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Niña

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Observar la luna

y desear tu sonrisa,

que vivas sin prisa

y seas feliz.

No llores más, niña,

danza con la luna,

danza con la brisa,

danza feliz.

Le pido a las estrellas

que estés contenta,

no llores más, niña

tan frágil y bella.

Le pido a tus ojos

que nunca se apaguen,

mientras las lágrimas hierven

y la hiedra te arropa

no olvidaré tu aroma

ni la escarcha en tu sonrisa.

Solo quédate, niña,

conmigo en las praderas,

observar la luna,

cantarle a las estrellas,

les enca tará tu voz

y tu corazón enfermo.

Cántales a la orilla de aquel bello estero,

ese aquel donde nos conocimos,

ese aquel donde sufriste,

pero fuiste feliz.

Tienes una sonrisa preciosa

y nunca sonríes,

una risa maravillosa

y nunca te ríes.

Te sientes muerta, mi niña,

sigues viva, recuerda.

Alma muerta,

cuerpo vivo.

Quien entienda el goteo de tu pecho,

quien entienda tanto sufrimiento,

será dichoso quien no comprenda tu dolor,

dichoso será aquel

que vea tus ojos azules

sin ver a través de ellos

esa mirada tan negra

y ese corazón tan roto.

Oh, mi niña,

mi pequeña color noche,

ríe, ríe y no llores,

es verdad que a veces la vida mete mucho boche.

Oh, niña de mil olores,

mi niña, la de las mil canciones,

dichoso aquel que no

pruebe el sabor de tus cicatrices,

dichoso aquel que no

conozca las lágrimas de tu sonrisa.

Escuché tu melodía

y pensé que eras feliz.

Risa muda,

alma sorda.

Tu tristeza me deprime,

oh niña,

pero te quiero junto a mí.

Veintisiete poemas y medio

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