Читать книгу Todas las respuestas sobre el asma - Dr. Vicente Plaza Moral - Страница 8
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¿Qué es el asma?
En qué consiste el asma, cómo se produce y qué lo caracteriza
Hablemos con palabras sencillas y hagámonos la pregunta fundamental: ¿qué es el asma?
Lo que todo el mundo podría responder es que se trata de una enfermedad respiratoria crónica, pero ¿por qué se produce y a qué parte de nuestro sistema respiratorio afecta?
El asma es una enfermedad inflamatoria de los bronquios, que son los tubos que llevan el aire hasta los pulmones. Cuando una persona está sana, los bronquios están muy abiertos, por lo que no nos percatamos del esfuerzo que debemos realizar para respirar, que nos resulta casi imperceptible. En cambio, en aquellas personas que lo padecen, el asma provoca que los bronquios, a través de los cuales recibimos el aire, se estrechen o se obstruyan, lo que obliga al enfermo asmático a realizar un gran esfuerzo para inspirar.
La pregunta lógica que deberíamos hacernos a continuación es: ¿por qué se estrechan u obturan los bronquios?
El motivo de la obstrucción de los bronquios no se debe a una sola causa, sino a varias, y tiene lugar en muchas circunstancias distintas: puede deberse a actos tan sencillos como respirar aire frío, correr o reír, si bien en otras ocasiones se origina a raíz de una infección o un resfriado de los bronquios. Otras veces está ocasionada por diversos tipos de alergias o una alta sensibilidad a elementos presentes en el medio ambiente, como ácaros, granos de polen, el pelo de algunos animales domésticos, etc.
Ahora bien, si el asma es causada por una inflamación de los bronquios, ¿por qué se vuelve crónica? Esto se debe a unas sustancias llamadas mediadores químicos del asma. Entre ellas se encuentran, los leucotrienos, las citoquinas o las prostaglandinas. Todas ellas son sustancias que poseemos en nuestro organismo, generadas por células como los eosinófilos y los mastocitos, y su principal función es defendernos de enfermedades e infecciones. Sin embargo, cuando su actividad es exagerada, pueden producir estos mediadores químicos que provocan la inflamación de los bronquios y convierten a una persona en asmática y, por tanto, en enferma crónica.
¿Por qué esta reacción inflamatoria originada por los mediadores químicos del asma tiene lugar solo en algunas personas? Dicho de otro modo: ¿por qué unas personas son asmáticas y otras no?
Esa es una de las grandes incógnitas de esta enfermedad, para la cual la ciencia aún no tiene una respuesta definitiva. Sí se sabe, en cambio, que es muy difícil que el asma, como enfermedad crónica, pueda llegar a desaparecer o a curarse del todo en quien la sufre, aunque, por lo general, la mayor parte de las personas que la padecen tienen un tipo de asma leve y poco grave; además, en el caso de los niños, este asma leve va perdiendo intensidad a medida que crecen.
Cómo se produce y qué causa el asma
Es preciso, antes de entrar en materia, hacer hincapié en que el asma se produce debido a dos grupos de causas o factores muy diferentes entre sí: por un lado tendríamos los factores etiológicos, es decir, los que se entienden como causas del asma propiamente dichas; por otro lado estarían los factores desencadenantes, que serían aquellos que no originan la enfermedad o, dicho de otro modo, que no son responsables de que una persona padezca asma, pero que sí pueden provocar, en un enfermo de asma, que este sufra una crisis.
Veamos ambos grupos de factores más detenidamente.
Factores etiológicos del asma
Ya se ha dicho en el epígrafe anterior que la ciencia no ha conseguido desentrañar del todo las causas primigenias del asma, esto es, qué es lo que hace que unas personas sean asmáticas y otras no. En todo caso, la medicina sí ha logrado determinar la existencia de tres factores que, ya sea de manera aislada o asociados entre sí, potencian o favorecen la aparición del asma. Se trata de los factores etiológicos, que son principalmente tres:
La herencia genética. Aunque no se conocen todavía los patrones genéticos que hacen posible la transmisión hereditaria de la enfermedad, sí se sabe que más o menos la mitad de las personas que padecen asma tienen antecedentes familiares. Dicho de otro modo: hay en sus familias, en sus padres, abuelos, etc., enfermos de asma.
Alta sensibilidad a los alérgenos. Diversos estudios han demostrado que, aunque no todos los asmáticos son alérgicos, en torno a la mitad de los alérgicos también son asmáticos. Así pues, existe una estrecha relación entre el asma y la capacidad de una persona de desarrollar alergia a diversas sustancias. Estas sustancias que pueden producir alergia en ciertas personas se llaman alérgenos. Existen varios tipos de alérgenos, entre ellos, los alérgenos volátiles, que se transmiten por el aire y que se conocen también como neumoalérgenos o aeroalérgenos, los cuales tienen especial incidencia como causantes de alergias y, a su vez, desencadenantes del asma. De entre estos neumoalérgenos los más frecuentes son, como ya hemos mencionado anteriormente, los ácaros, el polen de distintas plantas, muchos tipos microscópicos de hongos y el pelo de diferentes animales, entre ellos muchos domésticos, como los gatos, los perros, etc.
Factores ambientales. En determinados casos, y para cierto tipo de personas, vivir o trabajar en zonas o ambientes determinados en los que existen altas concentraciones de neumoalérgenos tiene relación directa con el hecho de poder llegar a padecer asma. Existe, sin ir más lejos, la conocida como asma profesional, que se desarrolla cuando una persona especialmente sensible está en contacto frecuente durante su jornada laboral con los llamados neumoalérgenos laborales. Esto ocurre por ejemplo en el caso de trabajadores de plantas químicas, agricultores, personal de peluquerías o carpinterías… En estas profesiones, todas caracterizadas por un elevado índice de neumoalérgenos de muy diversos tipos en el ambiente de trabajo, es posible que una persona altamente sensible pueda llegar a desarrollar, tras un periodo de exposición a estas sustancias, determinados tipos de alergias, y también de asma. Algo parecido puede ocurrir con el tabaco, que es otro tipo de factor ambiental muy destacado, hasta el punto de que se ha demostrado que los hijos de madres fumadoras o criados en un ambiente doméstico en el que se fume con asiduidad y, por tanto, exista una alta exposición al humo del tabaco tienen una mayor predisposición a ser asmáticos.
Factores desencadenantes del asma
Son, como ya se ha explicado, aquellos factores que no provocan por sí solos asma, pero que pueden provocar síntomas y crisis asmáticas a aquellas personas que padecen, en mayor o menor medida, esta enfermedad. Al contrario de lo que erróneamente se suele pensar, los factores desencadenantes del asma no tienen siempre relación con un proceso alérgico.
A la hora de enumerarlos deberíamos citar una amplia lista de factores desencadenantes que, en función de la persona, de su salud y de muchas variables más, pueden incidir en mayor o menor medida en el desencadenamiento de la crisis de asma. Aun así, y de manera resumida, algunos de estos factores más comunes podrían ser los que constan a continuación.
Factores climáticos: frío, humedad, nieve, etc.
Ejercicio físico intenso.
Factores ambientales: polución, humo de tabaco, etc.
Factores emocionales: emociones intensas, como ansiedad, miedo, llanto, estrés e incluso risa estentórea.
Factores relacionados con la salud: casos de infecciones respiratorias, bronquitis, gripe, resfriados, etc.; todos ellos pueden provocar asma en una persona tendente a padecerla.
Medicamentos: algunas medicinas más o menos comunes (como la aspirina y sus derivados), los antiinflamatorios no esteroideos, ciertos fármacos para la hipertensión u otros destinados a aliviar problemas oftalmológicos (como el glaucoma) pueden incidir en los asmáticos que los utilicen desencadenando los síntomas de la enfermedad o crisis más o menos agudas en función de la dosis utilizada.
Factores alérgicos: como los neumoalérgenos antes descritos; la exposición a concentraciones altas de los mismos puede desencadenar crisis en personas sensibilizadas a estos.
Características del asma
Ya se ha explicado que una de las principales características del asma es la inflamación permanente de las vías respiratorias, que afecta principalmente a los bronquios, pero que también puede llegar a propagarse incluso a la nariz y provocar rinitis.
Tanto la inflamación de los bronquios como la irritación y el estrechamiento de sus paredes, que es lo que impide el paso del aire a los pulmones, puede atajarse mediante un tratamiento farmacológico adecuado que provoque una mejoría evidente en el paciente asmático. Incluso es posible que, de forma espontánea y en determinados casos, todos estos efectos físicos causados por el asma puedan desaparecer temporalmente de manera natural.
Ahora bien, en otros casos más graves puede ocurrir que el asma provoque una alteración de la estructura de los bronquios de forma permanente. Esta situación se conoce como remodelación bronquial y constituye una de las formas más grave de asma.
Es también característico del asma lo que se conoce como hiperrespuesta bronquial: un estado de hiperexcitación de los bronquios, que reaccionan de manera exagerada a determinados agentes, como por ejemplo humos, polución atmosférica, algunos olores característicos, a la exposición a aerosoles o lacas e incluso, como ya se ha dicho, al aire frío. Estos agentes ocasionan el estrechamiento de los bronquios que, a su vez, desencadenaría los síntomas del asma en estas personas de un modo más o menos ocasional o intermitente.
En el caso de enfermos con un asma más acentuada, o en el caso de estímulos más agresivos para su sistema respiratorio —como serían los alérgenos, la exposición a un clima de frío extremo o la toma de ciertos medicamentos, como los antiinflamatorios no esteroideos—, estos síntomas ya no serían ocasionales, sino mucho más intensos, e incluso podrían dar lugar a crisis de asma grave.
Además de las características de esta enfermedad que acabamos de ver, otra muy destacada es la variabilidad de los síntomas; debido a ella, un enfermo de asma puede experimentar en un corto periodo de tiempo, incluso a lo largo de un mismo día, cambios muy evidentes tanto en sus síntomas como en su capacidad pulmonar. Es algo muy típico de las personas asmáticas: pueden sentirse muy bien un día, sin toses, pitos ni ahogos…, y después, en pocos días (de hecho a veces en pocas horas), pueden experimentar un agravamiento evidente de su estado. Del mismo modo, pueden estar muy mal un día y, poco tiempo después, recuperarse y pasar largas temporadas en perfecto estado y sin experimentar ni un solo síntoma de la enfermedad.
Frecuencia: ¿hasta qué punto es el asma una enfermedad frecuente?
En la actualidad, los últimos estudios en la materia determinan que el asma es una enfermedad de prevalencia elevada. Dicho en términos sencillos: se considera que un elevado porcentaje de la población, estimado en adultos entre el 3 % y el 9 %, la padece.
Se sabe también que se trata de una enfermedad más común en países desarrollados, debido tal vez a su relación con la contaminación y a que los niños de países desarrollados se crían en entornos excesivamente protegidos desde un punto de vista médico. Esto les evitaría infecciones respiratorias en sus primeros años, lo cual, paradójicamente, haría su sistema inmune más inmaduro y, por tanto, menos desarrollado y más proclive a padecer posteriormente enfermedades como el asma o ciertos tipos de alergias.
Además, se ha constatado que la prevalencia del asma en la población ha aumentado en los últimos veinte años.
En España, la prevalencia del asma es media o baja, sobre todo en comparación con otros países europeos. Los porcentajes nos dicen que entre la población adulta se da una incidencia del 3 % o 4 % de enfermos de asma, y que estas cifras se doblan en el caso de la población infantil.
Si estudiamos la prevalencia por zonas geográficas, veremos que hay considerables diferencias atendiendo a las áreas que están más industrializadas, en las que, como es lógico, existen más casos de asma. De igual manera, parece demostrado que se dan más casos de asma en las zonas costeras que en las de interior, por lo que la climatología y sus factores asociados, como la humedad y otros, también tendrían que ver con el desarrollo de la enfermedad.
En cuanto a la incidencia del asma en las personas según el género, en la edad adulta esta enfermedad es más común entre las mujeres, que la sufren en una proporción que casi dobla la de los varones. Sin embargo, en la infancia ocurre al revés, ya que es más frecuente en niños que en niñas.
Ahora bien, no solo debemos tener en cuenta factores como la climatología o vivir en áreas costeras o industrializadas para explicar que ciertas personas padezcan o no asma. Como ya se ha mencionado, existen muchos otros factores que determinan su frecuencia y su mayor o menor incidencia en una zona. Entre ellos figuran los factores genéticos, e incluso los factores relacionados con la distribución social, la proporción de la población inmigrante y, también, la organización de los sistemas sanitarios y de asistencia en las diferentes zonas.
¿Por qué aparece el asma?
Ya sabemos que algunas personas son más propensas a padecer asma debido a los factores etiológicos (factor hereditario, predisposición alérgica y factores ambientales), aunque existen muchos otros factores que hacen que alguien que posea una o varias de estas características sea tendente a padecer la enfermedad. Estos son los factores de riesgo:
obesidad,
rinitis,
circunstancias relativas al nacimiento (parto prematuro, parto por cesárea, tipo de lactancia, dieta de la madre, tabaquismo de la madre),
otras enfermedades respiratorias,
tabaquismo activo o pasivo.
En cuanto a los factores desencadenantes, vale la pena observar con atención la tabla 1, que se reproduce a continuación, ya que en ella se recogen con más detalle que en epígrafes anteriores los diversos tipos de factores desencadenantes del asma, divididos en:
factores ambientales,
factores laborales,
factores sistémicos.
Tabla 1. Factores desencadenantes del asma
Factores ambientales | Atmosféricos | Polución | SO2 (dióxido de azufre), NO2 (dióxido de nitrógeno), ozono, CO (monóxido de carbono), partículas en suspensión |
Vegetales | Polen de gramíneas, polen de árboles, polen de malezas | ||
Domésticos | Ácaros del polvo, epitelio de gato, epitelio de perro, cucarachas | ||
Hongos | Alternaria alternata, Cladosporium herbarum, Penicillium, Aspergillus fumigatus | ||
Factores laborales | Sustancias de bajo peso molecular | Industria implicada | |
Fármacos | Industria farmacéutica | ||
Anhídridos | Industria del plástico | ||
Diisocianatos | Industrias de poliuretano, plástico, barnices, esmaltes | ||
Maderas | Aserraderos, carpinterías, ebanisterías | ||
Metales | Fundiciones, industrias de niquelado, plateados, curtidos de piel, limpieza de calderas | ||
Otros | Industrias de cosméticos, peluquerías, revelado de fotografía, refrigeración, tintes | ||
Sustancias de origen vegetal, polvo y harinas | Granjeros, trabajadores portuarios, molinos, panaderías, industria cervecera, procesamiento de soja, industrias del cacao, café y té, industria textil | ||
Alimentos | Industria alimentaria | ||
Factores laborales | Enzimas vegetales | Industria alimentaria, industria farmacéutica | |
Gomas vegetales | Industria alimentaria, imprentas, industria del látex, sanitarios | ||
Hongos y esporas | Panaderías, granjas, agricultura | ||
Enzimas animales | Molinos, fabricación de carmín | ||
Factores sistémicos | Fármacos | Antibióticos sensibilizantes, ácido acetilsalicílico, AINE (antiinflamatorios no esteroideos), beta-bloqueantes no selectivos (sistémicos y tópicos) | |
Alimentos | Leche de vaca, cereales, huevo, pescados frutos secos, mariscos | ||
Alimentos con sulfitos: frutos secos, vino, zumos de limón, lima, uva, patatas desecadas, vinagre, marisco, cerveza, etc. | |||
Fármacos | Veneno de himenópteros: Apis melífera (abeja), Vespula spp (avispa) |
Prevención y estilo de vida
Los médicos solemos decir que no hay mejor modo de tratar una enfermedad que previniéndola, es decir, evitando su aparición, en lo que vendría a ser un remedo del clásico dicho: «es mejor prevenir que curar».
Ahora bien, dado que aún desconocemos, desde un punto de vista médico, diversos aspectos sobre las causas y los mecanismos que originan el asma, resulta imposible, o cuando menos una tarea incompleta, ofrecer una serie de recomendaciones destinadas a prevenir la aparición del asma que abarquen esta enfermedad en toda su extensión. Lo que sí podemos hacer, en cambio, es ofrecer algunas sugerencias dirigidas a personas con antecedentes familiares de asma o alergias, ya que estas tienen una mayor posibilidad de desarrollar la enfermedad, algo que se podría aminorar respetando las siguientes pautas.
1 Evitar desencadenantes inespecíficos del asmaEstas son las principales recomendaciones para prevenir una crisis asmática:La persona alérgica o con antecedentes hereditarios de asma no debe fumar ni permitir que otras personas fumen en su presencia, especialmente en su domicilio. Si se trata de un niño, se deberá tener especial cuidado en mantenerlo alejado de ambientes cargados de humo de tabaco o personas que fumen ante él.Deben evitarse los ambientes contaminados. Si se trata de personas adultas, estas deberán evitar también ambientes laborales en los que pueda haber humo, sustancias químicas o alérgenos suspendidos en el aire, como en peluquerías, carpinterías, lacas, aerosoles, etc.Es de vital importancia prevenir y por tanto evitar las infecciones de las vías respiratorias, los resfriados y los procesos gripales.
2 Evitar desencadenantes específicos del asma y los neumoalérgenos más comunesA continuación se exponen las principales medidas para evitar el polen de las plantas:No frecuentar áreas rurales, parques en época de floración, no realizar excursiones campestres…Durante la primavera (por lo general la estación de mayor polinización) hay que mantener las ventanas del dormitorio de la persona alérgica cerradas por la tarde y por la noche.Si se viaja en coche con una persona alérgica al polen en época de polinización hay que hacerlo con las ventanillas del vehículo cerradas.Si se padece una alergia al polen especialmente aguda y se viviera en zonas campestres o rurales, sería recomendable que la persona afectada pudiera mudarse a un entorno urbano, al menos en las épocas de mayor polinización.Para evitar que el polen afecte a los ojos (lagrimeo, picores, etc.), se recomienda igualmente usar gafas cerradas en los periodos polínicos.Los ácaros son arañas microscópicas (los más comunes son del género Dermatophagoides) que se alimentan de las células muertas de la piel humana. Se sabe que es más frecuente su presencia en áreas costeras. Para evitar la exposición a ellos se pueden tomar las siguientes medidas:No frecuentar zonas de costa.Proteger almohadas y colchones con fundas específicas.Lavar con regularidad la ropa de cama así como las fundas de colchones y almohadas con agua muy caliente (se recomienda una temperatura de 65 ºC).Retirar del domicilio cojines, almohadones, peluches, alfombras, cortinas y moquetas en las que los ácaros se puedan acumular.Limpiar con aspirador, no con escobas o mopas que levanten el polvo y por tanto los ácaros sin llegar a eliminarlos del todo.Limpiar con paños húmedos (no secos) para evitar, como con las escobas, levantar polvo al limpiar.Intentar reducir la humedad en el ambiente en que viva o trabaje la persona alérgica.Secar la ropa al aire y no mediante secadora.Para evitar el pelo de animales domésticos y mascotas se pueden seguir las siguientes medidas:Retirar las mascotas del domicilio.Si se vive en un entorno rural en el que la persona alérgica pueda estar en contacto con pelaje de animales domésticos que le provoquen alergia, valorar un cambio de domicilio.No deben tomarse fármacos que puedan desencadenar una crisis de asma. Ya sabemos que determinados medicamentos afectan de un modo especial a los asmáticos y provocan en ellos crisis que dependerán de la dosis o del tipo de asma (más o menos grave) que padezca la persona afectada. Por ello, es preciso evitar los siguientes medicamentos:aspirina y sus derivados,antiinflamatorios no esteroideos,beta-bloqueantes, como los medicamentos usados para tratar la hipertensión, los glaucomas o las cardiopatías.Por otro lado, hay que evitar la exposición a productos que pueden causar asma ocupacional. Es fundamental extremar la limpieza en fábricas, talleres e industrias donde se manufacturen sobre todo plásticos, látex y pegamentos o pinturas. Dicha limpieza se debe realizar a fondo, procurando extraer todo el polvo y eliminando todo el humo para que este tipo de partículas no permanezcan en el ambiente ni afecten a ninguno de sus empleados.Asimismo, se debe evitar la ingesta de alimentos o bebidas que ya hayan provocado reacciones en una persona alérgica.Cada persona alérgica tiene sus particularidades, pero por lo general hay algunos alimentos más tendentes a provocar reacciones en personas que padecen alergias, entre los que se cuentan:frutos secos,pescados,mariscos,algunas frutas (sobre todo las llamadas «frutas de pelo», como melocotones, albaricoques, kiwis, fresas, etc.).
3 Cómo prevenir las crisis de asmaExisten una serie de recomendaciones del todo evidentes para evitar las crisis asmáticas:La persona alérgica debe evitar todo contacto con aquella sustancia que le provoque alergia. Si esto fuera imposible, al menos debe procurar, antes de entrar en contacto con ella, tomar la dosis necesaria de su medicación de rescate para que la crisis no se llegue a producir.La persona asmática que sabe que suele padecer crisis cuando se resfría deberá, lógicamente, intentar por todos los medios evitar resfriarse. Y, en cuanto sufra los primeros síntomas de resfriado, acudirá al médico lo antes posible para que le administre la medicación correspondiente sin pérdida de tiempo.Se recomienda que las personas con asma grave, por más que no hayan sufrido nunca crisis tras tomar aspirinas, beta-bloqueantes, antiinflamatorios, etc., eviten estos medicamentos, ya que es imposible determinar en qué momento estas medicinas podrán empezar a provocárselas.Pero tal vez sea más importante, desde un punto de vista práctico, respetar una serie de medidas específicas para los asmáticos relacionadas más directamente con su enfermedad que con los desencadenantes que la pueden provocar. En este sentido, la palabra «prevención» cobra vital importancia, y las medidas que se deben seguir son tan simples como esenciales:Tomar la medicación. La persona asmática debe respetar y seguir las pautas indicadas en cuanto a su tratamiento preventivo habitual. Si su médico le ha prescrito una medicación diaria, tanto mediante inhaladores como por vía oral, debe procurar no saltarse ninguna toma y respetar los horarios pautados y las dosis.Aprender a reconocer cuándo empeora su asma. De este modo, podrá tomar cuanto antes el tratamiento de choque que evite que se desencadene una crisis o que esta se agrave. Las «pistas» a las que debe prestar atención son:Si se despierta por la noche con tos, pitos o sensación de ahogo.Si siente que su medicación (inhaladores, medicinas por vía oral, etc.) no le alivia ni hace que mejore su estado.Si cada vez necesita una dosis mayor de broncodilatador.Si nota que su flujo espiratorio ha descendido de su nivel habitual. Es decir, si siente que respira peor, que no le llega el aire…
Prevenir posibles emergencias. Es recomendable que, ante una emergencia, estemos preparados. Si somos asmáticos o tenemos a algún familiar o persona cercana con la que convivamos que lo sea, debemos conocer cómo actuar en el caso de que se desencadene una crisis, adónde ir, a quién llamar… En este sentido, conviene saber dónde está el hospital más cercano y cómo llegar, tener a mano el teléfono del médico habitual, el del servicio de urgencias, etc., para que los nervios, añadidos a la situación de estrés que provoca una crisis, no la agraven más.
Estar informados. Si sabemos por qué se desencadena una crisis de asma, si sabemos en qué consiste, si sabemos cómo atajarla con medicinas…, resulta mucho más fácil evitar situaciones extremas con esta enfermedad. Por lo tanto, es de vital importancia que estemos informados tanto sobre los aspectos generales del asma como, fundamentalmente, sobre el tipo específico de asma que nos afecta o afecta a nuestros hijos, parejas o familiares.