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Libro de Origen: Hipnotismo & Bioenergía N° Capítulo: 2 Título: ENCONTRAR LA FUENTE DE LA VIDA EN LA BIOENERGÍA

No deseo asustar a mi lector, sino sólo orientar su pensamiento... por favor, no se sobresalte, sólo piense.

¿Sabía Ud. que convive con un extraterrestre escondido en su cuerpo?

Supongo que si fuera un ferviente ovnílogo le encantaría saberlo... pero si mi lector es un pragmático, racional hombre concreto que sólo se interesa por lo científicamente demostrado, tal vez corremos el riesgo de que cierre este libro. Le pido solamente leer una página más antes de tomar su decisión.

Existe una energía cuyo estudio sería clave para la ciencia moderna si tuviéramos algún captador electrónico o bioquímico que pudiera demostrar su existencia. En países orientales es ya conocida y empleada cotidianamente desde hace milenios, pero la falta de claras definiciones y de medios de medición, hace que no sepamos si el “prana” del cual hablan los maestros hindúes, es lo mismo que la energía que circula por los “meridianos” estudiados en la medicina china, o la “consciencia cósmica” de la cual hablan los espiritualistas occidentales, o el “Espiritu Santo” adorado por los cristianos, el “vril”, el “orgón”, el “magnetismo universal”... en otras palabras no sabemos si estas creencias o culturas se refieren a la misma energía con nombres diferentes o si se trata de energías sin relación entre ellas.

La energía ligada a la vida, nosotros, la llamaremos «Bioenergía», (que no se debe confundir con la Bioenergética de Lowen) y adelantaremos una lista de definiciones que podrán ser útiles al lector que, supongo, ya estará ansioso por encontrarse con el extraterrestre que evocaba al inicio del capítulo.

La bioenergía es de una única naturaleza, pero de doble polaridad que cambia automáticamente de sentido cada tres mil años. Existen pocos medios a nuestra disposición para obligarla a cambiar de polaridad cuando nos parezca necesario, citamos: la alquimia, los milagros de santos -obviamente siempre de naturaleza energética en razón de la gran vecindad que existe entre bioenergía y energías espirituales- y ciertas prácticas de vida espiritual (que no están ligadas al funcionamiento del cuerpo, no se trata por ejemplo de vegetarismo ni de castidad).

Para despreocupar al lector, y evitarle tener que buscar más lejos, le comunico que está al alcance de una persona de cada trescientos mil el poder efectuar estos cambios de polaridad a voluntad. En conclusión vivamos con la bioenergía que tenemos, y contentémonos con observar la epopeya de su transformación.

Se presenta bajo la forma de pequeños filamentos de 3 centímetros de longitud y de un trimillonésimo de milímetro de espesor. Se apoya y circula en un medio extraño y de naturaleza todavía inexplicada, el medio donde se mueven las fuerzas que relacionan los contrarios. Por ejemplo: entre la materia y el vacío, la fuerza de gravedad, la fuerza centrífuga y la centrípeta, la fuerza que permite a los neutrones conservar su vacío entre los núcleos y los electrones, la fuerza que en el chakra del corazón del hombre opone el egoísmo al altruismo, el límite entre el blanco y el negro, la luz y la oscuridad, el hombre y la mujer, la vigilia y el sueño, etc...

No podemos decir que “es” la energía de la vida sino uno de sus más importantes ingredientes.

Sí, podemos afirmar que “es” la energía de la consciencia, de la inteligencia y del saber. No es como la electricidad nerviosa, no pasa por los circuitos conocidos tales como neuronas, axones, dendritas; no participa de la materia cerebral misma, por ser de otra naturaleza más sutil, dicha materia cerebral es prisionera de un mundo de solamente tres dimensiones, (tal como todo lo que concierne nuestro cuerpo físico y a los cinco sentidos). La bioenergía, por su parte, se mueve en un mundo de cuatro dimensiones; la cuarta dimensión en cuestión no es la del tiempo, sino la constituyente de este “medio de los contrarios” descripto anteriormente.

En nuestro cerebro material, ella constituye una red de filamentos relacionados lógicamente entre ellos tal como las energías constituyentes de un software en una computadora. Digamos que en el ser humano, las pistas por donde circula esta energía están ligadas a las moléculas de agua.

Esta naturaleza sutil es el origen de que apenas el 2% de la consciencia more en el cerebro neuronal (neurofisiológico) mientras el 98% restante se encuentra disperso por varios otros lugares energéticos de nuestro cuerpo.

Para que podamos empezar a dividir las aguas respecto de nuestra inteligencia y de la consciencia, sepamos que: todo lo que concierne al uso de objetos “materiales y concretos” depende de la consciencia neuronal propiamente dicha, es de naturaleza eléctrica, utiliza los fenómenos sensorios y motores descriptos por la neurofisiología, pertenece al mundo de tres dimensiones y sólo se puede canalizar a través de los cinco sentidos. Todo lo que concierne a objetos “abstractos, inmateriales” se apoya sobre la consciencia bioenergética, vive en un mundo de 4 dimensiones, y se refiera a esta red descripta anteriormente.

El extraterrestre que vive en nosotros, es finalmente este otro “yo”, responsable de la vida abstracta, conceptual, espiritual, inmaterial, autor de todo lo grande que el hombre construyó desde hace milenios. Un ejemplo sintético podría verse en la gran pirámide de Keops. Es un producto material, existe en el mundo tridimensional, fue bien construida por hombres neuronales. No obstante, la inteligencia que calculó sus medidas conocía la ciencia de las otras dimensiones donde la consciencia se mueve, y por el poder mismo de este conocimiento, plasmó en este monumento una verdadera anomalía espaciotemporal, capaz de momificar la materia biológica, de amplificar las radiaciones psicotrónicas de la mente y de los otros poderes parapsíquicos, y de enviar una onda modulable hacia el espacio. La pirámide de

Keops ilustra perfectamente esta combinación entre lo material y lo inmaterial, tal como las reencontramos en el ser humano.

El extraterrestre que vive en nosotros “es” esta organización bioenergética de la cual dependen nuestra inteligencia y sus creaciones. Este ser que tiene órganos energéticos, 18 cuerpos y 60 sentidos diferentes, puede vivir en un mundo que tiene desde 4 hasta 22 dimensiones según el desarrollo espiritual que alcanza la persona; es el que puede explicar todos lo fenómenos de la vida y de la muerte, de las superación de la inteligencia, de los hechos espirituales y supranormales, que la ciencia no puede explicar.

Prácticamente, nuestro extraterrestre es el responsable de la vida, de la muerte, de los 42 estados de consciencia, de las relaciones entre humanos, sin olvidarnos de... nuestros sueños.

¿Por qué de ellos? porque desgraciadamente, durante el día, le prestamos tan poco interés a este ser extraordinario que albergamos, que solo puede despertarse y liberarse mientras nuestro cuerpo físico duerme.

¿Cuál es la saga de la bioenergía, y cómo conduce a dar nacimiento a este extaterrestre interno?

El otro yo interno que tenemos es producto de una construcción hecha en paralelo a la de nuestro cuerpo físico. Su historia empieza con el décimo latido de nuestro corazón cuando éramos feto. En él se incorporó nuestra alma, llegando de su viaje de transmigración después de su desencarnación anterior. El alma (conjunto energético) se plasmó en las células nerviosas de nuestro minúsculo corazón gracias a un canal que partió de la columna vertebral de nuestra madre, entre su 4ta y 5ta vértebra lumbar, sede de lo que, por ahora, llamaremos el alfomega. Se prolongó a través del cordón umbilical para llegar hasta nosotros, por ese motivo nuestro ombligo quedará por toda nuestra vida como el lugar preferencial de entrada de la bioenergía de vida.

En el momento de nacer, en el preciso instante en el que se corta el cordón umbilical, se incorpora en nosotros un cuerpo energético llamado “cuerpo de causalidad de la naturaleza”; es el que nos ligará para siempre a la madre de todas las madres: la naturaleza. No debería sorprendernos al descubrir que todos los daños que cometemos contra ella, se transforman en castigo para cada ser viviente del planeta, somos responsables de ella y de lo que hacemos.

Desde nuestro nacimiento hasta los 6 años de edad, los 18 cerebros de nuestros 18 cuerpos desarrollan sus prolongaciones nerviosas, cada una sobre un plano más sutil que la anterior, y se provocan las interconexiones entre estos 18 cuerpos. Por ese motivo, los trastornos ocurridos en este período1 de la infancia se traducirán en difícultadas, ventajas, problemas o anomalías, durante el resto de nuestra vida.

Ya llegó a su estructura definitiva nuestra organización bioenergética pero ¿de qué está constituida verdaderamente?


- Varios chakras, (torbellinos energéticos), de los cuales 7 son los más conocidos, ellos se harán responsables de nuestra vida psíquica.


- 72.000 nadis , (canales de energía que recorren todo el cuerpo) dicen los maestros hindúes , los médicos chinos reconocen 14 de ellos y los llaman “meridianos”; ellos son responsables de conducir las energías a cada órgano, y aseguran la estabilidad de la salud física.


- un canal central de energía, llamado “kundalini” sube por la columna vertebral; será la energía espiritual, sostén de la energía mental, base de la abstracción y de todas las facultades superiores del hombre. Es como una línea de alta tensión que se distribuye al cuerpo a través de los meridianos y se concentra en los chakras.

- los 18 cuerpos, de los cuales 17 existen en un plano sutil apoyándose sobre el cuerpo físico. Como son construidos a imagen de dicho cuerpo, tienen todos: un cerebro, un sistema neural que se distribuye por filamentos, 5 sentidos totalmente diferentes que los del cuerpo físico. Todos funcionan sobre la misma


base, absorber-digerir-metabolizar-desarrollarsedesechar residuos. Entendemos que para estos 17 cuerpos se trata de efectuar este ciclo sobre la base de energías.

- cuatro fetos, son como cuerpos en reserva, que según la evolución de la persona, “quemarán” cuatro cuerpos sutiles de los 18 y los reemplazarán, aportando un nivel de desempeño totalmente diferente. En realidad, nadie sobresale en la humanidad sin que uno o varios de estos fetos se haya desarrollado.

- tercer ojo, es uno de los chakras principales, pero tiene tantas atribuciones que su rol preponderante es en lo que se llama “ser humano”. Percibe lo inmaterial , domina la actividad mental, crea lo bueno y lo malo, agrede si es trastornado o defiende si es equilibrado, es el órgano principal de relación entre los humanos. Nos ubica más allá del tiempo y del espacio. Es el que viaja en las otras dimensiones y penetra en los varios niveles de consciencia que tenemos.


- la glándula pineal es el director de orquesta de todo lo anterior, en ella se funden la energías cósmicas captadas por el chakra coronario, es el crisol donde se genera lo esencial de las transformaciones humanas, hacia ella llega la kundalini, alimentándola constantemente con un alto voltaje. Lo más importante es que coordina los 6 otros componentes del extraterrestre, y podríamos decir que es su sistema nervioso central.

Ya sabemos qué constituye nuestro “extraterrestre”, pero ¿cómo se alimenta, digiere, metaboliza, se desarrolla, y finalmente cómo descarta sus desechos?

Las energías de vida están en todas partes, en el agua que bebemos, en el aire que respiramos, en todo lo que comemos. La aspiramos también por toda la superficie del cuerpo, particularmente los chakras y el ombligo.

Esta energía, forzosamente mezclada con “bioenergía de muerte”, se concentra en el chakra períneal (ubicado entre la parte anal y genital) donde se comporta como en un tanque de decantación.


En una persona sana, la “bioenergía de muerte” pasa de este tanque al tracto intestinal donde se elimina con las deposiciones. En una persona enferma o mal equilibrada, puede ir a cualquier lugar del cuerpo para empezar a envenenarlo; en efecto, no deberíamos tener nunca más de 5% de energía de muerte en ninguna parte del cuerpo.

Muchos se preguntan ¿por qué esta energía de muerte es indispensable para la vida? Si en cada célula tuvieramos cero por ciento de esta energía y cien por ciento de bioenergía de vida, la célula humana sería eterna, se reproduciría sin fin, y en días, la humanidad cubriría la tierra de una capa de monstruos, (imaginen nuestro cuerpo en crecimiento constante y sin límite de tiempo). La bioenergía de muerte presente en cada célula se apoya sobre el reloj biológico que contiene el núcleo celular, y sencillamente y sin remordimientos “la mata” cuando su hora ha llegado.

¿Qué ocurre con la bioenergía de vida? En realidad le falta pasar por el sistema digestivo propio de los cuerpos sutiles, de hecho, tal como es, no puede ser asimilada por ellos, debe transformarse en kundalini. La equivalencia del estómago y tubo digestivo de los cuerpos energéticos se encuentra en el diafragma. Este músculo liso, dispuesto en forma horizontal para separar el sistema digestivo del sistema respiratorio es extraordinario. Su parte superior capta grande cantidad de energía cósmica (que entra por el cráneo), su parte inferior, de energía telúrica (que entra por la planta de los pies). Ambos desempeñan el papel de catalizador de la digestión de la bioenergía.


Podría ocurrir en el futuro, que la continuación de estas investigaciones sobre ambas energías, y su efecto catalizador en el diafragma terminara explicándonos los fundamentos de la astrología. Las posiciones planetarias desde la concepción hasta el nacimiento, influyen a través del cosmotelurismo sobre la metabolización de la bioenergía de vida del feto en su diafragma, y pueden estar codificando su futuro comportamiento por modulaciones particulares impuestas a la kundalini del bebé.

Una vez digerida, la bioenergía que ya es asimilable se transfiere al coxis, donde una fábrica inmaterial la transforma en manjar de lujo, característico de la consciencia humana: la kundalini, energía inteligente por excelencia.


Esta sube por la médula espinal, donde tal vez encontrará trabas físicas (malformaciones), espirituales (el alfomega desequilibrado) o psicológicas (las raíces de los chakras y sus bloqueos diversos).

En su recorrido irriga los meridianos para que alimenten al cuerpo físico, distribuye parte de su energía a los chakras para que su función emisora/receptora se vaya cumpliendo, por fin llega al cerebro al que alimenta como un supercombustible del pensamiento.


Aquí se hizo el nexo con la Supermente, y el hipno o autohipnotismo.

Cuando practiqué miles de acciones hipnóticas en Paris para enseñar idiomas en un mes, deportes o artes en seis meses, conducir en 24 horas o mecanografía en 4 horas... dejé pendiente una pregunta cuya respuesta llevó 20 años de investigaciones suplementarias:

“Ahora que está demostrado que el cerebro humano puede acelerar su rendimiento hasta cuarenta veces... ¿de dónde sacaremos cuarenta veces más combustible para alimentarlo y permitirle mantener este desempeño en todos sus aprendizajes futuros?”

Obviamente no podíamos aumentar la cantidad de alimentos o complementos alimentarios; no podíamos dar al alumno ninguna droga química -que por otra parte no existe en este uso específico-; no podíamos pedirle que respirara cuarenta veces más rápidamente para aumentar su oxigenación cerebral; no había energía conocida de ningún tipo que pudiera alimentar el cerebro y hacerlo funcionar cuarenta veces más... a menos que acláraramos de cuál cerebro estamos hablando, o mejor dicho: que cambiáramos de cerebro.

La línea de investigaciones que seguí partía del análisis de las actividades verdaderamente demostradas del cerebro neuronal... sólo encontré las relacionadas con el mundo tridimensional al cual tenemos acceso mediante nuestro sistema sensorial.

En efecto, todo lo que pensamos en concreto, puede existir, ser percibido, aprendido y utilizado por el cerebro neuronal.

¿Y el resto?

¿Por dónde pasaba la abstracción, la facultad de síntesis, la intuición, la memorización abstracta, el pensamiento y los procesos cognoscitivos, lo no racional, la matemática moderna, la fe, el genio, la creatividad, tanto artística como industrial, y las rupturas epistemológicas? en pocas palabras, todo lo valioso del hombre ¿de dónde nacía, cómo se administraba, cómo funcionaba?


Sería largo contar todos los experimentos, viajes e indagaciones que fue necesario hacer. La respuesta pasaba por saltar sobre científico, lanzarse en el análisis de las energías no medibles, buscar la pista histórica de los que las emplearon, hasta llegar a las culturas asiáticas, despojar dichas energías de los contextos místico-religiosos, hacer lo mismo en Occidente, y luego, enunciar nuevos conceptos, echar las bases de tecnologías reproducibles en el laboratorio, aunque los fundamentos queden desconocidos, ya que por ahora la ciencia no puede captar y medir estas energías sutiles.

Reconozco haber indagado el yoga, particularmente kundalini yoga y el laya yoga, de ellos nació el libro “Manos de Fuego” y toda la filosofía de la Tecnoconsciencia, que se refleja hoy en día en la indumentaria, la decoración, muebles, arquitectura, entre otros rubros...

Investigué sobre la magia antigua, tanto de oriente como de occidente, y de allí nació la “Enciclopedia de la Magia Científica”, con 10.000 técnicas disponibles despojadas de todo contexto religioso y una colección de libros relacionados con ella.

En cuanto a la bioenergía, quise crear un sistema coherente, que contuviera a un tiempo, su propio sistema de indagación, sus técnicas de diagnóstico y evaluación, sus técnicas de terapias aplicables por la mayor parte de la gente. Escribí el libro “Bioenergía Revelada”, que contiene todo lo citado y que permitió a miles de lectores aplicar de inmediato las técnicas de correcciones bioenergéticas en sus vidas y las de sus familiares, amigos o pacientes.

Por fin, llegué a los Registros Akáshicos (memoria central del universo), gracias a experiencias trascendentales y que he descripto en los libros: “Los 20 Senderos del Despertar Espiritual” y “Psytech 33”. Gracias a ellas pude desarrollar métodos de indagaciones en la fuente misma del conocimiento, y crear aparatos cuyo uso se dicta en la “Terapia Akáshica”, movimiento terapéutico que empecé en Sudamérica.

La conclusión tras veinte años de investigaciones sobre la consciencia es que:

“No podíamos pretender aumentar en forma constante la velocidad de aprendizaje y funcionamiento cerebral, sin:

- introducir el concepto de un cerebro bioenergético que funcionara en forma autárquica, dueño de todo lo abstracto e inmaterial del conocimiento humano,

- demostrar la existencia de una energía invisible, que sería el superalimento del cerebro definido anteriormente, pudiendo aportarle cantidades en aumento exponencial a medida del crecimiento de sus necesidades: esta energía se llamaría la bioenergía.

- dicha energía es diferente de todas las demás en el hecho de que por “ser el constituyente energético” de la mente, obedece a las instrucciones de la misma, aunque perpetradas a distancia, lo que la hace fácil de manipular en los sentidos más provechosos para el ser humano.”

No considero haber inventado ni descubierto una energía nueva... -la vida nunca habría podido existir sin ella-, sino más bien codificado y hecho accesible en forma metódica su uso y su aumento a medida que nos topemos con las necesidades crecientes del aprendizaje y desarrollo humano. La Terapia Akáshica (TAK) es una buena prueba de la necesidad que tiene la humanidad de estar abastecida en forma creciente con una energía de consciencia cada vez más elevada e intensa; podemos satisfacer tal necesidad desde que el público empieza a aplicar las técnicas de la TAK.

El lector comprenderá entonces por qué motivos pretendo que no podemos poner en funcionamiento la “Supermente”, es decir el poder de consciencia activa del “Superhombre”, si no estamos en situación de alimentarla con una energía cualitativa adecuada y en cantidades ilimitadas. Los ejercicios que encontrará en el capítulo 7, “Conseguir la Supermente: sólo se puede combinando el autohipnotismo y la bioenergía” fueron concebidos para satisfacer tal condición.

Por otra parte, para tener acceso a la Supermente hay que conocer los estados superiores de consciencia con los cuales funciona, son planos diferentes de los estados de vigilia y de sueño que conocemos. Es la función del capítulo 6 y del autohipnotismo llegar a ubicarnos en este nivel de consciencia específico de la Supermente: “Aprender el autohipnotismo, dejándose guiar por el DVD de Hipnobioenergía”.

Gracias a este sofisticado entrenamiento el lector aprenderá a entrar en estados de consciencia superiores en los cuales podrá influir sobre su bioenergía, aumentando su concentración en el sistema nervioso y pudiendo multiplicar así el rendimiento de su cerebro bioenergético en las aplicaciones que necesita.

Pero, me queda una interrogante que transfiero al lector: ¿desea verdaderamente utilizar la Supermente o prefiere contentarse con el nivel habitual de consciencia del cual dispone?

La contestación a esta pregunta dependerá de la forma en que uno transforma sus sueños en realidades. Para que nuestros deseos se cumplan... el mejor intercesor es la supermente. ¿Queremos que se cumplan nuestros deseos?.

Conciencia akáshica

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