Читать книгу Lacan y algunos feminismos - Enrique Delgado Ramos - Страница 6
ОглавлениеIntroducción
El surgimiento del psicoanálisis coincide con la lucha histórica del movimiento sufraguista, la “segunda ola feminista”, si tomamos en cuenta que, como han planteado Celia Amorós y Ana de Miguel (2010), la primera sería la lucha de las mujeres por la ciudadanía en la Revolución Francesa. El feminismo, señalan las autoras, tiene referentes teóricos propios desde la Ilustración. El psicoanálisis, por su parte, se ubica también en continuidad con los debates del proyecto ilustrado. A su modo, tanto el feminismo como el psicoanálisis han ampliado y trastocado, decisivamente, las formas que los seres humanos tenemos de entendernos y de relacionarnos.
En el caso del psicoanálisis, lo inconsciente y la pulsión, el síntoma y los planteamientos sobre el malestar en la cultura, entre otras, constituyen nociones teóricas fundamentales que abren las puertas a nuevas zonas de sentido para entender nuestro ser-en-el-mundo. Y también, a través del dispositivo, para tratar nuestro sufrimiento humano. Por supuesto, estas nociones no surgieron ex-nihilo. Es posible encontrar a lo largo de la historia del pensamiento numerosos antecedentes teóricos de los planteamientos freudianos y psicoanalíticos en general. Del mismo modo, la teorización llevada a cabo por Freud es realizada en diálogo con otras y otros, a quienes no siempre la historia oficial ha visibilizado suficientemente, como es el caso de la psicoanalista Sabina Spilrein quien antes que Freud planteó la noción de una pulsión destructiva y sádica (Roudinesco y Plon, p. 1039). Quizá el aporte fundamental de Freud fue proponer ese dispositivo que, a partir de la asociación libre, la escucha analítica y la transferencia, permite una clínica del sufrimiento humano y el acceso a aquellos aspectos de nuestra existencia sobre los cuales no queremos saber…
Pero pese a sus innegables aportes, la compleja obra de Freud está atravesada también por un conjunto de problemáticas de distinto orden que, en diversas ocasiones, lo llevan a formular planteamientos deterministas o biologicistas, no exentos, como señaló Lacan (2008 [1956-1957]), “de un tono singularmente misógino” (p. 206). El feminismo ha sido un crítico particularmente agudo del biologicismo y la heteronormatividad de la obra freudiana.
La obra de Jacques Lacan se sitúa en esta línea crítica. O, más precisamente, los planteamientos de Lacan se ubican simultáneamente en continuidad y ruptura con la obra freudiana. Hasta el final de su elaboración Lacan se consideró a sí mismo freudiano (Lacan, 1980) lo que en ningún momento, ni siquiera cuando formuló su consigna del “retorno a Freud”, significó dejar de ser un agudo crítico de Freud o, a través de un complejo proceso de teorización que recurrió a las más diversas disciplinas, dejar de avanzar hacia aquellos lugares a donde Freud no llegó aunque trazara la ruta. “Soy, a mi pesar, un heredero de Freud” señaló (Lacan, 2008 [1975-1976], p. 12).
Ese fue el caso de los planteamientos sobre la mujer y lo femenino. No es extraño por ello que numeras autoras feministas recurrieran a Lacan entendiendo que este prometía “una salida para poder superar la sentencia freudiana ‘la anatomía es el destino’ y el esencialismo que nos condena al ámbito privado y a la tarea reproductiva en exclusividad” (Dio Bleichmar, 1996, p. 14-15). De manera particular, fueron las feministas posmodernas quienes recurrieron a los planteamientos lacanianos aunque ello tuvo como consecuencia el surgimiento de diversos desacuerdos en el feminismo teórico o el incumplimiento de las expectativas colocadas sobre dichos planteamientos, según algunas autoras críticas de estos (Benjamin, 1997; Dio Bleichmar, 1997, 1996; Chodorow, 2003). De hecho, con Lacan y las autoras feministas ha ocurrido algo semejante a lo ocurrido entre estas con Freud. Las pensadoras que han echado mano de sus planteamientos son tantas como las que los han combatido. Existen buenas razones para sustentar ambas perspectivas.
Si bien las formulaciones críticas de Lacan respecto a los planteamientos freudianos permiten superar muchas de sus dificultades, en ocasiones las afirmaciones de Lacan son también confusas o problemáticas y, como Freud, parece que plantea consecuencias psíquicas de la diferencia genital anatómica y que, pese a sus propios planteamientos, incurriera en un binarismo heteronormativo. Por supuesto, los estudios feministas y de género nos han permitido afinar nuestra escucha para poder identificar estos aspectos problemáticos. Al mismo tiempo, existen también en los planteamientos freudianos y lacanianos los elementos para ejercer la crítica de sus aspectos problemáticos sin que esto signifique dejar de lado sus aportes.
El presente libro trata de todo ello. Desarrollamos acá ideas discutidas en un artículo previo a publicarse en Athenea Digital (Delgado, en prensa). A través de ambos trabajos he querido contribuir al diálogo entre algunos discursos feministas y algunas de las teorizaciones de Jacques Lacan, sin que esto signifique diluir las diferencias radicales que existen entre psicoanálisis y feminismos, ni tampoco la enorme pluralidad al interior de cada uno de ellos.
Con este propósito he dividido el libro en tres capítulos. En el primero ha sido necesario empezar por Freud pues, como se ha mencionado, sus desarrollos constituyen la base de los planteamientos que posteriormente elaborará Lacan. Por ello, en dicho capítulo se revisan brevemente las posturas freudianas sobre la mujer y lo femenino, hoy por hoy, en buena medida insostenibles. No debe ser esto motivo de alarma para la lectora o el lector con formación psicoanalítica. Para nadie, en realidad. En este capítulo se destacan también algunos de los aportes fundamentales que los desarrollos freudianos nos ofrecen aún hoy.
Sobre esta base, en el segundo capítulo se presentan algunos de los principales planteamientos de Lacan que, considero, pueden ser de utilidad para el diálogo con algunas perspectivas feministas. Específicamente, las nociones de sujeto, Edipo estructural, discurso y goce femenino (que en este capítulo distinguiremos de la feminidad). Estas nociones evidencian una propuesta que diluye cualquier esencia sobre mujeres, hombres, masculino o femenino. Espero que pueden resultar fecundas para el diálogo con los análisis sociales feministas pues, de diversos modos, articulan al sujeto (que no es el individuo) y lo social, incluyendo las dimensiones de lo inconsciente y lo pulsional. Psicoanálisis: clínica de lo inconsciente – clínica del goce.
En el tercer capítulo se hace más explícito el diálogo con algunos planteamientos feministas y se enfatizan los posibles puntos de encuentro entre los planteamientos lacanianos y los feminismos no esencialistas. Se destaca que esta posible convergencia no coloca al psicoanálisis lacaniano del lado de los construccionismos sociales voluntaristas como si no existiera la castración simbólica, el goce o lo inconsciente. En este capítulo se destaca también que es posible establecer puentes con aquellos feminismos que se sitúan de manera crítica frente al capitalismo. Se realiza un diálogo con el modelo de violencia propuesto por la antropóloga Rita Segato, referente imprescindible del feminismo decolonial. Luego de ello, se presentan algunas ideas sobre las violencias feminicidas a partir de la noción de goce, la satisfacción paradójica de la pulsión más allá del placer.
Seguramente este y cada uno de los temas que se abordan en el libro requieren de presentaciones más extensas y de muchas precisiones para referirnos a cada uno de ellos. Sin embargo, entiendo también que el psicoanálisis lacaniano no tiene una gran presencia en la academia peruana, a diferencia de otros contextos, y que utiliza un lenguaje peculiar que, muchas veces, puede resultar extraño a lectoras y lectores. Por ello, he optado por elaborar un texto introductorio que les permita a los interesados en la teorización feminista, en el psicoanálisis lacaniano o en ambos, acercarse a algunas de las relaciones que se pueden establecer entre estos dos discursos heterogéneos en sí mismos y entre ellos. De este modo, ofrezco a los lectores esta apuesta por un diálogo que entendemos necesario e importante.
Enrique Delgado Ramos