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Modulaciones de la noche

“La noche, por el contrario, tanto la cósmica como la mística, es algo informe e inaprensible que, en la plenitud de su sentido, sólo sugiere sin agotar nunca su contenido. En ello se incluye una cosmovisión completa y una perfecta concepción del ser”.

Edith Stein

Ciencia de la cruz

Introducción

Una tarde de octubre del 2018 nos reuníamos a las puertas de la Sala La Comedia, ícono del teatro independiente en Chile, en el barrio Lastarria de Santiago centro, donde se estrenaba Medianoche, la adaptación libre de Florencia Martínez de la obra Diálogo nocturno de Edith Stein. Ahí estábamos los investigadores involucrados en el proyecto que nos había ocupado un año y medio de encuentros y de producción1. También concurrieron al evento personas cercanas del ámbito académico y artístico, pero sobre todo un público movido por el teatro. Era una gran apuesta presentar en las tablas no solo el núcleo dramático de Diálogo nocturno, sino, sobre todo –y era la propuesta de Medianoche– a una mujer extraordinaria.

La estructura del drama del Diálogo nocturno de Edith Stein es simple2. Se trata de una visita de la reina Ester a la madre carmelita de Echt. Acontece al modo de una anunciación bíblica: entrada del personaje celestial, mensaje-respuesta y despedida3, a lo que se puede añadir el sobresalto inicial y el develamiento paulatino del personaje y su mensaje a través del diálogo. Se trata de una fantasía de dramaturgia elaborada con la historia bíblica de Ester como núcleo, la cual, sin embargo, es reflejo de la historia de María. Declara la misma Ester: “Mi vida era solo un resplandor de la suya” (735).

Esta visita de medianoche se abre en torno al tema del “refugio” para el pueblo de Israel ante “un nuevo Amán” que amenaza su existencia (733). El paralelismo pone en diálogo la historia de la salvación con la historia contingente. Y se advierte, además, un continuo juego entre la noche y el día que vincula el devenir histórico con el día de la gloria: “La cruz despareció en la noche, pero nuestra noche fue improvisamente iluminada por una nueva luz, como no habíamos sospechado: dulce y feliz… Él mismo era la luz” (734).

Estas correspondencias suponen también una teología de la historia cuyo centro es el corazón de Cristo en la cruz, punto definitivo de convergencia para Israel y la Iglesia, las llagas del crucificado aparecen como “meta” (735) y como fuente de salvación (734).

En la magnífica visión que Ester relata confluyen la cristología y la soteriología, la mariología y la eclesiología: “él está con vosotros, os conduce al reino de su Padre… Vi a la Iglesia nacer de mi Pueblo; un tierno retoño floreciente, vi como corazón de la Iglesia a la Inmaculada…” (734-735).

La sorpresiva presencia de Ester aquella noche en el Carmelo holandés (Echt) responde en definitiva a un envío, la madre carmelita concluye: “La Reina del Carmelo te envía” (736). Por lo mismo, hay una alusión a María en el trasfondo de toda la pieza teatral que se hace patente si hacemos una lectura desde el final, resuelto el enigma de “la suplicante” nocturna. De hecho, la comprensión de la visita nocturna hace que Ester se pueda marchar y prometer un futuro encuentro “en el gran día, el de la manifestación de su gloria” (736), palabras finales de la obra que aluden explícitamente a María y retoman las del inicio, cuando la sola palabra “refugio” hace recordar a la Madre, “la Purísima, la Inmaculada…” (731), y cree que “la nocturna” es una presencia de María: “Dime, ¿no serás tú la misma Virgen Madre?” (731). Luego, la obra se abre y se cierra entorno a la figura de la Virgen María, reina del Carmelo.

Diálogo nocturno es una obra muy ceñida a las circunstancias personales de su autora, por lo cual puede considerarse ciertamente autobiográfica. Es una obra teatral no profesional escrita para ser representada por y para las monjas carmelitas de Echt, Holanda, en junio de 1941, como un homenaje a la madre superiora del convento en su onomástico (Antonia)4. Esto se inserta en la larga tradición poética y dramatúrgica de los claustros de las carmelitas. Edith Stein, ahora sor Teresa Benedicta de la Cruz, tenía ya en este tiempo una pluma avezada en cuestiones filosóficas, pedagógicas y teológicas, además de una sólida formación humanista unida a un gusto por la dramaturgia desde su juventud.

Edith Stein murió junto a su hermana Rosa –también convertida a la fe cristiana y entrada en la vida carmelita– en agosto de 1942, luego, esta obra se sitúa al final de su vida, en momentos del recrudecimiento de la persecución nazi en Holanda. Este es el clima de la obra de teatro. De esta manera, Diálogo nocturno es, en primer lugar, un reflejo de la realidad donde acontece el diálogo que se establece entre Dios, tal como se comunica en la historia de Israel, y la historia de aquel presente trágico. En este sentido, podemos hablar de una biografía teológica en la medida en que se exponen los hitos de un itinerario de encuentro con Dios, pero también de una teobiografía, en cuanto es Dios mismo que se deja ver en el acontecer de una vida concreta. Esta conjunción entre vida y teología se hace evidente en la figura bíblica de la reina Ester, quien proviene de una amenaza de exterminio del pueblo judío en el pasado histórico hebreo y que entra ahora en aquel convento holandés para encontrarse con la madre priora en el presente de ese pueblo. Ambas dialogan sobre la historia fatídica, presentando la intervención divina a favor del pueblo judío relatada en la Biblia como nuevo motivo de esperanza para el presente, de modo que rezan los salmos bíblicos, tradición orante compartida por judíos y cristianos hasta la actualidad.

Es la “historia santa” de Mardoqueo, Ester, Amán y Asuero la que se ofrece como clave de interpretación del presente5. Como consta, Edith Stein se ha identificado expresamente con la heroína hebrea, lo que demuestra su lectio divina del relato bíblico, aun cuando es un libro poco recurrente en el ámbito cristiano. Se completa así el círculo interpretativo que va de la historia al texto y del texto a la historia.

El estreno de Medianoche suponía para el resto de los integrantes del equipo, los no “teatristas”, una novedad que escapaba al trabajo de análisis, traducción y comprensión del texto. Era algo totalmente nuevo, a pesar de conocer íntegramente el parlamento. Se trataba de un auténtico producto interdisciplinario, pues cada frase contenía en sí horas de cuestionamiento entre teología y dramaturgia, donde se exponían diversas aproximaciones provenientes de distintas metodologías e intereses, y este entrecruzamiento de perspectivas daba como resultado una obra construida en un lenguaje unitario y común. Así, el relato artístico conducía inevitablemente a un encuentro personal y vital con la autora, a casi ochenta años de distancia.

En esta ocasión quiero destacar las líneas teológico-espirituales que vertebran este proyecto, dando un nuevo instrumento de profundización para una propuesta artística que trasciende ya su marco conceptual y se ofrece a la creatividad y a la sensibilidad propia de sus espectadores.

El proyecto de investigación nos conduce hacia la tridimensionalidad del teatro. No se limita al análisis de un texto, lo que va a constituir solo una primera aproximación a la obra. El horizonte de una puesta en escena conlleva una dinámica propia donde se conjugan múltiples y variados elementos expresivos y evocativos, de carácter afectivo y estéticos entre otros. Esto complejiza la reflexión en cuanto contiene ahora diversos y simultáneos registros de expresión.

Aproximación a la obra

Un camino de aproximación a la adaptación libre de Florencia Martínez sobre Diálogo nocturno, de Edith Stein, consiste en atender a los títulos respectivos que condensan el drama de las obras en cuestión.

a) Diálogo nocturno

En Diálogo nocturno, el sustantivo es el diálogo: Zwiesprache. Por esta razón –que no es solo formal y que se hace presente en otras obras de la fenomenóloga, como en aquella de Santo Tomás de Aquino con Edmund Husserl6– no se trata solo de un recurso obvio de la dramaturgia, que también puede servirse del monólogo, sino más bien de una auténtica manera de enfrentar la realidad y el acceso a la verdad. Es la asunción de la mayéutica filosófica, donde acontece la verdad.

Solo dos personajes articulan el drama. Ambas mujeres, una hebrea que viene del pasado y una católica que se halla en el presente, dialogan en un espacio donde el tiempo no transcurre linealmente. Si bien la heroína Ester viene del pasado, es peregrina que busca refugio en el devenir de la historia y a la vez presagia un futuro glorioso para su pueblo y para la Iglesia de Cristo. La madre carmelita que está en la portería del convento donde ocurre el drama, en cierto modo también viaja al pasado, que se le hace contemporáneo por sus conocimientos bíblicos y participa también de la visión del futuro que se le muestra.

El libro de Ester se encuentra en la Biblia, en la sección de libros llamados históricos que suceden al Pentateuco y se distinguen de los libros poéticos y sapienciales y de los libros proféticos, que conforman el conjunto del Antiguo Testamento.

Los hechos relatados se sitúan en el exilio persa del siglo V a. C., aunque la composición del escrito es muy posterior. Más que una crónica histórica, el libro de Ester es ejemplo de aquella literatura que anima y sostiene la fe de un pueblo perseguido. Nombrar a Ester en la obra de teatro es hacer presente un drama bien conocido por sus destinatarias: una hebrea que gracias a la conducción de su tío Mardoqueo logra llegar al poder y arriesga su vida en favor de su pueblo, intercediendo ante el rey Asuero para detener el exterminio instigado por el visir Amán. Estas son en síntesis las connotaciones bien determinadas de la figura de Ester.

Desde otro punto de vista, la reina Ester representa también, en el drama steiniano, la palabra de Dios dirigida al pueblo de Israel en primer lugar y en persona. Por lo tanto, en la aparición de Ester es Dios quien finalmente entra en diálogo con la religiosa carmelita, en las tenebrosas horas de una nueva persecución y exterminio. De este modo, la palabra de Dios hecha mujer viene al encuentro en un acontecer marcado por el odio. Y esta “encarnación” se realiza en una modalidad original: pone de relieve una valiente intercesión cuyos prolegómenos están en la astucia de Mardoqueo, quien sabe aprovechar el encanto femenino para seducir al rey7. Aquí se manifiesta la fuerza de la seducción como un arma que se dirige al corazón. La decisión de Ester de presentarse ante el rey sin el debido permiso –acto penado con la muerte– es el punto cúlmine de la historia:

Ester 5. 1a: “Al tercer día, y una vez acabada su oración, se despojó de sus vestidos de orante y se vistió de reina. Recobrada su espléndida belleza, invocó a Dios, que vela sobre todos y los salva. Luego, tomando a dos siervas, se apoyó suavemente en una de ellas, mientras la otra la seguía alzando el ruedo del vestido. 1b: Iba resplandeciente, en el apogeo de su belleza, con rostro alegre como de enamorada, aunque su corazón estaba oprimido por la angustia. 1c: Franqueando todas las puertas, llegó hasta la presencia del rey. Estaba el rey sentado en su trono, revestido de las vestiduras de las ceremonias públicas, cubierto de oro y piedras preciosas y con aspecto verdaderamente impresionante. 1d: Alzando su rostro, resplandeciente de gloria, lanzó una mirada tan colmada de ira que la reina se desvaneció; perdió el color y apoyó la cabeza sobre la sierva que la precedía. 1e: Mudó entonces Dios el corazón del rey en dulzura”.

Viene Ester indefensa y pobre, sometida al autoritarismo (y machismo), y se presenta a Asuero sin saber el resultado de su audacia. Podría pensarse en el arrojo de la desesperación que la impulsa a tan osada acción, pero en realidad debe comprenderse como el atrevimiento de la fe y la confianza puesta en el dios fiel de Israel. La oración de Ester, del texto griego, da claridad sobre los motivos de su acción (Ester 4,17k-17z). También cabe preguntarse por la fuerza de la seducción como un arma no del todo inocente.

En el diálogo steiniano, lo nocturno es adjetivo, cualifica la modalidad y el ambiente donde se pronuncia la palabra. Bajo la oscuridad de la noche se simboliza el tiempo del descanso y la suma del cansancio. La madre carmelita se despierta por el timbre. Pero aún más, la oscuridad es también la guerra, la persecución, la amenaza de la muerte. Sin embargo, al interior de este clima violento emerge un diálogo que hace brillar una luz de esperanza y de victoria definitiva del plan de Dios sobre la historia humana turbulenta.

De ese modo, la noche se hace tránsito. Por una parte, es falta de luz, sin embargo, es una carencia dinámica, pues su profundidad anuncia la venidera claridad del día. En síntesis, Diálogo nocturno representa el drama de la esperanza cristiana sobre el mundo, como un hilo aparentemente frágil que conduce y sostiene el complejo entramado del devenir de la historia humana acorde al plan de Dios.

b) Medianoche

En Medianoche de la dramaturga Florencia Martínez, la noche del Diálogo nocturno se sustantiva. La medianoche corresponde al punto de inflexión entre la noche y el día, en consonancia con la división tripartita de la noche propuesta por san Juan de la Cruz, autor obligado en el símbolo nocturno, en lo que respecta al “tránsito” de la unión del alma con Dios8. La noche adquiere así un protagonismo transversal en la obra, y abre aún más la riqueza de su copiosa simbología múltiple9: tiempo, oscuridad, paz y temor; silencio y diálogo, intimidad, recuerdos, soledades y presencias, quietud y espera...

La presente adaptación libre sobre la obra steiniana ha surgido frente al desafío de comunicar el drama steiniano en las claves de la dramaturgia contemporánea, de manera que la obra Diálogo nocturno se convierte en el núcleo en torno al cual se desarrolla un ambiente vital biográfico con los hitos más esenciales de su autora. A esto contribuye creativamente el recurso del desdoblamiento de la misma actriz que representa sucesivamente a la reina Ester y a la madre de Edith Stein, en una metamorfosis que ocurre frente a los ojos de los espectadores. La madre carmelita de la obra original es reemplazada aquí por la misma Edith Stein, lo que crea un triángulo de protagonistas: la madre, la reina y Edith Stein como carmelita, lo que da cuenta de la óptica biográfica que adquiere relevancia para iluminar el texto base steiniano y también de cierta orientación psicoanalítica en esta comprensión del drama. A su vez, por medio de sus relatos las protagonistas traen al presente una serie de otros personajes. Entramos así en una especie de galería de espejos donde cada imagen proyecta su luz y aporta en la construcción de los mismos personajes. En los efectos especiales se ve precisamente un desfile de rostros que hace real el drama. Es notable que esta determinación de lo biográfico, lejos de restringir a lo particular, logra una capacidad de identificación universal en la medida en que cada biografía es fruto de muchas otras en una articulación infinita.

Este recurso es posible, también, gracias a la indeterminación de los límites que impone el mismo fenómeno de la noche, en la forma en que se encuentra presente en la descripción steiniana en la obra Ciencia de la cruz10. Esto da pie al juego de las libertades oníricas y a las resonancias del mundo del inconsciente, lo que, a su vez, redunda en un mayor espacio para muchos diálogos históricos.

La obra comienza cuando sor Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) escribe una carta dirigida a su madre, quien para la época de composición de Diálogo nocturno (1941) ya había fallecido. La fecha de defunción de la madre coincidió con la renovación de sus votos temporales como carmelita, en 1936. Dirigirse a su madre desde el claustro del carmelo simboliza retomar su biografía: Edith ha hecho una opción de vida que la ha separado de la fe de su madre y de su tradición religiosa y cultural. Es una ruptura que inaugura una nueva continuidad. Volverse hacia la madre puede, entonces, comprenderse como un atender a sus raíces hebreas para florecer con vigor en el aciago día del drama. Mirar hacia ella es en cierto modo retomar a la madre Israel. Edith reconoce su origen hebreo que la emparienta también con Jesús, María y la Iglesia naciente. Asumirá su destino bajo el dominio nazi como una representación de su pueblo, y ofrecerá su vida por su pueblo, que es también su nuevo pueblo, la Iglesia.

La noche en Ciencia de la cruz de Stein

Hay un texto de Edith Stein en Ciencia de la cruz que requiere nuestra particular atención, precisamente en la comprensión que ella hace de la noche mística sanjuanista, a partir de la “experiencia simbólica” que le ofrece la noche cósmica:

“La noche, en cambio, es algo natural: lo contrario de la luz que a nosotros y a todas las cosas envuelve. No es propiamente un objeto en el sentido literal de la palabra. No está delante de nosotros y ni siquiera se sostiene por sí misma. No es tampoco una imagen, entendida como figura visible. Es invisible e informe. Y, sin embargo, la percibimos verdaderamente y está más próxima a nosotros que todas las formas y figuras, está más propiamente unida con nuestro ser. Como la luz penetra con sus propiedades visibles todas las cosas, de la misma manera se las traga la noche y amenaza con tragarnos a nosotros también”.

Se trata de un texto de gran densidad, donde se destaca el aspecto informe e invisible de la noche con la amenaza que eso representa para nosotros. Lo más notable es la noche en cuanto interioridad o sus efectos:

“Lo que en ella se hunde es algo más que nada: continúa existiendo, pero indeterminado, invisible e informe como la noche misma o como una sombra, un fantasma y, por ello, como algo amenazador. En ella no sólo está amenazado exteriormente nuestro ser por peligros ocultos en la noche, sino también interiormente afectados por la noche misma. Nos priva del uso de los sentidos, impide nuestros movimientos, reduce nuestras fuerzas y nos arroja a la soledad convirtiéndonos a nosotros mismos en sombras y fantasmas”.

Esta noche, en definitiva, “es como un preludio de la muerte y todo esto no tiene solamente un significado vital sino también anímico y espiritual”.

Nos parece que este texto, donde Stein busca relacionar cruz y noche, revela algunos aspectos que se desarrollan en Medianoche, en cuanto aperturas de trascendencia que suscita esta teobiografía.

Cabe destacar que Edith Stein interpreta el símbolo de la noche como “una cosmovisión completa y una perfecta concepción del ser” de san Juan de la Cruz. Luego, hay una perspectiva filosófica fundamental. Claro está, se supone toda la riqueza del símbolo que tiende a transfigurarse él mismo en luz. Ver el mundo de noche es ver el mundo en tensión y en una apertura a lo invisible.

Ahora bien, en este mismo texto Edith Stein reconoce en la noche cósmica y sus efectos un “doble aspecto”, que también se muestra en el simbolismo de la noche en la obra de san Juan de la Cruz, la noche iluminada y la noche oscura:

“Frente a la noche oscura y espantosa está el embrujo de las noches de luna que la penetra con un suave y delicado resplandor. No se traga las cosas, sino que las deja brillar con aspecto nocturno. Todo lo duro, lo áspero y penetrante es moderado y suavizado y aparecen rasgos esenciales de las cosas que no se ven a la luz del día. Se escuchan también voces que el ruido del día amortigua y hace enmudecer. Mas no solamente la noche iluminada tiene sus encantos, sino que podemos igualmente encontrarlos en la noche oscura. Da fin a la prisa y al ajetreo del día y nos trae el descanso y la paz. Estos mismos efectos causa la noche, entendida en sentido anímico-espiritual. Hay también una suave claridad nocturna del espíritu en la cual el alma, libre de la esclavitud de los negocios cotidianos, se siente a un tiempo distraída y reconcentrada en una profunda armonía de su ser y de su vida entre el mundo y el trasmundo. Y hay en la paz de la noche un profundo y agradecido descanso”.

Hay que añadir la distinción que viene haciendo acerca del triple sentido anímico, vital y espiritual que tiene la noche, lo que es acorde al carácter transformador propio del símbolo.

De ahí que la autora quiera precisar que: “Cuando Juan, el pensador, habla de la noche en sus tratados, detrás de sus palabras se encuentra lo que esta expresión significa para el hombre y el poeta11”.

Respecto a la noche mística afirma que:

“No debe entenderse cósmicamente. No tiene su origen fuera del alma, sino que brota de sus mismas entrañas y afecta solo al alma de donde nace. Pero los efectos que opera en el interior, son semejantes a los de la noche cósmica: implica un hundimiento del mundo exterior, aunque el exterior se encuentre en la plena luz del día. Establece el alma en la soledad, la aridez y el vacío, liga la actividad de sus fuerzas y la angustia con los terrores amenazadores que en ella se ocultan. Sin embargo, también hay una luz en la noche, que descubre un nuevo mundo en lo más hondo del alma, y, en cierto modo, ilumina desde dentro el mundo exterior que se nos devuelve completamente transformado.

La fenomenóloga estaca la “íntima analogía” que se establece entre la noche cósmica y la noche mística. Entre ambas:

“hay que pensar en la relación de una expresión simbólica, como la que existe generalmente entre lo sensible y lo espiritual: de la misma manera que la fisonomía y los gestos son expresión de la personalidad y de la vida anímica y, al igual de como muchas veces lo espiritual, y aun el mismo Dios, se revelan en la naturaleza. Se trata de una comunidad de origen y una objetiva analogía que hace a lo sensible apropiado para revelar lo espiritual”.

Finalmente retoma las primeras afirmaciones acerca de la noche: “La noche, […] tanto la cósmica como la mística, es algo informe e inaprensible que, en la plenitud de su sentido, solo sugiere sin agotar nunca su contenido”.

Pero da un salto a una profunda comprensión de tipo filosófica:

“En ello se incluye una cosmovisión completa y una perfecta concepción del ser. Un algo inaprensible es común a ambas que, sin embargo, resulta tan claro como para que por medio de la una podamos descubrir a la otra para la que sirve de camino, no por una elección intencionada y por una comparación pensada de antemano, sino sólo a través de la experiencia simbólica, que tropieza con la dependencia primitiva, y por ello, se encuentra una expresión gráfica que le es necesaria para manifestar lo que no puede expresarse en abstracto. Y con esto puede distinguir “la diferencia que existe entre el carácter simbólico de la cruz y la noche. La cruz es símbolo de todo lo que causal o históricamente depende de la de Cristo. Noche es la necesaria expresión cósmica de la mística cosmovisión de san Juan de la Cruz”.

Noche como “la necesaria expresión cósmica de la mística cosmovisión de Juan de la Cruz”, es una afirmación muy contundente de este texto. Nos sitúa ante una cosmovisión, es decir, una mirada totalizadora e interpretadora de la realidad desde la experiencia mística que se deja expresar en el lenguaje del artista y, por lo tanto, clama por una racionalidad sensible y abierta al carácter nocturno que entraña toda realidad.

Estos aspectos nocturnos se hacen evidentes en Medianoche de Florencia Martínez. Luego, su recreación y la puesta en escena tienen un trasfondo que impacta por la sintonía que establece con sus espectadores; allí se presenta una vida en sus múltiples contornos nocturnos, de misterio, a la vez que en sus rasgos esenciales que la luz del día oculta.

Por lo tanto, no solo el drama personal e histórico señalado por Stein en su Diálogo nocturno, sino la misma noche, alcanza aquí su protagonismo como interpelación a un más allá de la claridad evidente de la razón diurna, hacia un abismo de realidad, “un algo inaprensible” en que cada vida se desarrolla y que apenas vislumbramos.


Juan Francisco Pinilla A.

Profesor de la Facultad de Teología

Universidad Católica de Chile.

Director Centro UC Estudios

Interdisciplinarios en Edith Stein

1 Proyecto VRI: El Diálogo nocturno de Edith Stein. Investigador responsable: Canales Contreras, Rodrigo; Coinvestigadores: Meis Wormer, Anneliese. Fecha de inicio: 04/2016; Fecha de término: 01/2018.

2 Para las citas seguimos la edición española: Edith Stein, Obras Completas V. Escritos Espirituales. Burgos: Editorial de Espiritualidad, 2004, 729-736. Las referencias al texto alemán se toman de: Edith Stein, Gesamtausgabe. Geistliche Texte II, Nächtliche Zwiesprache II. Freiburg-Basel-Wien: Herder, 2015, 238-244.

3 Bruno Forte, María, la mujer ícono del Misterio. Ensayo de mariología simbólico-narrativa. Salamanca: Sígueme, 1993, 75.

4 Esta pieza teatral es la cuarta obra de las cinco que Edith Stein escribió siendo carmelita, durante “los cinco últimos años de su vida: una en Colonia (1938), y cuatro en Echt (1939, 1940, 1941, 1942), esto es, cada año escribió una pieza teatral; la última a menos de dos meses de su arresto y muerte” (cf. OC, V, 689)

5 Sobre Diálogo nocturno y su relación con la adaptación libre de Medianoche: Juan Francisco Pinilla A. “Diálogo nocturno de Edith Stein” y “Medianoche. Teología, dramaturgia y ética”, Noche oscura. Actas del II Congreso Mundial Sanjuanista (Burgos: Grupo Editorial Fonte/Monte Carmelo/Universidad de la Mística/Cites, 2019), 417-430.

6 Was ist Philosophie? Ein Gespräch zwischen Edmund Husserl und Thomas von Aquino en: Edith Stein Werke vol. XV. Freiburg: Herder, 1993, 19-48. En castellano la traducción de Alicia Valero M. ¿Qué es filosofía? Madrid: Ediciones Encuentro, 2001.

7 Ester 2, 15-17: “15 Cuando a Ester, hija de Abijail, tío de Mardoqueo, que la había adoptado por hija, le llegó el turno de presentarse al rey, solo pidió lo que le indicó Hegué, el eunuco real encargado de las mujeres. Ester se ganaba el favor de cuantos la veían. 16 Ester fue presentada al rey Asuero, en el palacio real, el mes décimo, es decir, el mes de Tébet, en el año séptimo de su reinado. 17 Al rey le gustó Ester más que las otras mujeres; halló ella, ante el rey, más gracia y favor que ninguna otra doncella. Así que el rey colocó la diadema real sobre la cabeza de Ester y la declaró reina, en lugar de Vastí”.

8 Edith Stein. Ciencia de la cruz: “Estamos ahora en disposición de comprender la diferencia que existe entre el carácter simbólico de la Cruz y la Noche. La Cruz es símbolo de todo lo que causal o históricamente depende de la de Cristo. Noche es la necesaria expresión cósmica de la mística cosmovisión de san Juan de la Cruz. La nota predominante del simbolismo de la Noche es una prueba de que en los escritos del Santo Doctor no es el teólogo sino el poeta y el místico el que habla, por más que también el teólogo controla concienzudamente los pensamientos y las palabras”.

9 Edith Stein. Ciencia de la cruz: “Hay también una suave claridad nocturna del espíritu en la cual el alma, libre de la esclavitud de los negocios cotidianos, se siente a un tiempo distraída y reconcentrada en una profunda armonía de su ser y de su vida entre el mundo y el trasmundo. Y hay en la paz de la noche un profundo y agradecido descanso”. “Hay que pensar en todo esto si queremos comprender el simbolismo de la noche en san Juan de la Cruz. Por los testigos de su vida y por sus propias poesías, sabemos que era extraordinariamente sensible a la noche cósmica con todos sus matices. Pasaba noches enteras en la ventana, perdida la mirada en el amplio panorama o en el vacío. Y encuentra para describir la noche expresiones que no han sido igualadas por ningún poeta”.

10 Última obra de Edith Stein, escrita como contribución al centenario del nacimiento de san Juan de la Cruz.

11 Insistirá sobre el punto al final de estos párrafos: “La nota predominante del simbolismo de la noche es una prueba de que en los escritos del Santo Doctor no es el teólogo sino el poeta y el místico el que habla, por más que también el teólogo controla concienzudamente los pensamientos y las palabras”.

De diálogo nocturno a medianoche

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