultura a los muertos. Si no se hubiera preocupado de eso, habría destruido fácilmente toda la flota enemiga. [2] En el curso de la batalla fueron destruidas dieciocho trirremes atenienses 172 , mientras que de los lacedemonios sufrieron la misma suerte veinticuatro y ocho fueron capturadas con sus tripulaciones. Después de esta brillante victoria naval, Cabrias regresó al Pireo con un abundante botín y fue recibido con gran entusiasmo por sus conciudadanos. Después de la guerra del Peloponeso, ésta era, en efecto, la primera batalla naval en la que habían vencido los atenienses, dado que en Cnido 173 no habían combatido con sus propias naves y su éxito se debía a que se habían servido de la flota del Rey.
[3] Mientras tenían lugar estos hechos, en Italia, Marco Manlio, que aspiraba a la tiranía en Roma, fue depuesto y ejecutado 174 .
376-375 a. C. Abdera atacada por los tribalos y defendida por Cabrias. Acciones y fama de Timoteo.
[36 ] Cuando Carisandro 175 era arconte en Atenas, los romanos, en lugar de cónsules, designaron cuatro tribunos militares: Servio Cornelio, Sulpicio, Lucio Papirio y Tito Quintio 176 , y los eleos celebraron la Olimpiada centésima primera, en la que Damón de Turios obtuvo la victoria en la carrera del estadio. Aquel año, en Tracia, los tribalos 177 , acuciados por el hambre, emprendieron una expedición en masa hacia regiones situadas más allá de sus fronteras y se procuraron víveres en tierras extranjeras. En un número superior a treinta mil invadieron [2] la zona limítrofe de Tracia y, sin encontrar ningún obstáculo, saquearon el territorio de los abderitas 178 ; y después de haberse apoderado de un enorme botín, con desprecio al adversario y sin ningún orden, emprendieron el camino de regreso. Entonces los abderitas marcharon con todas sus fuerzas contra ellos cuando hacían el camino de regreso dispersos y en desorden y mataron a más de dos mil. Los bárbaros, irritados por lo sucedido [3] y queriendo vengarse de los abderitas, invadieron de nuevo su territorio; pero los vencedores de antes, que estaban exaltados por su éxito y habían recibido refuerzos de sus vecinos tracios, se alinearon en orden de batalla para hacer frente a los bárbaros. [4] Tuvo lugar una violenta batalla, en la que, tras cambiar repentinamente de bando los tracios, los abderitas, abandonados a su suerte, fueron rodeados por la muchedumbre de los bárbaros y casi todos los que habían participado en la batalla fueron masacrados 179 . Cuando los abderitas, abrumados por aquel terrible desastre, iban a verse sometidos a un asedio, apareció el ateniense Cabrias al frente de un ejército, los liberó del peligro y expulsó a los bárbaros del territorio 180 ; luego, después de dejar una importante guarnición en la ciudad, fue asesinado por ciertas personas 181 .
[5] Timoteo asumió entonces el mando de la flota e hizo rumbo a Cefalenia, donde se atrajo a las ciudades de esta isla y también persuadió a las de Acarnania a tomar partido por los atenienses 182 . Se ganó luego la amistad de Alcetas, el rey de los molosos, y, en general, atrajo a la causa de Atenas a la mayor parte de las ciudades de aquellas regiones; y venció a los lacedemonios [6] en una batalla naval cerca de Léucade 183 . Llevó a cabo todas estas acciones en poco tiempo y con facilidad, ya con la persuasión sustentada por la fuerza de sus palabras, ya con las victorias debidas a su valor y a su talento estratégico. Por todo ello se granjeó una gran admiración no sólo entre sus conciudadanos, sino también entre los demás griegos. Ésta era la situación en lo que respecta a Timoteo.
Los tebanos vencen a los lacedemonios en Orcómeno. El historiador Hermias de Metimna.
[37 ] Mientras tenían lugar estos hechos, los tebanos hicieron una expedición contra Orcómeno con quinientos hombres de élite y que llevaron a cabo una empresa digna de ser recordada. Los lacedemonios, que custodiaban Orcómeno con un gran número de soldados, se enfrentaron a los tebanos; se produjo una violenta batalla 184 en la que los tebanos vencieron a los lacedemonios, que les doblaban en número. Nunca, en efecto, había ocurrido algo parecido anteriormente, y ya se habría considerado un éxito que un ejército numeroso hubiera vencido a un pequeño contingente lacedemonio 185 .
Debido a ello los tebanos se llenaron de orgullo y se esparció [2] su reputación de valor; ya resultaba evidente que competían por la hegemonía de Grecia.
Entre los historiadores, Hermias de Metimna llevó hasta [3] este año su relato de los acontecimientos de Sicilia, que compuso en diez libros o, según la dividen algunos, en doce 186 .
375-374 a. C. Paz general, autonomía y retirada de las guarniciones de las ciudades griegas. Oposición de Tebas y entendimiento entre Atenas y Esparta.
Cuando Hipodamante era arconte [38 ] en Atenas, los romanos, en lugar de cónsules, designaron cuatro tribunos militares: Lucio Valerio, Lucio Manlio, Servio Sulpicio y Lucrecio 187 . Aquel año, Artajerjes, el rey de los persas, disponiéndose a emprender la guerra contra los egipcios y afanándose por reunir un considerable ejército de mercenarios, decidió poner fin a las guerras que tenían lugar en Grecia; tenía la firme esperanza, en efecto, de que los griegos, liberados de las guerras intestinas, estarían más disponibles para servir como mercenarios. Por este motivo envió embajadores a Grecia para exhortar a las ciudades a estipular una paz general 188 . Los griegos [2] aceptaron la propuesta complacidos 189 debido al cansancio de las continuas guerras, y todos concluyeron la paz estipulando que todas las ciudades serían autónomas y no estarían sujetas a guarniciones extranjeras 190 . Así pues, los griegos nombraron comisarios que fueron de ciudad en ciudad y retiraron todas [3] las guarniciones. Los tebanos fueron los únicos que se negaron a que el tratado afectara separadamente a cada ciudad, exigiendo, por el contrario, que toda Beocia fuera una confederación 191 sujeta a Tebas. A ello se opusieron enérgicamente los atenienses con un discurso pronunciado por Calístrato, el líder del partido popular, mientras que a favor de los tebanos fue Epaminondas quien pronunció un discurso admirable delante del consejo general 192 . Así todos los otros griegos unánimemente concluyeron el acuerdo y sólo los tebanos quedaron excluidos del tratado de paz; y el valor de Epaminondas inspiraba tanta confianza en sus conciudadanos que se atrevieron a enfrentarse a las decisiones de todos los demás griegos. Los lacedemonios [4] y los atenienses, siempre en lucha por la hegemonía, se hicieron concesiones mutuas; los primeros vieron reconocida su supremacía por tierra, y los segundos, por mar 193 . Por ello veían con malos ojos que un tercero pretendiera la hegemonía y trataban de sacar a las ciudades de Beocia de la confederación tebana.
Confianza y aspiraciones de los tebanos. Excelencia de sus jefes. La figura de Epaminondas.
Los tebanos, que sobresalían por [39 ] su fuerza física y su heroismo y que ya habían vencido a los lacedemonios en numerosas batallas 194 , estaban altamente confiados en ellos mismos y aspiraban a la hegemonía en tierra. Sus esperanzas no se vieron defraudadas por las razones ya expuestas y porque en aquella época tenían un mayor número de valiosos comandantes y generales. Los más ilustres eran Pelópidas, [2] Gorgias 195 y Epaminondas. Este último se distinguía en gran manera por su valor y por sus dotes de estratego, no sólo entre sus compatriotas, sino también entre todos los griegos. Había recibido una buena formación en todos los campos y se interesaba especialmente en la filosofía pitagórica 196 ; estaba provisto además de excelentes dotes naturales y era lógico que llevara a cabo las empresas más ilustres. Por ello, cuando se vio obligado a combatir con un escaso número de soldados de su ciudad contra todas las fuerzas de los lacedemonios y sus aliados, su superioridad sobre aquellas tropas invencibles fue tan grande que mató al rey de los espartiatas Cleómbroto y aniquiló casi completamente a la multitud de sus adversarios. Y si realizó [3] empresas tan extraordinarias fue gracias a la viveza de su inteligencia y a la excelencia moral proporcionada por su educación. Pero a todo esto nos referiremos un poco más tarde, en una exposición más detallada y con más precisión 197 ; por el momento, vamos a retomar el hilo de nuestra narración.
Discordias civiles en el Peloponeso.
[40 ] Una vez que se hubo concedido la autonomía a los distintos pueblos 198 , desórdenes graves y discordias intestinas estallaron en las ciudades, especialmente en las del Peloponeso. Éstas, que anteriormente habían tenido regímenes oligárquicos, sirviéndose entonces, sin ningún discernimiento, de las libertades de la democracia, exiliaban a muchos hombres de bien y los condenaban incoando contra ellos procesos basados en calumnias; así, precipitándose en luchas civiles, infligían condenas al exilio y confiscaciones de bienes, sobre todo a los que habían estado al frente de los asuntos públicos durante la hegemonía de los lacedemonios. Contra [2] aquellos que entonces habían actuado de modo autoritario en las relaciones con sus conciudadanos, las masas populares, en el momento en que recuperaron su libertad, dieron rienda suelta a la venganza. Primero fueron los exiliados de Fialea 199 , que se concertaron y se apoderaron de una plaza fuerte llamada Herea 200 , y desde esta base efectuaron incursiones contra Fialea; y un día, mientras se celebraban las Dionisias 201 , se abalanzaron de improviso sobre los espectadores que estaban sentados en el teatro, hicieron una degollina y persuadieron a un buen número a ser cómplices de su locura, después de lo cual se retiraron a [3] Esparta. Los exiliados de Corinto, que en gran número se encontraban entre los argivos, trataron de regresar a su patria; fueron acogidos en su ciudad por algunos parientes y amigos, pero fueron denunciados y descubiertos; y cuando iban a ser arrestados, por temor a las vejaciones que seguirían a su captura, se dieron muerte unos a otros. Luego los corintios acusaron a muchos ciudadanos de haber sido cómplices de aquella intentona de los exiliados, y los condenaron, a unos a muerte y a otros al exilio. En la ciudad de los megareos, algunos intentaron un [4] cambio de régimen, pero cayeron en manos del pueblo por lo que muchos fueron ejecutados y no pocos fueron desterrados. De modo similar, entre los de Sición, algunos intentaron llevar a cabo una revolución, pero fueron detenidos y ejecutados. En Fliunte, los exiliados, cuyo número era considerable, ocuparon [5] una plaza fuerte en su territorio y, después de reunir una multitud de mercenarios, se enfrentaron a los de la ciudad en una batalla; vencieron los exiliados y condenaron a muerte a más de trescientos fliasios. Pero algún tiempo después, los exiliados fueron traicionados por la guardia y los fliasios se impusieron y dieron muerte a más de seiscientos exiliados, y a todos los demás los expulsaron de su territorio obligándolos a refugiarse en Argos. Tales eran, pues, las desgracias que afligían a las ciudades del Peloponeso.
374-373 a. C. Expedición persa contra Egipto al mando de Farnabazo e Ifícrates
[41 ] Cuando Socrátides era arconte en Atenas, los romanos, en lugar de cónsules, designaron cuatro tribunos militares: Quinto Servido, Servio 202 Cornelio y Espurio Papirio 203 . Aquel año el rey Artajerjes envió una expedición contra los egipcios 204 , que se habían sublevado contra los persas. Farnabazo iba al frente de las fuerzas bárbaras, y el ateniense Ifícrates tenía el mando de las tropas mercenarias, compuestas por veinte mil hombres; el rey lo había llamado y le había confiado el mando debido a sus cualidades de estratega 205 . [2] Farnabazo ya había empleado varios años en preparativos, por lo que Ifícrates, al ver que era hábil en hablar, pero lento en actuar, le dijo con toda franqueza que estaba sorprendido de verlo tan rápido en sus palabras y tan parsimonioso en sus acciones. Y Farnabazo le contestó que él era señor de sus palabras, mientras que de sus acciones lo era el Rey. Una vez que el ejército [3] persa se hubo concentrado en la ciudad de Ace 206 , se contaron doscientos mil bárbaros a las órdenes de Famabazo, mientras que los mercenarios griegos que mandaba Ifícrates eran veinte mil; la flota estaba compuesta por trescientas trirremes y doscientos triacóntoros 207 ; y era elevado el número de barcos destinados al transporte de víveres y de la restante impedimenta. Al comienzo del verano 208 , los generales del Rey emprendieron la [4] marcha al frente de todas sus fuerzas y, con el apoyo de la flota a lo largo de la costa, avanzaron contra Egipto. Cuando llegaron a las proximidades del Nilo, encontraron a los egipcios manifiestamente prestos para la guerra. Famabazo se había retrasado [5] en la expedición y había dado al enemigo mucho tiempo para los preparativos. Ocurre, en efecto, normalmente que los generales persas, al no tener plenos poderes, someten todos los asuntos al Rey y en cada caso esperan su respuesta.
Fortificación de las bocas del Nilo. Victoria persa en la boca Mendesia.
El rey de los egipcios, Nectanebis 209 , [42 ] estaba informado sobre la magnitud de las fuerzas persas, pero mantenía el ánimo; confiaba sobre todo en las defensas naturales de su país, ya que Egipto es particularmente difícil de invadir, y también en las obras de bloqueo 210 que cerraban perfectamente todos los accesos, tanto por tierra como por mar. El [2] Nilo, en efecto, vierte al mar de Egipto por siete bocas 211 , y en cada una de estas bocas se había construido una ciudad con grandes torres en cada orilla del río y un puente de madera que controlaba la entrada. Había fortificado especialmente la boca Pelusíaca 212 porque era la primera que se encontraba cuando se venía de Siria y parecía la vía más probable para una irrupción [3] del enemigo. La había defendido con fosos y había cerrado con fortificaciones los pasos para las naves en los sitios más oportunos; había hecho inundar las vías de acceso por tierra y había obstruido con diques las navegables. Por todo ello no era fácil penetrar con las naves, ni acercarse con la caballería, ni avanzar [4] con la infantería. Famabazo y su Estado Mayor, al encontrar la boca Pelusíaca extraordinariamente fortificada y guardada por un gran número de soldados, descartaron completamente la posibilidad de abrirse paso por aquel sitio y decidieron penetrar con las naves a través de otra boca. Navegaron por alta mar para evitar que las naves fueran avistadas por el enemigo y se dirigieron a la boca llamada Mendesia 213 , que tenía una manga de tierra que se extendía por un largo trecho. Farnabazo e Ifícrates desembarcaron en ella con tres mil soldados y avanzaron hacia el burgo fortificado que se encontraba en aquella boca. Los [5] egipcios acudieron en su ayuda con tres mil hombres de caballería y de infantería. Tuvo lugar una violenta batalla y, después de que les llegaron a los persas numerosos refuerzos de las naves, los egipcios fueron rodeados; muchos perecieron y no pocos fueron hechos prisioneros, y los que escaparon fueron perseguidos hasta la ciudad. Ifícrates y sus hombres penetraron en el interior de las murallas al mismo tiempo que los hombres de la guarnición egipcia; se apoderaron de la fortaleza, la arrasaron y redujeron a sus habitantes a la esclavitud.
Diferencias entre Farnabazo e Ifícrates y fracaso de la expedición persa a Egipto.
A continuación, sin embargo, estalló [43 ] una disputa entre los generales que hizo fracasar la empresa. Ifícrates había sabido por los prisioneros que Menfis, la ciudad estratégicamente mejor situada de Egipto 214 , estaba sin defensores, por lo que aconsejó remontar el río inmediatamente hasta Menfis antes de la llegada de tropas egipcias; pero Farnabazo y sus oficiales pensaban que era preferible esperar a que estuviera allí todo el ejército persa, ya que de este modo la marcha contra Menfis sería más segura. Entonces, Ifícrates pidió [2] que le dieran los mercenarios allí presentes y prometió que con ellos tomaría la ciudad, pero Farnabazo desconfió de su audacia y de su valor, temiendo que pretendiera apoderarse de Egipto a título personal. Por este motivo Farnabazo rechazó la propuesta; e Ifícrates protestó enérgicamente diciendo que, si dejaban escapar el momento más oportuno, toda la expedición resultaría un fracaso. Algunos oficiales persas 215 , que lo envidiaban, empezaron entonces a propalar injustas 216 calumnias contra él. Entre tanto, los egipcios aprovecharon la larga dilación para [3] enviar a Menfis la guarnición necesaria y llegaron con todas sus tropas al burgo que había sido destruido; y al encontrarse en una situación muy ventajosa debido a las buenas defensas que tenían en aquella zona, hostigaban al enemigo con continuos combates. Su capacidad ofensiva crecía cada vez más, por lo que mataban a muchos persas y se enfrentaban al enemigo sin ningún [4] temor. Mientras el ejército persa seguía demorándose delante de aquel burgo y ya soplaban los vientos etesios 217 , la crecida del Nilo, que con su inmenso caudal inunda todo el país 218 , hacía que Egipto fuera cada vez más inaccesible. Entonces los comandantes persas, viendo que las circunstancias estaban en su contra, [5] decidieron retirarse de Egipto. Emprendieron, por consiguiente, el camino de regreso a Asia y, al existir diferencias entre Farnabazo e Ifícrates, éste, por temor a ser arrestado y castigado como le había ocurrido al ateniense Conón 219 , decidió abandonar en secreto el campamento; para ello se procuró una embarcación en la que partió a escondidas durante la noche y arribó a Atenas. [6] Farnabazo envió embajadores y acusó a Ifícrates de ser el responsable de que Egipto no hubiera sido conquistado. Los atenienses respondieron a los persas que, en el caso de encontrarlo culpable, le impondrían el castigo merecido, pero, poco tiempo después, lo nombraron estratego y le dieron el mando de la flota.
Inventiva de Ifícrates.
[44 ] No es inoportuno recordar aquí las noticias históricas sobre las excelentes cualidades de Ifícrates. Se nos ha transmitido que poseía una aguda inteligencia para la estrategia y un talento natural extraordinario para todo tipo de invenciones útiles. La larga experiencia de las operaciones militares adquirida durante la guerra de Persia le sirvió para idear muchas innovaciones prácticas para la guerra y puso un empeño especial en el campo del armamento. Los griegos usaban escudos de gran tamaño y, en consecuencia, difíciles de manejar; [2] él los suprimió e introdujo las peltas de tamaño adecuado, con lo que apuntaba al doble objetivo de cubrir suficientemente el cuerpo y de posibilitar que los soldados equipados con la pelta tuvieran una movilidad completa gracias a la ligereza de aquel escudo. Después de experimentarse, la innovación fue adoptada [3] debido a la facilidad de su uso, y los soldados que antes por sus escudos se llamaban hoplitas cambiaron entonces su nombre por el de peltastas a causa de la pelta 220 . La modificación de la lanza y la espada la hizo en sentido opuesto, ya que aumentó en una mitad la longitud de la lanza y casi dobló las dimensiones de la espada. La práctica ratificó aquella innovación y, a raíz del éxito del experimento, se hizo famosa la capacidad inventiva del estratego. Equipó asimismo a sus soldados con unas botas ligeras y [4] fáciles de poner y quitar, que aún en nuestros días reciben por él el nombre de «ificrátidas». Introdujo además otras muchas novedades útiles en el campo militar, cuya descripción haría que nos extendiéramos demasiado. Así pues, la expedición persa contra Egipto, que se había preparado con gran interés, no obtuvo el resultado esperado.
Ruptura de la paz. Intervenciones de Atenas y Esparta. El caso de Zacinto.
En Grecia, donde el desorden reinaba [45 ] en las ciudades debido a las anomalías de la situación política y donde estallaban las revueltas a causa de la anarquía general, los lacedemonios ayudaban a aquellos que trataban de instaurar las oligarquías, mientras que los atenienses tenían como aliados a los partidarios de la democracia. Ambas ciudades, [2] en efecto, no respetaron durante mucho tiempo los acuerdos 221 ; en seguida, colaborando con las ciudades ligadas a ellas, reemprendieron la guerra sin preocuparse ya de la paz general que habían concluido. Así, en Zacinto 222 , el pueblo, que miraba con malos ojos a aquellos que habían ocupado el poder durante el dominio de los lacedemonios y deseaba vengarse, los envió a todos al exilio [...]. Éstos 223 se refugiaron junto a Timoteo 224 , el comandante de la flota ateniense, y, embarcando [3] en sus naves, combatieron a su lado. De este modo, pues, obtuvieron la colaboración del ateniense, que los desembarcó en la isla, donde se apoderaron de una fortaleza cercana al mar llamada Arcadia 225 . Partiendo de esta base y contando con el apoyo de Timoteo, causaban muchos daños a los de la ciudad. [4] Los zacintios solicitaron entonces la ayuda de los lacedemonios, que, como primera medida, enviaron embajadores a Atenas para denunciar la intervención de Timoteo; pero, al ver que el pueblo ateniense estaba de parte de los exiliados, reunieron una flota y, después de equipar veinticinco trirremes, las enviaron en auxilio de los zacintios, confiando el mando a Aristócrates 226 .
Rebelión oligárquica en Corcira e intervención de Esparta y Atenas. Tebas castiga a Platea y a Tespias.
Mientras tenían lugar estos hechos, [46 ] algunos partidarios de los lacedemonios en Corcira se rebelaron contra el régimen democrático y pidieron a los espartiatas que les enviaran fuerzas navales, prometiéndoles que les entregarían Corcira 227 . Los lacedemonios, conocedores de la gran importancia que tenía Corcira para quien aspirara al dominio del mar 228 , se afanaron por apoderarse de esta ciudad. Enviaron, pues, de inmediato a Corcira veintidós trirremes [2] cuyo mando confiaron a Álcidas. Fingieron que enviaban aquella escuadra a Sicilia, a fin de ser recibidos como amigos por los corcireos y poder luego ocupar la ciudad con la ayuda de los exiliados. Pero los corcireos, dándose cuenta [3] de la estratagema de los espartiatas, dispusieron la defensa de su ciudad con todo cuidado y enviaron embajadores a Atenas en busca de auxilio. Los atenienses decretaron prestar ayuda a los corcireos y a los exiliados zacintios; enviaron al estratego Ctesicles 229 a Zacinto para que se pusiera al frente de los exiliados y se prepararon para enviar fuerzas navales a Corcira.
[4] Mientras tenían lugar estos hechos 230 , en Beocia, los plateos se inclinaron por la alianza con los atenienses y les solicitaron el envío de tropas; habían decidido entregar su ciudad a los atenienses. En estas circunstancias, los beotarcas, irritados con los plateos y acuciados por la idea de anticiparse al envío de la ayuda ateniense, marcharon inmediatamente contra aquéllos con fuerzas [5] considerables. Se presentaron ante la ciudad de Platea y, debido a lo inesperado del ataque, la mayor parte de los plateos fueron sorprendidos en el campo y apresados por la caballería, mientras que los otros, refugiados en la ciudad y sin el apoyo de ningún aliado, se vieron obligados a concluir un acuerdo favorable al enemigo, por el que debían partir de la ciudad llevándose sus enseres y no poner nunca más sus pies en Beocia. A continuación [6] los tebanos arrasaron Platea 231 y también saquearon Tespias debido a su hostilidad 232 . Los plateos se refugiaron en Atenas con sus mujeres e hijos y obtuvieron la isopolitía 233 gracias a la benevolencia del pueblo ateniense. Tal era entonces la situación en Beocia.
Esparta y Atenas intervienen en Corcira. Timoteo en Tracia. Victoria del ateniense Ctesicles en Corcira. Asesinato de Evágoras de Chipre. Guerra entre Roma y Preneste.
Los lacedemonios nombraron estratego [47 ] a Mnasipo 234 y lo enviaron a Corcira con sesenta y cinco trirremes y mil quinientos soldados 235 . Una vez que hubo arribado a la isla y hubo tomado consigo a los exiliados, penetró en el puerto y apresó cuatro naves; las tres naves restantes, que se pusieron a salvo en tierra, fueron incendiadas por los corcireos para que no cayeran en manos del enemigo. Mnasipo obtuvo, asimismo, una victoria con la infantería sobre un destacamento que había tomado posiciones en una colina y provocó, en suma, un pánico [2] atroz entre los corcireos. Los atenienses, por su parte, ya habían enviado hacía algún tiempo a Timoteo, el hijo de Conón, en auxilio de los corcireos con sesenta naves; pero, antes de prestarles esta ayuda, se había dirigido a Tracia, donde había exhortado a muchas ciudades a entrar en la liga y había obtenido otras treinta trirremes 236 . Entonces, a raíz de su retraso en socorrer [3] a los corcireos, primero fue destituido de su cargo de estratego, ya que el pueblo estaba muy irritado con él; pero después, cuando desembarcó en Atenas con un gran número de embajadores de las ciudades que se adherían a la liga, con las treinta trirremes de refuerzo que había conseguido y con toda su flota perfectamente equipada para la guerra, el pueblo se arrepintió y lo reintegró en el cargo de estratego 237 . Los atenienses habían [4] equipado antes otras cuarenta trirremes, de modo que en total fueron ciento treinta; hicieron asimismo considerables provisiones de alimentos, de armas arrojadizas y de todo lo que era útil para la guerra. En el ínterin habían elegido a Ctesicles 238 como [5] estratego y lo habían enviado con quinientos hombres en auxilio de los corcireos. De noche, a escondidas, logró desembarcar en Corcira, burlando la vigilancia de los sitiadores 239 , y encontró a los habitantes de la ciudad enfrentados unos con otros y sin capacidad para dirigir eficazmente la guerra; entonces puso fin a las discordias, dedicó mucha atención a la buena marcha de la [6] ciudad y levantó la moral de los asediados 240 . Como primera medida lanzó un ataque por sorpresa a los sitiadores matando a unos doscientos; después tuvo lugar una gran batalla en la que mató a Mnasipo y a un buen número de los suyos 241 ; finalmente consiguió encerrrar y poner sitio a los sitiadores, acción por la [7] que se granjeó grandes elogios. La guerra de Corcira ya había llegado prácticamente a su fin cuando arribó a la isla la flota ateniense a las órdenes de Timoteo 242 e Ifícrates. Éstos llegaron demasiado tarde y no hicieron nada digno de mención salvo que, encontrándose con unas trirremes sicilianas enviadas por Dionisio en ayuda de los lacedemonios, a las órdenes de Cisides y Crinipo, las capturaron, en número de nueve, con sus tripulaciones. De la venta de los prisioneros obtuvieron más de sesenta talentos, con los que pagaron la soldada a sus tropas 243 .
Mientras ocurrían estos acontecimientos, en Chipre, el eunuco [8] Nicocles asesinó al rey Evágoras y se apoderó del reino de Salamina 244 . Y en Italia los romanos combatieron con los prenestinos y, vencedores, masacraron a la mayor parte de sus adversarios 245 .
373-372 a. C. Seísmos en el Peloponeso. Destrucción de Hélice y Bura.
Cuando Asteo 246 era arconte en [48 ] Atenas, los romanos, en lugar de cónsules, designaron seis tribunos militares: Marco Furio y Lucio Furio, y también Aulo Postumio, Lucio Lucrecio, Marco Fabio y Lucio Postumio 247 . Durante aquel año, en los campos y en las ciudades del Peloponeso tuvieron lugar grandes terremotos e inundaciones increíbles; nunca en épocas anteriores calamidades semejantes habían asolado las ciudades griegas, ni nunca se había visto la desaparición de ciudades con todos sus habitantes, como si una fuerza divina hubiera maquinado la destrucción y la ruina de los hombres. La magnitud de la catástrofe se vio agravada por [2] el momento en que sucedió. El seísmo no ocurrió de día, cuando las víctimas se hubieran podido ayudar mutuamente, sino que la desgracia les sobrevino de noche, por lo que las casas se derrumbaron derribadas por la violencia sísmica y los hombres, a causa de la oscuridad y de lo imprevisto de una situación sin [3] precedentes, no podían hacer nada para salvarse. La mayor parte de la población pereció sepultada debajo de los escombros de las casas; algunos, al despuntar el día lograron precipitarse fuera de las casas y, cuando creían que habían escapado del peligro, se vieron enfrentados a un desastre mucho mayor y más increíble; el mar se elevó de un modo extraordinario y se formó una ola enorme y todos los habitantes fueron engullidos y desaparecieron juntamente con sus tierras. Ésta fue la suerte que sufrieron dos ciudades de Acaya, Hélice y Bura 248 , la primera de las cuales era la más importante de las ciudades de [4] Acaya antes del seísmo. Estas catástrofes han dado lugar a una profunda investigación; los estudiosos de la naturaleza tratan de atribuir el origen de aquellas calamidades no a la divinidad, sino a fenómenos naturales e inevitables 249 , mientras que aquellos que abrigan sentimientos de piedad hacia la divinidad dan algunas explicaciones plausibles a lo ocurrido afirmando que la desgracia fue debida a la cólera de los dioses contra quienes habían sido impíos con la divinidad. Nosotros, asimismo, intentaremos tratar con precisión este asunto en un capítulo aparte de nuestra historia 250 .
La catástrofe de Hélice y Bura y su atribución a Poseidón.
En Jonia, nueve ciudades 251 solían [49 ] reunirse para celebrar las fiestas Panionias y ofrecer conjuntamente grandes sacrificios tradicionales a Poseidón en un lugar aislado situado en las cercanías de Mícale 252 . Más tarde, al estallar guerras en aquella zona y no poder celebrar allí las Panionias, trasladaron aquella asamblea solemne a un lugar seguro cercano a Éfeso. Enviaron delegados a Pitón 253 , donde obtuvieron una respuesta del oráculo con la orden de procurarse copias de los antiguos altares de sus antepasados de Hélice de Jonia, como se la llamaba antaño, o Hélice de Acaya, como se la conocía entonces 254 . Así pues, los jonios, obedeciendo al oráculo, [2] enviaron emisarios a Acaya para obtener las copias; estos enviados expusieron su misión ante la confederación de los aqueos y la persuadieron a concederles lo que pedían. Pero los habitantes de Hélice, que conservaban una antigua profecía según la cual estarían en peligro cuando los jonios sacrificaran en el altar de Poseidón, tuvieron en cuenta este vaticinio y negaron las copias a los jonios, diciendo que el santuario no era propiedad común de los aqueos, sino exclusivamente suya; y en esto los apoyaron los habitantes de Bura. Sin embargo, dado [3] que contaban con una decisión de la confederación aquea que les otorgaba el permiso, los jonios sacrificaron de todas formas en el altar de Poseidón como prescribía el oráculo; entonces, los habitantes de Hélice desbarataron la ceremonia de los jonios y apresaron a sus delegados, cometiendo así un sacrilegio contra el dios. Fue por estos hechos, según se dice, que Poseidón, airado, destruyó las ciudades impías con el terremoto y el maremoto. [4] De que la cólera contra estas ciudades deba atribuirse a Poseidón existen, se dice, pruebas evidentes; se alega que es este dios quien tiene el poder sobre los terremotos y los maremotos 255 , y parece que el Peloponeso ha sido desde antiguo la morada de Poseidón y se considera que esta tierra está, por así decir, consagrada a él y, en suma, que todas las ciudades del Peloponeso [5] veneran a este dios por encima de los demás Inmortales. Además, el Peloponeso encierra en su subsuelo grandes cavidades y cursos de agua de inmenso caudal 256 . Allí hay, en efecto, dos ríos que fluyen, sin duda, alguna bajo tierra; uno de ellos ya desapareció antiguamente penetrando en el interior de la tierra cerca de Feneo 257 , donde fue engullido por unas cavernas subterráneas, el otro se introduce en una sima cerca de Estinfalo y discurre oculto bajo tierra a lo largo de doscientos estadios antes de reaparecer cerca de la ciudad de Argos 258 . Además de lo ya dicho, afirman que no hubo más víctimas de la catástrofe [6] que aquellos que habían cometido el sacrilegio 259 . Y por lo que respecta a los terremotos y maremotos que ocurrieron, nos contentaremos con lo expuesto.
372-371 a. C. Presagio respecto al fin de la hegemonía de Esparta, que se prepara contra Tebas.
Cuando Alcístenes era arconte en [50 ] Atenas, los romanos, en lugar de cónsules, designaron ocho tribunos militares: Lucio y Publio Valerio, Gayo Terencio, Lucio Menenio y además Gayo Sulpicio, Tito Papirio y Lucio Emilio 260 , y los eleos celebraron la Olimpiada centésima segunda, en la que Damón de Turios obtuvo la victoria en la carrera del estadio 261 . Aquel año, a los lacedemonios, que desde [2] hacía casi quinientos años tenían la hegemonía de Grecia 262 , un presagio enviado por la divinidad les anunció la pérdida de la supremacía; se vio arder en el cielo durante muchas noches una gran antorcha, que, a causa de su forma, fue llamada «la viga de fuego» 263 ; y, poco tiempo después, los espartiatas fueron derrotados contra toda expectativa en una gran batalla y perdieron inesperadamente su hegemonía. Algunos [3] estudiosos de la naturaleza han atribuido la formación de la antorcha a causas naturales, afirmando que tales fenómenos celestes se producen necesariamente en momentos determinados y que los caldeos 264 de Babilonia y otros astrólogos consiguen hacer predicciones exactas sobre ellos; estos sabios, dicen, no se sorprenden cuando tiene lugar uno de estos fenómenos, sino más bien si no se producen, dado que cada uno de estos cuerpos celestes completa su propia órbita con movimientos eternos y un curso determinado. En todo caso, aquella antorcha tuvo un brillo tan grande y una luminosidad tan intensa que proyectó en la tierra sombras semejantes a las provocadas por la luna.
[4] En aquella época el rey Artajerjes, viendo que Grecia estaba de nuevo convulsa, envió embajadores, exhortando a poner fin a las guerras civiles y a concluir una paz general basada en los acuerdos adoptados anteriormente 265 . Todos los griegos aceptaron la propuesta complacidos y todas las ciudades concluyeron la paz general a excepción de Tebas. Sólo los tebanos, que mantenían Beocia bajo su jurisdicción en una confederación unitaria, fueron rechazados por los griegos, cuyo deseo unánime era que los juramentos y los pactos de adhesión se hicieran ciudad por ciudad 266 . Por este motivo, al quedar excluidos de los acuerdos como había ocurrido antes, los tebanos conservaron Beocia como una confederación única controlada por ellos. Irritados por eso, los lacedemonios decidieron [5] emprender una expedición contra ellos con un gran ejército, considerándolos enemigos de todos los griegos. Miraban ciertamente con gran recelo su crecimiento, temiendo que, gracias a su supremacía sobre toda Beocia, pudieran llegar a derribar la hegemonía de Esparta tan pronto como se les presentara la ocasión 267 . Los tebanos, en efecto, al ejercitarse asiduamente en los gimnasios, tenían una gran fuerza física; tenían además un amor innato por la guerra y en actos de valor no eran superados por ningún pueblo griego 268 . Contaban, asimismo, con [6] muchos comandantes insignes por sus hechos heroicos, y los tres más famosos eran Epaminondas, Gorgias 269 y Pelópidas. La ciudad de Tebas estaba llena de orgullo por la gloria de sus antepasados en los tiempos heroicos y aspiraba a grandes empresas. Aquel año, pues, los lacedemonios se prepararon para la guerra y reclutaron tropas tanto entre sus conciudadanos como entre los aliados.
371-370 a. C. Esparta envía a Cleómbroto a una guerra teóricamente fácil contra Tebas.
[51 ] Cuando Frasiclides era arconte en Atenas, los romanos, en lugar de cónsules, designaron ocho tribunos militares: Publio Manio 270 , Gayo Erenucio, Gayo Sesteo, Tiberio Julio, Lucio Lavinio, Publio Tribonio y Gayo Manlio y, además, Lucio Antestio 271 . Aquel año, los tebanos, que habían sido excluidos de los acuerdos de paz, se vieron obligados a sostener solos la guerra contra los lacedemonios; ninguna ciudad podía combatir a su lado ya que todas se habían [2] adherido a la paz general. Los lacedemonios, al estar aislados los tebanos, decidieron hacerles la guerra y reducir Tebas a la esclavitud. Ante el despliegue de preparativos de los lacedemonios y la falta de aliados de los tebanos, todo el mundo [3] pensaba que éstos serían derrotados con facilidad por los espartiatas. Por eso los griegos que simpatizaban con los tebanos los compadecían por las desgracias que los esperaban, mientras que aquellos que les eran hostiles estaban exultantes ante la idea de que Tebas sería reducida muy pronto a la esclavitud. Finalmente los lacedemonios, después de preparar un gran ejército, lo confiaron al rey Cleómbroto, pero antes de actuar enviaron embajadores a Tebas, intimándolos a conceder la autonomía a todas las ciudades de Beocia, a repoblar Platea [4] y Tespias y a restituir el territorio a sus antiguos propietarios 272 . Los tebanos respondieron 273 que ellos no se entrometían en los asuntos de Laconia y que Esparta tampoco debía intervenir en los de Beocia. Ante esta respuesta, los lacedemonios enviaron inmediatamente contra Tebas a Cleómbroto 274 con el ejército. Los aliados de los lacedemonios participaban en la guerra con entusiasmo, puesto que esperaban que no habría encuentro ni combate y que vencerían a los beocios sin levantar el polvo del campo de batalla 275 .
Ante la amenaza espartana, Tebas confía la dirección de la guerra a Epaminondas, que reacciona ante unos augurios desfavorables y acampa en Coronea.
El ejército lacedemonio avanzó [52 ] hasta llegar a Coronea 276 , donde acampó y esperó a los aliados que se retrasaban. Ante la llegada del enemigo, los tebanos decretaron poner a salvo en Atenas a las mujeres y niños 277 , y ellos nombraron estratego a Epaminondas y le confiaron la dirección de la guerra, asignándole como consejeros a seis beotarcas 278 . Epaminondas [2] movilizó para la batalla a todos los tebanos en edad militar y a los demás beocios aptos para las armas; luego salió de Tebas con su ejército, que en total no contaba con más de [3] seis mil hombres 279 . En el momento de la salida de la ciudad, muchos soldados creyeron ver presagios desfavorables para el ejército. Cerca de la puerta, en efecto, a Epaminondas y a sus hombres les salió al encuentro un heraldo ciego 280 que anunciaba la huida de esclavos, pregonando a voz en grito, como era costumbre, que no había que sacarlos de Tebas ni ocultarlos, [4] sino que era obligatorio devolverlos y restituirlos sanos y salvos. Al escuchar las palabras del heraldo, los soldados más viejos las consideraron un augurio del futuro, pero los jóvenes se mantuvieron tranquilos para no dar la impresión de que por cobardía trataban de disuadir a Epaminondas de la expedición. Entonces, Epaminondas a aquellos que afirmaban que se debía prestar atención a los augurios les dijo: «Un solo augurio es el mejor: luchar en defensa de la patria» 281 .
Apenas Epaminondas acababa de sorprender a los temerosos [5] con esta réplica, cuando apareció un segundo augurio más desfavorable que el anterior. El secretario 282 avanzaba con una lanza en la que estaba sujeta una cinta 283 y anunciaba las órdenes de los comandantes, y ocurrió que, al levantarse viento, la cinta se soltó de la lanza y fue a enredarse en la estela colocada sobre una tumba. En aquel lugar estaban sepultados unos lacedemonios y peloponesios que habían caído combatiendo a las órdenes de Agesilao 284 . [6] Algunos viejos soldados que asistían a este segundo incidente protestaron enérgicamente oponiéndose a que las tropas avanzaran dado que los dioses se mostraban claramente contrarios, pero Epaminondas, sin responderles 285 , hizo avanzar al ejercito, convencido de que la consideración del honor y el respeto a la justicia debían anteponerse a los presagios del momento. Epaminondas, [7] pues, que había recibido una formación filosófica 286 y que aplicaba sabiamente los principios de su educación, en aquella ocasión fue objeto de muchas críticas; pero después, a raíz de sus éxitos, se le consideró dotado de un extraordinario talento estratégico y prestó a su patria los más grandes servicios. Entonces hizo avanzar sin dilación al ejército y, después de ocupar el paso de Coronea 287 antes que el enemigo, acampó en aquel lugar.
Avance de Cleómbroto hasta Leuctra. Ingenio de Epaminondas, cuyo criterio prevalece.
[53 ] Cleómbroto, al enterarse de que el enemigo ya había ocupado los accesos, renunció a abrirse paso por aquella zona; prosiguió su marcha a través de la Fócide y, recorriendo un camino dificultoso junto a la costa, penetró en Beocia sin encontrar resistencia 288 . Durante la marcha conquistó algunos fuertes y se apoderó de diez trirremes. A continuación [2] llegó a un lugar llamado Leuctra 289 , donde acampó e hizo descansar a sus soldados de las fatigas de la marcha. Entre tanto, los beocios avanzaban al encuentro del enemigo y, cuando estuvieron cerca y, después de superar unas colinas 290 , descubrieron de repente que los lacedemonios ocupaban toda la llanura de [3] Leuctra, se espantaron a la vista de la magnitud de aquel ejército 291 . Los beotarcas se reunieron para decidir si debían permanecer y afrontar un ejército mucho más numeroso o retirarse y entablar la batalla en un lugar más favorable. El resultado fue que los votos de los comandantes se dividieron en dos partes iguales; de los seis beotarcas presentes, en efecto, tres opinaron que debía retirar el ejército, mientras que los otros tres, entre los que se contaba Epaminondas, pensaban que se debía permanecer y combatir. Se estaba en una situación de gran dificultad y sin saber qué decidir cuando llegó el séptimo beotarca 292 , al que Epaminondas logró convencer para que votara como él y así prevaleció su opinión. De este modo, pues, se tomó la decisión de afrontar una batalla decisiva. Epaminondas, no obstante, viendo los temores [4] supersticiosos de los soldados a causa de los presagios que habían tenido lugar, se esforzaba por contrarrestar el recelo de las tropas con su ingenio y astucia. Por ello persuadió a unos hombres que acababan de llegar de Tebas para que dijeran que las armas del templo de Heracles habían desaparecido de un modo incomprensible 293 y que en Tebas se había difundido el rumor de que los antiguos héroes las habían cogido y habían partido en ayuda de los beocios. Presentó también a otro hombre como si hubiera venido recientemente de un descenso al antro de Trofonio 294 ; este hombre dijo que el dios les daba la orden de instituir, después de vencer en Leuctra, una competición con coronas como premios en honor de Zeus Rey; éste es el origen de la fiesta que los beocios celebran en Lebadea 295 .
Vaticinios respecto a Leuctra. En orden de batalla.
[54 ] En este plan colaboró, asimismo, el espartiata Leandrias 296 , que había sido exiliado de Lacedemón y entonces combatía al lado de los tebanos. Éste, conducido ante la asamblea, reveló que se conservaba un antiguo vaticinio entre los espartiatas, según el cual perderían su hegemonía [2] cuando los tebanos los derrotaran en Leuctra. Comparecieron también ante Epaminondas unos intérpretes de oráculos del lugar, afirmando que cerca de la tumba de las hijas de Leuctro y Escédaso los lacedemonios debían sufrir inevitablemente [3] una terrible derrota. La explicación que daban era la siguiente. Leuctro era el personaje por el que la llanura recibía su nombre. Tanto sus hijas como las de un cierto Escédaso, todas vírgenes, habían sido violadas por unos embajadores de los lacedemonios; las muchachas ultrajadas no soportaron la desgracia y, después de haber maldecido al país que había enviado a los causantes del ultraje, se quitaron la [4] vida con sus propias manos 297 . Se contaban otras muchas historias similares y, una vez que Epaminondas hubo reunido una asamblea y hubo exhortado a sus soldados al combate con palabras apropiadas a las circunstancias, todos cambiaron de actitud y, liberados de los temores supersticiosos, se dispusieron [5] para la batalla con ánimo confiado. Fue entonces cuando les llegó a los tebanos el refuerzo de un contingente aliado tesalio compuesto por mil quinientos infantes y quinientos soldados de caballería a las órdenes de Jasón 298 . Éste persuadió a los beocios y a los lacedemonios a concluir una tregua para prevenirse de este modo contra los imprevistos de la Fortuna. Una vez concluido el armisticio, Cleómbroto se retiró [6] de Beocia con su ejército y se encontró con otro gran ejército de lacedemonios y aliados al mando de Arquidamo 299 , hijo de Agesilao. Los espartiatas, en efecto, viendo la determinación de los beocios y temiendo su coraje y la fuerza de la desesperación, habían enviado un segundo ejército para contrarrestar la audacia del enemigo con el número de sus combatientes. Cuando se hubieron reunido los dos ejércitos, [7] los lacedemonios consideraron que era deshonroso tener miedo del valor de los beocios; por ello, sin tener en cuenta el armisticio, dieron la vuelta, llenos de ardor, en dirección a Leuctra. Los beocios también estaban prestos para el combate, por lo que unos y otros dispusieron sus fuerzas en orden de batalla.
Batalla de Leuctra. Nueva táctica de Epaminondas. Muerte de Cleómbroto.
[55 ] En el campo de los lacedemonios estaban al frente de las alas los descendientes de Heracles 300 , el rey Cleómbroto y Arquidamo, hijo del rey Agesilao, mientras que en el campo de los beocios Epaminondas adoptó un orden [2] de batalla de su invención e inusual 301 y gracias a esta táctica obtuvo la famosa victoria. Escogió a los mejores soldados de todo el ejército y los situó en el ala donde él mismo tenía intención de combatir; alineó en la otra ala las fuerzas más débiles y les ordenó que evitaran el combate y retrocedieran paulatinamente ante el ataque del enemigo. De este modo, al disponer su falange en formación oblicua, planeó decidir el desenlace de la batalla con el ala en la que se encontraban las [3] tropas de élite 302 . Cuando las trompetas de ambos bandos dieron el toque de combate y los ejércitos al primer asalto lanzaron al unísono el grito de guerra, los lacedemonios marcharon contra las dos alas enemigas con su falange desplegada en forma de media luna; los beocios, en cambio, retrocedían con un ala, mientras que con la otra se lanzaban a la carrera al encuentro del enemigo. Cuando trabaron combate, los dos ejércitos [4] lucharon ardorosamente y primero la batalla estuvo indecisa, pero después, al llevar ventaja las tropas de Epaminondas gracias a su valor y a su formación cerrada, muchos peloponesios empezaron a caer. No podían resistir la presión de las valerosas tropas de élite y los que se enfrentaban a ellas caían o eran heridos, todos con golpes frontales. Mientras el rey de los [5] lacedemonios, Cleómbroto, estuvo vivo, con muchos conmilitones combatiendo a su lado dispuestos a morir por él, fue incierto hacia dónde se inclinaría el fiel de la victoria, pero una vez que, pese a afrontar todos los peligros, no fue capaz de rechazar a sus adversarios y murió combatiendo heroicamente y cubierto de heridas, entonces fueron muchos los que se apiñaron en torno a su cuerpo y se apiló un montón enorme de cadáveres.
Derrota espartana. La gloria de Epaminondas.
Al quedar sin mando el ala, las [56 ] tropas pesadas de Epaminondas acosaron a los lacedemonios y comenzaron por forzar al enemigo a romper un poco sus filas. Los lacedemonios por su parte, combatiendo gallardamente en torno a su rey, se apoderaron de su cuerpo pero no pudieron conseguir la victoria. Esto fue así porque, al aventajarlos [2] en acciones heroicas las tropas de élite beocias, que contaban con la contribución del valor y de las exhortaciones de Epaminondas, los lacedemonios, después de una dura lucha, fueron forzados a retroceder. Primero la retirada los llevó a ir rompiendo sus filas 303 , pero finalmente, cuando ya fueron numerosas las bajas y hubo muerto el comandante [3] que les conducía, la desbandada del ejército fue total. Las fuerzas de Epaminondas persiguieron a los fugitivos, dieron muerte a un gran número de adversarios y obtuvieron una victoria brillantísima. En efecto, el hecho de haber afrontado a los griegos más valientes y de haber superado contra toda expectativa, con pocos hombres, a tropas mucho más numerosas les proporcionó una gran fama de valor. El general Epaminondas fue considerado merecedor de los más altos elogios por haber derrotado a los señores invencibles de Grecia sobre todo gracias a su propio valor y [4] a su talento estratégico. Cayeron en aquella batalla por lo menos cuatro mil lacedemonios 304 y unos trescientos Beodos. A continuación concluyeron una tregua 305 que permitió la recogida de los cadáveres y el retorno de los lacedemonios al Peloponeso. Tal fue el resultado de la batalla de Leuctra 306 .
370-369 a. C. Expedición de Tebas contra Orcómeno. Progresos de Jasón de Feras. El escitalismo de Argos.
Transcurrido aquel año, en Ateñas [57 ] fue arconte Disniceto y en Roma, en lugar de cónsules, fueron nombrados cuatro tribunos militares: Quinto Servilio, Lucio Furio, Gayo Licinio y Publio Celio 307 . Este año los tebanos hicieron una expedición contra Orcómeno con un gran ejército. Su intención era reducir esta ciudad a la esclavitud, pero cambiaron de parecer cuando Epaminondas les dio el consejo de que, si aspiraban a la hegemonía de Grecia, debían conservar con muestras de generosidad lo que se habían procurado con su valor. Por eso concedieron a los orcomenios los derechos políticos 308 que tenían sus aliados, y a continuación, después de obtener la amistad de los focenses, los etolios y los locros 309 , regresaron a Beocia.
Jasón 310 , el tirano de Feras, cuyo poder se acrecentaba continuamente, [2] hizo una expedición contra Lócride 311 y, después de conquistar gracias a una traición Heraclea de Traquinia 312 , la devastó y entregó su territorio a los eteos y a los melieos 313 . A continuación marchó contra Perrebia 314 , donde se atrajo algunas ciudades con generosas promesas y se apoderó de otras por la fuerza. Pero ante la rápida consolidación de su poder, los habitantes de Tesalia miraban con recelo sus progresos y su ambición.
[3] Mientras ocurrían estos hechos, en la ciudad de Argos estalló una revuelta acompañada de tantas matanzas que no se tiene recuerdo de nada similar en otro pueblo griego. Entre los griegos esta revolución fue llamada escitalismo 315 , tomando su nombre de la forma en que tenían lugar las ejecuciones.
Reflexión sobre la revolución de Argos.
[58 ] Esta revolución estalló por los motivos siguientes. La ciudad de Argos tenía un régimen democrático y, dado que algunos demagogos incitaban al pueblo contra los ciudadanos que sobresalían por su riqueza o por su fama, las víctimas de estos ataques conspiraron y decidieron [2] derribar la democracia. Algunos de los sospechosos de estar implicados en la conjuración fueron torturados, mientras que otros, por miedo al suplicio de la tortura, se quitaron la vida; pero uno, que confesó bajo tortura y recibió garantías de impunidad, se convirtió en delator y denunció a treinta de los ciudadanos más ilustres. Entonces el pueblo, sin proceder a una investigación escrupulosa, hizo ejecutar a todos los acusados y confiscó sus bienes. Y al estar otros muchos bajo sospecha e insistir los demagogos [3] en sus acusaciones calumniosas, el pueblo llegó a un tal grado de brutalidad que condenó a muerte a todos los acusados, que eran muchos y muy ricos 316 . Fueron ejecutados más de mil doscientos ciudadanos 317 influyentes y el pueblo no perdonó ni a los mismos demagogos. En efecto, habida cuenta de la gravedad de [4] las circunstancias, los demagogos, por miedo a ser víctimas de algún imprevisto, pusieron fin a las acusaciones; entonces el populacho, enfurecido por creerse traicionado por ellos, hizo ejecutar a todos los demagogos. De este modo, pues, éstos, como si una divinidad se vengara, recibieron el castigo que merecían, y el pueblo, cesando en su furor, recuperó su antigua cordura 318 .
La Confederación Arcadia y la guerra civil de Tegea.
Por la misma época, Licomedes [59 ] de Tegea 319 persuadió a los arcadios a formar una única confederación y a constituir una asamblea general compuesta por diez mil miembros 320 , con [2] facultades para decidir sobre la guerra y sobre la paz. Pero estalló una grave discordia entre los arcadios 321 y las dos facciones acudieron a las armas para resolver sus diferencias; muchos fueron muertos y más de mil cuatrocientos tuvieron que marchar [3] al exilio, unos a Esparta y otros a Palantio. Estos últimos fueron entregados por los palantios y la facción vencedora los masacró 322 , mientras que los que se habían refugiado en Esparta persuadieron a los lacedemonios a emprender una expedición [4] contra Arcadia 323 . Por eso el rey Agesilao, con su ejército y los exiliados, invadió el territorio de los tegeatas, a quienes se consideraba responsables de la insurrección y de los exilios. Agesilao devastó los campos, lanzó asaltos contra la ciudad y provocó el pánico entre los arcadios de la facción contraria 324 .
Jasón al frente de Tesalia. Tres muertes coincidentes: Amintas, Agesípolis y Jasón. Las Historias de Duris de Samos.
[60 ] Mientras ocurrían estos hechos, Jasón 325 , el tirano de Feras, hombre de extraordinario talento estratégico que había inducido a muchos pueblos confinantes a aliarse con él, convenció a los tesalios de que podían aspirar a la hegemonía de Grecia, afirmando que se ofrecía como una recompensa al valor para aquellos que fueran capaces de disputar por ella. Los lacedemonios, en efecto, [2] habían sufrido una gran debacle en Leuctra, los atenienses sólo pretendían el dominio del mar, los tebanos no eran dignos del primer puesto y los argivos estaban debilitados por las luchas intestinas y las matanzas fratricidas. Por eso los tesalios entregaron el mando supremo a Jasón y le confiaron la dirección de la guerra 326 . Una vez asumido el mando, Jasón se atrajo a algunos pueblos vecinos y concluyó una alianza con Amintas, el rey de los macedonios 327 .
Una coincidencia singular tuvo lugar durante este año; tres [3] soberanos murieron por la misma época 328 . Amintas, hijo de Arrideo 329 , que era rey de Macedonia, murió después de haber reinado veinticuatro años 330 , dejando tres hijos: Alejandro, Perdicas y Filipo; le sucedió en el trono su hijo Alejandro, que reinó un año 331 . Igualmente dejó de existir Agesípolis, rey de los lacedemonios, [4] después de un año de reinado; le sucedió en el poder [5] su hermano Cleómenes, que reinó treinta y cuatro años 332 . El tercero fue Jasón de Feras, que había sido elegido señor de Tesalia y que al parecer gobernaba a sus súbditos con benevolencia; fue asesinado, según ha escrito Éforo 333 , por siete jóvenes conjurados en pos de la fama, o, como escriben algunos, por su hermano Polidoro 334 . Fue éste quien le sucedió en el poder supremo 335 ; gobernó un año.
[6] El historiador Duris de Samos hizo comenzar en este punto su historia de Grecia 336 .
Éstos fueron, pues, los acontecimientos de aquel año.
369-368 a. C. Tesalia: tiranía de Alejandro de Feras. Los Alévadas piden ayuda a Alejandro II de Macedonia.
Cuando en Atenas era arconte Lisístrato, [61 ] en Roma estallaron las discordias civiles; unos pensaban que había que elegir cónsules, mientras que otros eran partidarios de nombrar tribunos militares. A estas luchas intestinas siguió un período de anarquía, pero luego se decidió elegir seis tribunos militares, y los designados fueron Lucio Emilio, Gayo Verginio, Servio Sulpicio y además Lucio Quintio, Gayo Cornelio y Gayo Valerio 337 . Este [2] año, Polidoro de Feras, que estaba al frente de los tesalios, fue envenenado por su sobrino 338 Alejandro, que le hizo beber hasta la embriaguez. El poder supremo pasó a manos de este sobrino Alejandro, que gobernó once años 339 . Éste, que había ocupado el trono ilegalmente y con violencia, mantuvo la misma tónica en el ejercicio del poder. Mientras que los señores que le habían precedido, al comportarse benignamente con el pueblo, se habían hecho amar 340 , él era odiado por su gobierno [3] cruel y violento 341 . Por eso, por temor a sus iniquidades, algunos lariseos, que por su noble linaje recibían el nombre de Alévadas 342 , se conjuraron para derribarlo del poder. Marcharon de Larisa y se dirigieron a Macedonia, donde persuadieron [4] al rey Alejandro para que los ayudara a derrocar al tirano 343 . Mientras estaban ocupados en este proyecto, Alejandro de Feras, informado de lo que se preparaba contra él, reclutó a los hombres aptos para las armas con la intención de entablar batalla en Macedonia. Pero el rey de los macedonios, que tenía a su lado a los exiliados de Larisa, se anticipó a sus enemigos y se presentó en Larisa con su ejército e, introducido en el interior de las fortificaciones por los lariseos, se apoderó de la [5] ciudad con excepción de la acrópolis. A continuación expugnó la acrópolis y, después de ganarse para su causa la ciudad de Cranón 344 , prometió a los tesalios que les devolvería estas ciudades, pero después, sin preocuparse por su reputación, introdujo en ellas guarniciones considerables y las conservó en su poder 345 . Alejandro de Feras por su parte, perseguido y amedrentado, regresó a Feras. Tal era entonces la situación en Tesalia.
Esparta derrotada en Orcómeno porlos arcadios, que piden ayuda a los beocios. Expedición contra Esparta.
En el Peloponeso, los lacedemonios [62 ] enviaron como estratego a Arcadia a Polítropo 346 con mil hoplitas elegidos entre los ciudadanos y quinientos exiliados argivos y beocios. Éste se dirigió a Orcómeno de Arcadia 347 y custodió esta ciudad, que mantenía buenas relaciones con los espartiatas. Entonces, Licomedes de [2] Mantinea, que era estratego 348 de los arcadios, tomó consigo a las llamadas «tropas de élite», formadas por cinco mil hombres 349 , y se presentó en Orcómeno. Los lacedemonios hicieron salir a su ejército de la ciudad y se entabló una violenta batalla 350 , en la que pereció el estratego de los lacedemonios junto a unos doscientos de sus hombres, mientras que los restantes fueron perseguidos hasta la ciudad. Los arcadios, pese a su victoria, [3] temían la potencia de Esparta y no se consideraban bastante fuertes para proseguir por su cuenta la guerra contra los lacedemonios. Por eso, después de haber obtenido el apoyo de los argivos y eleos 351 , enviaron primero embajadores a Atenas para solicitar una alianza contra los espartiatas; pero después, en vista de que nadie atendía a su propuesta 352 , enviaron una embajada a los tebanos y los persuadieron a concluir una alianza contra [4] los lacedemonios 353 . Los beocios hicieron partir inmediatamente un ejército, al que unieron contingentes aliados enviados por los locros y los focenses. Este ejército avanzó hacia el Peloponeso a las órdenes de los beotarcas Epaminondas y Pelópidas, a quienes [5] los otros beotarcas 354 habían cedido voluntariamente el mando en reconocimiento de su talento y valor. Cuando llegaron a Arcadia, se les unieron en masa 355 los arcadios, los eleos, los argivos y todos los otros aliados. Y una vez que estuvieron reunidos más de cincuenta mil hombres 356 , los comandantes deliberaron 357 y decidieron marchar contra la misma Esparta y saquear toda Laconia 358 .
Primera invasión tebana del Peloponeso. Esparta pide ayuda a Atenas.
[63 ] Los lacedemonios habían perdi do muchos jóvenes en el desastre de Leuctra, habían tenido numerosas bajas en las restantes derrotas y se veían, en suma, constreñidos por la Fortuna a contar con un escaso número de milicias de ciudadanos; a esto se añadía que algunos aliados habían hecho defección, mientras que otros estaban faltos de hombres por las mismas razones que ellos; por todo ello habían caído en una situación de gran impotencia. Se vieron, pues, obligados a recurrir a la ayuda de los atenienses, el pueblo al que en otro tiempo habían impuesto los Treinta Tiranos y al que habían impedido reconstruir los muros de su ciudad 359 , el pueblo cuya ciudad habían tratado de arrasar completamente y cuyo territorio, el Ática, habían querido convertir en una cañada para el ganado 360 . Pero nada hay más fuerte que la Necesidad [2] y la Fortuna, que forzaron a los lacedemonios a implorar la ayuda de sus peores enemigos. Sus esperanzas, sin embargo, no se vieron defraudadas. El pueblo ateniense, en efecto, magnánimo y generoso 361 , no se dejó amedrentar por el poder de los tebanos y decretó acudir en masa 362 en auxilio de los lacedemonios en peligro de ser reducidos a la esclavitud. Inmediatamente confió el mando a Ifícrates y lo hizo partir el mismo día con doce mil hombres jóvenes. Ifícrates, cuyos soldados estaban llenos de ardor, avanzó con su ejército a toda prisa 363 . Dado que el enemigo había acampado en la frontera [3] de Laconia, los lacedemonios partieron, también ellos en masa, de Esparta y avanzaron al encuentro de sus adversarios con fuerzas numéricamente inferiores, pero confiados en su ánimo [4] valeroso. Epaminondas y sus oficiales, dándose cuenta de la dificultad de penetrar 364 en el territorio de los lacedemonios, pensaron que no les reportaba ninguna ventaja efectuar la invasión con un ejército tan numeroso agrupado y decidieron dividirse en cuatro columnas y realizar la irrupción por diversos puntos 365 .
El ejército invasor, dividido en cuatro columnas, llega a Selasia e irrumpe en Laconia.
[64 ] La primera columna, la de los beocios, siguió el camino directo 366 a la ciudad llamada Selasia 367 e hizo que sus habitantes abandonaran la [2] causa de los lacedemonios. Los argivos irrumpieron por la frontera de Tegeátide 368 y tuvieron que trabar combate con la guarnición que vigilaba el paso; mataron al comandante del destacamento, el espartiata Alejandro, y a unos doscientos hombres, entre los que precisamente se encontraban los exiliados beocios 369 . La tercera columna, que estaba formada por los arcadios y era la [3] más numerosa, penetró en la región llamada Escirítide 370 , defendida por Íscolas 371 , un hombre de un valor y de un talento militar excepcionales, con un contingente numeroso. Este hombre, uno de los más ilustres soldados, realizó una hazaña heroica que merece pasar a la posteridad. Viendo que, debido a la [4] superioridad numérica del enemigo, iban a perecer todos los que tomaran parte en la batalla, juzgó por una parte indigno de Esparta abandonar su puesto en el paso, pero por otra pensó que salvar a sus soldados sería útil para la patria; así pues, de un modo sorprendente, concilió ambos objetivos y puso todo su empeño en emular el valor demostrado en otro tiempo por el rey Leónidas en las Termópilas 372 . Eligió a los jovenes y los envió [5] a Esparta para que fueran útiles en aquella situación de extremo peligro, y él mismo, manteniéndose en su puesto con los soldados de más edad, mató a muchos enemigos antes de ser rodeado por los arcadios y perecer con todos sus hombres 373 . Los eleos, [6] que formaban la cuarta sección del ejército, pasaron por otros lugares carentes de obstáculos 374 y llegaron a Selasia, que era el lugar de encuentro que se había fijado para todas las unidades. Una vez que todo el ejército se hubo reagrupado en Selasia, avanzaron contra la misma Esparta saqueando e incendiando el territorio 375 .
Epaminondas ataca Esparta, saquea Laconia y regresa a Arcadia. Preparativos lacedemonios.
[65 ] Los lacedemonios, que durante quinientos años habían preservado Laconia de devastaciones 376 , entonces no podían soportar verla saqueada por el enemigo y, en el arrebato de su cólera 377 , trataban de lanzarse fuera de la ciudad, pero los ancianos, por temor a un ataque, les impidieron alejarse demasiado del solar patrio y los persuadieron a permanecer allí para velar por la seguridad de su ciudad 378 . [2] Epaminondas con sus hombres descendió por el Taigeto hacia el Eurotas 379 y trató de atravesar el río, cuya corriente era impetuosa debido a la estación invernal. Cuando los lacedemonios vieron el desorden en las fuerzas contrarias provocado por la dificultad del cruce, aprovecharon la ocasión que se les brindaba para el ataque y dejaron en la ciudad a las mujeres, los niños y los ancianos para defender Esparta, mientras que ellos, con la totalidad de los hombres en edad militar, efectuaron una salida contra los enemigos y, abalanzándose sobre ellos por sorpresa mientras atravesaban el río, hicieron una verdadera matanza 380 . Pero cuando los beocios y los arcadios contraatacaron [3] y, gracias a su superioridad numérica, comenzaron a rodear a sus adversarios, los espartiatas se retiraron a la ciudad después de haber causado muchas bajas y haber dejado un claro testimonio de su valor. A continuación, cuando Epaminondas con todas [4] sus tropas lanzó un tremendo asalto contra la ciudad 381 , los espartiatas, ayudados por las buenas defensas naturales del lugar, mataron a muchos de aquellos que atacaban precipitadamente; pero, al final, los sitiadores, tras poner todo su empeño, dieron primeramente la impresión de que se apoderaban de Esparta a viva fuerza; sin embargo, dado que de los asaltantes unos eran muertos y otros heridos, Epaminondas hizo sonar la trompeta para que sus soldados se retiraran, mientras que él con sus hombres, acercándose a la ciudad, retó a los espartiatas a una batalla campal y, en caso contrario, los instó a que reconocieran su inferioridad ante el enemigo. Los espartiatas le respondieron que [5] entablarían la batalla decisiva en el momento oportuno y él se alejó de la ciudad. Luego saqueó toda Laconia y, después de haber reunido un botín incalculable, regresó a Arcadia. Después [6] de estos hechos, los atenienses, que no habían llegado a tiempo 382 , regresaron al Ática sin haber llevado a cabo ninguna acción digna de mención. Los lacedemonios recibieron de sus aliados una ayuda de cuatro mil soldados 383 . A éstos añadieron mil hilotas que habían liberado recientemente 384 y doscientos exiliados beocios e hicieron venir asimismo numerosas tropas de las ciudades vecinas, con lo que formaron un ejército capaz de enfrentarse al enemigo. Lo mantuvieron reunido e hicieron que se ejercitara, y así de día en día aumentaron su confianza en sí mismos preparándose para la batalla decisiva.
Epaminondas funda Mesene. Resumen de la historia de los mesenios.
[66 ] Epaminondas, que era un hombre de grandes proyectos y aspiraba a una gloria inmortal, aconsejó a los arcadios y a los otros aliados que fundaran Mesene, arrasada muchos años antes por los lacedemonios, ya que ocupaba una posición favorable para las operaciones contra Esparta. Al estar todos de acuerdo, buscó a los mesenios que quedaban, inscribió como ciudadanos a todas las demás personas que querían 385 y fundó Mesene 386 , dotándola de un gran número de habitantes. Repartió entre ellos las tierras por sorteo y con aquella reedificación de la región devolvió la vida a una ilustre ciudad griega y se granjeó un gran reconocimiento entre todos los hombres 387 .
No me parece inoportuno, dado que Mesene fue tomada y [2] arrasada en diversas ocasiones 388 , recapitular aquí su historia desde sus orígenes 389 . Antiguamente, pues, hasta la guerra de Troya, perteneció a la línea de Neleo y de Néstor 390 ; después, a Orestes, hijo de Agamenón, y a sus descendientes hasta el retorno de los Heraclidas, a raíz del cual Cresfontes obtuvo Mesenia en el reparto 391 , y sus descendientes reinaron allí durante un tiempo; luego los descendientes de Cresfontes perdieron el reino [3] y se apoderaron de él los lacedemonios 392 . Posteriormente, después de que muriera en una disputa 393 el rey de los lacedemonios, Teleclo 394 , los mesenios fueron derrotados en una guerra con los lacedemonios. Se dice que esta guerra duró veinte años 395 ya que los lacedemonios habían jurado que no volverían a Esparta si no conquistaban Mesene. Fue entonces cuando nacieron los llamados partenias, que fundaron la ciudad de Tarento 396 . Más tarde, cuando los mesenios estaban sometidos a los lacedemonios, Aristómenes persuadió a los mesenios a rebelarse contra los espartiatas 397 , a los que causó muchos males; y fue entonces cuando el poeta Tirteo fue cedido por los atenienses a los espartiatas como comandante 398 . Algunos autores 399 afirman, [4] por el contrario, que Aristómenes vivió en la época de la guerra de los veinte años. La última guerra entre los dos pueblos estalló cuando tuvo lugar el gran terremoto que prácticamente destruyó toda Esparta y la despobló 400 . Fue entonces cuando los mesenios que quedaban fundaron Itome juntamente con los hilotas que habían participado en la rebelión, mucho tiempo después de la destrucción de Mesene. Pero, después de fracasar en [5] todas las guerras, finalmente fueron desterrados y se establecieron en Naupacto, ciudad que les dieron los atenienses para que residieran en ella. Algunos de ellos se exiliaron a Cefalenia y otros se establecieron en Sicilia, en Mesene, que por ellos tomó su nombre 401 . En fin, en el período al que ahora nos referimos, [6] los tebanos, por consejo de Epaminondas, que hizo venir mesenios de todas partes, fundaron Mesene y les restituyeron su antiguo territorio. Tales fueron, pues, las muchas e importantes vicisitudes de Mesene.
Alianza entre Atenas y Esparta. Éxito arcadio en Laconia. Primera intervención de Pelópidas en Tesalia.
[67 ] Los tebanos realizaron todo lo que hemos expuesto en ochenta y cinco días 402 y, después de dejar una guarnición considerable en Mesene, regresaron a su casa. Los lacedemonios, que inesperadamente se vieron liberados de los enemigos, enviaron una embajada 403 a Atenas compuesta por los espartiatas más ilustres y concluyeron un acuerdo sobre la hegemonía según el cual los atenienses serían dueños del mar, y los lacedemonios, de la tierra; pero después las dos ciudades ejercieron en común la hegemonía sobre ambos [2] dominios 404 . Los arcadios, tras elegir estratego a Licomedes y confiarle las denominadas «tropas de élite», formadas por cinco mil hombres 405 , hicieron una expedición contra Pelene 406 de Laconia. Se apoderaron de la ciudad a viva fuerza, mataron a los más de trescientos hombres de la guarnición dejada por los lacedemonios y, una vez que hubieron esclavizado la ciudad y saqueado el territorio, regresaron a su patria antes de que llegaran [3] las tropas de socorro de los lacedemonios. Los beocios, solicitados por los tesalios 407 para liberar sus ciudades y abatir la tiranía de Alejandro de Feras, enviaron a Tesalia a Pelópidas con un ejército, ordenándole que arreglara los asuntos de Tesalia de acuerdo con los intereses de los beocios. Pelópidas llegó [4] a Larisa donde encontró la acrópolis ocupada por una guarnición de Alejandro de Macedonia 408 ; la conquistó y penetró luego en Macedonia, donde concluyó una alianza con Alejandro, rey de los macedonios; de él recibió como rehén a su hermano Filipo 409 , al que envió a Tebas. Una vez que hubo arreglado la situación de Tesalia de la manera que le pareció más conveniente para los beocios, regresó a su patria.
Segunda invasión tebana del Peloponeso.
Después de estos hechos, los arcadios, los argivos [68 ] y los eleos decidieron de común acuerdo emprender una expedición contra los lacedemonios y, enviando una embajada a los beocios, los persuadieron a participar en la guerra. Los beocios dieron el mando a Epaminondas junto con otros beotarcas 410 y enviaron siete mil soldados de infantería y seiscientos de caballería 411 . Los atenienses, al enterarse de que las fuerzas beocias iban a pasar al Peloponeso, enviaron contra ellas un ejército a las órdenes del estratego Cabrias. [2] Éste llegó a Corinto y, después de añadir a sus tropas soldados de Mégara 412 , de Pelene 413 y de la propia Corinto, formó un ejército de diez mil hombres. A continuación, cuando los lacedemonios y los otros aliados 414 llegaron a Corinto, el total [3] de las fuerzas reunidas ascendió por lo menos a veinte mil hombres. Decidieron fortificar los accesos e impedir a los beocios la invasión del Peloponeso. Comenzando desde Cencreas hasta Lequeo 415 , cortaron la región con empalizadas y profundos fosos. Completaron las obras en seguida gracias al gran número de brazos y al ardor de las tropas, de modo que tuvieron fortificada toda la zona antes de la llegada de los beocios.
[4] Cuando llegó Epaminondas con su ejército, inspeccionó el terreno y, dándose cuenta de que el lugar más accesible era el custodiado por los lacedemonios, comenzó por retar al enemigo, que le triplicaba en efectivos, a entablar batalla; pero luego, dado que nadie se atrevía a avanzar fuera de las fortificaciones, sino que todos permanecían al abrigo del atrincheramiento, [5] se lanzó al ataque contra el enemigo. Así pues, toda la zona fue escenario de ataques encarnizados, pero los más violentos fueron los dirigidos contra los lacedemonios, cuyas posiciones eran más accesibles y difíciles de defender. Los dos bandos combatieron con extraordinario espíritu de emulación y Epaminondas, que tenía a su lado las tropas de élite tebanas, logró a duras penas superar a los lacedemonios; rompió su línea de defensa, hizo pasar a su ejército y penetró en el Peloponeso, llevando a cabo de este modo una empresa en nada inferior a sus hazañas precedentes 416 .
Los tebanos atacan diversas ciudades y, en Corinto, son rechazados por Cabrias.
Inmediatamente se dirigió contra [69 ] Trecén y Epidauro 417 y devastó su territorio, pero no pudo apoderarse de las ciudades debido a que tenían guarniciones considerables; consiguió, sin embargo, la adhesión de Sición 418 , Fliunte 419 y algunas otras ciudades gracias al temor que les inspiraba. Marchó luego contra Corinto y, cuando los corintios efectuaron una salida contra él, los venció en una batalla y los persiguió hasta el interior de las murallas; al exaltarse los beocios por el éxito y atreverse algunos temerariamente a irrumpir en la ciudad a través de la puerta, los corintios, espantados, se refugiaron en sus casas, pero Cabrias, el estratego ateniense, opuso una resistencia valerosa e inteligente y logró expulsar a [2] los beocios de la ciudad aplastando a muchos de ellos 420 . Heridos en su amor propio, los beocios dispusieron todas sus fuerzas en orden de batalla y dirigieron un asalto terrible contra Corinto, mientras que Cabrias hizo salir a sus atenienses de la [3] ciudad y, ocupando las posiciones más elevadas 421 , esperó a pie firme el ataque enemigo. Los beocios, confiados en su poderío físico y en la experiencia adquirida en las continuas guerras, esperaban superar a los atenienses con la fuerza, pero Cabrias y los suyos, que combatían desde posiciones más elevadas y recibían abundantes suministros de la ciudad, mataron a muchos [4] asaltantes y a otros los cubrieron de heridas. Después de haber sufrido importantes pérdidas sin haber obtenido ningún resultado, los beocios emprendieron la retirada. De esta forma, pues, Cabrias, admirado por su valor y por su capacidad estratégica, consiguió rechazar al enemigo.
Refuerzos de Dionisio a los lacedemonios. La misión de Filisco. Tiranía de Eufrón en Sición.
[70 ] Desde Sicilia arribaron a Corinto dos mil celtas e iberos 422 , que habían sido enviados por el tirano Dionisio para combatir al lado de los lacedemonios 423 y ya habían recibido la soldada de cinco meses. Los griegos, con la intención de ponerlos a prueba, los situaron en primera línea y ellos demostraron su valor en los encuentros cuerpo a cuerpo y en las batallas e infligieron muchas bajas a los beocios y a sus aliados. Así, tras haberse granjeado la fama de una habilidad y valor excepcionales, después de haber prestado numerosos servicios y haber sido honrados por los lacedemonios, a finales del verano, fueron enviados de regreso a Sicilia. Después [2] de estos hechos, Filisco, enviado por el rey Artajerjes, arribó a Grecia; llevaba la misión de exhortar a los griegos a poner fin a las guerras y a concluir una paz general 424 . Todos los demás aceptaron gustosos la propuesta, pero los tebanos fueron excluidos porque, de acuerdo con su proyecto político, mantenían toda Beocia unificada en una liga tributaria. Descartada la paz general, Filisco dejó a los lacedemonios dos mil mercenarios de élite con la soldada pagada y regresó a Asia.
Coincidiendo con estos acontecimientos, Eufrón de Sición, [3] un hombre que se distinguía por su temeridad y locura 425 , se propuso instaurar la tiranía con el apoyo de los argivos 426 . Una vez que hubo triunfado en su intento, desterró a los cuarenta sicionios más ricos y confiscó sus bienes, y con las grandes sumas que se procuró pudo reunir mercenarios e imponer su poder en la ciudad 427 .
368-367 a. C. Asesinato de Alejandro II de Macedonia. Pelópidas apresado por Alejandro de Feras. Epaminondas salva al ejército tebano enviado a Tesalia.
[71 ] Cuando en Atenas era arconte Nausígenes, en Roma, en lugar de cónsules, fueron elegidos cuatro tribunos militares: Lucio Papirio, Lucio Menenio, Servio Cornelio y Servio Sulpicio 428 , y entre los eleos se celebró la Olimpiada centésima tercera, en la que Pitóstrato de Atenas 429 obtuvo la victoria en la carrera del estadio. Aquel año, Tolomeo de Aloro 430 , hijo de Amintas, asesinó a su hermano Alejandro y [2] reinó en Macedonia tres años. En Beocia, Pelópidas, cuya reputación militar rivalizaba con la de Epaminondas, viendo que éste había arreglado los asuntos del Peloponeso de acuerdo con los intereses de los beocios, se afanaba por tener el mérito de asegurar para los tebanos las regiones de fuera del Peloponeso 431 . Tomó entonces consigo a su amigo Ismenias, un hombre admirado por su valor, y entró en Tesalia 432 . Allí, al encontrarse con Alejandro, el tirano de Feras, fue inesperadamente arrestado juntamente con Ismenias y puesto bajo vigilancia 433 . Los tebanos [3] se irritaron por lo sucedido y enviaron inmediatamente a Tesalia ocho mil hoplitas y seiscientos soldados de caballería, ante lo cual Alejandro, espantado, envió embajadores a Atenas para estipular una alianza 434 . El pueblo ateniense le envió en seguida treinta naves y mil soldados a las órdenes del estratego [4] Autocles 435 . Mientras éste estaba circunnavegando Eubea, los tebanos se presentaron en Tesalia. Aunque Alejandro había reunido su infantería y tenía una caballería mucho más numerosa que la de los beocios, éstos, en un primer momento, pensaban resolver la guerra con una batalla 436 , dado que contaban con la ayuda de los tesalios; pero cuando vieron que éstos los abandonaban, que los atenienses y otros aliados apoyaban a Alejandro y que ellos mismos estaban faltos de víveres, de bebida y de todo lo necesario, los beotarcas decidieron regresar a su patria. [5] Una vez que hubieron levantado el campamento, cuando su marcha discurría por una zona llana 437 , Alejandro, que los seguía de cerca con una numerosa caballería, atacó su retaguardia. Algunos beocios perecieron alcanzados por una continua lluvia de dardos, otros cayeron heridos y, finalmente, no pudiendo ni resistir en el sitio ni proseguir su avance, se encontraron en una situación de extrema dificultad, puesto que también [6] andaban cortos de provisiones 438 . Ya desesperaban de salvarse cuando Epaminondas, que entonces estaba allí como un ciudadano más, fue elegido general por los soldados. Inmediatamente se puso al frente de la infantería ligera y la caballería y se situó en la retaguardia, logrando de este modo rechazar a los enemigos que los perseguían y proporcionar una total seguridad a los hoplitas que estaban en vanguardia; así, convirtiendo la [7] retirada en una batalla y disponiendo sus tropas con ingenio, consiguió salvar el ejército 439 . Su renombre aumentaba cada vez más gracias a los éxitos obtenidos y gozaba de una gran popularidad entre sus conciudadanos y entre los aliados. Los tebanos sometieron a juicio a los beotarcas de la expedición y los condenaron a una fuerte multa 440 .
El proceso de Epaminondas. La «guerra sin lágrimas». Fundación de Megalópolis.
Si se pregunta el motivo por el [72 ] que un hombre tal participaba como un simple ciudadano en la expedición enviada a Tesalia, ha de darse su propio razonamiento de defensa. En la batalla que se libró cerca de Corinto 441 , Epaminondas había roto la línea de defensa lacedemonia que custodiaba las fortificaciones y, aunque hubiera podido infligir numerosas bajas al enemigo, se contentó con el éxito obtenido y renunció a proseguir la batalla 442 . Esto bastó [2] para que recayera sobre él la sospecha de que había tratado con miramiento a los lacedemonios como un favor personal, y aquellos que envidiaban su fama 443 aprovecharon la ocasión para lanzar contra él una serie de calumnias que resultaran plausibles. Presentaron contra él una acusación de traición 444 y el pueblo, irritado, lo destituyó del cargo de beotarca, lo redujo al estado de simple ciudadano y lo envió con los otros soldados. Pero cuando con sus éxitos hizo olvidar las calumnias dirigidas contra él, el pueblo lo restituyó a la dignidad de antes. Poco tiempo después tuvo lugar una gran batalla entre los lacedemonios [3] y los arcadios, en la que los lacedemonios obtuvieron una brillante victoria 445 . Desde la derrota de Leuctra éste fue realmente su primer éxito, y fue algo sorprendente, ya que los arcadios perdieron diez mil hombres 446 , mientras que los lacedemonios no tuvieron ninguna baja. Las sacerdotisas de Dodona les habían predicho que ésta sería una «guerra sin lágrimas» para [4] los lacedemonios. Después de esta batalla 447 , los arcadios, por temor a las invasiones de los lacedemonios, fundaron en un lugar favorable la ciudad llamada Megalópolis 448 , reuniendo para su formación veinte pueblos de los arcadios conocidos como menalios y parrasios. Tal era entonces la situación en Grecia.
Ataque siracusano a la zona cartaginesa y revés en el puerto de los ericinos. Muerte de Dionisio I.
[73 ] En Sicilia, el tirano Dionisio, que tenía fuerzas armadas considerables y veía que los cartagineses no estaban en disposición de entrar en guerra debido a la epidemia que los había azotado y a la rebelión de los libios 449 , decidió emprender una expedición contra ellos. Dado que no tenía un pretexto plausible para romper las hostilidades, alegó, mintiendo, que los púnicos que estaban bajo su protección habían invadido su propio territorio. 450 Preparó, pues, treinta mil infantes, tres mil soldados de caballería, trescientas [2] trirremes y el equipo necesario para estas fuerzas y penetró en el territorio sometido a los cartagineses. Inmediatamente se ganó para su causa Selinunte y Entela 451 y, después de haber saqueado todo el territorio y haberse apoderado de la ciudad de los ericinos 452 , puso sitio a Lilibeo 453 , pero el gran número de soldados que defendía la ciudad lo indujo a levantar el asedio.
Ante la noticia de que los arsenales de los cartagineses habían [3] sufrido un incendio, pensó que toda su flota había sido destruida y, menospreciándolos, sólo envió al puerto de los ericinos 454 sus ciento treinta mejores trirremes e hizo volver a todas las restantes a Siracusa. Pero los cartagineses, que inopinadamente [4] habían equipado doscientas naves, zarparon contra la flota fondeada en el puerto de los ericinos y, dado lo inesperado del ataque, consiguieron llevarse la mayor parte de las trirremes 455 . A continuación, una vez llegado el invierno, concluyeron un armisticio y se separaron para regresar a sus ciudades [5] respectivas. Al cabo de poco tiempo, Dionisio cayó enfermo y murió, después de haber sido soberano de Siracusa durante treinta y ocho años 456 ; le sucedió en el poder su hijo Dionisio, que gobernó como tirano durante doce años 457 .
Victoria de Dionisio en las Leneas y profecía sobre su muerte. Le sucede Dionisio el Joven.
[74 ] No está fuera de lugar en el presente relato histórico exponer las causas de la muerte de este soberano y los hechos que le acaecieron hacia el fin de sus días. Dionisio había hecho representar una tragedia 458 en Atenas con ocasión de las Leneas y había vencido en el certamen; uno de los que cantaban en el coro, suponiendo que obtendría una espléndida recompensa si era el primero en comunicarle la victoria, hizo la travesía hasta Corinto. Allí encontró una nave que zarpaba rumbo a Sicilia, embarcó en ella y, gracias a los vientos favorables, arribó en poco tiempo a Siracusa, [2] donde dio al tirano la noticia de su victoria. Dionisio lo recompensó y se alegró sobremanera; ofreció sacrificios a los dioses por la buena nueva y organizó simposios y grandes banquetes. Obsequió a sus amigos con magnificencia y él mismo se excedió en la bebida hasta embriagarse y, debido a la enorme cantidad de líquido ingerido, le sobrevino una grave enfermedad 459 . [3] Había recibido una profecía de los dioses según la cual moriría cuando hubiera vencido a quienes eran mejores, y Dionisio interpretaba el oráculo refiriéndolo a los cartagineses en la idea de que éstos eran mejores que él. Por esa razón, en las frecuentes guerras en que se había enfrentado a ellos, acostumbraba retirarse en el momento de la victoria y aceptar la derrota de buen grado, a fin de no parecer que era mejor que el enemigo más fuerte. No pudo, sin embargo, pese a sus astucias, escapar [4] a la suerte que el destino le había reservado, sino que, aunque era un mal poeta y el certamen se celebraba en Atenas 460 , venció a poetas mejores que él. Así podemos decir que su muerte sobrevino, de acuerdo con el oráculo, a raíz del éxito obtenido sobre quienes eran mejores que él.
Le sucedió en la tiranía Dionisio el Joven, quien comenzó [5] por reunir en asamblea al pueblo y le exhortó con palabras apropiadas a guardarle la lealtad que pasaba a él como parte de la herencia paterna; luego, después de haber celebrado un fastuoso funeral en honor de su padre y de haberlo enterrado en la acrópolis junto a las llamadas Puertas Reales, se dedicó a consolidar su poder.
367-366 a. C. Anarquía en Roma. Masacre de Escotusa. Tercera invasión tebana del Peloponeso y expedición beocia a Tesalia. Ayuda de Atenas a Fliunte.
[75 ] Cuando en Atenas era arconte Polizelo, en Roma no fueron elegidos magistrados 461 a causa de las discordias civiles, y en Grecia Alejandro, el tirano de Feras, en Tesalia, que había inculpado por unos asuntos a la ciudad de Escotusa 462 , convocó a sus habitantes en asamblea y, después de haberlos rodeado con los mercenarios, los degolló a todos; arrojó luego los cuerpos de los muertos en una fosa situada delante de las murallas y devastó la ciudad.
[2] El tebano Epaminondas penetró con un ejército en el Peloponeso 463 , se atrajo a los aqueos y a algunas otras ciudades, y liberó Dime, Naupacto y Calidón 464 de las guarniciones aqueas que las ocupaban. Los beocios efectuaron asimismo una expedición a Tesalia 465 y se llevaron consigo a Pelópidas liberándolo de Alejandro, el tirano de Feras.
El estratego Cares fue enviado con un ejército por los atenienses [3] en auxilio de los fliasios, a quienes los argivos hacían la guerra; venció a los argivos en dos batallas, devolvió la seguridad a los fliasios y regresó a Atenas 466 .
366-365 a. C. Disputa por Oropo. Prosperidad de Cos. La paz del 366/365. Hombres ilustres de la época.
Transcurrido aquel año, Cefisodoro [76 ] fue arconte en Atenas, y en Roma, en lugar de cónsules, el pueblo eligió cuatro tribunos militares: Lucio Furio, Paulo Manlio, Servio Sulpicio y Servio Cornelio 467 . Este año, Temisión, el tirano de Eretria, se apoderó de Oropo 468 ; pero esta ciudad, que pertenecía a los atenienses, la perdió de un modo inesperado. En efecto, cuando los atenienses emprendieron una expedición contra él con fuerzas muy superiores, acudieron en su ayuda los tebanos, los cuales, después de obtener la ciudad en depósito 469 , se negaron a restituirla.
[2] Al mismo tiempo, los habitantes de Cos se trasladaron a la ciudad donde viven actualmente e hicieron de ella una urbe considerable 470 ; reunieron allí una población numerosa, y construyeron costosas murallas y un puerto excelente. Desde entonces aumentaron cada vez más tanto los ingresos públicos como las riquezas de los particulares y pudo, en suma, competir con las ciudades más importantes.
[3] Mientras ocurrían estos hechos, el rey de los persas envió embajadores y persuadió a los griegos a poner fin a las guerras y a concluir entre ellos una paz general 471 . Por eso finalizó la guerra llamada lacónico-beocia, que había durado más de cinco años y se había iniciado con los acontecimientos de Leuctra.
[4] En este tiempo vivieron hombres dignos de ser recordados por su cultura 472 : el orador Isócrates y sus discípulos 473 , el filósofo Aristóteles, Anaxímenes de Lámpsaco 474 , Platón de Ateñas, los últimos filósofos de la escuela pitagórica 475 , Jenofonte, que redactó su obra histórica en una edad muy avanzada (menciona, en efecto, la muerte de Epaminondas, que ocurrirá un poco más tarde) 476 , Aristipo y Antístenes así como Esquines de Esfeto, el socrático 477 .
365-364 a. C. Estalla la guerra entre Arcadia y Élide. En Macedonia, Perdicas III asesina y sucede a Ptolomeo de Aloro.
Cuando Quión era arconte en Atenas, [77 ] en Roma, en lugar de cónsules, fueron elegidos tribunos militares Quinto Servilio, Gayo Veturio, Aulo Cornelio y también Marco Cornelio y Marco Fabio 478 . Este año, mientras la paz reinaba en toda Grecia, de nuevo estallaron focos de guerra en algunas ciudades y se produjeron movimientos inesperados que cambiaron la situación de las cosas. Por ejemplo, los exiliados arcadios, partiendo de Élide, se apoderaron de una plaza fuerte de la región llamada Trifilia cuyo nombre era Lasión 479 . Desde hacía mucho tiempo, los arcadios y los eleos se disputaban Trifilia 480 [2] y alternaban en el dominio del territorio según los cambios de la fortuna dieran a unos u a otros la hegemonía. En el período en cuestión, aunque Trifilia pertenecía a los arcadios, los eleos, esgrimiendo el pretexto de los exiliados, se la arrebataron [3] a los arcadios 481 . Irritados por este hecho, los arcadios como primera medida enviaron embajadores para reclamar la plaza fuerte; pero no obtuvieron respuesta y fueron a solicitar la alianza de los atenienses, con cuyo apoyo marcharon contra Lasión. Los eleos acudieron en ayuda de los exiliados y tuvo lugar una batalla cerca de Lasión, en la que los eleos fueron derrotados por los arcadios, muy superiores en número, y perdieron [4] más de doscientos soldados. Éste fue el principio de la guerra, pero el conflicto entre los arcadios y los eleos se agravó porque los arcadios, exaltados por su éxito, inmediatamente emprendieron una expedición contra Élide y tomaron las ciudades de Margana y Cronión y también Ciparisia y Corifasio 482 .
[5] Mientras ocurrían estos hechos, en Macedonia, en su tercer año de reinado Tolomeo de Aloro 483 fue asesinado por su hermano Perdicas, quien le sucedió en el poder y reinó en Macedonia cinco años 484 .
364-363 a. C. Pisa y Arcadia frente a Élide por la celebración de las Olimpiadas. Epaminondas y la hegemonía marítima.
Cuando Timócrates era arconte en [78 ] Atenas, en Roma, en lugar de cónsules, fueron elegidos tres tribunos militares, Tito Quintio, Servio Cornelio y Servio Sulpicio 485 , y los pisatas y los arcadios celebraron la Olimpiada centésima cuarta, en la que el ateniense Fócides obtuvo la victoria en la carrera del estadio 486 . Este año, los pisatas, queriendo hacer [2] revivir el antiguo prestigio de su patria y apoyándose en algunas antiguas tradiciones míticas, proclamaron que el derecho de organizar las fiestas Olímpicas les correspondía a ellos. Y pensando que aquélla era la ocasión favorable para reivindicar los juegos, concluyeron una alianza con los arcadios, que eran enemigos de los eleos, y con su colaboración marcharon contra los eleos, que acababan de iniciar la celebración de los juegos 487 . [3] Los eleos se enfrentaron a ellos con todas sus fuerzas y se entabló una violenta batalla, que tuvo como espectadores a los griegos presentes en la fiesta, que, con una corona en la cabeza, tranquilamente y sin correr ningún peligro, aclamaban los actos de valor de una y otra parte. Finalmente vencieron los pisatas y celebraron los juegos; pero luego los eleos no registraron esta Olimpiada, porque, según ellos, se había celebrado valiéndose de la fuerza y contrariamente a derecho.
[4] Al mismo tiempo, el tebano Epaminondas, que gozaba de un extraordinario prestigio entre sus conciudadanos, con ocasión de una asamblea, se dirigió a ellos exhortándolos a aspirar a la hegemonía en el mar. A lo largo de este discurso, que meditaba desde hacía tiempo, trató de demostrar que esta empresa era útil y realizable, insistiendo especialmente en que a quien ya tenía la supremacía en tierra le sería fácil conseguir el dominio del mar. En la guerra contra Jerjes, por ejemplo, los atenienses, que habían equipado por su cuenta doscientas naves 488 , estaban, en efecto, bajo el mando de los lacedemonios, que sólo aportaron diez. Con este y otros muchos argumentos en apoyo de su tesis persuadió a los tebanos a aspirar al dominio del mar 489 .
Epaminondas a Rodas, Quíos y Bizancio. Elogio de Epaminondas. Destrucción de Orcómeno.
[79 ] Inmediatamente, pues, el pueblo decretó construir cien trirremes y un número equivalente de arsenales 490 e incitar a los pueblos de Rodas, de Quíos y de Bizancio a ayudarlos en la realización de sus planes. Epaminondas en persona fue enviado con un ejército a las antedichas ciudades y atemorizó de tal modo al estratego ateniense Laques 491 , enviado con una flota considerable para obstaculizar a los tebanos, que le obligó a retirarse y él se ganó aquellas ciudades para Tebas 492 . Ciertamente, si este hombre hubiera vivido [2] más tiempo, los tebanos, en opinión de todo el mundo, habrían obtenido, además de la hegemonía en tierra, el dominio del mar. Cuando, al cabo de poco tiempo, murió heroicamente en la batalla de Mantinea, después de haber dado a su patria una brillantísima victoria, en seguida la potencia de Tebas se desvaneció con él 493 . Pero este asunto lo trataremos con rigor y detalladamente un poco más adelante. En este tiempo 494 , los tebanos [3] decidieron emprender una expedición contra Orcómeno por las razones siguientes. Ciertos exiliados que querían cambiar la constitución de Tebas e instaurar un régimen aristocrático persuadieron a los caballeros de Orcómeno, que eran trescientos, a participar en su plan 495 . Estos caballeros tenían por norma encontrarse [4] con los tebanos 496 en un día determinado para una revista de armas y acordaron realizar el ataque ese día, y con muchos otros, que participaban en el complot y habían colaborado acudieron a la cita. Entonces, los que habían organizado la acción, [5] arrepentidos, revelaron el proyecto de ataque a los beotarcas y denunciaron a los otros conjurados, procurándose con este servicio la salvación para ellos mismos. Los magistrados arrestaron a los caballeros de Orcómeno y los condujeron ante la asamblea, y el pueblo decretó ejecutarlos, vender a los orcomenios como esclavos y arrasar la ciudad. De antiguo, en efecto, los tebanos eran hostiles a éstos debido a que en tiempos heroicos habían pagado tributo a los minias; y después habían sido [6] liberados por Heracles 497 . Los tebanos pensaron, pues, que era una buena ocasión y, con aquel pretexto plausible para vengarse, hicieron una expedición contra Orcómeno; se apoderaron de la ciudad, mataron a los hombres y vendieron como esclavos a las mujeres y los niños 498 .
Expedición beocia contra Alejandro de Feras. Eclipse de sol y muerte de Pelópidas. Derrota de Alejandro.
[80 ] Por la misma época, los tesalios, que en la guerra que habían sostenido con Alejandro, el tirano de Feras, habían sido derrotados en varias batallas y habían perdido muchos soldados 499 , enviaron embajadores a los tebanos con la petición de que los ayudaran y les enviaran como comandante a Pelópidas. Sabían que él, al haber sido arrestado 500 por Alejandro, abrigaba sentimientos hostiles hacia aquel monarca, y conocían asimismo su extraordinario [2] valor y su renombrado talento estratégico. Cuando se reunió la asamblea federal de los beocios 501 y los embajadores hubieron expuesto el objeto de su misión, los beocios estuvieron de acuerdo con todas las peticiones de los tesalios y dieron unos siete mil hombres a Pelópidas ordenándole que acudiera de inmediato a prestar el auxilio solicitado. Pero, cuando Pelópidas partía a toda prisa con su ejército, se produjo un eclipse de sol 502 . El fenómeno inquietó a mucha gente y algunos [3] adivinos afirmaron que con la partida de los soldados se eclipsaba el sol de la ciudad. Pero Pelópidas, aunque con aquellas palabras se predecía su muerte, no dejó de partir para realizar la expedición 503 , empujado por el deber. Cuando llegó a Tesalia y [4] encontró a Alejandro que ya había ocupado las posiciones más elevadas con más de veinte mil soldados, acampó frente al enemigo y, después de recibir refuerzos de los tesalios, entabló batalla con sus adversarios 504 . Aunque Alejandro llevaba ventaja [5] al combatir desde posiciones más elevadas, Pelópidas, que ardía en deseos de decidir la suerte de la batalla con su propio valor, 505 se lanzó contra el propio Alejandro. El monarca resistió 506 con sus tropas de élite y tuvo lugar una violenta batalla, 507 en el curso de la cual Pelópidas sobresalió y cubrió de cadáveres todo el suelo en torno a él; así decidió el fin del combate, puso en fuga al enemigo y obtuvo la victoria, pero él mismo pereció, cubierto de heridas y sacrificando heroicamente su vida. Alejandro, [6] después de ser vencido en una segunda batalla 508 y quedar completamente destrozado, fue obligado en virtud de un acuerdo a restituir a los tesalios las ciudades conquistadas, a ceder a los beocios el control de los magnetas y los aqueos de Ftiótide y a no ser en adelante más que el señor de Feras como aliado de los beocios.
Encomio de Pelópidas. Clearco, tirano de Heraclea Póntica. Acciones del ateniense Timoteo.
[81 ] Los tebanos, aunque habían conseguido una victoria gloriosa, declararon a todo el mundo que habían sufrido una derrota a causa de la muerte de Pelópidas. Habían perdido a un hombre muy valioso, por lo que consideraban con razón que la victoria tenía menos valor que la gloria de Pelópidas. Había prestado, en efecto, numerosos servicios a su patria y había contribuido sobremanera al crecimiento del poder de Tebas. Con ocasión del regreso de los exiliados, en el que se reconquistó Cadmea 509 , todos están de acuerdo en atribuirle el mérito principal de aquel éxito; y aquel día glorioso fue el punto de partida de todos los acontecimientos favorables que siguieron 510 . En la batalla de Tegira, 511 Pelópidas, el único beotarca presente, venció a los laedemonios, [2] que eran la mayor potencia de Grecia, y fue en aquella ocasión cuando los tebanos, por la importancia de la victoria, levantaron por primera vez un trofeo obtenido contra los lacedemonios. Durante la batalla de Leuctra estuvo al frente del batallón sagrado 512 , con el cual cargó contra los espartiatas y fue el artífice de la victoria. En las campañas contra Lacedemón estuvo al mando de setenta mil hombres 513 y, precisamente delante de Esparta, levantó un trofeo contra los lacedemonios, que nunca hasta entonces habían visto su tierra saqueada. Y cuando fue enviado como embajador ante el rey de Persia 514 , en [3] los acuerdos generales, obtuvo a título personal el cuidado de Mesene, que los tebanos reconstruyeron trescientos años después de que había sido destruida 515 . Al final de su vida, en el enfrentamiento con Alejandro, que tenía un ejército muy superior en número, no sólo obtuvo una victoria brillante, sino que alcanzó una muerte gloriosa gracias a su valor 516 . En las relaciones [4] con sus conciudadanos, su comportamiento fue tan bueno que, desde el retorno de los ciudadanos 517 a Tebas hasta su muerte, fue beotarca sin interrupción 518 sin que nadie le disputara el cargo. Demos pues también nosotros a Pelópidas, celebrado por todos por su valor personal, el elogio que le debe la Historia.
[5] Por la misma época, Clearco, originario de Heraclea del Ponto, puso todo su empeño en alcanzar la tiranía; y una vez que hubo triunfado en su empresa, trató de imitar la manera de actuar de Dionisio, el tirano de Siracusa, y, después de convertirse en tirano de Heraclea, gobernó con brillantez durante doce años 519 .
[6] Mientras ocurrían estos hechos, el estratego ateniense Timoteo, con un ejército de tierra y una flota, asedió y tomó Torone y Potidea 520 ; y también acudió en auxilio de los habitantes de Cícico, que estaba sometida a un asedio 521 .
363-362 a. C. Discordia entre Mantinea y Tegea, que pide ayuda a Tebas. Cuarta invasión del Peloponeso.
[82 ] Transcurrido aquel año, Cariclides fue arconte en Atenas, y en Roma fueron nombrados cónsules Lucio Emilio Mamerco y Lucio Sextio Laterias 522 . Este año, los arcadios, que habían celebrado juntamente con Pisa los juegos de Olimpia, eran dueños del santuario y de los tesoros que allí se encontraban. Los mantineos se habían apropiado para su uso privado de no pocas ofrendas y, al haber transgredido la ley, se afanaban por prolongar la guerra contra los eleos, para no tener que rendir cuentas, cuando se estipulara la paz, de lo que habían hecho desaparecer 523 . Pero los otros arcadios querían concluir la paz 524 [2] y así surgieron las discordias entre pueblos emparentados. Se formaron, pues, dos facciones: una encabezada por los tegeatas y otra por los mantineos. El conflicto se agravó de tal modo que [3] buscaron la solución por la vía de las armas. Los tegeatas enviaron una embajada a los beocios y los persuadieron a acudir en su ayuda; entonces los beocios nombraron comandante en jefe a Epaminondas, le confiaron un ejército considerable y lo enviaron a ayudar a los tegeatas 525 . Los mantineos, espantados por [4] el ejército procedente de Beocia y por la fama de Epaminondas, enviaron embajadores a los peores enemigos de los beocios, es decir, a los atenienses y a los lacedemonios, y los persuadieron a combatir a su lado 526 ; los dos pueblos les enviaron de inmediato ingentes fuerzas y numerosos e importantes combates tuvieron lugar en el Peloponeso. Los lacedemonios, que habitaban [5] al lado, marcharon en seguida contra Arcadia. Al mismo tiempo llegaba Epaminondas con su ejército y no estaba lejos de Mantinea 527 cuando fue informado por habitantes del lugar de que los lacedemonios. con todas sus fuerzas, estaban saqueando [6] el territorio de Tegea 528 . Suponiendo entonces que Esparta había quedado sin defensores, planeó un gran golpe, pero la Fortuna obró en contra suya. Él partió de noche para atacar Esparta 529 , pero el rey de los lacedemonios Agis, que desconfiaba de la inteligencia de Epaminondas, intuyó sagazmente lo que iba a ocurrir y envió a unos correos cretenses mediante los cuales, adelantando a Epaminondas, comunicó a los que habían quedado en Esparta que los beocios iban a llegar en breve para saquear la ciudad de Lacedemón, pero que él acudiría con su ejército lo más pronto posible en auxilio de su patria. Ordenó pues a los hombres que se encontraban en Esparta que velaran por la ciudad sin ningún miedo, porque pronto le verían aparecer en su ayuda.
Epaminondas levanta el asedio de Esparta.
[83 ] Al ejecutar los cretenses la orden con rapidez, los lacedemonios pudieron evitar milagrosamente la conquista de su patria; si no se les hubiera advertido del ataque, Epaminondas hubiera caído por sorpresa sobre Esparta. Puede pues tributarse un justo reconocimiento a la inteligencia de ambos generales, pero podría considerarse más astuta la estrategia del lacedemonio. Cierto es que Epaminondas, sin descansar durante toda la [2] noche, cubrió la distancia a toda prisa y llegó a Esparta al amanecer; pero Agesilao 530 , que había sido dejado para defender la ciudad y había recibido poco tiempo antes la información detallada de los cretenses, inmediatamente se cuidó con todo ardor de la defensa de la ciudad. Hizo subir a los muchachos de más [3] edad y a los viejos a los tejados de las casas y les ordenó que desde allí rechazaran a los enemigos que irrumpieran en la ciudad, mientras que él mismo reunió a los hombres en la flor de la edad y los distribuyó en las zonas accidentadas delante de la ciudad y a lo largo de las vías de acceso y, una vez bloqueados todos los lugares que permitían el paso, aguardó el ataque del enemigo 531 . Epaminondas había dividido sus tropas en diversas [4] unidades y se disponía a atacar por todas partes y al mismo tiempo, pero, cuando vio el dispositivo de los espartiatas, al punto se dio cuenta de que su plan había sido descubierto. No obstante, se lanzó al asalto de todas las posiciones enemigas, una tras otra, y, pese a encontrarse en desventaja debido a las dificultades de acceso, llegó al combate cuerpo a cuerpo. Recibió [5] muchos golpes y devolvió otros tantos, y no cesó en su empeño hasta que el ejército lacedemonio regresó a Esparta. Después, al acudir numerosas fuerzas en auxilio de los sitiados y sobrevenir la noche, levantó el asedio.
Se prepara la batalla de Mantinea.
[84 ] Fue informado por unos prisione ros de que los mantineos habían llegado con todas sus fuerzas para ayudar a los lacedemonios, por lo que se retiró y acampó a poca distancia de la ciudad 532 . Después de ordenar que las tropas comieran, dejó allí unos soldados de caballería, a los que ordenó que encendieran fuegos en el campamento hasta la guardia de la mañana 533 , y él partió con el ejército apresurándose a fin de caer por sorpresa sobre [2] aquellos que habían quedado en Mantinea 534 . Al día siguiente, después de una larga marcha, irrumpió súbitamente contra los mantineos, que no lo esperaban, pero su tentativa no tuvo éxito, pese a que su plan de ataque había previsto cualquier contingencia; la Fortuna le fue adversa e inesperadamente se le escapó la victoria. En efecto, en el mismo momento que se acercaba a la ciudad desprotegida, llegaban por la parte opuesta de Mantinea los refuerzos enviados por los atenienses, seis mil soldados a las órdenes del estratego Hegéloco 535 , un hombre muy admirado por sus conciudadanos. Éste introdujo en la ciudad un número adecuado de soldados y situó el resto de sus tropas en orden de batalla dispuesto a [3] someterse al juicio de las armas 536 . En seguida aparecieron igualmente los lacedemonios y los mantineos; todos se preparaban para la batalla decisiva y enviaban a buscar aliados de todas partes. [4] Apoyaban a los mantineos los eleos, los lacedemonios, los atenienses y algunos otros 537 , en total más de dos mil infantes y cerca de dos mil soldados de caballería. Al lado de los tegeatas se alineaban la mayor parte y los más poderosos de los arcadios 538 , los aqueos 539 , los beocios, los argivos y algunos otros aliados del Peloponeso 540 y de otras partes; y en total se reunieron más de treinta mil infantes y al menos tres mil hombres de caballería 541 .
La batalla de Mantinea. El encuentro de la caballería.
Cuando los dos ejércitos hubieron [85 ] avanzado con entusiasmo 542 al encuentro uno del otro para afrontar la batalla decisiva, una vez que estuvieron situados en orden de batalla 543 , los adivinos de ambos campos sacrificaron las víctimas y declararon que los dioses anunciaban la victoria. En la disposición [2] de los efectivos 544 , los mantineos con los otros arcadios ocupaban el ala derecha, teniendo a su lado el apoyo de los lacedemonios, que tenían a continuación a los eleos y los aqueos, mientras que las otras tropas más ligeras 545 ocupaban el centro de la formación; y los atenienses formaban el ala izquierda. En el otro bando, los tebanos mismos se habían situado en el ala izquierda, con los arcadios a su lado, y habían confiado el ala derecha a los argivos; el centro estaba formado por el grueso de las restantes tropas, es decir, los eubeos, los locros y sicionios, y también los mesenios, los malieos, los enianes 546 , sin olvidar los tesalios 547 y los demás aliados 548 . Los dos bandos dividieron [3] su caballería y la dispusieron en las dos alas. Cuando los ejércitos, dispuestos de este modo, estuvieron cerca el uno del otro, las trompetas dieron la señal de batalla, mientras que las tropas lanzaron el grito de guerra cuya potencia quería anunciar su victoria. En primer lugar entablaron en las alas una batalla de caballería, en el curso de la cual, movidos por el ardor del combate, [4] se superaron a sí mismos. Las tropas de caballería atenienses se lanzaron contra las tebanas 549 y fueron derrotadas no por las cualidades de sus caballos ni por su propio valor y experiencia en la equitación (en todos estos aspectos la caballería ateniense no era, en efecto, inferior), sino porque estaban muy por debajo de sus adversarios por el número y equipamiento de las tropas ligeras y por su disposición táctica. Tenían pocos lanzadores de jabalina, mientras que los tebanos tenían el triple de honderos y lanzadores de jabalina, que les habían sido enviados de las regiones de Tesalia. Aquellos pueblos, desde la infancia, [5] se ejercitaban con mucho empeño en este tipo de combate y solían tener una gran influencia en las batallas gracias a su experiencia en el uso de aquellas armas. Por esa razón los atenienses, heridos por los soldados armados a la ligera y abrumados por sus adversarios, se dieron todos a la fuga. Pero, una vez que [6] hubieron proseguido su huida lejos de las alas, consiguieron reparar su derrota; no sólo no rompieron su propia falange en la retirada, sino que, cayendo sobre los eubeos y algunos mercenarios enviados a ocupar las alturas vecinas, entablaron un combate con ellos y los mataron a todos 550 . La caballería tebana [7] no había perseguido a los fugitivos, sino que atacó a la falange opuesta y trató de poner en fuga a la infantería. Tuvo lugar una violenta batalla y, cuando los atenienses, exhaustos, ya se daban a la fuga, el comandante de la caballería elea, que estaba situado en la retaguardia, acudió en auxilio de los fugitivos y, abatiendo a muchos beocios, cambió la suerte de la batalla. La [8] caballería de los eleos, interviniendo de este modo en el ala izquierda, reparó la derrota sufrida por los aliados. En la otra ala, las caballerías de los dos bandos se lanzaron una contra otra y durante un breve tiempo el resultado de la batalla fue incierto, pero después, gracias al número y al valor de los jinetes beocios y tesalios, los hombres del campo de los mantineos fueron obligados a huir y se refugiaron en su propia falange después de sufrir muchas pérdidas.
La batalla de la infantería. Enfentamiento de beocios y lacedemonios.
[86 ] Tal fue, pues, el resultado de la batalla que enfrentó a las caballerías en las dos alas. Las dos fuerzas de infantería, cuando entablaron el combate cuerpo a cuerpo con el enemigo, sostuvieron asimismo luchas violentas e impresionantes 551 . En un enfrentamiento de griegos contra griegos jamás se había visto en el campo de batalla tal multitud de hombres 552 , ni comandantes tan apreciados por sus cualidades, ni nunca hombres mejor preparados habían demostrado su valor ante el peligro. Las dos [2] mejores infanterías de aquel tiempo, la de los beocios y la de los lacedemonios, se encontraron alineadas frente a frente y fueron las primeras en trabar batalla, sin ninguna preocupación por su vida. Primero hubo un intercambio de lanzas, que en su mayor parte se rompieron debido a la propia cantidad de los proyectiles, [3] y luego pasaron a combatir con la espada 553 . Luchaban cuerpo a cuerpo y se infligían todo tipo de heridas, pero no cesaban en su ardor; durante mucho tiempo, mientras sostenían aquel terrible combate gracias al gran valor de unos y de otros, la suerte de la batalla estuvo indecisa. Todos, sin preocuparse del riesgo personal y deseosos de realizar alguna proeza, aceptaban noblemente una muerte que tendría como premio la gloria. [4] Dado que la violenta batalla se prolongaba mucho tiempo y la suerte del combate no se inclinaba hacia ningún lado, Epaminondas, pensando que la victoria dependía de su propio valor, quiso decidir el desenlace de la batalla con su valor personal 554 . Inmediatamente, pues, tomó a sus mejores hombres, los ordenó en formación cerrada y se precipitó con ellos en medios de los enemigos; él iba al frente del batallón y fue el primero en arrojar la jabalina, con la que alcanzó al comandante de los lacedemonios 555 . En seguida, cuando los otros también vinieron a las [5] manos, él, cubriendo el campo de muertos y sembrando el terror, rompió la falange enemiga 556 . Entonces los lacedemonios, espantados por el prestigio de Epaminondas y por la presión de su batallón, comenzaron a retirarse del campo de batalla, pero los beocios los persiguieron y no dejaron de matar a los hombres que se rezagaban, de modo que se amontonó un gran número de cadáveres.
Desenlace de la batalla y muerte de Epaminondas.
Los lacedemonios, sin embargo, [87 ] observando que Epaminondas, llevado por su ardor, avanzaba con excesivo entusiasmo, cargaron todos juntos contra él. Cuando una incesante lluvia de proyectiles cayó sobre él, esquivó algunos, detuvo otros e incluso arrancó otros de su cuerpo para defenderse de sus atacantes. Luchaba heroicamente en pos de la victoria cuando recibió una herida mortal en el pecho 557 . La jabalina se rompió y el hierro quedó clavado en su carne; él cayó al instante, privado de fuerzas a causa de la herida. Hubo entonces una disputa en torno a su cuerpo y perecieron muchos hombres en ambos bandos; pero finalmente los tebanos, gracias a su superioridad física, consiguieron [2] imponerse no sin dificultad sobre los lacedemonios. Una vez que éstos se dieron a la fuga, los beocios los persiguieron durante poco tiempo y luego dieron la vuelta, considerando que era indispensable recuperar a los muertos 558 . Y cuando los trompetas convocaron a los soldados, todos abandonaron el campo de batalla y ambos ejércitos levantaron un trofeo reivindicando [3] la victoria. Los atenienses, en efecto, habían vencido a los eubeos y a los mercenarios en el combate por la colina 559 y habían quedado en posesión de los muertos, mientras que los beocios, al haber derrotado a viva fuerza a los lacedemonios y haberse [4] quedado con los caídos, se atribuían la victoria. Así, durante un cierto tiempo, ninguna de las dos partes envió embajadores para el levantamiento de sus cadáveres, a fin de que no pareciera que renunciaban al triunfo; pero después los lacedemonios fueron los primeros en enviar un heraldo para la recuperación de sus [5] muertos y cada ejército enterró a los suyos 560 . Epaminondas, sin embargo, fue llevado al campamento aún con vida; los médicos que habían sido llamados declararon que, cuando se le extrajera la punta de lanza del pecho, la muerte le sobrevendría sin remedio, y él afrontó el fin de su vida con un coraje extraordinario. [6] Primero llamó a su escudero y le preguntó si había salvado su escudo. Aquél le dijo que sí y se lo puso delante de sus ojos. Epaminondas le preguntó aún quién era el vencedor. Y cuando el muchacho le manifestó que habían vencido los beocios, dijo: «Es hora de morir», y les ordenó que arrancaran la lanza. Los amigos presentes se pusieron a gritar, y a uno que llorando le dijo: «Vas a morir sin hijos, Epaminondas», le contestó: «No, por Zeus, dejo dos hijas, la victoria de Leuctra y la de Mantinea». Y una vez que se le hubo extraído la lanza, expiró serenamente 561 .
Encomio de Epaminondas.
Nosotros, que tenemos la costumbre [88 ] de dedicar un elogio particular a los grandes hombres con ocasión de su muerte 562 , pensamos que sería imperdonable pasar por alto, sin una palabra de reconocimiento, la muerte de un hombre de tal estatura. En mi opinión, en efecto, superó a sus contemporáneos no sólo por su talento y experiencia en el arte de la guerra, sino también por su equidad y su grandeza de alma. En su generación [2] hubo hombres ilustres: el tebano Pelópidas, los atenienses Timoteo y Conón 563 , Cabrias e Ifícrates, y también el espartiata Agesilao, que pertenece a un tiempo algo anterior. También los hubo en períodos precedentes; en los tiempos de las guerras contra los medos y los persas vivieron en Atenas Solón, Temístocles, Milcíades, y también Cimón, Mirónides, Pericles y otros 564 ; y en Sicila, Gelón, el hijo de Dinómenes, y algunos otros. Pero, [3] si comparáramos las cualidades de estos personajes con el talento de estratego y la reputación de Epaminondas, encontraríamos muy superior el mérito de Epaminondas. En cada uno de los otros, en efecto, se encontraría un solo talento que justificara su gloria, mientras que en aquél estaban reunidas todas las cualidades. Superaba con mucho a todos en fuerza física y elocuencia, y también en nobleza de alma, desprecio del dinero, equidad y, sobre todo, en valor e inteligencia en el arte de la [4] guerra 565 . Y fue por eso que su patria, durante su vida, obtuvo la hegemonía de Grecia, mientras que, después de su muerte, la perdió y los cambios que experimentó fueron siempre a peor y, finalmente, a causa de la insensatez de sus dirigentes, conoció la esclavitud y la destrucción 566 . Tal fue, pues, el fin de Epaminondas, cuyos méritos son celebrados por todo el mundo.
La paz general del 362/361. Noticias cronográficas: Jenofonte, Anaxímenes de Lámpsaco, Filisto.
[89 ] Después de la batalla, los griegos, que veían que la victoria estaba sujeta a disputa y que se habían mostrado iguales en valor y, además, que estaban agotados por la ininterrumpida serie de batallas, se reconciliaron unos con otros. Estipularon [2] una paz general y una alianza, en la que también incluyeron a los mesenios 567 . Pero los lacedemonios, debido a su irreductible animadversión hacia éstos, prefirieron no participar y fueron los únicos entre los griegos en quedar excluidos del tratado.
Entre los historiadores, el ateniense Jenofonte prolongó su [3] obra histórica, las Helénicas , hasta los acontecimientos de este año terminándola con la muerte de Epaminondas. Anaxímenes de Lámpsaco 568 , que escribió las primeras Helénicas , comenzó su relato con el nacimiento de los dioses y la primera generación de los hombres y lo prosiguió hasta la batalla de Mantinea y la muerte de Epaminondas; abarcó en doce libros casi todos los hechos relativos a los griegos y a los bárbaros. Y Filisto 569 llevó su historia de Dionisio el Joven hasta este año, tratando en dos libros los acontecimientos de cinco años.
362-361 a. C. La revuelta de los sátrapas: levantamiento de la costa de Asia y de Egipto contra Persia.
Cuando en Atenas era arconte [90 ] Molón, en Roma fueron nombrados cónsules Lucio Genucio y Quinto Servilio 570 . Este año 571 , los habitantes de las zonas costeras de Asia se levantaron contra los persas y algunos sátrapas y estrategos 572 se rebelaron y emprendieron la guerra [2] contra Artajerjes. Igualmente, Taco 573 , rey de Egipto, decidió hacer la guerra a los persas, para lo que equipó una flota y reunió fuerzas de tierra. Reclutó muchos mercenarios en las ciudades griegas y persuadió a los lacedemonios a combatir a su lado; los espartiatas, en efecto, eran hostiles a Artajerjes porque los mesenios habían sido incluidos por el Rey en la paz general igual que los otros griegos 574 . Habiéndose formado tal frente común contra los persas, el Gran Rey hizo también sus preparativos [3] para la guerra. Debía hacer la guerra al mismo tiempo al rey de Egipto, a las ciudades griegas de Asia, a los lacedemonios y sus aliados, es decir, los sátrapas y estrategos que gobernaban las regiones de la costa y habían concluido un acuerdo para una acción común 575 . Entre éstos, los más ilustres eran el sátrapa de Frigia, Ariobarzanes, que había tomado posesión de aquel reino al morir Mitrídates 576 , y Mausolo, el señor de Caria 577 , que era dueño de muchas fortalezas y señor de ciudades importantes de las cuales su morada y ciudad principal era Halicarnaso, con su importante acrópolis y el palacio real de Caria; además de éstos, estaban el sátrapa de Misia, Orontes 578 y el de Lidia, Autofradates 579 . Entre los pueblos 580 estaban los licios, los písidas, los panfilios y los cilicios, y asimismo los sirios, los fenicios y casi todos los pueblos de la costa. Debido a la enorme [4] extensión de esta revuelta, el Rey perdió la mitad de sus ingresos, y el resto no era suficiente para las necesidades de la guerra.
La revuelta va hacia el fracaso: traición de Orontes; Datames traicionado.
Los rebeldes contra el Rey eligieron [91 ] como comandante a Orontes y le confiaron la dirección de todas las operaciones. Éste, una vez que hubo recibido el mando y el dinero para reclutar mercenarios, suficiente para pagar la soldada de un año a veinte mil soldados, traicionó a quienes habían confiado en él. Suponiendo, en efecto, que, si ponía a los rebeldes en manos de los persas, obtendría importantes regalos del Rey y recibiría la satrapía de toda la zona costera, comenzó por apresar a los hombres que le habían dado dinero y los envió a Artajerjes, y a continuación entregó a los comandantes enviados por el Rey muchas ciudades y los mercenarios que habían sido reclutados.
[2] Del mismo modo se produjo una traición en Capadocia, donde tuvo lugar un episodio singular e inesperado. El estratego del Rey, Artabazo 581 , había penetrado en Capadocia con un numeroso ejército, y Datames 582 , el sátrapa de esta región, había acampado frente a él; había reunido muchos soldados de [3] caballería y tenía veinte mil mercenarios de infantería que servían a sus órdenes. Pero el suegro 583 de Datames, que estaba al mando de la caballería, deseando ganarse el favor real y pensando asimismo en su propia seguridad 584 , desertó de noche con la caballería y se pasó al enemigo; el día anterior había [4] tenido tratos con Artabazo respecto a la traición. Datames convocó entonces a los mercenarios y, prometiéndoles recompensas, partió en persecución de los desertores. Los sorprendió en el momento en que iban a reunirse con el enemigo y atacó a la vez a las tropas de Artabazo y a la caballería, matando a los que trababan combate. Artabazo, desconocedor al principio de [5] la verdad y sospechando que el hombre que había desertado de Datames había urdido una nueva traición, ordenó a los suyos que mataran a los jinetes que se acercaban. Mitrobarzanes 585 , cogido en medio de los dos ejércitos, entre quienes querían vengarse de él como traidor y quienes trataban de castigarlo por su doble juego, se encontró en un gran apuro. Dado que esta situación apurada no le permitía reflexionar, recurrió a la fuerza y combatió contra ambos bandos provocando una gran carnicería. Finalmente, cuando ya habían caído más de diez mil hombres, Datames puso en fuga a los restantes y mató a muchos antes de llamar con el toque de trompeta a los soldados empeñados en la persecución. Entre los supervivientes de la [6] caballería, unos volvieron junto a Datames y le suplicaron su perdón, mientras que otros no hicieron nada, no sabiendo qué camino tomar; finalmente, estos hombres, en número de unos quinientos, fueron rodeados por Datames y pasados por las [7] armas. Datames, que ya antes era admirado por su talento como estratega, se granjeó entonces una reputación mucho mayor por su valor y su inteligencia en el arte de la guerra. El rey Artajerjes, informado de la hazaña de Datames y deseoso de desembarazarse de él, lo hizo matar a traición 586 .
Egipto: Traición de Reomitres. Preparativos de guerra. Taco, destronado por Nectanebo II, huye a Persia.
[92 ] Mientras ocurrían estos hechos 587 , Reomitres, que había sido enviado por los rebeldes a Egipto, a la corte del rey Taco, y había recibido de éste quinientos talentos de plata y cincuenta navíos de guerra 588 , arribó a Asia y desembarcó en la ciudad llamada Leucas 589 . En esta ciudad convocó a muchos jefes rebeldes 590 , los apresó y los envió encadenados a Artajerjes, mientras que él, pese a haber sido un rebelde, gracias a los servicios prestados [2] con su traición, se reconcilió con el Rey. En Egipto, el rey Taco, que había ultimado sus preparativos para la guerra, tenía a su disposición doscientas trirremes magníficamente equipadas, diez mil mercenarios de élite procedentes de Grecia y, además, ochenta mil soldados de infantería egipcios. Confió el mando de los mercenarios al espartiata Agesilao, que había sido enviado como refuerzo por los lacedemonios con mil hoplitas 591 , un hombre que sabía mandar las tropas y era muy admirado por su valor y su habilidad estratégica. El mando de la [3] flota lo entregó al ateniense Cabrias 592 , que no había sido enviado oficialmente por su ciudad, pero había sido convencido en privado por el rey para acompañarlo en la expedición. El rey, que desempeñaba personalmente el mando de las tropas egipcias y era el comandante en jefe de todo el ejército, no prestó atención al consejo de Agesilao de permanecer en Egipto y de dirigir la guerra a través de sus generales, aunque se trataba de un buen consejo. En efecto, una vez que el ejército estuvo bastante lejos y hubo acampado en la región de Fenicia, el general que estaba al mando de Egipto se sublevó contra el rey, llamó a su hijo Nectanebo y lo persuadió a apoderarse del reino de Egipto, provocando de este modo una gran guerra. Nectanebo, que había sido puesto por el rey al frente de los soldados egipcios [4] y había sido enviado desde Fenicia a asediar las ciudades de Siria, conforme con las maquinaciones de su padre, se atrajo a los oficiales con regalos y a los soldados con promesas, y así los persuadió a combatir a su lado. Finalmente, Egipto fue tomada [5] por los rebeldes 593 y Taco, espantado, se atrevió a ir a encontrar al Rey atravesando Arabia y le pidió que le perdonara por sus errores. Y Artajerjes no sólo lo absolvió de sus faltas, sino que lo nombró general de la guerra contra Egipto.
Muerte de Artajerjes II; le sucede Artajerjes III Oco. Ayuda de Agesilao a Nectanebo II. Muerte de Agesilao.
[93 ] Poco tiempo después murió el rey de los persas, después de haber gobernado cuarenta y tres años, y le sucedió en el reino Oco, que cambió su nombre por el de Artajerjes y reinó veintitrés años 594 . En recuerdo del feliz reinado de Artajerjes, que había sido un hombre amante de la paz y afortunado, los persas cambiaron el nombre a sus sucesores y dispusieron que se llamaran como él 595 .
[2] Cuando el rey Taco 596 hubo regresado junto a las tropas de Agesilao, Nectanebo, que había reunido más de cien mil soldados 597 , marchó contra Taco y lo desafió a combatir por el reino. Entonces Agesilao, viendo que el rey estaba espantado y no se atrevía a afrontar el peligro, trató de animarle diciéndole que no obtenían la victoria aquellos que eran superiores en número, sino los que destacaban por su valor. Pero el rey no le prestó atención y Agesilao se vio obligado a retirarse con él a una gran [3] ciudad 598 . Los egipcios primero asediaron a los allí encerrados y, después de haber perdido muchos hombres en los asaltos contra las murallas, circundaron la ciudad con un muro y un foso. Las obras fueron acabadas rápidamente gracias a la abundancia de mano de obra, y cuando se agotaron los víveres, Taco perdió toda esperanza de salvación, pero Agesilao, después de exhortar a sus soldados, atacó al enemigo de noche y salvó a todos sus hombres de una manera inesperada 599 . Los egipcios los persiguieron y, dado que la zona era llana, pensaron que, al [4] ser más numerosos, rodearían a los enemigos y los aniquilarían. Pero Agesilao ocupó una posición defendida a cada lado por un canal alimentado por el río, y así pudo sostener el asalto del enemigo. Colocó sus tropas en función del terreno, utilizó los [5] canales del río como defensa de su ejército y trabó batalla. Su superioridad numérica no sirvió de nada a los egipcios; los griegos, superiores en valor, dieron muerte a muchos egipcios y obligaron a huir a los restantes. Después de estos hechos, Taco [6] recuperó fácilmente el reino de Egipto, y Agesilao, dado que él solo había logrado restaurarlo en el trono, fue honrado con las recompensas apropiadas 600 . Mientras regresaba a su patria, al pasar por Cirene, Agesilao murió 601 ; su cuerpo, conservado en miel 602 , fue transportado a Esparta, donde recibió sepultura y honores reales. De este modo se desarrollaron los hechos en Asia en el curso de aquel año.
El conflicto de Megalópolis. Intervención del tebano Pámenes. La obra del historiador Atanas.
[94 ] En el Peloponeso, los arcadios, que se adhirieron a la paz general después de la batalla de Mantinea, respetaron su juramento sólo un año y después reemprendieron la guerra. El texto del juramento estipulaba, en efecto, que todos regresarían a su respectiva patria después de la batalla. Pero ocurría que los habitantes de las ciudades vecinas habían sido transferidos a Megalópolis 603 y soportaban mal el alejamiento de su patria. Por eso regresaron a sus antiguas sedes; pero los megalopolitas trataron [2] de obligarlos a abandonar su patria. Por esta causa estallaron las diferencias y los habitantes de las pequeñas ciudades pidieron ayuda a los mantineos y a otros arcadios, y también a los eleos y a otros miembros de la alianza con los mantineos, mientras que los megalopolitas llamaron en su ayuda a los tebanos. Éstos les enviaron inmediatamente tres mil hoplitas y trescientos soldados de caballería a las órdenes de Pámenes 604 . Éste [3] se dirigió a Megalópolis y, saqueando una parte de las pequeñas ciudades y aterrorizando a las otras, obligó a sus habitantes a trasladarse a Megalópolis. De este modo el problema del sinecismo de las ciudades, que había provocado tan gran conflicto, tuvo una solución en la medida de lo posible 605 .
En cuanto a los historiadores, el siracusano Atanas 606 hizo [4] comenzar en esta época su historia de las empresas de Dión en trece libros; añadió en un solo libro el período de siete años, que no había sido nunca narrado y que comenzaba a partir del final del tratado de Filisto; expuso los hechos de un modo sumario, respetando la continuidad del relato histórico.
361-360 a. C. Naves corsarias de Alejandro de Feras atacan las Cícladas y Peparetos. Actuaciones negativas de Leóstenes y de Cares. Los historiadores Dionisodoro y Anaxis. Fin del libro XV de Diodoro.
Cuando en Atenas era arconte Nicofemo, [95 ] Gayo Sulpicio y Gayo Licinio ejercieron en Roma el poder consular 607 . Este año, Alejandro, el tirano de Feras, envió naves corsarias contra las islas Cícladas, conquistó algunas de ellas 608 y capturó muchos prisioneros; luego hizo desembarcar mercenarios en Peparetos 609 y puso [2] sitio a la ciudad. Cuando los atenienses acudieron en auxilio de Peparetos y dejaron allí al estratego Leóstenes, Alejandro atacó a los atenienses. Éstos vigilaban a los soldados de Alejandro que estaban estacionados en Panormo 610 ; las tropas del tirano los atacaron por sorpresa y Alejandro obtuvo un éxito sorprendente 611 . No sólo salvó a los hombres enviados a Panormo de un gran peligro, sino que también se apoderó de cinco trirremes [3] áticas y una de Peparetos y capturó seiscientos prisioneros. Los atenienses, enfurecidos, condenaron a muerte por traición a Leóstenes y le confiscaron sus bienes 612 ; luego eligieron a Cares como estratego y le enviaron al mando de una flota. Pero éste no hizo más que evitar al enemigo e injuriar a los aliados. Desembarcó, en efecto, en Corcira, una ciudad aliada, y suscitó en ella violentas luchas intestinas, que provocaron muchos asesinatos y saqueos 613 , a raíz de lo cual el pueblo ateniense quedó desacreditado a los ojos de sus aliados. De este modo, pues, Cares, que cometió aun otras injusticias similares, no prestó ningún servicio, sino que procuró impopularidad a su patria 614 .
[4] En cuanto a los historiadores, los beocios Dionisodoro y Anaxis 615 han concluido sus obras de historia de Grecia con el relato de este año. Y nosotros, después de haber narrado los hechos anteriores al reinado de Filipo, ponemos aquí fin a este libro de acuerdo con el plan trazado al principio 616 ; en el siguiente, que comenzaremos con la subida de Filipo al trono, haremos el relato de todas las acciones de este rey hasta su muerte, incluyendo asimismo los otros acontecimientos ocurridos en las partes conocidas de la tierra habitada.