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PRÓLOGO Hace pocos meses cumplí cuarenta años y cada vez me hace más sentido la frase cliché: “Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro”; y en estos tiempos de cuarentena que vivimos por el Covid-19, parece sensato enfocarse en escribir el libro, aprovechando el tiempo disponible en casa para este noble fin.

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Pero ¿sobre qué escribir? Esta parece ser la pregunta principal que debería hacerse un autor. En mi caso, desde hacía mucho tiempo, venía dando vueltas a la existencia de cosas simples en la vida, que nos explican fenómenos complejos y parecen reservados para el entendimiento de unos pocos eruditos; algo muy parecido a las parábolas que Jesús compartía en su tiempo (no se preocupe, no me referiré a temas religiosos en lo que viene más adelante).

Desde que entré a trabajar en una empresa de Ingeniería y Construcción (por cierto, soy ingeniero… ¡Qué hace escribiendo un libro!), tuve que asimilar el aprendizaje de distintos conocimientos y competencias diferentes a las que aprendí en mi carrera de pregrado como Ingeniero Civil, particularmente ligados a temas de estrategia, administración y gestión de empresas, dado que mi carrera tenía un perfil más técnico. Este peregrinaje de aprendizaje comenzó “a la fuerza”, aprendiendo conceptos y vivencias, a partir de mi trabajo ejecutando proyectos industriales de gran envergadura a lo largo de Chile, una hermosa experiencia y una fuente inagotable de conocimiento práctico.

Pasados casi nueve años en este esquema laboral, algunos problemas de salud me hicieron volver a la casa matriz de mi empresa, y trabajé en temas más de gestión y corporativos, donde tuve la oportunidad de ver la realidad de la empresa desde otra perspectiva y enfrentarme a diálogos con la gerencia “en otro nivel”, lo que en algún momento significó participar en la interacción de unos consultores de Estrategia (que está muy de moda en las empresas por estos tiempos). Esta interacción trajo preguntas y duras sesiones que sembraron en mí la inquietud de estudiar algo “menos técnico” y más ad hoc, con los desafíos que enfrentaban las empresas, independiente de su envergadura. La única manera de aplacar esta inquietud fue decidirme a cursar un Magister en Administración de Empresas (MBA), el que terminé hace unos seis meses, proceso que cumplió a cabalidad con mis expectativas.

Pero ¿por qué aburrirlos con estos párrafos autorreferentes? Créanme que tiene sentido. En este peregrinaje de aprender temas “más estratégicos”, sobre cómo se manejan y desenvuelven las empresas, hay conceptos demasiado teóricos desarrollados por grandes economistas, premios nobel y personas muy reconocidas en la academia, que pueden estar al alcance de cualquier persona; es más, son fáciles de comprender mediante simples ejemplos.

Muchas de las veces que me enfrenté a una revelación de conocimientos de este tipo, fuese durante mi período de trabajo en el desarrollo de proyectos, en la discusión con los renombrados asesores de estrategia o en medio de la sala de clases de un MBA de una prestigiosa universidad escuchando a renombrados profesores, mi cabeza no dejaba de pensar: “Interesante, pero parece ser lo mismo que aprendí jugando pool en mi infancia en Cauquenes…”. ¿Quééééé? Creo que debo contarles otra vez un poco más de mí para entenderlo.

Nací en Cauquenes, una pequeña ciudad del centro/sur de Chile, donde las personas viven principalmente de la agricultura y tienen una vida tranquila; al menos era así en la época que viví ahí, en los 80’s. Tenía cerca de seis años cuando me vine a Santiago, una realidad completamente distinta: la gran ciudad. Sin embargo, todas mis vacaciones durante mi niñez y juventud, las pasaba en Cauquenes con mis abuelos y mi hermano menor (que ahora es el hermano del medio), donde, podrán entender, las entretenciones eran bastante limitadas respecto a lo que vivimos hoy en el año 2020. Las opciones eran andar en bicicleta, la pesca, jugar a la pelota (fútbol) con los amigos y, por último, jugar pool, una entretención muy particular, porque en Cauquenes los lugares disponibles para este pasatiempo, digamos que no eran precisamente lo que uno esperaría para niños o jóvenes entrando a la pubertad: apuestas, alcohol, conflictos, y muchas otras cosas más; es decir, ”¡pura entretención...!”. Claro, mientras uno supiera manejarlo.

Si bien nunca logré destacar entre los mejores ―para ser justo―, debo decir que dedicábamos mucho tiempo con mi hermano, durante las vacaciones, aunque no tanto como los “profesionales”. Pasábamos buenos momentos que nos permitían tener entretenidas partidas entre nosotros e incluso a veces ganarle de manera individual o conjunta a alguno de los más reconocidos. Desde ahí que ambos conocimos este entretenido mundo del pool, que para mí puede enseñarnos tanto o más de estrategia que el propio ajedrez (otra vez, ¿quééééé? Realmente está loco, ¿comparar el pool con el ajedrez?

Como les iba contando, no soy ningún especialista y no pretendo dar lecciones de cátedra, sino presentarles algunos conceptos e ideas que he ido aprendiendo durante mi carrera, que creo pueden ayudar a quien quiera formar su emprendimiento, a quien tiene su empresa y desea mejorar algún ámbito de su funcionamiento, o a quien prefiera entretenerse un rato leyendo algo liviano, distinto y con un contenido de fondo. Si usted busca importantes citas a M. Porter, Dunning-Kruger o renombrados personajes de ese estilo, un vocabulario técnico y conceptos complicados, le anticipo que este puede no ser su libro.

Mi expectativa es que, quien decida leerlo, se encuentre con un vocabulario simple, comentarios propios de alguien que se entretuvo escribiéndolo, y que, a su vez, encuentre algo de humor en su contenido, que lo invite a continuar su lectura hasta el final, y que también encuentre herramientas que le sean útiles para enfrentar algunos desafíos laborales o personales. Me parece que la mejor manera de verificar si logro mi cometido, será que, si mi libro es publicado (lo que no creo), las librerías sufrirán enormes dificultades en calificarlo: ¿Una novela?, ¿un libro de autoayuda?, ¿un escrito sobre el juego del pool?, ¿un texto de estrategia?, ¿o simplemente una comedia? Imagínese que desde un principio visualizaba el título del libro como Estrategia en las bolas o Estrategia en bolas, lo que puede ser particularmente desconcertante en los países de Sudamérica.

Creo que ya basta de advertencias y preámbulos, pero no diga que no le avisé con qué se encontrará. Si aún no decidió devolver el libro o utilizarlo como adorno, es hora de entrar en materia.

Estrategia en bolas

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