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LOS BANDERAZOS

Antes de entrar de lleno en el plan en sí, debemos comprender el terreno donde se librará la batalla.

No hacerlo, sería como entrar con una valija llena de dólares a un campeonato de truco en el barrio El Sifón, en Tucumán.

Empezaré contando sobre los banderazos, por que lo más sustancial de los mismos han sido las personas que lo promueven, y empujan a miles de otros a ser parte.

¿Conoces a algunas de esas personas?

Por conocerlos, considero que son el reservorio de republicanos por excelencia que puede tener hoy este país para librar una batalla como la que aquí se propone.

Hablaremos de varios temas, que insisto, son necesarios de abordar antes de entrar en nuestro plan, como el uso que hará el gobierno de nuestros argentinos-emblema, la utilización de la pobreza, hablaremos del aparato del PJ y de cómo nos “atenderá” este gobierno una vez que tome relevancia nuestra lucha, pero ahora nos abocaremos a la génesis misma de los banderazos.

Las expresiones que comenzaron a dar origen a esas monumentales manifestaciones de argentinos en cientos de puntos del país nacieron, a mi entender, en una desesperada noche de insomnio, no sólo de quien escribe, sino de miles y miles de argentinos, incluso de muchos que despotricaron contra la gestión económica de Macri, muchos que recuerdan haber cerrado negocios y emprendimientos luego de abrirlos con la esperanza de la llegada de los “brotes verdes” a comienzos de 2016.

Incluso miles de estos últimos, pasaron en vela la madrugada del lunes 12 de agosto, cuando supieron que era prácticamente un hecho que volvía el kirchnerismo.

Complementaré aquí una parte de lo que yo viví, que seguramente puede asemejarse a lo que vivieron muchos administradores de páginas republicanas en redes sociales. Hago esta aclaración porque siempre estuvo en estéril discusión dentro de nuestro espacio ciudadano, quién se adjudicaba el nacimiento de los mismos.

Una discusión pobre, sin sentido, que arrastramos desde 2012, no desde agosto del 19.

En las primeras horas de ese lunes 12 de agosto, publiqué en nuestras páginas y perfiles de Facebook una frase que decía algo así:

“Se buscan voluntarios para salvar la República”

Y lo que probablemente muchas grandes páginas de Facebook habían percibido muchas veces, yo lo sentía y vivía por primera vez.

La viralización brutal, extraordinaria, que dejaba trasuntar el encuentro de esos cientos de miles desvelados la noche anterior con una luz de esperanza, o al menos un catalizador que entre líneas decía, “no está muerto quien pelea”.

La idea del lunes fue tomando forma el martes, y entre martes y miércoles decidimos, junto a otros administradores de páginas, como quiero mencionar con especial afecto a dos verdaderos amigos que me dio la vida, como son Gustavo Naredo y Emilce Rúa.

Llegaban mensajes privados a la página VAMOS ARGENTINA cada segundo, ¿Qué hacemos?

¡Digan qué hacer, estoy dispuesto! ¡Digan como seguimos! Fue verdaderamente impresionante.

Afortunadamente todo sigue documentado y eso también me anima a saber que esos argentinos siguen esperando respuestas concretas.

La idea fue puntual, simple.

Cada uno actuaría como convocante, en su ciudad, en su municipio, llamando a la plaza o paseo principal a la gente que sintiera esa necesidad de hacer algo para el viernes 16 a las 20 horas.

No nacía con el objetivo de convertirse en una marcha, porque el tiempo apremiaba, quedaban 70 días para las generales.

Debían ser reuniones, sin importar el número de asistentes, para a partir de allí intercambiar números telefónicos y crear grupos de whatsapp para lograr una suerte de coordinación que trascienda las ciudades y provincias.

Nada de esto iba a estar atado o administrado por la campaña de Juntos por el Cambio, directamente no había ningún tipo de contacto y eso fue no solamente bueno, sino extraordinario.

Se podía entender perfectamente que era gente común, realmente movilizada por el peligro de la vuelta del chavismo versión local que supimos engendrar, y esto realmente motivaba a otros, por que empezaban a dimensionar el peligro que se avecinaba.

Muchísima gente entendió la consigna. Desde ese viernes 16 nacieron muchos grupos de whatsapp como resultado del encuentro que pudimos llevar a cabo, recuerdo claramente que tuvo mucha fuerza en CABA, La Plaza en Provincia de Bs As, y en varios otros puntos, Mendoza, Córdoba, Tucumán, pero también las hubo en Jujuy, Salta, San Juan, Chubut y otros puntos.

Rápidamente los grupos entrelazaron participantes de distintas provincias con la finalidad de entender y constatar que la coincidencia en los objetivos planteados era nacional.

Pero tanto en CABA, ratificado con una nota de Clarín, y en otras ciudades, la reunión tomó la forma de una marcha. Que tanto identificó a nuestro sector desde mediados de 2012.

Esa primera salida de los argentinos decididos a involucrarse en la batalla por la República dio origen en la semana siguiente, a la denominada Marcha del 24A.

De enormes dimensiones, y que será recordada fácilmente por la salida de Macri y su esposa a los balcones de la Casa Rosada a saludar a la multitud.

Esto llevó a que los ingenieros de marketing del PRO, obligados a suplantar la carencia e incluso desprecio por la empatía política de varios de sus grandes cerebros, les pusieran una marca y un logo a las marchas.

Ahora se llamarían las marchas del SÍ SE PUEDE, tendrían un logo multicolor de la tecla numeral (#) por parte de quienes viven el alfa y omega de sus vidas en Twitter.

Fue muy positivo para la campaña poner todo un aparato de propaganda para tan pocos días por delante, lo que permitió a los políticos de las redes sociales reencontrarse con la gente de carne y hueso en las calles, pero también limitante para lo que venía logrando una franja inmensa de votantes de Juntos por el Cambio en amalgama con sectores independientes e incluso ajenos a la política partidaria.

Soy un convencido de que la continuidad de las marchas ciudadanas, sin una marca comercial ni un sello partidario, hubieran logrado muchos más votos en la elección del 27 de octubre, porque las propias marchas nacían como un grito y una acción desesperada que a la vez lograban la concientización del otro.

No fue tan bueno convertirla en una extensión de la campaña partidaria de Juntos por el Cambio, pero de igual modo los resultados fueron extraordinarios, siempre repito, para el tiempo que restaba.

Y considero toda esta introducción necesaria para demostrar por qué el 2020 me dio la razón.

He promovido y participado de cada marcha que hubo desde la asunción de Alberto Fernández, y ya con la derrota consumada de nuestro lado republicano, los cuáles sucedieron muy pocos meses después, primero como cacerolazos desde los balcones y ventanas desde las casas hasta salir en manifestaciones masivas como la del 20 de Junio, 9 de Julio, 17 de Agosto y 12 de Octubre, y absolutamente a nadie se le ocurrió llevar a la plaza la marca comercial creada por la campaña de Cambiemos.

Mas allá del uso que algunos dirigentes nacionales han intentado darles a las últimas manifestaciones mencionadas, ni siquiera los partidarios del PRO llevaban logos del SÍ SE PUEDE.

LOS BANDERAZOS SON PATRIMONIO DE UNA ARGENTINA INDEPENDIENTE, NO PARTIDARIA.

LOS BANDERAZOS SON ESENCIA DE UN PUEBLO QUE RUGE POR ENCIMA DE UNA COYUNTURA POLÍTICA, PORQUE RECLAMA EL SALVATAJE DE LA NACIÓN EN SU PROPIA HISTORIA, PARA LA POSTERIDAD.

Los banderazos se nutren de los colores celeste y blanco por naturaleza, nadie lo impuso, nadie lo promovió jamás, y a nadie se le ocurrió sonrojarse por salir de casa en dirección a la plaza con la bandera colgada a los hombros y sostenidas desde las ventanas de los autos, todo lo contrario, las bocinas se desgargantan sin importar el rendimiento de la batería del vehículo.

En este 2020 de tanto dolor para nuestro país y el mundo, muchos argentinos hemos tenido un lugar y un día y hora de sentir orgullo y alegría de nuevo, y ha sucedido en las plazas y paseos públicos donde nos hemos reunido con el claro objetivo de advertir al gobierno proto-chavista de los Fernández de que la barrera de carne y hueso que debían franquear para llevarse puesta la Nación estaba allí, de pie ante el mundo. Por eso ese triste comediante llamado Dady Brieva transparentó su deseo de “meterse en la 9 de Julio con un camión y jugar al bowling” con sus propios hermanos argentinos, si es que a él le cabe la naturaleza humana.

Los banderazos han sido, sí, marchas de protestas, pero han sido una evolución de los cacerolazos, que sólo eran reclamos. Los banderazos se han vivido, indiscutiblemente como encuentros con el otro con alegría y recuperación del orgullo nacional.

Si hubo una corporización real de los límites que tuvo el gobierno durante todo 2020 fueron justamente los banderazos.

Ningún otro poder o resorte del Estado resultó tan efectivo en detener el avance escandaloso sobre las libertades individuales y las instituciones de la República por parte del gobierno, como lo fueron los propios banderazos.

Constituyeron la pérdida misma -y definitiva- de la calle por parte del peronismo, en sus más de 75 años de historia.

Resultó insoportable por momentos la presión que ejercía el gobierno sobre medios de prensa para obligarlos a tapar o llevar al mínimo nivel la cobertura de los mismos.

No pudieron hacer nada.

Las marchas del 17 de Agosto y 12 de Octubre fueron de una masividad tal que no sólo ocuparon las principales portadas de los diarios y medios de prensa en todo el país, sino que también los hicieron medios internacionales. Muchos comenzaron a preguntarse qué es lo que está pasando realmente en Argentina.

¿Alguien en su sano juicio imagina el resultado que hubiera tenido la Reforma Judicial, si no hubieran existido los banderazos? ¿Y respecto de la expropiación de Vicentín? ¿Y la liberación masiva de presos?

La catastrófica malversación de las vacunas habría sido un carnaval obsceno sino hubiera argentinos tan dispuestos a tomar las calles en todo el país.

Sin ninguna duda habrá nuevos banderazos en 2021, la lógica indica que las fechas patrias por venir volverán a ser fechas de banderazos “per se”. Estoy seguro de que la gente que fue parte de los banderazos se comprometerá en este plan de acción nacional para derrotar por nuestros propios medios a la nefasta organización que nos gobierna.

¿Alguien duda de que el próximo 25 de mayo, el 9 de julio, el 20 de junio, el 17 de agosto y el 12 de octubre no volverá la “Argentina republicana” a las calles para hacer temblar la tierra?

Extraordinario sería que banderazos de este año sumen muchos miles de adherentes a esta iniciativa.

Lo prioritario, lo indispensable, lo crucial, será infligirles una derrota tan contundente, que caiga como espada de Damocles sobre su futuro y expectativas.

Pocos saben sobre la cobertura internacional que llegaron a tener nuestros banderazos durante 2020.

Gran parte del mundo los vio. Es importante que ahora le mostremos al mundo cual era el sentido medular de los banderazos, ya que sino derrotamos al narco-comunismo, de nada habrá servido todo lo hecho.

El Plan de la República para derrotar al Kirchnerismo

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