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Capítulo 1

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 Entonces ¿la estás sintiendo toda? Dime gran putona… ¿la estás sintiendo bien?

Santo cielo ¿por qué carajo esta clase de hombres siempre me hacen la misma pregunta en este preciso momento? Cuando entró en esta habitación del motel que queda al lado de mi trabajo, este tipo barrigón y cincuentón ni siquiera había intentado entender.

Él me había empujado contra la pared, me había bajado la tanga, se había abierto la bragueta y luego de ponerme en cuatro había comenzado a penetrarme sin muchos miramientos. Con una mano me agarraba las nalgas para movérmelas con un ritmo brusco, con la otra me halaba el pelo hacia atrás.

Durante más o menos 3 minutos el tipo me soltó la misma cantinela vulgar como decirme "perra" y "¿te gusta esto puta?". En resumen, nada realmente original. En todo caso este hombre parece tan falto de sexo que calculo va a acabar en unos segundos.

Mientras tanto, tengo que cumplir con mi parte para que los últimos minutos de este pobre diablo sean satisfactorios.

 ¡Sí, sí, eres el mejor! ¡Me gusta tanto como me la metes!

 ¡Adelante, dime que era esto lo que estabas esperando! ¡Seguro te fascina cuando te clavo, puta sucia! Puta madre, voy a acabar.

¡Lo que les estaba diciendo!

Ellos van al club nocturno donde trabajo a satisfacer sus pequeñas inclinaciones perversas y a de vez en cuando clavarse algunas jovencitas. Pero finalmente no es mucho lo que tienen en los pantalones. Me doy cuenta cuando me la sacan y se desploman en la cama donde obviamente hacía unos momentos todavía no deseaban llegar.

Me subo mi tanga, ¿será que el caballero está preparándose para una segunda ronda? Ese es el punto. Para conseguir lo que estoy buscando voy a tener que hablarle todavía un poco más. Con estos tipos, con estos clientes, sólo hay una manera de que me den lo que yo quiero. Sólo hay una cosa que me produce un orgasmo en su compañía. Pero, por ahora, es demasiado pronto. Si lo hiciera así, ahora, sin un poco de puesta en escena, estaría muy falto de sabor.

Sigo mirando a este pobre diablo que dentro de poco será el centro de toda mi atención y que finalmente hoy me habrá servido de algo.

 ¿Así que estás reposando? Pero hace un rato, si no recuerdo mal, eras tú quien decías que me la ibas a meter toda la noche ¿no es así?

Táctica clásica, lastimé su hombría, pongo mi cara de putica coqueta, me desabotono la blusa lentamente, y bajo su mirada interesada me quito la falda y la tanga. Lo dejo que me examine a su gusto, que me desee hasta perder la cabeza.

Ahora necesariamente él va a querer probarme que es un hombre, un macho de verdad. Son tan predecibles. Tan fáciles de engañar, pero eso es lo bueno. Escaneo la habitación por un momento, la cabecera de la cama tiene barrotes que me servirán para lo que voy a hacer, perfecto, y además hay una mesita de noche junto a la cama. Ya está configurado en mi mente el escenario de lo que viene ahora.

 Pero por supuesto que te voy a dar lo tuyo. Estos fueron solo los preliminares. Vamos, voy a hacer que te arrepientas de no haberme conocido antes.

 ¿No quieres que hagamos un jueguito para condimentar esto un poco?

 Pero por supuesto, mi belleza, sé creativa, tu machote te está esperando.

Saco de mi bolso un par de esposas forradas en piel y las pongo en la mesita de noche. Está bien, él entiende rápido. Ya está medio desnudo. Parece que este encantador caballero es rápido. Vamos Juanito, según tu look debes ser un vendedor de seguros o talvez un vendedor de porcelanas para baño.

Aprovecha, no es todos los días que tu parejita te propone este tipo de cosas. Él se acuesta en la cama, desnudo como un gusano. Yo me monto sobre él, tomo sus brazos y se los aseguro en los barrotes de la cama. Termino de desabotonarme la blusa. Él tiene suerte, esta noche estoy de un humor juguetón.

Veo nacer el deseo en sus ojos. Paso mi lengua por su pecho y voy bajando, lamiéndolo hasta el nacimiento de su torre de placer y luego me la meto toda en la boca. Puedo oír claramente como suspira de satisfacción. Voy jugando con mi lengua desde la punta de su glande hasta el nacimiento de su pene.

Él se estremece ligeramente y su culo se hincha ligeramente. Arde de impaciencia, puedo sentirlo. Vuelvo a pasar mi lengua a lo largo de su pecho mientras me monto en su pene, literalmente empalándome en él. Lo miro directamente a los ojos.

Está febril, esperando más. Muevo mis nalgas un poco para darle sus últimas emociones de placer. Me inclino hacia mi bolso mientras le pregunto...

 Dime, ¿qué harías si el lobo estuviera aquí?

 ¡Cuál lobo, lobo el que te estoy metiendo! ¡Ahora cállate y hazme llegar!

 Pero por favor… qué lástima que ya no quieras seguir jugando

Ahora, con sus ojos fijos en los míos, saco una navaja. Me encanta este momento cuando ellos dudan. Se preguntan si estoy bromeando o si realmente voy a matarlos. Es la segunda opción querido. Yo era el lobo y ahora tú estás muerto. Rápida y violentamente le corto las venas y pongo mi mano sobre su boca. Siempre montada encima de él, lo miro mientras se desangra tratando de luchar. Es aquí, en este momento, donde encuentro placer. Su sangre se derrama sobre la cama, sobre mis muslos. En un cuarto de segundo la sensación de la sangre caliente sobre mi piel me produce un orgasmo. Veo cómo agoniza y poco a poco, muy lentamente, siento como su vida lo abandona. Morir con las muñecas cortadas toma tiempo. Rápidamente el dejará de luchar pues le he cortado la arteria, pero seguirá consciente. Morirse le tomará talvez unas horas, pero para entonces yo ya habré maquillado la escena del suicidio y me habré ido a casa.

La ventaja de estos motelitos de última generación es que no tienen cámaras y sobre todo que no tienen recepcionista nocturno. Todo se hace automáticamente a la entrada donde hay una única cámara. Y él fue el único que se registró en la habitación. La policía probablemente pensará que el tipo decidió suicidarse luego de engañar a su esposa. Eso es lo que generalmente piensan. Para mí esto es lejos de ser la primera vez. Sigo viendo a ese cerdo gordo desangrarse frente a mis ojos. Para hacer bien mi trabajo, lo importante es apretar bien las esposas debajo de la vena para hacer un torniquete. En esta forma la sangre sale con más fuerza.

Me voy tranquilamente a tomar una ducha. La noche finalmente fue excelente y muy satisfactoria. Otro de estos tipos sucios que han desaparecido bajo mis dedos y, honestamente, si no fuera por el riesgo de que me atrapen en la calle, con gusto me quedaría más tiempo con su sangre sobre mí para prolongar el placer. Pero por desgracia todas las cosas buenas tienen un final. Cuando salgo de la ducha, noto que este bastardo se ha meado encima y que la baba le chorrea de la boca. Ya puedo quitarle las esposas pues ya no tiene fuerzas para defenderse, ha perdido demasiada sangre. Me acerco a su oído, sé que puede oírme "Lástima que no sabías la respuesta. Porque resulta que el lobo soy yo”. Borro detrás de mí los pocos rastros de mi paso por esta habitación y lo dejo a que se muera, solo.

La habitación está todavía reservada por tres horas más. Para cuando se vuelva a alquilar, les tomará mucho tiempo antes de que alguien la relacione conmigo. Y luego, tomará mucho más tiempo antes de que alguien sospeche de mí. Después de todo, yo soy la señorita perfecta. Nadie sabrá qué secretos se esconden bajo mi cabello castaño y detrás de mis ojos verde lobo. Soy la muy dulce y amable Ruby, que no ha tenido suerte en la vida. Todos se sorprenderían si supieran cómo me divierto.

El Lobo Está Allí

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