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Niebla gorila
ОглавлениеEra cuestión de esperar,
tantos años como fuese necesario.
El tiempo como parábola,
el arco que describe la trayectoria de una piedra
arrojada por una mano desde la infancia.
Educar la espera.
El fin del verano traía como pasatiempo
la caza de mariposas.
Armados con ramas nervadas,
desprovistas manualmente de hojas,
como voluminosas espadas,
zumbadoras en la tarde aplastante del suburbio.
Pertrechados con frascos para la recolección
nos aventurábamos al soponcio de la siesta.
Las familias crecen
y construyen sin gracia el pulmón de manzana;
necesidad.
Los padres envejecen en paralelo a sus veredas
y van llenando de baldosas
los pocos metros verdes que tanto trabajo les da cortar, comodidad.
Y poco a poco,
las mariposas se fueron alejando
a distritos electorales menos codiciados.
Pasé tiempo sin verlas,
lo que más me preocupaba
era no identificar la semana estival
que anunciaba el último round de la estación.
Llegué a presumir que alguna consecuencia nefasta
del impacto humano sobre el planeta
empezaba a materializar sus frutos.
Algo así pasa con la merma de abejas,
ya no veo tantas.
Mientras en la televisión
una estrella infantil de la década del setenta
atraviesa su semana
de retorno, vindicación y venganza,
la naturaleza nos devuelve el acto de las mariposas.
Tardé tres días en darme cuenta del operativo retorno,
algo amenazante de las jornadas peronistas
se hacía evidente.
Niebla gorila.
Esta mañana no hay dirección en que mire
sin encontrar al menos una de ellas con su vuelo
bajo y predecible.
Algunas cosas se van para siempre,
otras solo cambian de lugar.