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ОглавлениеMalas cuentas
Cuando la mañana descompone su entusiasmo,
hay que empacar cuadernos,
lápices, legajos de pertenencias,
la fotografía de la esposa oficial;
no olvidar la manzana del desayuno,
los archivos que simulan secretos,
aunque tenga diez bocas que alimentar,
aunque el fiador toque impaciente la puerta.
Es una mudanza natural
como el cambio de ropa,
el nuevo peinado, la corbata distinta
—natural rutina.
Nadie recordará al oscuro burócrata,
sus buenos días de llegada
las buenas noches de salida;
cuando las cuentas salen mal,
hombres y mujeres de oficina
se vuelven pequeños
y resguardan la efusividad en su bolsa;
sólo el hombrecito de traje
camina por los desolados pasillos,
tallando la cara por los sucios azulejos.