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Presentación

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La relación de la información con la sociedad es fundamental, ya que tanto los diferentes grupos como los actores individuales son quienes producen esa información, y el destinatario siempre será la propia sociedad, en su conjunto o en grupos específicos, de acuerdo con la temática de oferta y de solicitud.

En consecuencia, los profesionales de la información y las instituciones que se especializan en crear, construir, organizar y ofrecer información —como la biblioteca— tienen como reto participar con la ciudadanía. El objetivo al respecto es construir espacios, programas, servicios, productos y actividades que permitan a los ciudadanos de todas las edades, los estratos sociales y actividades, tener acceso a una información que desarrolle una actitud crítica, propositiva y constructiva que vaya formando ciudadanos que construyan ambientes de vida bajo principios y condiciones que fortalezcan dinámicas democráticas para disfrutar, trabajar, estudiar y convivir entre individuos y gobiernos, y entre fenómenos y circunstancias sociales, políticas, culturales y económicas.

En el campo de la información, sea académica, social, popular, científica, política, histórica, etcétera, entre el que genera la información, el que la ofrece y el que la demanda y la utiliza, se establecen compromisos éticos o de convivencia consensuada a fin de vigilar, procurar y cuidar la imparcialidad y veracidad de la información.

En nuestros días, existe una preocupación especial en estos aspectos dada la facilidad con la que proliferan las noticias falsas o parcialmente falsas que se generan en todas las esferas que envuelven el desarrollo del ser humano. Así, los especialistas de la información, la biblioteca y todos sus similares se convierten en actores activos, enfocados en diseñar servicios atractivos que inviten al ciudadano a usar información, a verificar no sólo su utilidad sino su veracidad, y aprender a interpretarla en contexto, y no fuera de él, circunstancia que facilita su manipulación.

La información, en nuestros días, es un insumo fundamental de toda actividad, consciente o inconsciente, que realiza el ser humano; es parte inseparable de cualquier desarrollo tecnológico que se ofrece para las tareas sofisticadas o cotidianas que realiza “el gran público”: todos los usuarios que, de acuerdo con legislaciones políticas de cada país, en un momento dado actúan como ciudadanos y participan en diferentes actividades políticas, económicas, culturales e históricas, entre otras, que les permiten formar parte de la vida pública de su entorno para construir la vida en comunidad y seleccionar el entorno normativo de vida privada y los lazos de interacción con la esfera pública.

Relacionar la información con los ciudadanos y la ciudadanía es fundamental tanto en nuestro entorno local como global, considerando que la categoría de ciudadano se refiere a un hombre o una mujer que pertenece a un grupo social estructurado políticamente, lo que le permite participar en asuntos económicos, sociales o de gobierno, entre otros, de su Estado o de su país, y para lograrlo de forma asertiva necesitamos informarnos y tener los conocimientos requeridos.

La ciudadanía generalmente tiene especificados sus derechos, pero también sus obligaciones. Normalmente hay una edad establecida en la que, de acuerdo a su madurez, puede ejercer sus derechos y ser responsable de sus obligaciones. Estas cualidades se desarrollan de forma plena sobre todo en sociedades democráticas. Tener un gobierno democrático y vivir en una sociedad que facilite la participación de todos sus habitantes —donde se pueda elegir a gobernantes, órganos de gobierno y formas de vida en comunidad, y donde se tomen decisiones en cualquiera de los asuntos al respecto— requiere de información de todo tipo: académica, social, pública, cultural y popular, entre otras. Se trata de una información registrada en medios formales como libros, revistas, medios digitales o soportes más populares, como las redes sociales y otros de gran popularidad entre jóvenes y no tan jóvenes. Lo importante es que el usuario encuentre de manera fácil y expedita la información, los datos que le resuelvan sus dudas, su curiosidad, sus necesidades.

Dadas las innovaciones cotidianas que superan la velocidad, la capacidad y la especificidad que nos ofrecen las TIC, siempre hay que diseñar un menú de servicios de información. Buena parte de éstos los ofrecen medios comerciales y redes al alcance de un teléfono móvil o de softwares que le permiten a un niño o un joven penetrar a datos muy específicos y a la combinación de algoritmos que resuelven problemas de investigación o de operación práctica.

Conviviendo con esa realidad tecnológica y comercial está la biblioteca, institución social que debe ofrecer a sus usuarios todas las facilidades que optimicen la accesibilidad a la información pertinente para una solicitud específica, con un plus de calidad, pertinencia y veracidad; es decir, la biblioteca, además de la tecnología, cuenta con colecciones de primer y segundo nivel que le permiten llegar a la especificidad que requiere un ciudadano, un usuario y, de ese modo, autentificar la veracidad y actualidad de las fuentes ofrecidas y evitar y eliminar lo más posible las noticias falsas o parcialmente verdaderas. La biblioteca y el bibliotecario siguen siendo elementos fundamentales para relacionar a los habitantes de un país con el uso de información a fin de evitar la improvisación en la toma de decisiones y propiciar su participación en resoluciones que afectarán su vida en lo individual y en lo colectivo.

En la obra que hoy presentamos, hemos buscado relacionar el uso del espacio, el tiempo y las características de vida con la información como elemento fundamental para tener una ciudadanía informada con acceso al conocimiento que construya una sociedad en un ambiente democrático. Dicho entorno permitirá establecer una forma de vida que le garantice principios básicos de respeto al ser humano; un ambiente de libertad de pensamiento y de acción que incluya y admita las diferencias y que, al potenciar las coincidencias, logre una convivencia donde la pluralidad, la diversidad y la inclusión construyan democracias que definan normas que faciliten una vida en armonía.

La relación entre información y ciudadanía fue abordada desde una perspectiva teórica y focalizó el tema en la ciudadanía digital, ya que tanto los jóvenes como los ciudadanos con más experiencia y facilidades de acceso a un equipo tecnológico (móvil o de escritorio, con posibilidades tecnológicas más elaboradas) ven como primera opción acceder a la información de manera digital. Por otro lado, se tiene especial interés en ofrecer una mirada del tratamiento de la información y la conceptualización de ciudadanía en América Latina. Se ha considerado como un complemento importante para la participación activa de un grupo social mencionar algunos aspectos que impactan el uso de la información por la ciudadanía, sobre todo cuando la oferta en aspectos políticos no es cuidadosa ni comprometida con la veracidad, la objetividad y la imparcialidad. Otros elementos considerados que enriquecen la participación ciudadana, presencial y digital son la desinformación, la censura y la infodiversidad.

Estas variantes son analizadas en un primer apartado, “Información y ciudadanía”, y son abordadas desde enfoques y experiencia diferentes por Alejandro Ramos, Graciela Técuatl, Estela Morales y Jonathan Hernández.

En la actualidad, un medio proveedor de información que permite una relación interactiva de retroalimentación casi inmediata entre proveedor y receptor son las redes sociales, aunque no necesariamente sean la vía más confiable en cuanto a información verificada, contenido y calidad de sus fuentes. Los ciudadanos demandan información para apoyar su toma de decisiones en aspectos políticos o para fortalecer su actuación en un ambiente democrático, o para reforzar un gobierno sobre bases democráticas que propicien la participación ciudadana en libertad, con bases de igualdad y de inclusión. Por lo tanto, las plataformas de tecnología digital, que cada día son más poderosas y sofisticadas, deberán estar comprometidas con los contenidos y facilitar que la información que compañías comerciales, instituciones educativas y de investigación puedan ofrecer al ciudadano y lo ayuden a construir su entorno local y cercano, así como sus interrelaciones con el mundo global.

El segundo apartado, “Redes sociales”, responde a la actualidad de diferentes aspectos del tema, como pueden ser los movimientos sociales que han generado los usuarios a partir del uso y la comunicación apoyados en estructuras tecnológicas. También es tema de estudio la relación de las redes sociales con la libertad de expresión, y la relación de esas redes con las bibliotecas como proveedoras de información. Asimismo, se ofrece un análisis de cómo el uso masivo de las redes sociales por los usuarios ha obligado a una reconfiguración de algunos servicios de las bibliotecas. Un tema que va a conjuntar las redes sociales con los flujos de información, sobre todo cuando se trata de información política o de crítica social, son las caricaturas y los memes. Se complementan estos aspectos con un trabajo de campo, un análisis del uso de las redes sociales por las bibliotecas que forman un subgrupo de bibliotecas universitarias. Aquí participan Hugo Alberto Figueroa, José Alfredo Verdugo, Johann Pirela, Jesús Francisco García, Celia Mireles y Eugenia de los Ángeles Ortega.

“Información pública”, la tercera sección del libro, es un aspecto obligado cuando estudiamos la información como un insumo que alimenta la democracia como gobierno, como participación del pueblo, de niños, jóvenes y adultos. La información pública es analizada desde su organización, su disponibilidad y, por supuesto, su uso. Por ello, le dedicamos un espacio a algunos casos que nos ilustran este tema, como la infodiversidad en la construcción de programas públicos para diferentes necesidades, como en nuestros días pueden ser la violencia y la delincuencia; la información pública para estimular la inclusión social a partir de los ciudadanos. Esta información en nuestros días también usa los canales que le son más cercanos a la ciudadanía por su facilidad de uso y cotidianidad. En este apartado contamos con la participación tanto de colegas colombianos como de miembros del Seminario que enriquecieron el trabajo académico de esta obra: Fidel González, Nelson Pulido, John Abril, Diana González y Alfredo Menéndez.

Cerramos esta obra con un tema que no puede estar fuera cuando trabajamos con información: “Bibliotecas y democracia”, donde se abordan capítulos sobre el bibliotecario como influencer; la cooperación entre bibliotecas, las bibliotecas académicas como discriminadores de la ciencia e información falsa y la biblioteca e información de calidad. Las participaciones de esta sección estuvieron a cargo de Rosa María Martínez, José de Jesús Hernández, Javier Tarango, Daniel Machin-Mastromatteo, José Romo y Jaime Ríos.

Como es característico y obligado en nuestro Seminario, el presente libro es producto de un trabajo colectivo que se construye día a día en reuniones cerradas donde se discuten los temas que cada miembro desarrolla, así como el grado de avance que nos permita llegar a su presentación final. Además, se logró retroalimentación de cada uno de los participantes en dos reuniones abiertas a todo público en 2018: una en la Universidad Autónoma de Chihuahua, dentro de la XL Semana del Humanismo, y la otra en Bogotá, en el marco del XVI Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Estudios Sobre América Latina y el Caribe (SOLAR), en la Universidad Nacional de Colombia. Agradecemos al doctor Javier Tarango Ortiz, profesor e investigador de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, y al maestro Rubén Ruiz, director del Centro de Investigación sobre América Latina y el Caribe (CIALC-UNAM) por las facilidades y el apoyo otorgado en dichas reuniones.

Estela Morales Campos

Información, participación ciudadana y democracia

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